LUZ DEL DOMINGO
SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO "A"
CICLO "A"
Primera
lectura: Isaías 49, 3-5.6
Salmo responsorial: Salmo 39
Segunda lectura: 1 Corintios 1, 1-3
Salmo responsorial: Salmo 39
Segunda lectura: 1 Corintios 1, 1-3
EVANGELIO Juan 1, 29-34
“ Al día siguiente, vio a Jesús que llegaba hacia él, y dijo: -Mirad
el Cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo. Este es de
quien yo dije: "Detrás de mí llega un varón que estaba ya presente antes
que yo, porque existía primero que yo". Tampoco yo sabía quién era,
pero si yo he venido a bautizar con agua es para que se manifieste a Israel. Y
Juan dio este testimonio: -He contemplado al Espíritu bajar como paloma desde
el cielo y quedarse sobre él. Tampoco yo sabía quién era; fue el que me
mandó a bautizar con agua quien me dijo: "Aquel sobre quien veas que el
Espíritu baja y se queda, ése es el que va a bautizar con Espíritu
Santo". Pues yo en persona lo he visto y dejo testimonio de que éste
es el Hijo de Dios.”
COMENTARIOS
I
EL PECADO DEL MUNDO
EL PECADO DEL MUNDO
El mundo. Era realmente difícil de
entender que la tierra firme que pisaban nuestros pies fuera un enemigo de
nuestra alma. Y cuando nos explicaban que lo malo no era el mundo físico, sino
«lo mundano», y resultaba que lo mundano era todo aquello que resultaba
divertido, todo aquello que hacía la vida más agradable..., ¿sería verdad que
Dios nos había puesto en este mundo sólo para sufrir y que todo lo agradable
era pecado? ¿Sería verdad que aquel Dios al que nos habían enseñado a llamar
Padre se irritaba por casi todo lo que alegraba la existencia de sus hijos?
¿Sería verdad que para gustar el sabor de la felicidad no había más remedio que
pasar antes el mal trago de la muerte?
EL MUNDO
Cuando en el
evangelio de Juan se habla del mundo en sentido negativo no se está hablando ni
del mundo físico ni de la humanidad en general; se está hablando del mundo de
los hombres tal y como lo tenemos organizado: un mundo en el que unos pocos lo
tienen todo y la mayoría no tiene casi nada; un mundo en el que la diversión y
la comodidad de unos pocos se hace sobre el hambre de muchos; un mundo en el
que la libertad, la igualdad, la justicia son sólo palabras que encubren una
realidad de esclavitud, de injusticia, de opresión..., un mundo en el que es
más fácil odiar que amar, codiciar que compartir, herir que sanar, ordenar que
dialogar; un mundo en el que, para la mayoría, es más frecuente la tristeza que
la felicidad.
EL PECADO
DEL MUNDO
Y cuando se
habla del pecado del mundo no se está hablando de los pecados que se cometen
en el mundo, de los errores en que cae cada persona particular en su actuación
o en su relación con los demás. No. Se está hablando de ese modo de entender la
organización social, de ese modo de concebir las relaciones humanas que se ha
impuesto a los pueblos a lo largo de la historia y que considera el crimen y la
mentira como elementos útiles para el gobierno de las naciones, para organizar
la convivencia entre los hombres, para regular las relaciones entre los
pueblos.
ALGUNOS
EJEMPLOS
En concreto:
cada día que pasa los medios de comunicación ponen ante nosotros la situación
de millones de personas que sufren las consecuencias del pecado del mundo: que
los Estados Unidos de América del Norte se obstinen en aplastar al pueblo de
Nicaragua y no le permitan construir una sociedad más fraterna, que los países
más industrializados -España, por lo que parece, entre ellos- no cesen de
vender armas a naciones en guerra o a las más feroces dictaduras, que la mayor
parte de los científicos de los países más avanzados estén ocupados en
investigación militar en vez de estar dedicados a tratar de mejorar las
condiciones de vida de la humanidad, que en el siglo XX muera de hambre casi
un millón de personas por semana, que haya dirigentes del Tercer Mundo que
posean una fortuna personal superior a la deuda externa del país que gobiernan,
que siga existiendo la tortura, la violación de los derechos humanos, la pena
de muerte..., todo eso son manifestaciones del pecado del mundo.
