Domingo, 18 de diciembre de 201
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO A
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO A
Primera lectura: Isaías 7, 10-14
Salmo responsorial: Salmo 23
Segunda lectura: Romanos 1, 1-7
Salmo responsorial: Salmo 23
Segunda lectura: Romanos 1, 1-7
EVANGELIO: Mateo 1, 18-24
18Así
nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de
vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19Su
esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en
secreto. 20Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en
sueños el ángel del Señor, que le dijo:
-José, hijo
de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la
criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. 21Dará
a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
los pecados.
22Esto sucedió
para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
23Mirad: la
virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14).
(que
significa «Dios con nosotros»).
24Cuando se
despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Señor y se llevó a su
mujer a su casa.
COMENTARIOS
I
DIOS
ENTRE NOSOTROS
Dios entre nosotros. Este ha sido el deseo de Dios. La
mayoría de los profesionales de lo religioso han dicho siempre que la mayor
aspiración del hombre debía ser subir al cielo. Y, mientras tanto, Dios ha
decidido bajar a la tierra. Pero..., a pesar de que celebremos cada año el
nacimiento del Emmanuel, Dios-con/entre-nosotros, cada vez resulta más difícil
comprender que Dios habite en este mundo.
¡ALEGRÍA!
¿ALEGRÍA?
Dentro de
unos días vamos a celebrar la Navidad, el nacimiento del hombre en el que Dios
se hace presente en el mundo de los hombres. Un año más, villancicos, regalos,
fiesta, alegría... ¿Alegría?
¿Realmente
lo que sentimos en estos días es alegría, o todo se reduce a unos días de juerga en
los que nos olvidamos de los problemas, de las angustias, de las
insatisfacciones del testo del año?
¿Y los que
no pueden celebrar nada estos días?
Según ponen
de manifiesto las estadísticas, en estas fechas aumenta el número de suicidios.
Y la explicación que dan los entendidos a este hecho es que los que tienen
algún problema lo sufren con mayor intensidad ahora, cuando el ambiente es -en
realidad o en apariencia- más alegre.
Porque...
también se sufre en Navidad. Si, los que sufren hambre, la sufren también en
Navidad, los presos siguen en las cárceles, los desaparecidos no aparecen
tampoco en estas fechas, las fábricas de armas siguen construyendo sus productos
para la muerte, los traficantes de droga siguen enriqueciéndose a costa de la
vida de los jóvenes, los marginados siguen olvidados de nuestra sociedad, los
opulentos derrochan aún con más descaro... Y la soledad es más soledad, el
miedo más hondo y la necesidad de amor se siente a flor de piel...
¿Dios entre
nosotros?
Dios-entre-nosotros...
¡eso es mentira! A Dios lo hemos expulsado o quizá ni siquiera lo hemos dejado
entrar en nuestro mundo. Porque si Dios habitara en esta tierra, esta tierra
seria el cielo. ¡Y si esto es el cielo...!
Dios-entre-nosotros...
¡eso es mentira! ¡Si los países que se llaman cristianos están entre los más
injustos de la tierra!
JESÚS (=
SALVADOR)
«Así nació
Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José, y antes de vivir
juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo».
José debía
estar aturdido. ¿Cómo estaba su mujer encinta si no habían mantenido
relaciones? ¿Que era cosa de Dios? Y entonces, ¿qué pintaba él en todo aquello?
Y quiso salirse de escena: «Su esposo, José, que era justo y no quería infamaría,
decidió repudiarla en secreto». Pero Dios le había reservado una tarea.
Y él aceptó
colaborar para que se hiciera realidad la utopía de que estuviera Dios entre
nosotros.
La tarea que
Dios le encomendó fue darle nombre a su Hijo: «Dará a luz un hijo, y le pondrás
de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Hasta
entonces había habido muchos salvadores en Israel: Moisés, Josué (el que
introdujo al pueblo en la tierra prometida, y que se llamaba casi igual que el
que iba a nacer)... y tantos otros. Pero el pueblo estaba todavía necesitado de
salvación porque vivía en una sociedad injusta (pecadora) y necesitaba salir
(salvarse) de esa injusticia que tanto sufrimiento producía. Para ello no
bastaba con cambiar a los dirigentes, aunque fueran ellos los máximos culpables
de esa situación. Ya habían cambiado muchas veces, pero todo volvía a ser
igual. Y es que, en mayor o menor medida, todos eran o culpables
o cómplices de la injusticia; todos aceptaban como buenos los valores de
aquella sociedad y aspiraban a conseguirlos: el dinero, el poder, los honores.
