LUZ DEL DOMINGO
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
CICLO A
CICLO A
Primera lectura: Hechos
de los apóstoles 2, 1-11
Salmo responsorial: Salmo 103
Segunda lectura: 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13
Salmo responsorial: Salmo 103
Segunda lectura: 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13
EVANGELIO:
Juan 20, 19-23
19Ya anochecido, aquel día primero
de la semana, estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los
discípulos, por miedo a los dirigentes judíos, llegó Jesús, haciéndose presente
en el centro, y les dijo:
-Paz con vosotros.
20y dicho esto.
les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver
al Señor.
21Les dijo de
nuevo:
Paz con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a
mí, os envío yo también a vosotros.
22y dicho esto
sopló y les dijo:
-Recibid Espíritu Santo. 23A quienes
dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis,
les quedarán imputados.
COMENTARIOS
I
UNA FRATERNIDAD UNIVERSAL
A pesar de que las
ideologías o los intereses de las clases dominantes enfrenten a unos hombres
con otros, a pesar de que esos enfrentamientos se hayan justificado siempre que
se ha podido en nombre de Dios (¡en su nombre se ha llegado a justificar hasta
las guerras!), ni al hombre le conviene, ni Dios quiere otra cosa sino que los hombres
lleguen definitivamente a entenderse.
LA TORRE DE BABEL
Los escritores bíblicos más antiguos estaban
convencidos de que la humanidad tenía un origen único, de que todos los hombres
procedían de un tronco común. Pero esta convicción chocaba con la experiencia
de ver a los hombres enfrentados, divididos e incapaces de entenderse ni
siquiera mediante una de las facultades que más les diferenciaba de los
animales: el lenguaje.
Casi mil años antes de nuestra era, uno de
aquellos antiguos escritores, reflexionando a la luz de su fe, impresionado
seguramente por los templos que se edificaban en Mesopotamia desde el tiempo
de los antiguos sumerios (una de las primeras civilizaciones de la historia de
la humanidad), construyó el relato de la torre de Babel (Gn
11,1-8), con el que pretendía explicar cómo a los hombres, a pesar de proceder
de un tronco común, les resultaba imposible entenderse, pues hablaban diversas
lenguas. El significado de ese relato es claro: los hombres intentaron
edificarse un templo a sí mismos, volvieron a caer en la trampa de Adán y Eva:
«seréis como dioses» (Gn 2,4). Y al igual que en el Paraíso se
rompió la armonía entre la pareja, también ahora, como consecuencia de ese
tremendo y repetido error, se quebró aún más la unidad del género humano.
OTRAS BABELES
Porque el hombre, cuando cree que puede
ser dios y se empeña en conseguirlo a su manera, lo único que
consigue, ya lo decíamos el domingo pasado, es convertirse en un peligro para
sus semejantes; y sus semejantes, si tienen la misma pretensión, se convierten
automáticamente en un peligro para él. Porque, a pesar de que de esta clase
de dioses puede haber muchos, cada uno de ellos quiere ser
más dios que los demás.
Esta tentación, a pesar de ser tan antigua
como el hombre mismo, jamás ha dejado de estar de actualidad. Todavía hoy sigue
habiendo muchos que, aunque digan que creen en un Dios supremo, o aunque digan
que no creen en ningún Dios, se endiosan a si mismos y se comportan como amos,
como señores de sus semejantes, violando sus derechos, limitando su libertad,
esclavizando sus conciencias, pisoteando su dignidad y exigiendo de hecho para
sus decisiones un sometimiento semejante al que, según el concepto que ellos
tienen de Dios, debería estar reservado sólo al Ser Supremo: ahí están para
probar lo que decimos todos los totalitarismos, los ateos y los que se dicen
creyentes, los meramente políticos y los parcial o totalmente religiosos... Y
ahí están esas verdaderas Babeles, obstáculos casi insalvables
para el entendimiento de los hombres, que se han ido edificando a lo largo de
la historia: la esclavitud, la santa Inquisición, los campos
de exterminio del nazismo, las purgas estalinistas, la represión franquista,
los desaparecidos argentinos, la agresión imperial contra Nicaragua...;
los bloques militares, cualquier tipo de militarismo, la carrera de armamentos,
el tráfico de armas...; la tortura, el hambre, el colonialismo...