NUESTRA
RESPONSABILIDAD
¿Que quiénes
son los culpables de ese pecado? Lo somos todos, pero y esto debe quedar
muy claro- no todos en la misma medida.
Somos todos
culpables en tanto que aceptamos y nos aprovechamos de la situación presente,
en la medida en que asumimos los valores de este mundo y organizamos nuestra
vida de acuerdo con ellos, en la medida en que nos cruzamos cómodamente de
brazos sin querer meternos en líos.
Pero son más
culpables aquellos que más beneficios obtienen gracias a la situación
presente; son más culpables aquellos que, siendo más conscientes que la mayoría
de que esta organización social es demoníaca, se quedan tan tranquilos sin
comprometerse en la transformación de este orden social; son más culpables
aquellos que echan a Dios la culpa de que las cosas estén como están y predican
la resignación ante la injusticia y, de este modo, liberan de culpa a los
verdaderos responsables y adormecen la conciencia de los que sufren las consecuencias
del pecado del mundo.
EL CORDERO
DE DIOS
Juan Bautista presenta a Jesús como
«el cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Al llamarlo así recuerda el
primer cordero pascual (Ex 12,1-14), que marcó el comienzo del primer éxodo, el
proceso de liberación de aquel grupo de esclavos que -ya libres- sería el
pueblo de Israel. Este nuevo Cordero representa el comienzo de un nuevo
proceso de liberación para eliminar el pecado del mundo. Las armas que
utilizará en su lucha serán radicalmente nuevas, pues sólo usará el Espíritu
de Dios, la fuerza de la vida y del amor de Dios, con el que estará dispuesto a
empapar a todo el que quiera unirse a su proyecto: .... va a bautizar con
Espíritu Santo». Y con la fuerza de ese Espíritu, él será el primero que
recorra el camino que conduce a la eliminación del pecado del mundo: la entrega
personal en favor de los demás como medio de lucha contra el crimen y la
mentira; la entrega sin límite, hasta la muerte, como fuente de vida y
manifestación de un amor sin medida, alternativa al odio y a la muerte a la que
conduce el pecado del mundo.
II
vv. 29-34.Testimonio de Juan
para toda época (sin oyentes determinados) acerca de Jesús. Centro (32): Jesús,
el portador del Espíritu (plenitud de vida y amor del Padre). Relación con el
prólogo: 1,30 repite 1,15. A la luz de 1,14 (clave de éxodo), el Cordero de
Dios alude al cordero pascual, cuya sangre liberó al pueblo israelita de la
muerte y cuya carne fue su alimento. Se anuncia, pues, la muerte de Jesús y la
nueva Pascua (fiesta) / éxodo (liberación).
Como paloma (32)
alude a Gn 1,2: "el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas".
Termina de realizarse el proyecto creador: la comunicación plena del Espíritu
a Jesús hace realidad al Hombre-Dios (1,1). Consagración mesiánica (10,36; cf.
Is 11,1ss; 42,1; 61,1ss), origen divino de la persona y misión de Jesús (3,13;
6,42.50.51.58; cf. 1,18). La esfera del Espíritu se encuentra donde está Jesús
(cf. 4,24). El Espíritu se identifica con la gloria, la plenitud de amor y
lealtad (1,14); la misión de Jesús-Mesías consiste en comunicar a los hombres
el Espíritu (33) o la gloria (17,22).
El pecado
del mundo es la opción por una ideología (tiniebla) que frustra el proyecto
creador, es decir, que suprime o reprime en los hombres la vida o la aspiración
a ella, impidiendo la búsqueda de la plenitud en uno mismo o en los demás. Al
dar la experiencia del Espíritu/vida, Jesús va a quitar el pecado del mundo,
va a liberar al hombre de la sumisión a las ideologías de esclavitud. Tampoco
yo sabía quién era (31.33), como Samuel no conocía a David (1 Sm 16,11);
alusión mesiánica.
