LUZ DEL DOMINGO
OCTAVO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
CICLO"A"
CICLO"A"
Primera
lectura: Isaías 49,14-15
Salmo responsorial: Salmo 61
Segunda lectura: 1 Corintios 4,1-5
Salmo responsorial: Salmo 61
Segunda lectura: 1 Corintios 4,1-5
EVANGELIO: Mateo 6,24-34
24Nadie
puede estar al servicio de dos señores, porque aborrecerá a uno y querrá al
otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y
al dinero.
25Por eso os digo: No
andéis preocupados por la vida pensando qué vais a comer o a beber, ni por el
cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Fijaos en los
pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan; y, sin embargo, vuestro Padre
celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellos? 27y
¿quién de vosotros, a fuerza de preocuparse, podrá añadir una hora sola al
tiempo de su vida?
28Y ¿por qué andáis
preocupados por el vestido? Daos cuenta de cómo crecen los lirios del campo, y
no trabajan ni hilan.29y os digo que ni Salomón, en todo su fasto,
estaba vestido como cualquiera de ellos. 30Pues si a la
hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, la viste Dios
así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
31Conque no andéis
preocupados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. 32Son los paganos quienes ponen su afán en esas cosas.
Ya sabe vuestro padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. 33Buscad
primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.
34Total, que no andéis preocupados por el mañana, porque el mañana se
preocupará de si mismo. A cada día le basta su dificultad.
COMENTARIOS
I
NO PODÉIS SERVIR... AL PUEBLO Y AL DINERO
Los hechos son evidentes. Y tozudos: en el sistema capitalista (el sistema
de mercado que dicen, para que suene mejor), cuando los bancos obtienen
cada año unos beneficios superiores al 30 por 100 en relación con el año
anterior, cuando las empresas duplican sus beneficios, cuando la Bolsa gana en
un año un ciento por ciento..., alguien tiene que correr con los gastos: eso se
hace a costa de aumentar el paro, rebajar el poder adquisitivo de los salarios
y de las pensiones, de recortar los servicios sociales... Cuando gana el
dinero, el pueblo pierde.
DICHOSOS LOS POBRES
Mateo, sabiendo la dificultad que entrañaba entender las bienaventuranzas,
las va explicando en los capítulos siguientes de su evangelio. Y el párrafo que
leemos hoy es la explicación de la primera de ellas: dichosos los pobres.
En primer lugar explica qué significa ser pobre, elegir ser pobre. Ya
dijimos que no se trata de escoger la miseria como medio de agradar a Dios, que
la pobreza no es una virtud. Se trata fundamentalmente de renunciar a la
riqueza y a la posibilidad de enriquecimiento individual. Se trata de sustituir
la ambición egoísta que este mundo mete en nosotros por la práctica del
compartir, como expresión del amor de hermanos, propio de los seguidores de
Jesús. Se trata de poner nuestra confianza en el proyecto de Dios y no en los
falsos valores de este mundo. Se trata de elegir de parte de quién estamos.
EL RIVAL DEL DIOS LIBERTADOR
Sí. Se trata de elegir quién es nuestro Dios, en quién descansa nuestra
seguridad, en quién depositamos nuestra confianza.
La frase que Mateo pone en boca de Jesús: «No podéis servir a Dios y al
dinero», tiene un significado claro: ponerse al servicio del
dinero equivale a dar culto a un dios falso, es una idolatría. Y,
por tanto, es incompatible con el auténtico culto al verdadero Dios: «Nadie
puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro,
o bien se apegará a uno y despreciará al otro».
Y es que, ahora y en tiempos de Jesús, muchos se comportan — ¿nos
comportamos?— ante el dinero como ante un dios. Entonces y ahora, por el dinero
se hace cualquier cosa:
— Se le dedica la propia vida (¿no es cierto que muchas personas no hacen
otra cosa en su vida que correr tras el dinero, renunciando a cualquier otra
satisfacción humana?).
— Se le ofrecen sacrificios humanos (¿no se mata por dinero?).