PENTECOSTÉS
El domingo pasado decíamos que Jesús había
mostrado a la humanidad el único camino posible para llegar a ser semejantes a
Dios (la entrega por amor en favor de los hombres) y que, tras realizar él este
camino, está permanentemente al lado del Padre. Diez días después de la Ascensión, según las cuentas que hace San
Lucas en los Hechos de los Apóstoles, Dios volvió a bajar a la tierra para
meterse dentro de un puñado de hombres que estaban asustados pero que se
hallaban dispuestos a tomar el relevo y a andar también ellos el camino que
anduvo Jesús. Al sentir la fuerza del Espíritu de Dios, perdieron el miedo y
empezaron a dar los primeros pasos. Y lo que antes había servido para separar a
los hombres se convirtió en vehículo de entendimiento, lo que era causa para
que los hombres no pudieran comunicarse se convirtió en instrumento de unidad:
empezaron a hablar en lenguas diversas a personas que
entendían idiomas distintos; y todos se comprendían a las mil
maravillas: .... y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en
su propio idioma». El Espíritu no los había uniformado, pero había hecho
posible la unidad: las lenguas seguían siendo distintas, pero el entendimiento
era posible. Y esto porque el Espíritu les facilitaba un lenguaje universal,
el único que, respetando los diversos modos de expresarse que cada cual tenga,
conduce al entendimiento pleno: el lenguaje del amor, el lenguaje de la
entrega en favor de la construcción de un mundo nuevo en el que nadie pretenda
ser dios de nadie, el lenguaje de la revolución más profunda que el hombre
pueda realizar y en la que hasta el mismo Dios está comprometido: la revolución
que pretende construir una verdadera fraternidad universal. Sin padres, sin
amos, sin diosecillos..., con un solo Padre y un único Espíritu que
nos hace a todos hijos y hermanos.
II
v. 19: Ya anochecido, aquel día
primero de la semana, estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban
los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos...
La escena tiene lugar el mismo día en que
comienza la nueva creación (v. 19: aquel día primero de la semana); esta
realidad va a ser considerada ahora desde el punto de vista de la nueva Pascua,
con alusión al éxodo del Mesías Los discípulos son todos
los que dan su adhesión a Jesús, no hay nombres propios ni limitación alguna.
Con la frase estando atrancadas las puertas muestra el
desamparo de los seguidores de Jesús en medio de un ambiente hostil El miedo
denota la inseguridad; los discípulos aún no tienen experiencia de Jesús vivo
(16,16) Como José de Arimatea, son discípulos clandestinos (19,38) Su situación
es como la del antiguo Israel en Egipto (Ex 14,10); pero, como en el Éxodo,
están en la noche (ya anochecido) en que el Señor va a
sacarlos de la opresión (Ex 12 42 Dt 16, 1).
vv. 19-20: llegó Jesús, haciéndose
presente en el centro y les dijo: -Paz con vosotros, y dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor.
Jesús se hace presente, como había prometido
(14,18s, 16, l8ss) y se sitúa en el centro: fuente
de vida, punto de referencia, factor de unidad. Paz con vosotros es el
saludo que les confirma que ha vencido al mundo y a la muerte y, a
continuación, Jesús les muestra los signos de su amor y de su victoria (v. 20).
El que está vivo delante de ellos es el mismo que murió en la cruz; se les muestra
como el Cordero de Dios, el de la Pascua nueva y definitiva, cuya
sangre los libera de la muerte (Éx 12,12s); el Cordero preparado para ser
comido esta noche (Ex 12,8), es decir, para que puedan asimilarse a él. La
permanencia de las señales en las manos y el costado indica la permanencia de
su amor; Jesús será siempre el Mesías-rey crucificado, del que brotan la sangre
y el agua. Alegría.
v. 21: Les dijo de nuevo: Paz con
vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros y,
dicho esto, sopló y les dijo: -Recibid Espíritu Santo.
La repetición del saludo (v. 21) introduce la
misión, a la que tendía la elección de los discípulos (15,16; 17,18). Ésta ha
de ser cumplida como él la cumplió, demostrando el amor hasta el fin (manos y
costado). El Espíritu (v. 22) los capacitará para la misión. Sopló
«exhaló su aliento», éste es el verbo usado en Gn 2,7 para indicar la infusión
en el hombre del aliento de vida. Jesús les infunde ahora su propio aliento, el
Espíritu (19, 30), creando de este modo la nueva condición humana, la
de espíritu (3 6 7 39) por el «amor y lealtad» que
reciben (1, 17). Culmina así la obra creadora, esto significa «nacer de Dios»
(1,13), estar capacitado para «hacerse hijo de Dios» (1,12). Quedan liberados
«del pecado del mundo» (1,19) y salen de la esfera de la opresión. La
experiencia de vida que da el Espíritu es «la verdad que hace libres» (8,31s);
quedan «consagrados con la verdad» (17,17s). El éxodo del Mesías no se hace
saliendo físicamente del «mundo» injusto (17,15), sino dando la adhesión a
Jesús y, de este modo, dejando de pertenecer al sistema mundano
(17,6.14).
v. 23: A quienes dejéis libres de los
pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán
imputados.
