domingo, 28 de febrero de 2021

Testamento de Alvar Gómez de Orozco, el Zagal


José Antonio Espejo Zamora

Alvar Gómez de Orozco, el Zagal

Capitán de la Armada española 1535

       Traslado del testamento que otorgó el Capitán Alvar Gómez de Orozco, el Zagal; vecino de la ciudad de Granada por ante Alonso Martínez Telegano, escribano del número de la ciudad de Málaga, en ella a 6 de mayo de 1535. (El traslado se realizó en el año 1656).




El testamento:

"In Dei nomine amen; sepan cuantos esta carta de testamento y última voluntad vieren cómo yo Álvaro Gómez de Orozco, el Zagal, Capitán de Su Majestad, vecino que soy de la ciudad de Granada y estante que al presente estoy en esta muy noble y muy mayor leal ciudad de Málaga, estando en mi seso cumplido, entendimiento tal cual Nuestro Redentor Jesucristo hubo por bien de me dar estando sano y libre y de partida para mí e partir e ir de una fe en esta presente Armada que Su Majestad manda hacer para levante viendo que todas las cosas de este mundo son breves y transitorias y que todo cristiano fiel debe rogar por conciencia y ponerla en juicio de Dios y de su gloriosa Madre Nuestra Gloriosa Santa María a quien yo tomo por abogada con los apóstoles San Pedro y San Pablo y Santiago con toda la corte celestial por mi alma y salvación y mis herederos en concordia dejar creyendo como creo firmemente en la Santa Trinidad Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas e una esencia divina, un solo Dios verdadero muy alto y muy glorioso que vive y reina por siempre sin fin, el cual dicho mi testamento hago y ordeno en la forma siguiente:

Primeramente mando mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió y la redimió por su preciosa sangre y el cuerpo a la tierra de que fue formado y mando que si falleciere en parte donde no pueda tomar tierra mi cuerpo, sea sepultado e secrestado en cualquier iglesia más cercana que se pudiere haber para que de allí sean trasladados mis huesos y traídas a la dicha ciudad de Granada y sean sepultados en la parte donde doña Isabel de Orozco, mi mujer, quisiere e le pareciere, a la cual pido por mí y mando que se junten con mis huesos los huesos de Pedro López de Orozco, el Zagal, mi señor padre, que están al presente sepultados en el monasterio del señor San Jerónimo, extramuros de la dicha ciudad de Granada y en lo que toca a mi ánima tanto misas como de otras obras pías e mandas y enterramiento y honras y cabo de año y capilla, lo dejo todo a su voluntad y parecer de la dicha doña Isabel, mi mujer, para que en su vida o en el artículo de su muerte lo pueda proveer, mandar, proveer como a ella le pareciere porque para todo ello le doy mis veces y poder cumplido tanto cuanto derecho se requiere para su validación.


Otro sí mando que se paguen de mis bienes todas las deudas que pareciere que yo debo en cualquier manera mostrando escritura de probanza bastan de de ello.


Otro sí mando que se cobren las deudas que a mí me son debidas por cualquier persona en cualquier manera que sean las cuales, cobre la dicha doña Isabel, mi mujer, o quien su poder tuviese por que así mismo para ello le doy poder cumplido con bastante de derecho se requiere.


Ítem nombro por mis albaceas testamentarios para que cumplan e paguen este mi testamento de mis bienes sin daño suyo ni de sus bienes a la dicha doña Isabel, mi mujer y a Alonso Sánchez de Madrid y a Gaspar de Rivadeneira, vecinos de la dicha ciudad de Granada a los cuales doy poder cumplido in solidum con tanto que no se haga cosa sin parecer ni voluntad de doña Isabel de Orozco, mi mujer, para que entren y tomen de mis bienes y los vendan en almoneda…

Item cumplido y pagado éste mi testamento y las mandas en él contenidas, dejo y nombro por mis legítimos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, derechos y acciones que me pertenezcan en cualquier manera a don Luis de Orozco, el Sagal, mi hijo, el mayor, y a don Diego López, el Sagal y a doña Luisa Sagal y al póstumo o póstuma que pariere la dicha Isabel, mi mujer de que al presente está preñada, mis hijos legítimos y de la dicha doña Isabel, mi mujer, los cuales le hayan y hereden en las formas:

