Puerta de Santa Ana. Vaticano |
PLEITO
ROMA - GRANADA - ALHAMA
"Esta gran conquista de la democracia griega,
este derecho de prestar testimonio,
de oponer la verdad al poder,
se constituyó a través de un largo proceso nacido en Atenas.
Este derecho a enfrentar una verdad sin poder a
un poder sin verdad..."
(Michel Foucault).
En Granada, a 16 de enero de 1665, ante el doctor Jerónimo de Prado Verastegui, canónigo y vicario General de esta diócesis de Granada, presenta la siguiente petición de querella:
*Don Antonio Torres, Fiscal General
de este Arzobispado, se querella contra:
Don
Manuel de Orihuela Urbita y don Fernando de Vergara Cabeza, presbíteros,
naturales y vecinos de Alhama de Granada.
Expone el fiscal que:
-estando prohibido,
especialmente desde el Concilio de Trento que ningún eclesiástico puede
ordenarse de Órdenes Mayores sin permiso del prelado que fuese su superior.
-los susodichos faltando
a estas obligaciones se fueron en el mes de abril del año pasado de 1664 a la
ciudad de Roma, donde cautelosamente falsificando despachos que no tenían, se
ordenaron de Órdenes Mayores.
Manda el fiscal:
Catedral Granada |
-recibir
información sobre los susodichos.
-que
se les detenga.
-que
se les embarguen los bienes.
El día 17 de enero de
1665, yo, el presente Notario Apostólico y Público, de este arzobispado, Manuel
de Mesa, salí para Alhama para cumplir con el Auto. (Llegó el mismo día, y así
lo hace constar).
En Alhama el 18 de enero de 1665:
Yo,
el notario, recibí juramento de varios testigos:
1º.- Testigo: Mateo Gallego
Salinas, vecino de
Alhama y Alguacil Fiscal de la iglesia Mayor, prometió decir la verdad. Dijo que:
-conoce
a Manuel de Orihuela y a Fernando de Bergara, desde hace más de 20 años.
-los
susodichos quisieron ordenarse en Granada, pero no lo consiguieron.
-hace
10 meses y a los pocos días de su ausencia de esta ciudad, se dijo públicamente
en ella cómo los dichos licenciados iban camino de Roma con el objeto de
ordenarse de Sacro y que llevaban despachos para ello.
-los
susodichos estuvieron por Roma más de seis meses y hace dos que volvieron.
-ha
oído decir que vinieron ordenados de Roma y que de ello traen sus despachos.
-este
testigo no los ha visto celebrar el Santo Sacrificio de la Misa; ni tiene
noticia que se hayan servido del dicho orden Sacro; pero que los ha visto andar
con sus hábitos largos y corona abierta como los demás sacerdotes que hay en
esta ciudad.
2º.-Testigo: Juan Pérez de la Toda, Regidor de Alhama. Dijo que:
El
día 1 de marzo de 1664, Manuel Orihuela Urbita y Fernando Bergara Cabeza se
ausentaron de esta ciudad para ir a Roma con el objeto de ordenarse y para ello
se llevaron: partidas de bautismo, escrituras de patrimonio, así como
informaciones de legitimidad y limpieza de sangre.
Este
testigo es uno de los instrumentales que participaron en los testamentos que
hicieron por si fallecían en el camino y todo esto se hizo ante el escribano de
Alhama Martín Villarraso y estuvieron de viaje hasta que el día 3 ó 4 de
octubre de 1664 llegó a esta ciudad sólo don Fernando de Bergara y le preguntaron
que dónde estaba Manuel de Orihuela Orbita, a lo que respondió que se quedó
enfermo en un hospital de Alicante.
Este
testigo dice que Fernando Vergara y Cabeza les contó que se habían ordenado en
la ciudad Sarno en el Reino de Nápoles; que luego que vino de Alicante Manuel
Orihuela Orbita lo que narró de su viaje concordaba con el relato de Fernando
Vergara.
3º.-Testigo: Juan Gallego de Falias, presbítero. Dijo:
Que
los susodichos, Manuel y Fernando, le dijeron que iban a Roma a visitar los
santuarios y que si había posibilidad de ordenarse se ordenarían.