Este es el resultado positivo y negativo de la
misión, en paralelo con la de Jesús. El pecado, la represión o
supresión de la vida que impide la realización de proyecto creador, se comete
al aceptar los valores de un orden injusto. Los pecados son
las injusticias concretas que se derivan de esa aceptación.
El testimonio de los discípulos (15,26s), la
manifestación del amor del Padre (9,4), obtendrá las mismas respuestas que el
de Jesús: habrá quienes lo acepten y quienes se endurezcan en su actitud
(15,18-21; 16,1-4).
Al que lo acepta y es admitido en el grupo
cristiano, rompiendo de hecho con el sistema injusto, la comunidad le declara
que su pasado ya no pesa sobre él; Dios refrenda esta declaración infundiéndole
el Espíritu que lo purifica (19,34) y lo consagra (17,16s). A los que rechazan
el testimonio, persistiendo en la injusticia, su conducta perversa, en contraste
con la actividad en favor de los hombres que ejerce el grupo cristiano, les
imputa sus pecados. La confirmación divina significa que estos hombres se
mantienen voluntariamente en la zona de la reprobación (3,36).
III
Celebramos hoy la fiesta solemne de Pentecostés cincuenta días después de
la Pascua. Fiesta del Espíritu Santo y de la «inauguración» de la misión de la
Iglesia.
El relato de
Hechos que leemos en la primera lectura es una construcción del escritor
lucano. Su finalidad es eminentemente teológica. No es un acontecimiento
cronológico sino kairótico en la misma línea de la fiesta de la ascensión que
celebramos y comentamos el domingo pasado. Lucas recoge la «fiesta de las
semanas» del antiguo Israel. Esta fiesta se celebraba para conmemorar la
llegada del pueblo al Sinaí. La entrega de las tablas de la Ley a Moisés en
medio de truenos relámpagos y viento huracanado.
El redactor
de Hechos toma los elementos simbólicos de resonancia cósmica para manifestar
que es una intervención de Dios. Quiere significar la irrupción del Espíritu
Santo en la historia humana. Es el comienzo de la etapa definitiva en la
historia de la salvación. Es el comienzo de la predicación del evangelio por
parte de la Iglesia apostólica. Estos elementos también recuerdan el anuncio
profético del «Día del Señor». Este pasaje entrelaza elementos históricos y
escatológicos. El Espíritu empuja a la Iglesia más allá de las fronteras
geográficas y culturales. Por eso todos entienden el mensaje en su propia
lengua. Allí se han dado cita todos los pueblos hasta entonces conocidos
indicando la universalidad del mensaje evangélico. Otro elemento importante es
el aspecto comunitario: los discípulos están reunidos en comunidad y el anuncio
inaugura una nueva comunidad.
En la
primera de Corintios Pablo enfatiza la acción del Espíritu en la vida de los
creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial. Consciente de las
divisiones que se vivían al interior de esta comunidad insiste en que los
dones, los carismas, los ministerios y los servicios proceden de un mismo
Espíritu. Por lo tanto todos los carismas, dones y ministerios están en función
del crecimiento de la Iglesia. La acción del Espíritu cualifica la misión de la
Iglesia en el mundo y no sólo para la santificación individual. El Espíritu
articula interiormente la misión de Jesús y la misión de la Iglesia.
El cuarto
evangelio presenta dos escenas contrastantes. En primer lugar, los discípulos
encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer. En segundo lugar, la
presencia de Jesús que les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo
de su presencia real, se llenan de alegría y Jesús les comunica el Espíritu que
los cualifica para la misión. El miedo, la oscuridad y el encerramiento de «la
casa interior» se transforman ahora con la presencia de Jesús en paz, alegría y
envío misionero. Son signos tangibles de la acción misteriosa y transformante del
Espíritu en el interior del creyente y de la comunidad. Resurrección,
ascensión, irrupción del Espíritu y misión eclesial aparecen aquí íntimamente
articuladas. No son momentos aislados sino simultáneos, progresivos y
dinamizadores en la comunidad creyente.
Jesús cumple
sus promesas. Les ha prometido a sus discípulos que pronto regresará, que nos
les dejará solos. Les ha dicho que el Espíritu Santo de Dios les asistirá para
que entiendan todo lo que él les ha anunciado. Así lo hace. Ahora les comunica
el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo. Jesús sopla sobre ellos como Dios
sopló para crear al ser humano. Ellos son las personas nuevas de la creación
restaurada por la entrega amorosa de Jesús.
