sábado, 21 de septiembre de 2024

Comentario a las lecturas del domingo 22 de septiembre de 2024; domingo XXV del tiempo ordinario.

   Comentario a las lecturas del domingo 22 de septiembre de 2024

 Domingo XXV del tiempo ordinario


José Antonio Espejo Zamora

-Libro de la Sabiduría 2,12. 17-20.

-Salmo 53,53 3-4.5.6.8.

-Carta del apóstol Santiago 3, 16-4, 3.

-Evangelio: San Marcos 9, 30-37.


En hebreo, la palabra piedad significa útero, espacio donde se gesta y se engendra al hijo; entre la madre y el hijo se establece vínculo eterno; por tanto, el hombre piadoso es el que ha sido engendrado por Dios; en ese espacio, el útero, Dios, por una parte, crea una unión con la persona gestada en la que Él asume la realidad humana y el hombre la realidad divina.


En la primera lectura, desde el primer momento, quedan sentenciados los actores del mal como impíos; entre ellos y Dios no hay nada. Sin embargo, se nos presentan como los expertos en lo sagrado. Ellos aparecen como la élite con capacidad para sentenciar a muerte a un hombre justo; sus acciones son una reacción al bien, al justo, que sí se ha gestado en el útero:

-lo acusan de denunciar su forma de actuar; recordemos aquella frase de Jesús, por sus obras los conoceréis.

-Les reprocha el que se salten la ley; leyes que promulgan ellos, seguramente, como sigue ocurriendo, para que los cumplan los demás.

-Les reprende por la educación recibida, esto es, los modos de comportamiento adquiridos y, por lo tanto, no naturales; el mal no estaría en lo esencial del hombre.

Los impíos no conocen a Dios, pero lo manejan, ellos se constituyen en intérpretes de los actos divinos: “si el justo es hijo de Dios, Él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos”; la élite piensa que todos quieren ocupar su lugar, incluido el hombre justo; esto les hace pensar que el interés de Dios con respecto al justo es que éste, de forma mágica, se libere de las decisiones de los impíos que ellos creen en consonancia con Dios; sin embargo, la comunión establecida entre Dios y el justo no camina por esa senda, lo importante para ellos es no entrar por las sendas del mal; por una parte, Dios libera al justo haciendo que éste permanezca en el bien y la justicia; por otra parte, Dios permanece en el justo sufriendo los ultrajes y muerte del justo; la comunión tiene estas cosas que uno padece en el otro. El justo no quiere ocupar el lugar de los impíos sino permanecer en la comunión con Dios; por ello, sus pensamientos y actos no tienen otro horizonte que el de Dios: “perdónalos porque no saben lo que hacen”. Recordemos esa experiencia que Europa ha aportado al mundo: el tiempo en el que las élites decidieron no eliminar al justo, sino a Dios, ese tiempo en el que el Estado y el Partido se convirtieron en dios y sus intérpretes en Hitler y Stalin.



En la segunda lectura Santiago se pregunta: “¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros?” Él dará una respuesta que apunta al interior del hombre: “¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros?”; a simple vista, parece que la cuestión es psicológica, pero parece que la causa es más profunda y está más allá de lo psicológico. Heidegger dirá que el hombre, el ser-ahí, al verse arrojado al mundo, no sólo se verá dentro de ese horizonte, sino que, al mismo tiempo, se ve y se siente en la angustia; dentro de nosotros, sentimos la angustia y al mismo tiempo un fuerte deseo de plenitud que no llegamos a saciar, pues como dice el apóstol: “Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones”; esto es, el hombre, al sentirse en la angustia e incompleto, se lanza a satisfacer ese deseo de plenitud creándose un mundo irreal, su mundo, es muy cambiante; los que hoy forman la élite mañana pueden estar en lo más bajo, o muertos; es un mundo, el personal, como el social, sin cimientos. En ese mundo se produce una lucha por ser, buscan apaciguar su angustia y salir del anonimato, en un mundo que en lugar de apaciguar, lo que hace es aumentar la angustia; ese aumento hace que los impíos se lancen con más empeño a las luchas a las guerras. Si en ese mundo hace acto de presencia un hombre justo, pone en evidencia toda la dinámica del mal; pensemos en Gandhi, en Martin Luther King, en Óscar Romero, en Jesucristo, el Justo por antonomasia.

En el ABC publicado hoy día 21 de septiembre de 2024, viene una entrevista al pensador alemán Peter Sloterdijk, éste responde a la pregunta: “¿Cómo explica el auge del populismo en Europa? -El populismo es solo uno de los viejos nombres de la democracia…porque en la actualidad hay mucha más gente miserable, insatisfecha y descontenta de la que estamos dispuestos a reconocer… Es una forma profunda de descontento, pero no con respecto a la sexualidad, sino con respecto al reconocimiento social. Porque hoy en día la gente no sólo busca la satisfacción sexual, sino que también busca la importancia. Y lo que el ser humano no puede soportar es la constatación de lo poco importante que es. Todos trabajamos para llegar a ser importantes. Y si el Gobierno y tus vecinos hacen todo lo posible para demostrarte que nunca serás escuchado, que nunca serás importante, que tu voz nunca cambiará nada en el mundo…; <<no puedo obtener satisfacción>>, cantaron los Rolling Stones, esto se ha convertido en una verdad general. La mayoría de la gente está insatisfecha. Ni siquiera los dueños de los yates más grandes están satisfechos a bordo del lujo…

Conviene recordar a San Agustín cuando afirmó que nuestra inquietud sólo se superará cuando descansemos en Dios. En el evangelio de hoy aparecen los discípulos de Jesús discutiendo sobre quién es el más importante a lo que Jesucristo, el Justo, responderá: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”; Cristo mismo ha roto esa dinámica del mal y a eso invita a sus discípulos.

Estas luchas se han dado y se dan en todos los ámbitos: en el mundo de la política, donde tienen que aparentar que son legales y que trabajan por los ciudadanos; en el mundo empresarial, donde el egoísmo es un elemento fundamental; en el mundo de la economía, donde, en no pocas ocasiones, se busca la libertad total del mercado (escuela económica de Austria), sin que el Estado pueda legislar para proteger a los más débiles; en la universidad, en las asociaciones y también en la Iglesia, también se da esta lucha dentro de ciertos grupos… esto es así, basta con abrir los ojos, hay hombres que se escandalizan ante lo real, pero estos no coinciden con el hombre que se sitúa en el último lugar, como nos indica Jesucristo, sino con el último hombre, como lo concibe Nietzsche. Un ejemplo de tantos que podría poner: en cierta ocasión, hace unos 20 años, tuve que tratar con el vicario general de Granada un asunto, no muy importante y que no planteaba ninguna dificultad, pero que tenía que resolver él; me invitó a entrar en su despacho, tomé asiento, era verano, él sobre su sillón giró su cabeza hacia la mesa de su despacho, ésta, al dilatarse, hizo un pequeño crujido, después giró su cabeza a su derecha, me miró y me dijo, estoy preocupado por la mesa; al final yo conseguí lo que buscaba; él ya hacía tiempo que sabía del mal.