A veces la arquitectura refleja la Belleza de Dios; a veces los hombres reflejan la fealdad del mal... Catedral Granada. |
4º.-Testigo: Jacinto Megías y Baños, presbítero. No aporta nada nuevo.
5º.-Testigo: Martín Villarraso Cabello, Regidor y Escribano de Alhama.
6º.-Testigo: Jesús de Arroyo, Regidor de Alhama. (Este testigo y el anterior no aportan
nada que no haya sido dicho con anterioridad).
El
19 de enero de 1665, el notario, estando en la casa de la morada del licenciado
don Fernando de Vergara, embargó por bienes: muebles y cuatro cosas (el
documento especifica cada cosa embargada); igual se hizo en el caso de don
Manuel de Orihuela y Urbita.
Ambos
presbíteros son encarcelados en la cárcel eclesiástica de Granada, pero se dice
que ahí están muy libres y se piden sean llevados a la cárcel pública; así se
hace.
Declaración de Fernando de Vergara y Cabeza, beneficiado y vicario, presbítero,
de esta ciudad de Alhama, abuelo paterno
del reo y del también presbítero don Fernando de Vergara y Cabeza.
El
declarante, abuelo del reo, se casó, y una vez viudo se ordenó presbítero; de
su hijo había nacido don Fernando Vergara, el reo. El reo, su padre y su abuelo
tienen el mismo nombre y apellidos.
El
declarante, abuelo del reo, dice que es hijo de don Fernando Guevara y Cabeza y
de doña Petronila Velázquez de Soto, vecinos que fueron de Alhama de Granada.
El
declarante dice que estuvo casado con doña María Ramos de la Toda, en quien
tuvo un hijo legítimo llamado Fernando Vergara y Cabeza, vecino de Granada, el
cual, en una señora doncella, cuyo nombre desea callar por la mucha nobleza de
su sangre, tuvo un niño a quien desde su nacimiento, cuidó y dio estudios como
a su nieto y porque en todo tiempo contó la verdad de este hecho y el dicho su
nieto no padezca perjuicio.
Continúa
el declarante: “En total ignorancia de sus mayores y otros incómodos que
pudiera serlo al estado de su vida, suplico a V.m. mande hacer información de
lo aquí referido y hecha se me dé uno o dos o más tantos de ella en pública
forma”. Firma don Fernando de Vergara Cabeza.
Testigos que aporta el abuelo:
1º.-Tetigo: Juan Luis del Pozo, de más de 40 años de edad, cura de la Iglesia Mayor de
Alhama, del cual se recibió juramento; dijo:
Que
conoce al licenciado vicario y beneficiado, don Fernando de Vergara Cabeza, que
casó con doña María Ramos, en la cual tuvo como hijo legítimo y natural a don
Fernando Vergara y Cabeza, vecino de Granada, del cual ha oído decir que tuvo
un hijo natural con una doncella de Granada, que este hijo es don Fernando de
Vergara y Cabeza; que sabe que desde muy pequeño, dicho señor vicario, lo ha
tenido alimentándolo y criándolo de todo lo que ha sido necesario, por ser
nieto del susodicho vicario y como a tal se ha tenido y estimado; al cual le ha
dado estudios y escuela y lo ha tratado y comunicado como a tal su nieto. Y el
dicho señor vicario es hijo y de legítimo matrimonio del licenciado don
Fernando Vergara Cabeza y de doña Petronila Velázquez de Soto, vecinos de
Alhama.
2º.-Testigo, Pedro de Zúñiga Sotomayor, presbítero cura de la Iglesia Mayor de Alhama.
(Afirmó lo mismo que el anterior).
3º.-Testigo, Luis García Villarraso, Regidor de Alhama. (Dijo lo mismo que los
antecedentes).
4º.-Testigo, Diego Ramos Montenegro, Regidor de Alhama. (Dijo lo mismo que los
anteriores).
5º.-Testigo, Luis Garcés de Medrano, Regidor de Alhama. (Dijo lo mismo que los
anteriores).
6º.-Testigo, Juan Guzmán Quesada, Teniente Corregidor y vecino de Alhama. (Lo mismo que los
antecedentes).
7º.-Testigo, Pedro Venegas Carrillo, Regidor de Alhama. (Igual que los anteriores).