La
violencia, la injusticia, la miseria y la corrupción en todos los ámbitos de la
sociedad nos llenan de miedo, desaliento y desesperanza. No vemos salidas y
preferimos encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros asuntos individuales y
olvidarnos del gran asunto de Jesús. Entonces es cuando él irrumpe en nuestro
interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para que
comprendamos que no nos ha abandonado. El sigue presente en la vida del
creyente y en el seno de la comunidad. Sigue actuando a través de muchas
personas y organizaciones que se comprometen a cabalidad para seguir luchando
contra todas las formas de pecado que deshumanizan y alienan al ser humano. El
Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque aparentemente no lo
percibamos. No es necesario hacer tanta bulla para decir que el Espíritu está
actuando. Muchas veces no lo sentimos porque actúa en forma muy sencilla a
través de gestos que pueden pasar desapercibidos.
¿Qué signos
de la presencia dinamizadora del Espíritu de Dios podemos percibir en nuestra
vida personal, familiar y comunitaria? ¿Conocemos personas que actúan bajo la
acción del Espíritu? ¿Por qué? ¿Qué podemos hacer para descubrir y potenciar
los dones y ministerios que el Espíritu sigue suscitando en personas y
comunidades?
Para la
revisión de vida
Hacer un tiempo
de oración más profunda, tratando de escuchar las mociones que el Espíritu
suscita en mí y que quizá no tengo condiciones de escuchar en la prisa diaria.
Educar
la mirada: lograr "ver" al Espíritu actuando en tantas cosas como él
mueve y dirige...
No
dejarnos deslumbrar por todos los que se remiten fácilmente al
"espíritu" y en su nombre se apartan del compromiso del amor, de la
atención a los pobres...: hacer "discernimiento de espíritus"…
Para la
reunión de grupo
¿Qué
reacción nos produce la palabra "espíritu"? Presentemos y comentemos
algunos sinónimos explicativos.
Hoy hablan
muchos del "espíritu" y lo encuentran en regiones o en actividades
muy lejanos de la realidad, del compromiso social, en lo "puramente
religioso"... ¿Es así lo que la Biblia nos dice del Espíritu? Pongamos
ejemplos.
«Hay que ser
espirituales, no espiritualistas»: comentar la frase, con razones y con
experiencias.
Lucas, en la
narración que hace del acontecimiento de Pentecostés en el libro de los Hechos
de los Apóstoles (1ª lectura) utiliza en el trasfondo de lo que escribe los
símbolos de lo que ocurrió en Babel: ¿en qué sentido?
Para la
oración de los fieles
Para que el
Espíritu de Pentecostés se siga derramando hoy en la Iglesia en todos sus
miembros, para animarla a ser fermento y catalizador de todas las
transformaciones que el mismo Espíritu produce en todos los hombres y mujeres
de todas las razas y credos, roguemos al Señor...
Por este
mundo que en la actualidad tiene en curso más de 30 guerras, para que el
Espíritu de Dios, que actúa en todos los pueblos, nos lleve poco a poco a
superar la Babel de la confusión y nos encamine a la reconciliación y la Paz...
Por esta
humanidad, hija de Dios, que se refiere a El y lo ama desde las más diversas
religiones y tradiciones espirituales; para que, sin perder la identidad
espiritual que Dios ha dado a cada pueblo -destello singular de su gloria-
todas las religiones dialoguen activa y fructuosamente, como mediaciones que
son del único Dios...
Para que el
Espíritu Dios, "padre de los pobres" [Pater páuperum], que siempre
les ha dado a lo largo de la historia, sobre todo en los momentos más difíciles
y de máxima postración, claridad en la visión y coraje para la lucha, les dé
hoy también en todo el mundo, fe convencida y esperanza activa...
Para que el
Espíritu del Dios creador, "que repuebla la faz de la Tierra" y
deposita -también en todas las criaturas- una participación de sí mismo, nos
haga a los humanos conscientes de que no poseemos el mundo en propiedad para
utilizarlo y consumirlo, sino para co-existir con todas las cosas y con-vivir
con todas las criaturas animadas reverenciando así tanto a la Creación como al
Creador...
Oración
comunitaria
Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la Gloria: ilumina nuestra mirada
interior para que, viendo lo que esperamos a raíz de tu llamado, y entendiendo
la herencia grande y gloriosa que reservas a tus santos, comprendamos con qué
extraordinaria fuerza actúa en favor de los que creemos. Por N.S.J. [cfr Ef 1,
17ss]
Dios nuestro,
Espíritu inasible, Luz sobre toda luz, Amor que está en todo amor, Fuerza y
Vida que alienta en toda la Creación: derrámate hoy de nuevo sobre toda la
Creación y sobre todos los pueblos, para que buscándote más allá de los
diferentes nombres con que te invocamos, podamos encontrarte, y podamos
encontrarnos en ti unidos en amor a todo lo que existe. Tú que vives y haces
vivir, por los siglos de los siglos.
Los comentarios que se
adjuntan se toman de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de
Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
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