domingo, 23 de junio de 2024

Magisterio de Juan Pablo II Rino Fisichella

JUAN PABLO II 

          "Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. Él mismo es nuestro camino hacia la casa del Padre y es también el camino hacia cada hombre; en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida por nadie..."
Juan Pablo II, Redemptor hominis.




        El teólogo y arzobispo italiano Rino Fisichella publicó, al principio de la presente década, este libro sobre la teología de Juan Pablo II. 

         El magisterio surgido durante el pontificado del Papa polaco estuvo orientado a introducir a la Iglesia en el tercer milenio; ahora, instalados en él, es el momento de volvernos a las reflexiones que, como pontífice, realizó y que hoy forman parte de la tradición de la Iglesia.
         



          Las palabras de Juan Pablo II están lejos de haber perdido vigencia; el análisis del momento histórico que le tocó vivir, nos tocó vivir, expresadas en su primera encíclica Redemptor Hominis, el Redentor del hombre, están de plena actualidad: 

          "... El hombre, por tanto, vive cada vez más en el miedo. Teme que sus productos, naturalmente no todos y no la mayor parte, sino algunos, y precisamente los que contienen una parte especial de su genialidad y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera radical contra él mismo; teme que puedan convertirse en medios e instrumentos de una autodestrucción inimaginable, frente a la cual todos los cataclismos y las catástrofes de la historia que conocemos parecen palidecer. Debe nacer, pues, un interrogante: ¿por qué razón este poder, dado al hombre desde el principio -poder por medio del cual debía él dominar la tierra- se dirige contra sí mismo provocando un comprensible estado de inquietud, de miedo consciente o inconsciente, de amenaza que de varios modos se comunica a toda la familia humana contemporánea y se manifiesta bajo diversos aspectos?... 
          ...¿este progreso, cuyo autor y fautor es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, <<más humana>>?; la hace <<más digna del hombre>>? No puede dudarse de que, bajo muchos aspectos, lo haga así. No obstante, esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente por lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitado y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos.

          Esta es la pregunta que deben hacerse los cristianos...."
          Napoleón secuestró al Papa; en la época de Hitler y Stalin, los crucifijos salían disparados por las ventanas de los colegios para ser destruidos en plena calle; ¿dónde terminaron Napoleón, Hitler y Stalin? ¿y el Papa?; que nadie se engañe:

          "Esta unión de Cristo con el hombre es en sí misma un misterio, del que nace <<el hombre nuevo>>, llamado a participar en la vida de Dios, creado nuevamente en Cristo, en la plenitud de la gracia y verdad. La unión de Cristo con el hombre es la fuerza y la fuente de la fuerza, según la incisiva expresión de San Juan en el prólogo de su Evangelio: <<Dios les dio poder de llegar a ser hijos>>.  Esta es la fuerza que transforma interiormente al hombre como principio de una vida nueva que no se desvanece y no pasa, sino que dura hasta la vida eterna."
Juan Pablo II, Redemptor hominis