Que mi hijo, el mayor, don Luis de Orozco, el Zagal, suceda en mi mayorazgo que yo hube y heredé de mi abuelo Álvaro, e mi padre de mi señora doña Aldonza, su hija, mi madre, según y por la forma y manera que el dicho Alvar Gómez, mi abuelo, lo constituyó y fundó, que pasó a este Francisco López de Buendía, escribano público de la ciudad de Granada, la haza a que me refiero y por que Pedro López, el Zagal, mi señor padre, enajenó algunos bienes de la fundación del dicho mayorazgo como es notorio y sobre alguna parte de lo que en sí enajenó, “sostiene” pleito y está pendiente en la Chancillería de Valladolid sobre veinticinco mil maravedís de juro que vendió al conde de la Coruña y a su mujer y otros juros y bienes mando que el dicho mi hijo, el mayor, don Luis, los (…) tome y los restituya al dicho mayorazgo para que en él siempre permanezcan inclusos y vinculados…

Item, que de los bienes que el dicho mayorazgo el dicho mi padre enajenó los haya el dicho don Luis, mi hijo, para su mayorazgo en mi heredamiento: que se dice el Marchal, que es en la vega, término de la dicha ciudad de Granada, que linda por la parte del riego con hazas de las alcarrias de Gabia la Chica y Alhendín; y por la parte del secano que se dice el “Soecón”, las alcarrias de Armilla y Churriana y el camino Real con todos los límites y linderos y viñas y tierras y huertas y olivares y moraledas y casa y vasijas y molino y venta e agua y con todo lo demás perteneciente al dicho heredamiento del Marchal, el cual los haya y tenga el dicho mi hijo y así mimo las casas principales de mi morada que tengo en la ciudad de Granada con todo lo que le pertenece, que son en la colación de San Pedro y San Pablo, a la puerta de Guadix que lindan por la una parte con casa de Alonso el Jebis y con casas de Sidero Heraho y por las otras tres partes las calles reales, las cuales dichas casas, así mismo, meto e incorporo en dicho mayorazgo juntamente con el dicho heredamiento del Marchal, lo cual meto en el dicho mayorazgo en lugar de los bienes que enajenó el dicho Pedro López de Horozco, mi señor y padre…

Item, mando que después de mi fallecimiento de esta presente vida queden por libres de toda servidumbre de cautiverio Alonso López y Lucía y Esperanza, mis esclavos, los cuales puedan hacer y disponer de sí como personas libres de toda servidumbre y cautiverio y pido por mí a la dicha Isabel, mi mujer, lo haga por bien.

Item, que en los casamientos de Catalina de Castañeda y Francisca Pérez y Horozca, hermana de la dicha Castañeda, la dicha doña Isabel les dé hasta trescientos ducados a todas tres, dando a cada una de ellas para el dicho casamiento o meterse monjas y disponer de sus personas en estado honesto…

Y revoco y anulo todos otros cualquier testamento, mandas y codicilos que yo haya escrito de palabra o en otra cualquier manera…

…en la dicha ciudad de Málaga, a seis dáas del mes de mayo, año del nacimiento de Nuestro Salvador Cristo de mil y quinientos y treinta y cinco años; siendo presentes por testigos Gaspar de Berrio, maestro de Su Majestad y el licenciado Juan Martín, médico, y Francisco Pérez, mallero y Alonso (…), sastre, y Gonzalo López, su hijo, sastre, y Martín de Carvajal, escribano de Su Majestad y criado del dicho Álvaro Gómez, y estando en esta ciudad de Málaga…”

José Antonio Espejo Zamora


sábado, 20 de febrero de 2021

primer domingo de cuaresma, domingo 21 febrero 2021 comentario a las lecturas

Luz del Domingo


José Antonio Espejo Zamora

El Desierto


Jesús es llevado al desierto por el Espíritu.