8º.-Testigo, Pedro Maldonado Zalazar, Caballero de Calatrava y Regidor de Alhama.
Afirma
lo mismo que los anteriores, pero además dice que don Fernando de Vergara
Cabeza, beneficiado de Alhama, tiene en su nieto don Fernando Vergara Cabeza,
el reo, como único nieto y heredero. Así mismo dice que una persona de
confianza sacó al niño cuando nació, llevándolo a otro lugar donde pasó un
tiempo hasta que lo trajeron a Alhama.
9º.-Testigo, Jerónimo de Meneses Aguilera.
Afirma
que:
-conoció
al vicario y beneficiado don Fernando de Vergara y Cabezas desde que enviudó de
doña María Ramos.
-el
vicario es un hombre de muchas letras y mucha autoridad.
-el
testigo afirma que conoce a la doncella de quien nació el nieto del beneficiado
de Alhama, así como a su abuelo materno y a un hermano de éste que es Caballero
del hábito de Santiago, vecinos todos de Granada.
-don
Alonso de Arroyo y Aguilera, colegial del colegio Imperial de Granada y
capellán real de la Capilla Real, fue el encargado de traer al niño a Alhama, a
la casa del beneficiado, abuelo paterno del niño.
-el
capellán real es pariente del presente testigo, y éste le dijo que la madre era
de mucha nobleza, que era de los Ilustres de Andalucía.
10º.-Testigo, Alonso de Arroyo, beneficiado de la Iglesia Mayor de Alhama. (dijo lo mismo
que el primer testigo, sin detalles).
11º.-Pedro de Porras, religioso de Nuestra Señora del Carmen de Alhama. No añadió nada nuevo.
12º.-Salvador de Arta Chavarria, vecino y beneficiado de Alhama, no dijo nada nuevo.
Confesión del encausado, el presbítero don Fernando de Vergara y Cabeza.
En
la cárcel pública de la ciudad de Granada, el 19 de enero de 1666, el presente
rector recibió juramento en forma de derecho de un hombre preso en dicha
cárcel; por esta causa, el cual, poniendo su mano sobre su pecho, juró y dijo
que es de estado presbítero, prometió decir la verdad; respondió a las
siguientes preguntas:
1.-Preguntado cómo se llama, qué edad y estado tiene y de dónde es
vecino. Respondió:
Que
se llama licenciado don Fernando de Vergara y Cabeza; que es clérigo,
presbítero; natural y vecino de Alhama; que tiene 26 años.
2.-Preguntado si sabe la causa de su prisión. Respondió:
3.-Preguntado si es verdad que por los primeros días del mes de marzo del
año pasado de 1664, el confesante, acompañado del licenciado Manuel de Orihuela
y Orbita, en contravención del derecho, con especial contradicción con el Santo
Concilio de Trento y huyendo de su domicilio y fuero, hicieron viaje desde su
ciudad de Alhama a la de Roma con el objeto de ordenarse de Órdenes Mayores y
hasta de Orden de Sacro. Con efecto, fueron ordenados en la ciudad de Sarno,
del Reino de Nápoles, por el señor obispo de Sarno, obispados e Iglesias más
allá de la ciudad de Nápoles, que dicho señor obispo se llama don Antonio
Mateo. Respondió:
Niega
la pregunta en la forma que le ha sido hecha; que lo que pasó en los primeros días del dicho
mes de marzo fue que el confesante y el licenciado Manuel de Orihuela y Orbita salieron de la ciudad de Alhama con el objeto
de ir en romería a la ciudad de Roma y cumplir una promesa que tenían hecha y
por ello llevaron Cartas Recomendatorias de su merced, el señor Provisor y
Vicario General de este Arzobispado, hechas ante don Diego Altamirano, Notario
Mayor; y por lo que pudiese suceder, por si se quedaban por aquella tierra,
llevaron informaciones de limpieza de sangre, ya que estaban libres y solteros
para poder tomar cualquier estado, y que así mismo, dice el confesante, llevó
escrituras de patrimonio y de hecho, otorgaron testamento cerrado, y por último
reseñar que fueron a dicha Romería con hábito de peregrinos. Habiéndose llegado
a dicha ciudad de Roma, cumplieron la promesa, y estando ya para venirse para
España y a la dicha ciudad de Alhama, entraron en el Hospital del señor
Santiago de dicha ciudad de Roma, donde el confesante y su compañero
