martes, 31 de enero de 2017

¿¡Dios ha muerto!? Nietzsche

Nietzsche:
                   “¡Dios ha muerto!”.
¿Qué quiere decir el pensador alemán con esta frase?

         Son muchos los que la han interpretado.

Me quedo, por su fiabilidad, con el mejor amigo de Nietzsche:  Franz Overbeck.

         ¿Por qué ésta me parece la explicación más plausible?

                   Porque convivió con él; fue un amigo fiel; conocía de primera mano el pensamiento del alemán; porque fue otro intelectual, capaz de comprender el discurso nietzscheano.



¿Qué dice Overbeck?

         “Nietzsche ha dicho: ¡Dios ha muerto! Esto no significa: ¡Dios no existe, es decir, no puede existir, no existe, no existirá y no ha existido jamás! (…) Partiendo de mi relación habitual con Nietzsche sólo puedo decir lo siguiente: nunca tuve la impresión de que contara con una respuesta sobre la existencia o inexistencia de Dios, pero ignoro si alguna vez pretendió decir algo al respecto.”
                   (Franz Overbeck, La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche, ed.  errata naturae editores, 2016, fl. 52-53).
        
                   El pensamiento de Nietzsche, como el de todos los pensadores, corresponde a una época determinada, a las cuestiones de su momento, aunque trate temas y dé respuesta a cuestiones universales; éstas nunca son definitivas.

                   La palabra de Nietzsche no tiene más valor que el que la realidad le dé, esto es, debe ser sometida a la crítica como la de cualquier otro pensador. No porque el pensador alemán lo afirme es cierto.

                   Nietzsche cae en el error de pensar, como casi todos los filósofos, que su palabra es la definitiva, no por ser la última, sino por ser la verdadera frente al resto, aunque pudiese afirmar el filósofo en su mismo discurso que la verdad no existe.


         Algunos, para creer en Dios, esperan que Nietzsche les dé permiso, pero Nietzsche ha muerto; esto no quiere decir que no existió, o que no pueda existir más allá del tiempo o en el tiempo; lo que sí es cierto es que para saber que Dios existe y creer en Él no necesitamos el permiso de nadie.

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