— Se le levantan grandes templos (como los bancos, por ejemplo).
— Por él se esclaviza a los hombres, se rompe con padres y hermanos
(¿cuántas familias no se han roto por conflictos de dinero?).
El Dios de Jesús no quiere que le dediquemos a él nuestra
propia vida, ni acepta sacrificios humanos, ni necesita grandes templos, ni
consiente la esclavitud, ni se siente feliz con la ruptura de la fraternidad.
Al contrario: quiere que dediquemos nuestra vida a los hermanos, sólo acepta
un sacrificio cuando es exigencia del amor, habita dentro de los que se quieren,
es el Dios Liberador y quiere ser Padre de todos los que se propongan vivir
como hermanos. Por eso es incompatible, absolutamente incompatible, con el
dios-dinero.
LA DIVINA PROVIDENCIA
Pero el dinero, todos lo sabemos, es necesario incluso para hacer el bien.
¿Tendremos que convertirnos los cristianos en mendigos y conformarnos con lo
estrictamente necesario para sobrevivir? ¿Tendremos que renunciar a la
realización de cualquier proyecto que exija una importante cantidad de dinero?
Dios es nuestro Padre; nuestra vida está en sus manos y sabemos que él nos
quiere. Debemos, pues, confiar de verdad en Dios, en nuestro
Padre-Dios. Él cuida de nosotros, él se preocupa de nosotros y procurará que
no nos falte lo necesario para nuestra supervivencia. Ni la comida ni el
vestido nos habrán de faltar. Él nos lo garantiza.
QUE REINE SU JUSTICIA
Es posible que las anteriores reflexiones hayan excitado la sensibilidad de
muchos contra lo que ha sido durante mucho tiempo una invitación a la
pasividad: una particular interpretación de la Divina Providencia que
consistía en esperar que la solución de todos nuestros problemas y necesidades
bajara del cielo, casi por arte de birlibirloque, sin necesidad de esfuerzo
ninguno por nuestra parte. Pero ésa no es la providencia de
Dios nuestro Padre. Nuestros problemas y nuestras necesidades se
resolverán, con la ayuda de Dios, si nos ponemos, manos a la obra, a buscar
que reine su justicia; esto es: si dedicamos todos nuestros esfuerzos
a conseguir que se haga realidad el proyecto que Dios tiene para la humanidad
(resumido por Jesús en las bienaventuranzas y en el resto del sermón
del monte), si todas nuestras energías las orientamos a conseguir que
este mundo se convierta en un mundo de hermanos, entonces todo lo demás (el
vestido, el alimento, todo lo que hace que la vida del hombre sea una vida
digna) vendrá por añadidura: «Con que no andéis preocupados pensando en qué
vais a comer, o qué vais a beber o con qué os vais a vestir... Buscad primero
que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura».
Por eso, nosotros los cristianos debemos luchar por una sociedad en la que
lo principal no sea el dinero, sino la persona humana. Y es que el dinero es
el rival de Dios por una razón muy sencilla: porque el dinero acumulado y mal
repartido —el capital— es el enemigo del pueblo, es el enemigo del hombre. Y
esto la historia, también la historia reciente, lo demuestra claramente.
II
v. 24. Jesús penetra hasta el fondo de las antítesis expuestas antes
(acumular/no acumular riqueza; generosidad/tacañería). Está en juego la
fidelidad a Dios o la idolatría. Aunque el hombre pretenda concordar su
fidelidad a Dios con el apego al dinero, esto no es más que apariencia. Su
verdadero dueño es el dinero (mammona = la riqueza, el lucro). La opción por
Dios y contra el dinero está expresada en la primera bienaventuranza.
vv. 25-34. Las tres perícopas anteriores explicaban el sentido de la
pobreza evangélica (19-21.24) o la condición para poder practicarla (22s). En
ésta se explica la segunda parte de la primera bienaventuranza, cómo se
manifiesta el reinado de Dios sobre los que hacen esa opción. La opción por la
pobreza no conduce a la miseria; produce, en cambio, la felicidad («dichosos»)
porque el reinado de Dios se ejerce sobre ellos. La figura de Dios-rey se
explicita en la de Dios-Padre.