El testimonio solemne de Juan (34) tendrá su paralelo
en el del discípulo al pie de la cruz (19,35).
III
Las
lecturas de este domingo tienen como eje transversal la invitación de Dios a
toda la humanidad a asumir como propio el proyecto del Reino, de retarle, en
libertad y sinceridad, a una manera nueva ser hombre y mujer, de ser creación y
sociedad. El texto que leemos en la primera lectura forma parte del segundo
Cántico del Siervo (Is 49,1 – 50,7) en el que se identifica al pueblo de Israel
como el servidor de Dios; este Israel mencionado aquí no representa la
totalidad del pueblo de Dios, sino que, tal vez, se refiera a aquella pequeña
comunidad creyente desterrada en Babilonia, a ese grupo reducido que mantiene
viva la esperanza y la fe. Ese grupo que, a pesar de estar lejos de su tierra,
mantiene su confianza en Yahvé es el que traerá la salvación a todo el pueblo
de Israel y al mundo entero, pues Dios ha puesto sus ojos en él y le ha
asignado la misión de expresar a toda la creación su deseo más profundo: salvar
a todos sin excepción. El profeta que escribe este cántico marca una gran
diferencia en cuanto a la comprensión de la salvación prometida por Yahvé;
siendo el tiempo del exilio, el profeta anuncia una salvación para todas las
naciones, no únicamente para el pueblo de Israel.
Pablo inicia
su carta confirmando la universalidad del Reino de Dios; expresando que el
mensaje de salvación es para todos los que en cualquier lugar -y tiempo-
invocan el nombre de Jesucristo. Este saludo es dirigido a los cristianos de
Corinto; sin embargo, por la manera solemne en que Pablo escribe (a la Iglesia
de Dios de Corinto), se puede afirmar que el apóstol se está refiriendo a la
única y universal Iglesia de Cristo, que se hace presente históricamente en los
creyentes de Corinto. Es decir, que aunque Pablo escriba de manera particular a
esta comunidad, su mensaje desborda los límites de espacio y tiempo,
adquiriendo en todo momento actualidad y relevancia, pues es una Palabra
dirigida a la humanidad entera. Hombres y mujeres hemos recibido la gracia de
ser hijos de Dios, por medio de Jesús; hemos sido consagrados por Dios para
realizar en nuestras vidas la “vocación santa”, que en nuestro lenguaje
correspondería a la “misión” de hacer presente, aquí y ahora, el reino de Dios:
hacer de este mundo un lugar más justo y solidario, menos violento y
destructor, más libre y fraterno. Quien asume como modo normal de vida este
horizonte liberador está invocando el nombre de Jesús.
El evangelio
de Juan manifiesta la universalidad de la salvación de Dios por medio de la
vida y misión de Jesús de Nazaret, visto éste como cordero de Dios, que se
sacrifica, se entrega obedientemente a la voluntad del Padre para salvar de la
muerte (del pecado) a toda la Humanidad... Jesús es el enviado del Padre, el
ungido por el Espíritu de Dios, el servidor de Yahvé del profeta Isaías (49,3)
que tiene como especial misión establecer en el mundo la justicia del reino; es
quien verdaderamente trae la salvación de Dios a la humanidad. Juan el Bautista
ya había comprendido su propia misión y la misión de Jesús; por tal razón el
profeta del desierto dice que detrás de él viene uno que es más importante que
él, pues el que viene es el Mesías, una Palabra nueva de Dios para el mundo. El
Bautista reconoce a Jesús como el Hijo de Dios, por eso da testimonio de él. Y
lo hace -y lo recoge así el evangelio de Juan-, con las imágenes de aquel
tiempo, unas imágenes que hace mucho tiempo se quedaron sin base y que hasta
han perdido su inteligibilidad. Hablar de Cordero de Dios, sacrificado, que
expía nuestros pecados, que quita el pecado del mundo con su sangre, que nos
«redime»... es hablar en unas categorías que sólo podemos conocer por estudio
histórico-bíblico, por cultura especializada religiosa, pero que no podemos
captar «por sentido común» por una evidencia que se respira en subconsciente
colectivo social, como han de ser captadas las buenas imágenes, las imágenes
que están vivas, no las que ya murieron aunque sigan siendo leídas o repetidas.