encontraron a dos mozos estudiantes que dijeron eran de la ciudad de Andújar,
obispado de Jaén; habiéndose trabado conversación, les dijeron como tratan de
ordenarse y lo hallaban imposible por no tener Reverendas de su prelado para
ello y a este tiempo llegó a la conversación un clérigo, así mismo español, y
les dijo que no tuvieran cuidado de no haber tener Reverendas porque él tenía
en Roma quien las hiciera como se lo pagaran y los susodichos vinieron en ello
y aconsejaron al confesante y al dicho su compañero se ordenasen, también que
por razón de las Reverendas no se incurría sino en una suspensión, según les
había declarado el dicho clérigo de cuyo nombre no se acuerda el confesante
sólo se acuerda que se iba a la iglesia del Hospital de Santiago
ordinariamente; con que el confesante y el dicho su compañero le dieron al
dicho clérigo un doblón de a cuatro pesos por que le diesen las dichas
Reverendas y para ellos, el confesante y dicho su compañero le dijeron el
nombre de su señoría ilustrísima el arzobispo de Granada, mi señor, y por no
acordarse del nombre del Secretario del Arzobispado, dijeron que se llamaba
Cristóbal que fue el primero que se acordaron con lo cual el susodicho les
trajo luego las dichas Reverendas y también a los dichos estudiantes que uno de
ellos se llamaba don Juan Luis de Morales y el otro Manuel Palacios de Alba,
vecinos que dijeron eran de Andújar.
Así,
los cuatro acudieron a la Dataría de su Santidad y sacaron por orden de un
curial extratémporas para poder ordenarse en tres días y para conseguirlo con
más facilidad, y puesto que en Roma y en todo su partido no se pasan las Reverendas
españolas si no van refrendadas por el Nuncio de su Santidad, fueron al Reino
de Nápoles y en la dicha ciudad de Sarno presentaron todos sus despachos ante
su ilustrísima señor don Antonio Mateo, obispo de la dicha ciudad y, después de
haber visto los documentos fueron examinados por su persona con asistencia de
varios canónigos de la Iglesia y los aprobó en un día sábado y el domingo y el
lunes y martes siguientes a Pentecostés, los ordenó de todas las Órdenes
Mayores, hasta Orden de Sacro, de lo que despachó títulos en forma y derecho,
por y ante don Bernardino de Stefano, escribano de dicha ciudad de Sarno, los
días primero, segundo y tercero de junio de 1664 y con los susodichos salimos
de la ciudad de Nápoles, desde donde se apartaron, el confesante y su compañero
de los dichos licenciados don Juan Luis de Morales y don Manuel Palacios de
Alba diciendo se iban a su tierra. Y por los primeros días del mes de julio, el
confesante y su compañero se embarcaron en una galera de Génova, y desembarcaron
en la ciudad de Génova. Luego se vinieron por tierra , por la costa de Francia,
y el día 4 de octubre del dicho año llegó el confesante a la dicha ciudad de
Alhama, donde al cabo de un mes llegó, así mismo, el licenciado don Manuel de
Orihuela Urbita, pues se había quedado enfermo en el camino, que esto es lo que
responde.
4.-Preguntado si es verdad que para conseguir las dichas órdenes, el
confesante hizo y supuso Reverendas y Recomendatorias y otros papeles y
despachos falsos.
Respondió que niega la pregunta
y que dice lo que tiene dicho en la antecedente.
5.-Preguntado diga y declare qué causa y motivo tuvo el confesante para
que, faltando a sus obligaciones, huyese de su fuero y domicilio para ser
ordenado de las dichas órdenes, debiendo recibirlas de su prelado, causando con
lo referido muchos inconvenientes y daños por ser en grave perjuicio de la
jurisdicción ordinaria eclesiástica de este arzobispado.
Respondió
que en su ánimo no estaba negar al arzobispo de Granada su potestad y
jurisdicción; que fue a Roma de Romería, como se ha dicho.
6.-Preguntado si en virtud de dichos títulos de órdenes ha celebrado el
Santo Sacrificio de la Misa.