Comienza la perícopa enunciando el principio general: el discípulo que ha
renunciado a todo no está obsesionado por lo material. De los dones que ha
recibido de Dios, la vida, a cuyo servicio está el alimento, vale más que éste,
y el cuerpo más que el vestido que lo protege. El Padre, que ha dado lo más,
dará también lo menos. A los que han renunciado a la riqueza para ser fieles al
único Dios, Jesús los exhorta a tener confianza en la eficacia del amor del
Padre.
Pone ante los ojos de los discípulos dos testimonios de la generosidad del
Padre con sus criaturas y construye un argumento a fortiori: Si el Padre se
ocupa tan eficazmente de seres que valen mucho menos que el hombre, cuánto más
se ocupará de los que han renunciado a toda otra seguridad.
«Una hora sola al tiempo de su vida» (27), lit. «un codo solo a su edad».
El hebreo expresaba frecuentemente la duración temporal en términos de
longitud (cf. Sal 36,9). La interpretación de hélikia como «estatura» es
incongruente, pues añadir un codo a la propia estatura sería algo
extraordinario, mientras el contexto y Lc 12,26 interpretan la añadidura como
algo insignificante.
Después de las dos comparaciones vuelve Jesús al tema inicial. Hacer de lo
material la máxima preocupación de la vida es propio de los paganos que no
conocen al verdadero Dios (31-33). Si el Padre sabe lo que necesitan los suyos,
su amor se lo procurará.
La primera preocupación de los discípulos debe ser que sea realidad la
justicia del reino. «Que reine su justicia», lit. «el reinado y su justicia (la
del Padre)». En la traducción se pueden conectar los términos «reinado» y
«justicia» considerándolos como hendíadis. Dikaiosyne puede significar aquí la
relación entre los hombres según la voluntad de Dios expresada por Jesús, las
justas relaciones humanas, o bien la relación de los discípulos con el Padre
según el programa expuesto por Jesús (las bienaventuranzas), es decir, la
fidelidad a Dios. En uno y otro caso el reinado se hace realidad, porque una y
otra son inseparables: la fidelidad a Dios se muestra en la fidelidad al hombre,
en la labor de la comunidad en el mundo. Jesús, que ha quitado a los discípulos
la preocupación por el objetivo inmediato, la subsistencia (6,25-32), les
recuerda el objetivo primario de la existencia del grupo, el trabajo por la paz
(5,9), la extensión del reinado de Dios (primera parte del Padrenuestro), que
se verifica en la nueva relación humana. Cuando la comunidad trabaja así (5,9),
no tiene que preocuparse por su vida material; de ésta se ocupa el Padre.
Termina la perícopa con un dicho-resumen con
el que Jesús expresa la liberación del agobio. Hay que vivir en el presente,
sin agobios por el mañana (cf. v. 27). El mañana se preocupará de sí mismo, no
faltará en él la solicitud del Padre. Basta al discípulo enfrentarse con la
dificultad día por día, y experimentar en ella la eficacia de su amor.
III
Uno de los elementos que caracterizan al Dios cristiano es su
infinita generosidad para con sus hijos, que se expresa plenamente en la vida y
misión de Jesús de Nazaret, quien con sus actitudes y comportamiento hacen
presente el Reino de Dios, es decir, el amor y la solidaridad incondicional de
Dios que sale al encuentro del ser humano, con el fin de darle vida en
abundancia. Éste es el tema central de hoy.