Y cuando se buscan estos valores, la injusticia sólo estorba al que la sufre
en carne propia. De esos pecados nos viene a salvar Jesús ofreciéndonos otros
valores que nos permitirán vivir como hermanos.
DIOS-ENTRE-NOSOTROS
De nosotros depende. Dios ya ha
bajado. Pero sólo se queda allí donde lo dejen estar, esto es, allí donde lo
importante es el hombre y no el poder, compartir en lugar de acumular,
construir la fraternidad en vez del ansia de subir y escalar puestos; allí está
Dios-entre-nosotros, allí cada día es Navidad, y volverán a realizarse las
palabras del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le
pondrá de nombre Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros’».
II
v. 18 Así nació Jesús el
Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
El matrimonio
judío se celebraba en dos etapas: el contrato y la cohabitación. Entre uno y
otra transcurría un intervalo, que podía durar un año. El contrato podía
hacerse desde que la joven tenía doce años; el intervalo daba tiempo a la
maduración física de la esposa. María está ya unida a José por contrato, pero
aún no cohabitan. La fidelidad que debe la desposada a su marido es la propia
de personas casadas, de modo que la infidelidad se consideraba adulterio. El
«Espíritu Santo» (en gr. sin artículo en todo el pasaje) es la fuerza vital de
Dios (espíritu = viento, aliento), que hace concebir a María. El Padre de Jesús
es, por tanto, Dios mismo. Su concepción y nacimiento no son casuales, tienen
lugar por voluntad y obra de Dios. Así expresa el evangelista la elección de
Jesús para su misión mesiánica y la novedad absoluta que supone en la historia
(nueva creación).
v. 19 Su esposo, José, que
era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto.
José es el hombre justo o recto. Por
el uso positivo que hace Mt del término (cf. 13,17; 23,29; en ambos casos
«justos» asociados a «profetas») se ve que es prototipo del israelita fiel a
los mandamientos de Dios, que da fe a los anuncios proféticos y espera su
cumplimiento; puede considerarse figura del resto de Israel. Su amor o
fidelidad a Dios (cf. 22,37) lo manifiesta queriendo cumplir la Ley, que lo
obligaba a repudiar a María, a la que consideraba culpable de adulterio; el
amor al prójimo como a sí mismo (cf. 22,39) le impedía, sin embargo, infamarla.
De ahí su decisión de repudiarla en secreto y no exponerla a la vergüenza
pública. Interviene «el ángel del Señor» (cf. 28,2), y José, que encarna al
resto de Israel, es dócil a su aviso; comprende que la expectación ha llegado a
su término: se va a cumplir lo anunciado por los profetas.
Se percibe
al mismo tiempo el significado que el evangelista atribuye a la figura de
María, quien más tarde aparecerá asociada a Jesús, en ausencia de José (2,11).
Ella representa a la comunidad cristiana, en cuyo seno nace la nueva creación
por la obra continua del Espíritu. La duda de José refleja, por tanto, el
conflicto interno de los israelitas fieles ante la nueva realidad, la comunidad
cristiana. Por la ruptura con la tradición que percibe en esta comunidad (=
nacimiento virginal sin padre o modelo humano/judío), José/Israel debe
repudiarla para ser fiel a esa tradición; por otra parte, no tiene motivo
alguno real para difamarla, pues su conducta intachable es patente El ángel del
Señor, que representa a Dios mismo, resuelve el conflicto invitando al Israel
fiel a aceptar la nueva comunidad, porque lo que nace en ella es obra de Dios.
Ese Israel comprende la novedad del mesianismo de Jesús y acepta la
ruptura con el pasado.
v. 20 .
Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor,
que le dijo:
-José, hijo
de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la
criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo
La apelación
«hijo de David», aplicada a José, indica, en relación con 1,1,
que el derecho a la realeza le viene a Jesús por la línea de José (cf 12,23;
20, 30) El hecho de que el ángel se aparezca a José siempre en sueños (2,13.19)
muestra que el evangelista no quiere subrayar la realidad del ángel del Señor.
v. 21 .
Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo
de los pecados.