Responde
que niega la pregunta como en ella se contiene y que no ha celebrado el
sacrificio de la misa.
Comienza el interrogatorio a Manuel de Orihuela y Orbita.
-Las mismas preguntas y las mismas
respuestas, excepto:
-que
tiene 29 años.
-que
él ya estaba ordenado de menores cuando fue a Roma.
Se aportan tres documentos: partida
de bautismo; los interrogatorios que se realizaron para ordenarse de menores y
copia del testamento de su tía abuela María Villén (o Guillén), viuda de
Bartolomé de Peralta.
Partida de Bautismo: se bautizó en Alhama, el 12 de mayo de 1636; hijo de don Diego de
Orihuela y de su mujer Lucía de Peralta Montosa; fueron sus padrinos Juan
Martínez e Isabel de Orihuela.
Interrogatorios realizados para las órdenes menores:
El contenido de los
interrogatorios muestra que no hay inconveniente para recibir los las órdenes,
incluyendo los patrimoniales, dentro de estos últimos, se incluye una
capellanía creada por su tía abuela María Villén, de ahí el que se aporte el
testamento de ésta.
Testamento de doña María Villén:
-Mando
a doña Cristobalina, hija de Rodrigo Garcés de Medrano y de doña Ana de Zamora
Bermúdez, una viña.
-Mando
por el mucho amor y voluntad que le tengo a don Manuel, hijo de Lucía de
Montosa, mi sobrina, mujer de Diego de Orihuela, una casa que tengo cerca del
Cobertizo de Vallartas, que linda por una parte con casas de don Agustín de
Olaria y por la parte alta con casas de don Juan Zamora Bermúdez; así mismo le
mando los réditos de dos censos para que con las ganancias de los censos y de
la casa se me digan 20 misas cada año.
Si
Manuel Orihuela no se ordenase o muriese, debe pasar la capellanía a los hijos
y descendientes de Rodrigo Garcés de Medrano y de doña Ana de Zamora Bermúdez;
si éstos faltasen, a los hijos y descendientes de don Luis Garcés de Medrano.
-Deja
como herederos universales a Diego de Orihuela y a su mujer Lucía de Montosa y
Peralta.
El
testamento se hizo ante el escribano de Alhama, don Juan Ramírez de Aguilera
Meneses, en 1647.
Sentencia:
Se
les condena a ambos una vez que salgan de prisión a:
-Diez
años de exilio.
-Excomunión
Mayor.
-Escribir
sus nombres en la tablilla de excomulgados en la puerta de la iglesia de
Alhama.
-4.000
reales de multa.
-Pagar
las costas de todo el proceso.
-Si
incumplen la condena, lo serán al doble.
Días después de la Sentencia.
Tras
la sentencia, salen de la cárcel; en lugar de cumplir con la condena
marchándose al exilio, caminan hacia Alhama donde se instalan.
Meses más tarde vuelve a
llegar al Arzobispado de Granada, otra denuncia contra ellos dos; en esta
ocasión se dice que viven como quieren y que son un escándalo para la gente.
Se constituye otra
comisión para que investigue; llegada ésta a Alhama el 5 de agosto de 1666, se
dirige a la casa de Manuel Orihuela Urbita; encontrando la puerta cerrada y no
obteniendo respuesta de nadie se dirigen a los vecinos que le dicen que lo han
visto a él y a Fernando de Vergara Cabeza salir en sendos caballos en busca de
un toro, pues en la tarde de del 6 de agosto habrá una corrida en la ciudad.
El
día siguiente, seis de agosto, se acercaron de nuevo a la casa de Manuel
Orihuela; no encontrándolo, se dirigieron a la casa de sus padres encontrando
en ella a Diego de Orihuela, padre de Manuel, el cual le dijo que no sabía dónde
se podría encontrar. Entonces se dirigieron a casa de Juana y de Antonia de la
Toda y, no encontrándolos, comienza la comisión a realizar una nueva investigación
a base de interrogatorios; en esta ocasión llaman a declarar a gente no
hidalga.
1º.-Testigo: Juan de Torres, maestro espadero y vecino de esta ciudad que dice que:
-conoce
a los dichos Manuel de Orihuela Urbita y a Fernando Vergara Cabeza desde hace
catorce años.