Por desierto entendemos ese espacio, esa situación vital donde mi mundo se derrumba, esto es, todo lo que hay en mí de falsedad; ir al desierto es confrontarte no sólo con las mentiras asumidas como propias y que hemos aprendido desde pequeños sino también con aquellas con las que uno mismo ha construido su vida. En el desierto, hay un momento donde la sed se apodera de nosotros en un lugar cuya característica principal es que no hay nada que pueda saciar la sed; el desierto, además, no tiene caminos; las huellas con los que otros han podido marcar la arena han desaparecido; así, el que cae en el desierto tiene que crear su propio camino, marcar con sus huellas su salida, pisadas que serán borradas por el viento; sólo hay un punto de referencia que me permite cada noche buscar la salida, mirar las estrellas o durante el día seguir el camino que el Sol recorre. San Juan de la Cruz describe en dos ocasiones el desierto, dos noches oscuras, y lo que a él le permitió salir de ese desierto fue fijar los ojos en Dios, que como al mirar al Sol, su luz nos ciega impidiendo ver, así, deslumbrados, ciegos por el exceso de luz, cada persona debe crear su propio camino; guiados por Dios sin que Él pueda sustituirnos, sin que podamos realmente seguir sus huellas, pues Él espera de nosotros que desde la libertad recuperada en el desierto, realicemos nuestro propio camino, nuestra propia vida. Jesús es impulsado por el Espíritu al desierto para ser Él mismo, esto es, el Hijo de Dios, esto es, Jesucristo.


Albert Camus, en El mito de Sísifo nos describe una de las causas por las que el hombre puede caer en el desierto:

“Suele suceder que los decorados se derrumben. Despertar, tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, comida, tranvía, cuatro horas de trabajo, cena, sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado al mismo ritmo, es una ruta fácil de seguir la mayoría del tiempo. Pero un día surge el <<por qué>> y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro. <<Comienza>>, eso es importante. La lasitud está al final de los actos de una vida maquinal, pero inaugura al mismo tiempo el movimiento de la conciencia. Lo despierta y provoca la continuación. La continuación es la vuelta inconsciente a la cadena, o el despertar definitivo… Así mismo, y durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva. Pero llega siempre un momento en que hay que llevarlo a él…”


El despertar de una vida maquinal nos lleva al desierto, a tomar conciencia de lo absurdo de nuestra vida; aún más, nos damos cuenta de que hemos vivido la vida de otros. La muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, o simplemente ser suficientemente inteligente para tomar conciencia de la propia realidad, o bien, como Dante en Beatrice, quedar deslumbrado por la belleza, iluminado por el amor para descubrir que para uno puede haber una vida mejor; todo estas experiencias y otras muchas nos pueden conducir al desierto. 


En el desierto puede uno permanecer toda la vida, como Camus, que no es capaz de superar el absurdo de la vida o salir de él con una vida propia como Jesucristo, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Teresa de Calcuta… Aquí cabe preguntarse si la experiencia vital de Camus es la cumbre de cualquier vida o son la experiencias nacidas en torno a Jesucristo las que nos indican que tras el desierto hay mucho más y que todo ser humano puede llegar, después de atravesar el desierto a esa vida personal donde ésta adquiere pleno sentido  a la luz del Sol, de Dios.


Si observamos la política internacional, vemos cómo en nuestro mundo occidental en todos los países, se dan los mismo debates, se ponen sobre la mesa los mismos problemas y las mismas soluciones; esto nos hace pensar que los protagonistas de nuestra vida social, cultural, económica y política no tienen vida propia sino que como marionetas son otros los que mueven los hilos, tocan el tambor para hacer que bailemos todos al mismo ritmo. ¿Quiénes mueven los hilos? Lo ignoro, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que unos tocan la trompeta y todos bailamos. El sonido de la trompeta nos llega a través de los medios de comunicación, del sistema educativo… pensemos en un maestr@ que prepara en infantil a los niñ@ para celebrar Halloween, el maest@ puede sentir que su vida esta llena de sentido por el trabajo realizado; sin embargo, es el último escalón de una escalera que comenzó cuando el músico tocó la trompeta, el sonido llegó al ministerio de cultura, el cual reprodujo el sonido al que bailaron los consejeros de educación de las distintas autonomías y ahora el maestr@ y los niñ@ bailan y cantan a su son; después, el niñ@ y el maestr@ se van a su casa; mientras comen, ven la tele y salen niñ@s y maestr@s de otros colegios haciendo lo que ellos han hecho; uno puede sentir que ha hecho lo debido y con ello ha entrado a formar parte de un gran grupo de baile en una gran discoteca o bien uno se da cuenta de que no es más que una marioneta que ha bailado al son que le han tocado. Y quien dice maestr@s puede decir alcald@ o concejal@s…