El ángel
disipa las dudas de José, le anuncia el nacimiento y le encarga, como a padre
legal, de imponer el nombre al niño. El nombre Jesús, «Dios salva», es el mismo
de Josué, el que introdujo al pueblo en la tierra prometida. Se imponía en la
ceremonia de la circuncisión, que incorporaba al niño al pueblo de alianza. El
significado del nombre se explica por la misión del niño: éste va a salvar a
"su pueblo", el que pertenecía a Dios (Dt 27,9; 32,9; Ex 15,16; 19,5;
Sal 135,4): se anticipa el contenido de la profecía citada a continuación. El
va a ocupar el puesto de Dios en el pueblo. Va a salvar no del yugo de los
enemigos o del poder extranjero, sino de «los pecados», es decir, de un pasado
de injusticia. «Salvar» significa hacer pasar de un estado de mal y de peligro
a otro de bien y de seguridad: el mal y el peligro del pueblo están sobre todo
en «sus pecados», en la injusticia de la sociedad, a la que todos contribuyen.
vv.
22-24: Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor
por el profeta: 23Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un
hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14)(que significa «Dios con nosotros»). 24Cuando
se despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Señor y se llevó a su
mujer a su casa.
El
evangelista comenta el hecho y lo considera cumplimiento de una profecía (1,22
«Todo esto sucedió, etc.»). Mientras, por un lado, el nacimiento de Jesús es un
nuevo punto de partida en la historia, por otro, es el punto de llegada de un
largo y atormentado proceso. Con el término Emmanuel, "Dios con
nosotros" o, mejor, «entre nosotros», da la clave de interpretación de la
persona y obra de Jesús No es éste un mero enviado divino en paralelo con los
del AT. Representa una novedad radical. El que nace sin padre humano sin modelo
humano al que ajustarse, es el que puede ser y de hecho va a ser la presencia
de Dios en la tierra, y por eso será el salvador. Respeto de José por el
designio de Dios cumplido en María.
III
Vamos
a hacer en primer lugar un comentario litúrgico-pastoral a estos textos
bíblicos en una línea más bien tradicional. Luego una nota crítica.
El pasaje de
Isaías que escuchamos hoy resuena ese anuncio esperanzador del nacimiento de
alguien que estará permanentemente inserto en medio de su pueblo. Al parecer
estas palabras del profeta al rey Acaz se dieron en un contexto en el que las
esperanzas del mantenimiento de la seguridad del reino de Judá se centraban más
en el poder político y militar, dejando a un lado la confianza en YHWH. Isaías
ha visto los afanosos intentos del rey para aliarse con sus vecinos en orden a
defenderse de las amenazas del reino del norte, quienes a su vez se han aliado
con otros para defenderse del poderoso de turno. Para despertar de nuevo la
confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el
embarazo de alguna de las doncellas del rey. Así como esa joven dará a luz un
primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los
destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre
“Emmanuel”, Dios con nosotros. Con base en esta profecía, se fue fomentando la
idea de que el Mesías nacería de una virgen. Toda primeriza en Israel albergaba
la esperanza de ser la madre del Mesías; todo ello debido a la misma
terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en nuestra
lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta
profecía de Isaías y lo cita textualmente.
La segunda
lectura está tomada de la carta de san Pablo a los romanos, más exactamente se
trata del encabezamiento de la carta. Allí relata Pablo a los cristianos de Roma
su vocación al apostolado, para lo cual fue elegido por el mismo Dios. Para
Pablo está claro que el evangelio que él predica es Jesucristo mismo, su
persona, su obra, su muerte y resurrección. Es muy importante para el apóstol
subrayar que este Jesús es descendiente de David en cuanto a lo humano, pero
que Dios le otorgó su Espíritu constituyéndolo en Mesías todopoderoso, Señor
Único, resucitándolo de entre los muertos. Otra cosa que recalca Pablo es que
su actividad evangelizadora le ha sido otorgada por puro don, por vocación; de
ahí que su preocupación haya sido durante toda su vida el dar a conocer a la
noticia de Jesucristo especialmente a los gentiles.
En el
evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con
José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que
llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis
meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa
en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con
sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de
su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad
al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser
castigado conforme a la ley mosaica.
