miércoles, 27 de noviembre de 2019

Sagrado Corazón Adviento Navidad.

Sagrado Corazón  Gójar 2019
Adviento - Navidad



Lectura del libro de Isaías (35,1-6a.10):
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. 

Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.


Agranda la puerta, Padre 

porque no puedo pasar; 
la hiciste para los niños. 
Yo he crecido, a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta, 

achícame, por piedad, 
vuélveme a la edad bendita 
en que vivir es soñar.
Miguel de Unamuno

¡Fecundo misterio!
¡Dios ha nacido!
¡Todo el que nace padece y muere!
¡Curad al niño!
¡Ved cómo llora lloro de pena
Llanto divino!

Gustó la vida:
Vierte sobre ella santo rocío.
Todo el que nace padece y muere;
sufrirá el niño
Pasión y muerte.
La rosa viva que está buscando
Humana leche,
Hiel y vinagre
Para su sed de amor ardiente
Tendrá al ajarse.

Las manecitas que ahora se esconden
Entre esos pechos de amor caudales,
Serán un día, día de gloria,
Fuentes de sangre,
Madre amorosa,
Para muerte cría a tu niño;
Mira que llora,
Llora la vida; ¡Tú con la vida
Cierra su boca!
Todo el que nace, padece y muere.
Morirá el niño muerte afrentosa.

¡Dios ha nacido!
¡No, Dios no nace!
¡Dios se ha hecho niño!
Quien se hace niño, padece y muere.
¡Gracias Dios mío!
Tú con tu muerte
Nos das la vida que nunca acaba,
La vida de la vida.
Tú, Señor, vencedores de la vida
Nos hiciste tomando nuestra carne,
Y en la cruz, vencedores de la muerte
Cuando de ella en dolor te despojaste.
¡Gracias Señor!   -Miguel de Unamuno.



Pensamientos de Tolstói:

Cómo un niño contaba que no le habían llevado a la ciudad.

Mi padre se preparaba para ir a la ciudad y yo le dije: papá, llévame contigo. Él dijo: allí te helarías. ¿Cómo vas a ir? Me di la vuelta, me puse a llorar y me fui a la despensa. Tanto lloré que me quedé dormido. Y en sueños vi que de nuestra aldea partía un caminito que conducía a una capilla, y vi que por ese caminito iba mi padre. Lo alcancé y fuimos juntos a la ciudad. Al cabo de un rato vi que delante de mí había un horno encendido y dije: Papá, ¿eso es la ciudad? Y él dijo: en efecto. Luego nos acercamos al horno y vi que estaban cociendo bollos. Entonces dije: cómprame un bollo. Él me lo compró y me lo dio. En ese momento me desperté, me levanté, me puse los zapatos, cogí las manoplas y salí.

En la calle algunos niños se deslizaban sobre tablas y trineos. Me puse a jugar con ellos hasta que me quedé aterido. Acababa de entrar en casa y de subir al poyo de la estufa cuando oí que mi padre había regresado de la ciudad. Todo contento, pegué un salto y dije: Entonces, papá, ¿me has comprado el bollo? Él dijo: Así es, y me lo dio. Salté de la estufa al banco y me puse a bailar de alegría.
(Tomado de: Relatos Lev N. Tolstói; editorial Alba Editorial;Selección, introducción traducción y notas de Víctor Gallego Ballestero)


De la Estrella de la redención; Franz Rosenzweig:
<<PERSPECTIVA: LA VIDA COTIDIANA
Lo último.
…La Estrella de la Redención se ha vuelto rostro que me mira y desde el que miro. No Dios, pero sí la verdad de Dios se me han vuelto un espejo. Dios, que es el Último y el Primero, abrió para mí las puertas del santuario que hay construido en el más íntimo centro. Y se dejó ver. Me llevó a la frontera de la vida donde la visión es permitida. Pues no permanece en la vida el hombre que lo ve. Por tanto, el santuario en el que me permitió que lo viera, hubo de ser un trozo, en el mundo mismo, de superabundo: una vida de más allá de la vida. Pero lo que me dio a mirar en este más allá de la vida no es sino lo que yo ya podía percibir en la mitad de la vida. La única diferencia es que veo, y ya no sólo oigo. Pues la vista desde la altura del superabundo redimiendo no me muestra sino lo que ya me dijo la palabra de la Revelación en medio de la vida; y andar a la luz del rostro divino sólo se da al que sigue las palabras de la divina boca. Pues “Él te ha dicho, hombre, qué es bueno y lo que exige de ti el Eterno, tu Dios: hacer el derecho y ser bueno de corazón, y andar con tu Dios en la sencillez”.


Lo primero
Y esto último no es nada último, sino algo que en todo tiempo está cerca: lo más próximo. No es, pues, lo último, sino lo primero. ¡Qué difícil es esto primero! ¡Qué difícil es todo principio! Hacer el derecho y ser bueno de corazón: esta cosas siguen pareciendo metas. La voluntad puede aún sostener, ante cada meta, que tiene que tomar un poco de respiro. Pero andar con tu Dios en la sencillez no es ya una meta: es algo tan incondicional, tan libre de toda condición, de todo Todavía y todo Pasadomañana, es tan enteramente Hoy y, por ello, enteramente eterno, como la vida y el camino; así que participa de la verdad eterna de manera tan inmediata como lo hacen la Vida y el Camino. Andar con tu Dios en la sencillez: lo que aquí se exige es, tan sólo, una confianza plenamente actual, presente. Confianza es una gran palabra. Es la simiente de la que crecen la fe, la esperanza y el amor, y es el fruto que de ellas madura. Es lo más sencillo y, justamente por eso, lo más difícil. A cada instante se atreve a decirle a la verdad amén y en verdad. Andar con tu Dios en la sencillez: estas palabras están sobre la puerta; sobre la puerta que lleva fuera del resplandor milagroso y lleno de misterio del santuario divino, en el que sin aún hombre puede permanecer con vida. ¿Hacia dónde se abren las hojas de esta puerta? ¿No lo sabes? A la vida.>>



Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,
porque ha visitado y “redimido a su pueblo”,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza”
y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”,
anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

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