Entrar en el desierto por la propia voluntad, como nos enseñan las escrituras, San Juan de la Cruz o la Cuaresma, no es la búsqueda de un periodo vital donde me puedo perder, sino como en la Beatriz de Dante yo he visto la Belleza, sé que hay una vida personal para mí y allí me dirijo iluminado por Dios.




sábado, 13 de febrero de 2021

lecturas y comentario domingo 14 de febrero de 2021

 LUZ DEL DOMINGO

Lecturas y comentario a las lecturas del domingo 14 de febrero de 2020.


José Antonio Espejo Zamora


Comentario a las lecturas:


En el relato del Génesis se nos dice que Dios creó el paraíso; de Él no podía surgir otra cosa; de la misma manera, vemos cómo de Jesús surge la liberación del hombre y su vuelta a la comunidad de la que había sido expulsado.


Paraíso, armonía y belleza vienen a significar lo mismo; la convivencia de los contrarios en paz: 


“Habitará el lobo con el cordero,

el leopardo se tumbará con el cabrito,

el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. 

La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas;

el león como el buey, comerá paja.

El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente,

y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid.” (Is. 11, 6-8)


A lo largo de la historia del arte, los arquitectos, pintores, escultores, músicos, a partir de formulas matemáticas, han conseguido reflejar en su obra el paraíso; cuando nos acercamos a un edificio del Renacimiento o de la Grecia clásica, cuando contemplamos una escultura o pintura, cuando nos sumergimos en la música de Joan Sebastian Bach o en la de Wagner, quizás no sepamos descifrar ni el trabajo ni las fórmulas matemáticas que hay detrás de esas obras; de lo que sí es capaz el hombre es de leer con su alma la belleza que nace de esa obra, sentir que se es elevado al paraíso; o como Santa Teresa, caer ante un crucificado para, a través de la oración, entrar en comunión con Dios.


El paraíso perdido late en la historia de la humanidad como una herida;  en la primera lectura, vemos cómo el leproso es declarado impuro y expulsado de la comunidad, cómo Adán y Eva lo fueron del paraíso, buscando que la mayoría, esto es, la comunidad, pueda convivir lo más armónicamente posible; recuerdo, en aquella facultad donde estudié, que las mentes, autodenominadas como las más abiertas, se sonreían al mirar al pasado y constatar los errores de aquella lejana historia bíblica que excluía al enfermo declarándolo impuro; no sé si ahora siguen sonriéndose al constatar cómo ante la pandemia del coronavirus sanos y enfermos hemos sido declarados impuros prohibiéndosenos la convivencia en nombre de los expertos y de la cultura laicista. En este caso, la convivencia que hace posible la comunidad y el surgimiento de los pueblos, ha sido prohibida.


El pálpito constante por recuperar el paraíso perdido llevó a Tomás Moro a soñar con la isla Utopía; a Marx, con una sociedad sin clases; a Hitler, con un pueblo de raza aria; al liberalismo económico, con una sociedad de éxito científico-técnico; sin embargo, aún esperamos la irrupción del mismo.


Sabemos que Jesucristo correrá el mismo destino que los leprosos, será apartado de la comunidad para que ésta siga conservándose; sin embargo, en el evangelio vemos cómo Jesucristo libera al leproso de la enfermedad haciendo posible su vuelta a la comunidad. Es curioso que no es  ni la religión ni el sacerdote el que cura, sino Dios mismo, que en ese encuentro personal entre su Hijo y el hombre, queda éste sano y reconstruida la comunidad rota. Hay que ir más allá de lo aparente, esto es, de las estructuras sociales, y por ello convencionales, para llegar desde el fondo del alma a contactar con la fuente de la belleza donde la obra de arte palidece ante el encuentro vivo de la criatura con su creador.