En esas
circunstancias, pues, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero
aclara diciendo “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentir muy mal a
José; sin embargo, agrega Mateo, que “era un hombre justo, y para no exponerla
a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer
sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley; con todo, sin darse
cuenta, va colaborando también él con los planes divinos. En estos planes
divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la
libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda
la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los
planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja (!). Un ejemplo de ello lo
tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.
Pero en esos
planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente
en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo
Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de
aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le
ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir”
la manera como Dios actúa; ¡no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza
y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás Él sabe cómo lo hace. Aunque
en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de
ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas
es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los
planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.
Como nota
crítica podríamos decir algo que hace mucho tiempo que es ya un «lugar común»
en el mundo bíblico: los profetas no fueron en su tiempo adivinos del futuro,
ni muchas de las cosas que los primeros cristianos creyeron ser «cumplimiento
de lo anunciado por las Escrituras» realmente lo fueron. Ese esquema
apologético de que lo sucedido en Jesucristo estaría previsto y anunciado en el
pasado, hace tiempo que ha sido abandonado en los estudios bíblicos. Más. Desde
hace apenas unos años, menos de veinte, se está hablando de una nueva ola, un
«revolcón» en el tema de la historicidad bíblica. Ya sabíamos que había muchas
cosas y figuras (importantes) de la Biblia que no eran literalmente histórica.
Los grandes especialistas bíblicos ya exhibían hace tiempo una visión bastante
matizada de la base histórica de la Biblia. Los planteamientos concordistas de
La Biblia tenían razón, aquel famoso libro, hace mucho tiempo que no gozan de
audiencia. Pero en los últimos años, como decimos, se ha dado un cambio
significativo de postura. Hay toda una corriente arqueológica última, la más
actual, que se pronuncia ya con claridad por una postura bastante más radical
sobre la historicidad. No quieren ya utilizar la arqueología para ornamentar
con curiosidades la ciencia bíblica, sino que creen que debemos ser honrados y
someter los estudios bíblicos a lo que la arqueología descubre y cree poder
probar. Es, de alguna manera, una nueva edición del conflicto entre la ciencia
y la fe, pero a estas alturas la solución del conflicto está ya muy
precocinada, y no caben componendas. Ya no vamos a condenar a Galileo, ni a los
arqueólogos.
No podemos
entrar aquí en más profundidad. Remitimos a un libro clave, de Finkelstein, La
Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los
orígenes de sus textos sagrados, Siglo XXI Editores, Madrid y Buenos Aires,
2003.
Para la revisión
de vida
En esta
última semana de adviento, trato de hacer una revisión de mi vida sobre cómo me
estoy preparando para vivir la conmemoración del nacimiento de Jesús.
¿Voy a
estar atento a no caer en esa tentación que se ha hecho clásica ya, la de la
identificación de la navidad con el consumismo? ¿Voy a vivir
especialmente en esta navidad la solidaridad con los pobres?
Para la
reunión de grupo
Retomar la
lectura de todo el cap. 7 de Isaías, una vez leído, discutir y asimilar las
notas explicativas que trae la Biblia Latinoamericana.
Leer de
nuevo el pasaje de Mateo y estudiar la nota a este pasaje en la Biblia
Latinoamericana.
Escuchar y/o
leer el capítulo 133 de “Un tal Jesús” y comentar en el grupo lo que nos
sugiere sobre esta vivencia de la Navidad.
Tomar esos
materiales de profundización sugeridos más arriba, y organizar una o varias
sesiones de estudio.
Para
la oración de los fieles
Por los
cristianos de todas las confesiones, para que por encima de nuestros intereses
de grupo, seamos capaces de transparentar en el mundo la presencia única y
permanente de Dios. Oremos...
Para que
nuestra vida personal y grupal sea fiel reflejo del amor del Padre manifestado
en su Hijo. Oremos...
Para que
esto en estos días de Navidad no olvidemos a los más necesitados de nuestras
comunidades. Oremos...
Para que la
Navidad deje en nosotros frutos de una conversión sincera y de una adhesión
incondicional a los planes del Padre... Oremos...
Oración
comunitaria
Padre
bueno y misericordioso, cuando hacemos nuestra propia voluntad nos perdemos, se
diluye el sentido de nuestra vida y arrastramos a muchos a la perdición; que al
contemplar hoy a María y José obedientes a tu voluntad, sintamos también
nosotros el placer y la necesidad de adherir a Ti nuestro ser y nuestra
voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Estos comentarios están
tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a
saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
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