viernes, 4 de agosto de 2017

homenaje Loja Granada Jiménez Campaña Real Academia de la Lengua

Loja 1912

Francisco Jiménez Campaña

Miembro de la Real Academia de la Lengua


           Con motivo del nombramiento como miembro de la Real Academia de la Lengua, al escritor don Francisco Jiménez Campaña, su ciudad natal, Loja, le realizó un homenaje en 1912. 

           De este pueblo salió para formarse con los Hermanos de las Escuelas Pías, de las que más tarde sería uno de sus miembros.

 



        La prensa del momento se hizo eco del acontecimiento en primera página; así lo reflejó El Defensor de Granada:

                "Noticias de Loja:
                              13 de agosto de 1912.
       El Ayuntamiento de esta ciudad, en su sesión del 12 de febrero último, acordó poner el nombre del ilustre lojeño, reverendo padre Francisco Jiménez Campaña, a la histórica placeta del Correo, perpetuando así el reconocimiento de este pueblo a las dotes de orador y poeta que adornan al sabio religioso.

       En efecto, ayer se verificó el acto de descubrir la lápida conmemorativa colocada en la fachada del edificio que hace frente a la calle.

       Mucho antes de las seis de la tarde que era la hora designada para el acto, fueron adornados los balcones de las casas inmediatas a la dicha placeta con lucientes colgaduras, tras de las que aparecían elegantes damas ataviadas con esa gracia insuperable que caracteriza a las hermosas mujeres de Loja.

       Para las autoridades invitadas, se colocaron en el centro los sillones edilicios y buena porción de butacas.

       A la hora señalada y precedidos de la banda de música municipal, llegaron los invitados al acto, concurriendo al Ayuntamiento bajo mazas, el clero, las autoridades judiciales, los profesores de Instrucción Pública y un gentío inmenso que invadió todas las calles contiguas a la placeta.

      El señor Alcalde, tras breves palabras, tiró de un cordón, descubriendo la lápida conmemorativa.


       En este momento solemne y emocionante, se confunden los frenéticos aplausos de la concurrencia con el estampido de las palmas reales y las notas de la Marcha Real.

      Grandiosa e indescriptible ovación que no cesa hasta que aparece en el balcón grande de la antigua casa de Correos el padre Jiménez Campaña, quien dirige la palabra a los reunidos, empezando por dar las gracias a todos por el homenaje que se le rinde. Hace historia de la casa desde donde habla así como de la placeta que, en lo sucesivo, perpetuará su nombre.

      Con elocuencia arrebatadora, entona un himno a la patria chica, recordando a los Espejo, a los Narváez, a los Rosal y a otros ilustres lojeños que han brillado, así en la antigua como en la moderna edad, y termina con párrafos brillantísimos dando lectura al siguiente romance-lírico que dedica al Ayuntamiento: 

A Loja:


Sal de los senos del alma,
donde duermes escondida,
como una alondra canora,
en la selva donde trina;
álzate, patria, del pecho,
como el sol tras la alta cima
que va derramando rayos,
que alumbran y regocijan
y muéstrate ante mis ojos
como apareces magnífica
al encantado viajero,
que cruza por tus colinas.


     Dios te salve, patria hermosa,
Dios te salve, Loja rica,
que cual matrona arrogante
en la sierra te reclinas,
y tienes por centinelas,
para que duermas tranquila,
las torres que a tu alcazaba
infunden celos y envidias.

     A tus plantas suena el río,
como una trova sentida;
que es tu galán el Genil
y te canta noche y día.

     Y tú le ofreces en cambio
espadañas de tu orilla,
los álamos giganteseos
que a su paso se le inclinan,
y el puente altivo de piedra
que es arco triunfal que brindas
como homenaje de amores
al galán que te cautiva;
porque así, Loja es tu pecho,
por noble y agradecida
que con mil favores pagas
una humilde florecilla.

     Tierra buena, hospitalaria
que el peregrino codicia,
porque en tu hermoso regazo
de sus angustias se olvida,
y halla en tus brazos de madre
la más delicadas dichas;
y en tu suelo lindas flores
y en tu cielo maravillas.

     Por eso cuando cansado
de batallas y de envidias
el Gran Capitán insigne
rayos que al francés humilla,
riberas del Garellano
y remate a las malicias
y nido a sus anchas alas
y fiel puerto a sus fatigas,
en tí solo encontró abrigo
y el sueño de sus vigilias.

     Oh Loja de mis amores,
bálsamo de las desdichas,
Dios te dió cara de rosa,
frente espaciosa y altiva,
corazón pródigo y bueno,
dadivosas manos ricas
y vertió sobre tus faldas
sus riquezas infinitas
porque nunca en ti se agoten
ni fortunas, ni delicias.

     Te dio fuentes como arroyos
te dio arroyos como ríos
que bendicen tus bellezas
cuando en su cristal te miras.

     Allá Genasal retrata
en sus diáfanas linfas
los melancólices rayos
de la luna mortecina,
mientras bullen en su fondo
con sus manos, que intimida,
los cangrejos despaciosos,
que en las masas se codician.

     Y cuando brilla la aurora

mansa entre ledas sonrisas
y en el bosque nemoroso
las aves charlan y trinan,
en el lago del Frontil
saltan y suben arriba,
mariposas de las aguas,
los peces que el lago cría.

      Y el Manzanil solitario,
cual loco que va deprisa 
bajo la verde arboleda
a atentar contra su vida, 
salta y se estrella en las rocas
que el Genil tiene en la orilla,
luenga cola de de caballo
simulando en su caída.


    Bellezas que quiso Dios
donar a mi patria chica,
porque el corazón no olvide
las maternales caricias.
     Ella es espejo de sabios 
con el corazón de artistas,
y Rojas, y Palomares
a Loja deben su sillas.

     Ella es cuna de guerreros

y fue de valentía
y prestó a Aliatar la lanza
primera de la morisma;
y a Espejo, Vega y Narváez,
prez de la hispano milicia,
el acero que fue el reto
de su indomable energía;
y aún la sangre de sus hijos
generosos de la vida
brilla roja en las marañas,
de la revuelta manigua
y colora del río Pasig
la corva tagala orilla
y está aún fresca en las chumberas
del África fementida;
y al derramarla sus hijos
vieron con la cruz encima
al divino Nazareno
que a amparar sus almas iba.


     Salve, Loja, tierra santa,
donde duermen las cenizas
de mi madre cariñosa
aquien nunca el hijo olvida,
porque un día me enseñó
ay! con sus manos benditas,
a formar sobre mi frente
la cruz que es honra y es vida.

     Si negare tus favores,
Patria hermosa, Loja rica,
la de los ríos de plata,
la de las verdes colinas,
la de las cristianas torres,
la de las selvas sombrías,
la de la vieja alcazaba,
la hermosa flor entre espinas,
que más mis ojos no vean
tus bellezas infinitas
ni más de tus sierras bajen,
las medicinales brisas,
a traerme los recuerdos
de la infancia de mi vida,
que es el castigo más grande
del hijo que te codicia.



        La lectura de la poesía es premiada con una estruendosa ovación. Se dan muchos vivas al padre Jiménez Campaña, terminando así tan simpático como solemne acto.

       Por la noche, se celebró en el mismo sitio una velada, que estuvo muy concurrida, y el Ayuntamiento acordó, a propuesta del señor Tejada, levantar la sesión de hoy en honor del festejado. Periodista que realizó la crónica: Valeriano Molina."


No hay comentarios:

Publicar un comentario