-sabe
que estuvieron presos en la cárcel pública de Granada.
-salieron
de la cárcel no sabe en qué conformidad.
-los
ha visto vestir a veces con hábito corto; otras, con el largo.
-el
licenciado Urbita tiene una casa donde asiste y en ella se juntan gentes de
toda esfera, por ser casa de conversación donde se juega al rentoy, a la ocha y
a las pintas; lo que sabe del vino que gasta lo trae de casa de Juan de Soto,
sacando el dicho Urbita los baratos y lo que gana poniendo las barajas; por ser
casa de juego pública de día y parte de noche, de lo que se originan algunos
disgustos y echar juramentos y esto es lo que sabe.
2º.-Testigo: Juan Bolaños. ( Afirma lo mismo que el anterior).
3º.-Testigo: Gregorio de los Ríos, oficial de zapateros.
-Éste
además de afirmar lo mismo que los testigos anteriores dice que en esa casa se
juega a los naipes y que asisten tanto caballeros como otro tipo de gente a
jugar.
4º.-Testigo: José Sánchez de Ríos, maestro tundidor.
-La declaración de José Sánchez, siendo
coincidente con los testimonios anteriores, los completa con algunos detalles;
así pues, dice que una noche hubo un disgusto en el que se tiraron las sillas y
un candelabro, los unos a los otros, al tiempo que gritaban muchas voces, a las
cuales acudió el licenciado Diego de Baca, diciendo si no se apaciguaban, a lo
que respondió Manuel de Orihuela que quién lo metía en esto, al tiempo que
apagaban las luces y, aunque se acabaron las voces, no pudo ver nada por la
falta de luz.
Final de la historia:
El
8 de febrero de 1667, ante el señor Jerónimo Prado, Provisor de Granada, se
presentó don Fernando de Vergara Cabeza, presbítero, vecino de la ciudad de
Alhama y residente en Lucena donde está cumpliendo el destierro, en casa del
licenciado don Martín Cortés Hurtado, presbítero, comisario del Santo Oficio,
solicita se le suspenda la condena.
El
14 de marzo de 1667, Manuel de Orihuela Orbita, solicita, también que se le
suspenda, pues está cumpliendo el destierro en la villa de Albaida, obispado de
Málaga, y que se quite su nombre de la tablilla de los excomulgados.
Antes
de conseguir la reducción de la condena tendrán que rebajarse de varias
maneras, así como invocar la intervención del Nuncio.
Ante el Nuncio de su Santidad en Madrid.
“En la ciudad de Granada, a quince
días del mes de febrero de mil seiscientos y sesenta y seis años, estando en la
Cárcel Real de esta ciudad, siendo hora de las tres de la tarde, poco más o
menos, ante mí, el escribano y testigos sotoescritos, los licenciados: don
Fernando de Vergara y Cabeza y don Manuel de Orihuela y Orbita, presbíteros,
vecinos de la ciudad de Alhama, de este Arzobispado; dijeron que hace más de
trece meses que están presos en la cárcel, por mandato del señor doctor
Jerónimo de Prado Verategui, canónigo de esta iglesia, provisor y vicario de
este arzobispado por pretenderse fueron a ordenarse a la ciudad de Roma y que
para este efecto supusieron Reverendas del ilustrísimo don José de Argaiz,
arzobispo de esta ciudad, con las que se ordenaron y que el dicho don Fernando
de Vergara no presentó ante el dicho arzobispo un boleto que obtuvo del señor
Nuncio de su Santidad de habilitación y lo demás en el pleito contenido en el
que es llegado tiene noticia de los otorgantes que por el dicho señor provisor
se ha pronunciado sentencia por la cual les suspende de poder celebrar y a don
Fernando le declara por irregular y lo demás contenido en la dicha sentencia la
cual se les ha de notificar y
eximiéndose que si no la (…) han de permanecer en prisión mucho tiempo
en el (…) que se sigue la apelación en que esperan se les haga grandes
extorsiones como se les han hecho en el tiempo de la dicha prisión que en mayo
no les quiso admitir el que estuviesen padeciendo grandes incomodidades de
falta de salud y otras, por lo cual y para redimir las dichas vejaciones y
muchas que padecen, tienen tratado de consentir la sentencia para salir de la
dicha prisión porque su ánimo es apelar de ella y seguir el juicio de la
apelación y para que el consentimiento que tuvieren no les pueda producir
perjuicio desde luego protestan, reclaman y contradicen el dicho consentimiento
para que ahora ni en tiempo alguno no les pueda pasar perjuicio porque su ánimo
es apelar de la dicha sentencia y seguir la dicha apelación ante quien convenga
porque el hacer la dicha aceptación es forzado por redimir la vejación que
padecen y de como así lo piden por testimonio de los presentes siendo testigos
don Jerónimo de Castro Villapadrerna, Antonio Fernández de Castilla y el
maestro don Jacinto de Villalobos, presos en dicha cárcel. Don Fernando de
Vergara y Cabeza y don Manuel de Orihuela Urbita. Ante mí, doy fe conozco a los
otorgantes, Juan de Morales.”