El texto que leemos del profeta Isaías se enmarca en la época de la
deportación en Babilonia, en donde la mayoría del pueblo de Israel pierde su
confianza y esperanza en Yahvé a causa de la fuerte y violenta influencia
religiosa, política y social de Babilonia y por la poca capacidad de espera y resistencia
del mismo pueblo desterrado; Israel se siente abandonado y olvidado por Dios,
siente que las promesas de liberación nunca se cumplirán, y se resigna y
doblega por entero al dominio babilónico. La tarea del profeta es entonces
animar la esperanza del pueblo resignado, por medio de la Palabra, haciéndole
ver que Dios no le ha abandonado, que está ahí junto a él sufriendo y luchando
por la liberación, que no lo ha olvidado y que lo ama entrañablemente como una
madre ama a sus hijos. Con este texto, Isaías manifiesta la ternura de Dios, su
preocupación de madre por el bienestar de sus hijos, distinta a la experiencia
de sufrimiento en Babilonia. Dios actúa desde la ternura, desde la misericordia
con quien sufre. Ésta es la manera como Yahvé anima y salva a su pueblo.
Pablo, en esta sección de su primera carta a los corintios, responde a las
críticas de quienes, después de tomar partido por un anunciador del evangelio
en particular y por una manera concreta de proclamarlo, juzgan el modo de
actuar del mismo Pablo, juicio que es apresurado, poco fundamentado e inmaduro.
Pablo les recuerda que lo importante para él es que lo consideren servidor y
administrador fiel de los misterios de Dios, pues los creyentes sólo pueden ser
eso y nada más. Por lo tanto, el juicio sobre la forma de servir y administrar
de las personas le corresponde únicamente a Dios. Lo importante es el servicio
fiel al misterio y la correcta administración de los carismas dados por Dios a
los apóstoles. Lo que verdaderamente juzga Dios es la capacidad de servicio y
entrega de los anunciadores del Evangelio; lo que a Dios le importa es qué
misericordiosos y justos somos con nuestros hermanos, pues en esto se distingue
a un legítimo apóstol de Cristo.
La exhortación que Mateo pone en boca de Jesús se dirige particularmente a
la gente pobre que sigue al Maestro, a la gente que siempre está en riesgo, que
está preocupada por el presente y el futuro, preocupada por su subsistencia y
por su vida. Jesús los invita a ponerse en las manos de Dios, quien es tierno y
compasivo para con todos, que mira por las necesidades de todas sus creaturas.
Con la mente y el corazón puestos en la generosidad de Dios, lo realmente
importante o prioritario entonces es buscar el Reino de Dios y su justicia. Ésa
debe ser la preocupación fundamental del seguidor de Jesús. Es un llamado a ser
como el mismo Dios es, justo, tierno, compasivo, solidario, amante de los
pobres y débiles; por eso, es tarea de todos expresar al mundo, por medio del
testimonio y la fraternidad, la ternura de nuestro Dios Padre-Madre de la Vida.
La primera lectura pone ante nosotros uno de los poquísimos textos en
que la Biblia compara a Dios con una madre. Es muy importante pues destacar
ante los oyentes esa peculiaridad. Porque aunque a nivel teológico la
afirmación de que Dios es tanto Padre como Madre no tiene ninguna dificultad y
es ya algo pacíficamente poseído en el cristianismo actual, no deja de haber
sectores que se resisten, y manifiestan su rechazo a la utilización de
atribuciones femeninas a Dios. Hay que insistir que el tema no queda sobreseído
con la simple admisión de que Dios no tiene sexo; el problema es más profundo;
porque aunque teóricamente nadie afirme que Dios «sea» masculino, lo cierto es
que durante mucho tiempo la imagen que de él nos hemos hecho ha sido claramente
masculina, y en la sociedad y en la Iglesia se ha considerado que sólo el varón
podría representar funciones de mediación sagrada, haciendo de la mujer una
realización humana de segundo orden. Esto no es una «teoría feminista», sino
una realidad penosa y lacerante que debemos reconocer y remediar. No deben los
varones sentirse incómodos ante la reivindicación de las mujeres. Aunque la
situación que se genera sea, a veces, un tanto incómoda, mucho más lo ha sido la
situación de marginación a la que tantísimas mujeres se han visto sometidas
históricamente. Las incomodidades que experimentemos son un pequeño tributo que
debemos pagar para seguir avanzando hacia una sociedad y hacia una Iglesia
igualitarias. No hace falta ser mujer para asumir como propia la Causa de la
Mujer, tanto en la Sociedad como en la Iglesia. Todos debemos hacer nuestra
esta Causa, conscientes de que nuestra pequeña aportación no deja ser
significativa.
