Roma |
LA VISITA DEL INSPECTOR
JOHN BOYNTON PRIESTLEY (1894-1984)
La Obra es una crítica
social a la Burguesía Inglesa de principios del siglo XX. La hipocresía, la avaricia comercial
(admass), el individualismo, la preocupación por aparentar y por el qué dirán, el
interés en mejorar el “estatus social” aún a costa de la felicidad de otros, el
alcoholismo, las casas de citas, el egoísmo, etc. se evidencian a lo largo de
toda la lectura.
En mi opinión el
Inspector significa “la Conciencia”, el sentido de la responsabilidad, la
rectitud, el orden. Todos somos responsables
de nuestros actos y toma de decisiones y tenemos que meditar las consecuencias
que puedan tener. Antes de actuar a la
ligera tendríamos que valorar los pro y los contras que beneficien o
perjudiquen a nuestro prójimo. En
palabras del Inspector “hoy ha
desaparecido una Eva Smith, pero hay millones y millones de Evas Smith y de
Johns Smith entre nosotros, con sus vidas, sus esperanzas y temores, sus
sufrimientos, sus deseos de felicidad, todo entrelazado con nuestras vidas. Todos somos miembros de un mismo cuerpo”
Según se van produciendo
las acusaciones, que en mi opinión, son cada
vez más graves, no sólo las acciones cometidas, sino también los juicios que
cada uno hace de los otros miembros, se ve claramente la facilidad que tenemos
los humanos de reprobar lo que hacen los demás y tratar de justificar lo que
hacemos cada uno de nosotros.
Habitación Rilke, Ronda Hotel Reina Victoria |
En la obra también se
observa que nadie sabía nada del otro.
Hay una flagrante distancia
familiar, cada uno ha ido a lo suyo, no han vivido en comunidad, sino aparentando
que nada ocurre; no ha habido comunicación.
Por ejemplo, nadie sabía que el Sr. Birling en su fábrica había tenido
una amenaza de huelga y había despedido a trabajadoras, nadie sabía que Sheila
había montado injusta y caprichosamente en cólera en los almacenes y había sido
responsable del despido de la dependienta, Sheila aunque sí sabía del
distanciamiento de su novio, no lo había participado en casa, nadie sabía la
doble vida que llevaba Eric, aunque sabían algunos que bebía en exceso y
consecuentemente no se había tratado el problema en familia para tratar de
buscar ayuda, y al final nadie sabía que
la Sra. Birling había denegado una ayuda a una pobre infeliz sólo por el hecho
de haberse dado a conocer por el
apellido Birling y estar embarazada.
Queda también patente en
el libro el no querer ver la realidad. El
Sr. Birling no quiere reconocer que el
mundo está cambiando, quiere seguir anclado en el pasado. No quiere ver que está en auge un cambio de
mentalidad, que hay un descontento generalizado social, que Europa está en
crisis y que conllevaría más tarde al estallido de la Primera Guerra
Mundial. En lo personal tampoco quiere
ver que aunque está empeñado en recibir el título de Caballero Magistrado, que conlleva
el tratamiento de Sir, la familia de su
futuro yerno no acepta esta relación al no haber asistido a la pedida de mano
de Sheila. Si bien estaban de viaje, se
podía haber aplazado o adelantado esta petición. Birling sólo está preocupado por medrar y así
ganar puntos delante de la futura familia de Sheila y emparentar con ellos. Sólo le preocupa que el escándalo del robo y
del suicidio no salgan a la luz y le puedan perjudicar.
En ningún momento siente compasión por la terrible muerte de Eva.