“Juan Francisco de Villacampa en
nombre de don Fernando de Vergara, presbítero, vecino de la ciudad de Alhama
diócesis de Granada.
En
el pleito y causa con el fiscal eclesiástico de la audiencia Arzobispal. Digo
que mandados ver estos autos se hallará haber probado mi parte su intención y
lo que le comunico con muchos testigos fidedignos, personas peritas y de mucha
autoridad. Y en especial prueba conclusivamente que por haberse ordenado con
dimisorias supuestas de todas las órdenes mayores sólo incurrió en una
suspensión temporal a la voluntad de su ordinario y que después de un año y aun
de menos tiempo lo pueden absorber y que esta es la más común y verdadera
opinión y práctica en los tribunales eclesiásticos lo que concluyen constantemente
dichos testigos tan peritos, conocedores y fidedignos. A la segunda pregunta y
entre ellos el licenciado don Martín Cortés Hurtado, presbítero comisario del
Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba refiere de vista dos ejemplares que
pasaron por sus manos en los propios términos de este pleito y se reducen a que
los licenciados Ariselos Moyano, vecino de la ciudad de Lucena y el licenciado
Jimena, vecino de Arjona se ordenaron en Roma o en otro lugar de la Italia con
dimisorias falsas y supuestas, y vio dicho testigo que, siendo obispo de
Córdoba don Cristóbal de Lobera, doctísimo canonista y que tenía esta fama y
que había sido muchos años juez en la Sacra de la Rota, muy virtuoso y de
ejemplar vida y versado en estos negocios por la práctica de la Curia Romana,
impuso solamente de pena al dicho Ariselos Moyano tres meses de suspensión y
reclusión en la Iglesia de San Mateo de dicha ciudad, siendo como era mucho
mayor su culpa pues no solamente se había ordenado con las dimisorias falsas,
sino treinta días antes de cumplir con la edad. Y que el dicho licenciado
Jimena sólo le impusieron otros tres meses de suspensión en el obispado de
Jaén. Lo mismo depone el licenciado Juan de Nieva; y el licenciado don Juan
Cortés Hurtado, abogado de la Chancillería de Granada depone de vista otro
ejemplar de que, en su tiempo, el licenciado Contreras se ordenó con Reverendas
supuestas y el obispo de Córdoba le impuso sólo seis meses de suspensión y
después de ellos celebró y vio dicho testigo. Y así mismo es cierto y sin duda
que la Bula de la (…) de Urbano VIII, expedida el años de 1624, no está en uso
en los Reinos de Castilla, ni se esta practicando ni practica y la resiste el
uso y estilo contrario de los tribunales (…).
Y
en la misma forma prueba ser sin duda requiero al señor arzobispo que fue de
Granada con el Buleto que ganó del Nuncio de su Santidad, lo que motivan los
testigos con razones muy concluyentes, pues habían ganado…”
A
pesar de todo esto, del Buleto del nuncio, de la defensa, el arzobispado de
Granada no aceptó nada. Al final, después de muchos sufrimientos e injusticias
cometidas por el Arzobispo de Granada, se les impuso una pena consistente en
celebrar como diáconos durante varios meses en una iglesia, sin poder ejercer
como presbíteros en ese tiempo.
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