En la segunda lectura, dice Pablo que, a imitación de Cristo, él busca no su propio bien sino el de la mayoría; ambos trabajan por el bien de la comunidad, pero no por exigencia de ésta sino como expresión del amor de Cristo a cada individuo de los que están compuestos los pueblos, pues cuando la comunidad exige la exclusión del diferente, se autoaniquila, pasando del bien común al bien de un grupo que pide no la convivencia de los contrarios, sino la eliminación del otro. No es, por tanto, posible el paraíso si falta la libertad y la diferencia o el diferente.


Vayamos a la vida concreta; podríamos comenzar analizando la propia alma ¿Qué hay en mí que yo he excluido de mí mismo? ¿Cualidades, defectos, miedos…?; ¿Qué o a quién excluyo de mi familia o de la comunidad a la que pertenezco? ¿He perdido la capacidad de elevarme con la contemplación de una obra de arte? ¿He perdido la capacidad para la oración y, con ello, la posibilidad de encontrarme con el que me puede sanar? ¿A quién excluyo de la Iglesia, de la comunidad, de mi pueblo, del trabajo?

José Antonio Espejo Zamora


Primera lectura

Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46)


El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»


Palabra de Dios


Salmo

Sal 31,1-2.5.11


R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación


Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor 

no le apunta el delito. R/.


Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa» 

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.


Alegraos, justos, y gozad con el Señor;

aclamadlo, los de corazón sincero. R/.



Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1)


Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.


Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45)


En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» 

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.


Palabra del Señor



martes, 9 de febrero de 2021

Huétor Tájar 1888 emigración

José Antonio Espejo Zamora


Emigración - Huétor Tájar

1888

En 1888, José Guerrero Jiménez, maestro de niños de Huétor, tras observar la dinámica económica y social de Huétor, escandalizado y sorprendido por lo que veía, decidió levantar acta de tal situación y publicarla el 27 de noviembre de 1888 en El Defensor de Granada. José Guerrero había llegado de maestro a Huétor Tájar desde el pueblo de Peligros, donde había desarrollado con anterioridad su labor docente.




Parroquia Santa Isabel Huétor Tájar

Transcripción del artículo de José Guerrero Jiménez:

Los emigrantes de Huétor Tájar


Antecedentes


La villa de Huétor Tájar, distante 35 kilómetros de la capital, tiene 2.333 habitantes, según el último censo, y pertenece al partido judicial de Loja.


Su alegre cielo, su extensa vega poblada de árboles frutales y surcada por el Genil en toda la longitud le dan agradable aspecto y hacen suponer, al contemplarla, la existencia de un pueblo feliz y rico.


Mas la experiencia de muchos años nos hace ver que nada más lejos de la realidad. Las inundaciones de 1881 y siguientes trasformaron parte de la Vega, dañándola notablemente en todo. Los frutales van desapareciendo y enormes peces de lima señalan los sitios que ocuparon sus fértiles huertas.


Huétor Tájar sucumbe agobiado por los onerosos tributos que son comunes a otros pueblos como territorial, industrial, consumos, cédulas y demás impuestos y por los censos, décimas, etc., que abona a la excelentísima señora condesa de Teba, gravamen que pesa sobre todas las fincas rústicas y urbanas.

Foto tomada del Portfolio finales del s. XIX


Ningún gobierno, ningún diputado ni senador, ni aun la casa solariega se han cuidado de mejorar su condición ni han tenido influencia bastante para que, por el Estado o la provincia, se haga un puente sobre el Genil que facilite el paso del pueblo a la vega, que ponga en comunicación la estación de la vía férrea con la carretera de Bailén a Málaga; si los vecinos quieren cultivar sus tierras de regadío, si necesitan traer los frutos, se ven precisados a utilizar una especie de barca, que nos hace recordar el paso de los ríos en África, o a establecer una empalizada o puente provisional de madera para facilitar su paso.


Cortijo situado en la carretera entre Huétor y Villanueva
frente al polígono industrial y al cementerio (portfolio finales s. XIX).
El cortijo recibe el nombre de la Viña ya que los propietarios venían de La Viña jurisdicción de Algarinejo.


Inútil es que se dirijan a buscar el paso en épocas lluviosas por el secano. El arroyo de Milanos se lo negaría; Villanueva Mesía utiliza igual barca o empalizada; y más allá, Cacín, con un puente destruido hace más de 20 años (carretera de Bailén a Málaga), brindaría al osado que se atreviese a vadearlo segura muerte, que han hallado ya trece infelices en sus aguas sin que se cuide de ello el Estado ni la provincia que tan esquilmados tienen a estos pueblos con exhorbitantes tributos.