El egoísmo se enfatiza
cuando Birling le dice a su hijo que todo hombre debe abrirse su propio camino,
que tiene que cuidar de sus intereses y por los de su familia, si la tiene; no se habla de solidaridad, de compañerismo de
ayuda mutua, de comunidad. Bernard Shaw
y Wells son tratados por él como “chiflados” porque escriben, por ejemplo, “que todo el mundo está obligado a cuidar de
todo el mundo, como una colmena”. O como
en Canción de Navidad de Dickens que el Sr. Scrooge dice “Bastante tiene un
hombre con atender sus propios asuntos para entrometerse en los de los
demás”.
Birling trata a su hijo
de manera grosera y autoritaria: “Tú cállate”, “tú no te metas en esto”, “algunos
padres que conozco ya te hubieran echado a patadas de aquí” o al Inspector “no
me gusta su tono”, etc. “Debo advertirle que soy amigo del Jefe de Policía y
que juego con él al Golf”…. Seguramente
con esta actitud era difícil que Eric pidiese ayuda a su padre.
Embajada España ante la Santa Sede Roma |
Hay un choque
generacional en los sentimientos de culpa y arrepentimiento; si Sheila y Eric hubieran podido tener una nueva oportunidad no habrían actuado de esa
manera. En cambio, los padres, incluso
Gerald, no aceptan esa responsabilidad y
juzgan duramente a los otros. No admiten
el daño que han hecho, no reconocen que
son eslabones en la cadena de
acontecimientos que desemboca en la muerte de la chica. Sheila y Eric, aún después de abandonar la
casa el inspector, siguen arrepentidos y quisieran retroceder en el tiempo para
evitar esa tremenda situación. Los
padres y Gerald cuando el inspector se ha marchado, es como si no hubiese
sucedido nada, se han quitado un gran peso de encima, ha sido un mal sueño, una
pesadilla, no han aprendido nada.
A mí personalmente lo que
más me ha impactado de la lectura de este libro es la frialdad y la dureza de
la Sra. Birling al sentenciar y culpabilizar tanto a un chico para ella aún
desconocido, como a Eva que acude a una Institución Benéfica para encontrar
ayuda. Para la Sra. Birling todos son
culpables menos ella. A la pregunta del
Inspector ¿A quién hay que culpar entonces? “En primer lugar, a la misma
muchacha. En Segundo lugar culpo al joven que iba a ser padre de su hijo. Si
como ella contó, no pertenecía a su misma clase social y no era más que un vago
y un borracho, entonces ahí tenemos más
motivos para no dejarle escapar”. Y si
era cierto que el muchacho robaba dinero, “en este caso es enteramente
responsable y se le debe tratar con la mayor severidad”, debe obligarle a confesar en público su responsabilidad, debe
darle un castigo ejemplar”. Cuando Eric
recrimina a su madre la dureza en su juicio responde que “no sabía que eras tú,
no encajas en un tipo como ese, no te emborrachas”. ¿Ahora
sabiendo que el causante de este mal era su hijo, sería más condescendiente?
¿Sería incluso capaz de justificarle?....
Al final de la obra
cuando suena el teléfono y todo al parecer va a ocurrir de nuevo, y que los
analistas califican como “obra circular”, yo entiendo que el escritor nos está
diciendo que en la vida la mayoría de las veces no va a haber una segunda
oportunidad para rectificar.
Por otra parte, el título
en español “La visita del inspector”, o “La llegada del inspector”, hace
referencia al inspector en casa de los Sres. Birling. Sin embargo, en Inglés
“An Inspector Calls” (Un inspector
llama) hace referencia, quizá, al sonido
del timbre cuando éste llega a la casa y posiblemente también al producirse
la llamada telefónica.
Buscando Magistrado en el
contexto del libro no se refiere a Juez, tal y como lo entendemos nosotros,
sino, probablemente del latín magistrado romano, que es un título que reciben en Inglaterra
algunos funcionarios públicos. El Sr. Birling ya había sido concejal y
alcalde.
Gójar, (Granada), 22 de
Febrero de 2014
Fuente: La visita
del inspector.
Aula
de Literatura, Editorial Vicens Vives
muchas gracias por el articulo
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