El evangelio de Mateo que hoy leemos nos estaría presentando ese
carácter materno de Dios a través de lo que tradicionalmente hemos llamado «la
divina Providencia», una dimensión del amor de Dios a la que la tradición
espiritual popular le ha dado mucha relevancia en la vida diaria. Ha sido una forma
de ejercicio de la fe que nos hacía descubrir la mano materna de Dios cuidando
nuestros pasos, para evitarnos problemas, para atender siempre nuestras
necesidades.
Antiguamente fue fácil la fe en la Providencia de Dios, la confianza en que
él intervenía en las condiciones externas para cuidarnos maternalmente. Hoy
día, después que la modernidad ha dejado claro que Dios no interviene ni puede
intervenir en las leyes de la naturaleza para hacer que nos vaya bien, la fe en
la Providencia debe reformularse radicalmente. No sólo no tenemos por qué creer
en la intervención de Dios sobre las causas segundas, sino que podemos creer en
forma adulta, como personas que se consideran enteramente responsables de su
destino, sin consolarnos creyendo que Dios mismo está trabajando para
facilitarnos la seguridad o la vida. No. Sabemos que en este mundo moderno
estamos solos, sin un dios-tapaagujeros que nos proteja, sino bajo nuestra
única responsabilidad, y en manos de un sin fin de imponderables que debemos
asumir adultamente, con coraje y valentía. Es ese sentido de responsabilidad y
nuestro coraje el que nos permite superar la angustia existencial que siempre
rodea y acecha nuestra vida, como vida de seres limitados, contingentes y
sometidos a toda clase de amenazas.
Para la revisión de vida
¿Cómo vivo la Providencia de Dios? ¿Creo que Dios está interviniendo en las
causas materiales para protegerme de eventuales daños? ¿O creo que soy yo el
que tiene que ir por la vida siempre con un plus de prudencia? ¿Qué significa
«el ángel de la guarda»?
¿Soy consciente de la discriminación de la mujer en la sociedad?
¿Lucho por su superación? ¿Soy consciente de su marginación en la Iglesia? ¿Me
excuso diciendo que no puedo hacer nada? ¿Qué puedo hacer?
Para la reunión de grupo
¿Cuál fue la idea de Providencia que me inculcaron en la catequesis o en mi
educación? Describirla. ¿Qué papel jugaba ahí el «ángel de la guarda»?
¿Es posible creer hoy en la Providencia de Dios bajo aquellos esquemas?
¿Es posible creer hoy que Dios nos cuida...? ¿En qué sentido?
¿Qué situaciones de marginación de la mujer vivimos todavía en la Iglesia?
¿Qué gestos puede hacer nuestra comunidad cristiana para colaborar a revertir
esta situación, por más que parezca una contribución pequeñita?
Para la oración de los fieles
Para que los cristianos afiancemos nuestra conciencia de que Dios también
tiene un «rostro materno» amoroso...
Para que nuestra Iglesia tenga el coraje de dar pasos adelante y purificar
sus estructuras frente a cualquier signo de marginación de la mujer...
Para que renunciemos a «servir a dos señores, a Dios y al dinero», y
optemos radicalmente por el Dios del Amor y la Solidaridad...
Para que la palabra de la Iglesia vaya avalada por su compromiso...
Para que nuestra responsabilidad y nuestro coraje nos permitan superar la
angustia frente al futuro, confiando en la solidaridad fraterna como una forma
real de Providencia de Dios...
Oración comunitaria
Dios Padre y Madre universal, cuyo amor supera el amor tierno y fiel de la
madre más amorosa. Ayúdanos a experimentar tu presencia cariñosa y misteriosa
en nuestra vida, para que experimentemos tu ternura, y seamos capaces de
transferirla también a los demás. Nosotros te lo pedimos apoyados en la
experiencia y el ejemplo de Jesús, que encarnó en sí mismo tu amor
paterno-materno. Amén.
Estos comentarios están
tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a
saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
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