Después de tan punible abandono, con tan decaída agricultura, con la falta de trabajo inherente a ello, ¿cómo no han de hallarse en la miseria pueblos como Huétor Tájar? ¿Cómo no han de pensar en emigrar a otros países hombres que ven a todas horas el aterrador fantasma del hambre llamando a sus míseros hogares? ¿Qué lenitivo han hallado a su precaria situación en siete años que llevan de incesante clamoreo?


La Comisión inspectora del censo de población, en su reciente visita a este pueblo, porque extrañaba la disminución de almas, tuvo ocasión de comprobar nuestro aserto. Todos los años hay muchas personas que marchan a la República Argentina o al Brasil en busca de lo que su patria les niega.


La emigración actual


Hace unos meses próximamente se presentó en Huétor Tájar un sujeto que dijo llamarse D. Jacinto Tamayo Valverde y ser Administrador general del Sr. D. José Alvar Pereira, Conde del distrito de Cantagallos (Cantagalo, Estado de Río de Janeiro) en el Brasil. Traía encargo de llevarse emigrados con la precisa condición de que constituyeran familias, para que su permanencia en aquel terreno fuese más duradera que la de expediciones de otros países que habían huido. Provisto Sr. Tamayo de una carta de recomendación que le había entregado  Fructuoso Alva Ortega, que se fue a Buenos Aires el verano de 1886 y después de mucho andar, se ha colocado con este señor, le fue cosa fácil hacer buena propaganda y apuntar numerosas familias, fijándose la partida después de muchas vicisitudes para el día 21 del corriente, con objeto de embarcar en Málaga el 25 ó 26.

Nazareno Huétor Tájar


El 20 se dijo en esta iglesia parroquial solemne misa a Ntro. P. Jesús para que se dignase proteger a los emigrantes. Después obsequió el Sr. Tamayo a estos y a las autoridades y amigos con un banquete de despedida y al día siguiente, a las cuatro de la mañana, se efectuó la marcha. ¡Pero qué despedida! Apenas el primero de los cinco carros que los conducían movió el eje de sus ruedas, se levantó imponente y conmovedora gritería; los ayes de dolor se escuchaban a larga distancia y fue escena imposible de describir la que presenciamos en el trayecto que media entre el pueblo y la Venta Nueva, donde se dieron el último adiós unos sesenta emigrantes y sus padres, hermanos, hijos y amigos que les veían partir tal vez para siempre. Baste decir que ha habido hijos que dejan a sus padres sexagenarios y enfermos, padres que no han podido llevar a sus hijos por estar sujetos al alistamiento y cosas por el estilo.


Cuando se presencian escenas de dolor como la que nos ocupa y que desgarran las entrañas, ¡qué de reflexiones se agolpan a nuestra mente!,¡qué tristes comentarios nos sugiere la imaginación!


Partieron, sí, unas sesenta personas de todos sexos y edades, que agobiadas por la miseria, cediendo a halagüeñas promesas y faltos de recursos, van al Brasil a regar con el sudor de su frente aquellos ingratos terrenos en que tal vez se abra su tumba; marcharon a aquel clima abrasador acariciando doradas ilusiones para olvidar su pena y mitigar su sufrimiento y quiera Dios que en su desengaño no encuentren otros mayores y más horribles.


Otra Emigración


Se anuncia la próxima venida de otro encargado de llevar nueva expedición que se hace ascender a centenares de familias y que saldrán de Huétor y pueblos inmediatos dentro de pocos meses.


Y entretanto ¿qué hace el Gobierno? ¿Qué medidas toma para atajar el mal quien puede y debe evitarlo? Lo ignoramos, pero todo hace suponer que seguirá la agricultura, la industria y el comercio por la resbaladiza pendiente que marcha hasta que llegue al insondable abismo.


Por lo que a Huétor Tájar representa, si pronto no se ataja el mal proporcionando trabajo a los jornaleros y ayudando en lo posible al pobre labrador que no puede soportar tanto gravamen como pesa sobre él, es seguro que dentro de pocos años será completa. La ruina de este desdichado pueblo. 


José Guerrero.”