Una tarea pendiente de la comunidad creyente hoy es testimoniar ese encuentro
profundo con Jesús con unas metáforas nuevas, para que expresen y comuniquen
ese encuentro, que sólo de esa manera se concretizará en una vida fundada
entregada al amor, a la Justicia y a la comunión con Naturaleza.
Para la
revisión de vida
“Ser
pre-cursor de Jesús” hoy no puede entenderse sino como precursor del Reino, de
la Utopía de Jesús. Jesús no necesita que alguien vaya delante anunciándole a
él, porque él mismo nunca se anunció a sí mismo. Él vino para hacernos mirar
hacia el Reino, no hacia él (lo cual han olvidado muchos y muchas, que se
quedan mirándole a los ojos, o al dedo con el que él nos indica el lugar donde
debemos mirar: al Reino. Tal vez por eso Juan Bautista, aunque nosotros lo
llamemos “el precursor”, él era sobre todo un profeta de la justicia... Seamos
“precursores de Jesús”, o sea, de su Causa.
Para la
reunión de grupo
Puede ser
una ocasión buena para recordar esa categoría bíblica, “pecado del mundo”.
Cuando fue bajada de esfera abstracta bíblica a la arena concreta de la
realidad “del mundo”, fue traducida entonces como “pecado estructural”, tuvo
que afrontar mucha oposición. Hoy pertenece pacíficamente –al menos en teoría-
al acervo común teológico (véase la Sollicitudo Rei Socialis 36-37…).
Torres
Queiruga propone abandonar el concepto de «elección». Leer su propuesta (cf
supra) y comentarla. ¿Podemos pensar que los cristianos somos el pueblo elegido
(o los judíos, o los musulmanes, o los egipcios...). ¿Por qué? Dar razones
teológicas, bíblicas (si se encuentran), filosóficas (de razón o del sentido
común) o de otro tipo (antropológico-culturales, por ejemplo)...
Para la
oración de los fieles
Para que
todos los cristianos asumamos voluntariosamente la tarea de ser anticipadores
de la Causa de Jesús, sus precursores, como Juan Bautista, roguemos al Señor.
Para que lo
hagamos con su mismo talante: con exquisito respeto a los derechos de cada
persona, sin avasallar, sin imponer, con la actitud invitatoria de quien
predica con un ejemplo que atrae y seduce…
Para que “no
nos acomodemos a este mundo” quedando ciegos ante el “pecado del mundo”…
Para que
estemos dispuestos a cargar con ese “pecado del mundo” encargándonos de empujar
a la sociedad hacia su superación…
Para que no
confundamos nuestro deseo de ser testigos de Jesús con las actitudes de
arrogancia, de dominio, de quien se cree poseedor único de la verdad…
Para que pidamos
perdón generosamente por los pecados que hemos cometido “los hijos de la
Iglesia” y la Iglesia como tal, que somos todos…
Oración
comunitaria
Dios Padre y
Madre universal, que eres la “luz que ilumina a todo hombre y a toda mujer que
viene a este mundo”; te pedimos hagas de nosotros “facilitadores” dispuestos a
trasparentar esa luz y a remover la oscuridad que se aloja en “el pecado del
mundo”; que con Jesús, también nosotros, como “precursores” suyos hoy, estemos
dispuestos a cargar con el pecado del mundo y a posibilitar su superación,
según tu Proyecto. Nosotros te lo pedimos con los ojos puestos en el ejemplo de
Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
Misterio
Infinito, que todo lo habitas y lo llenas de vida. Hoy te reconocemos presente
en el corazón de todos nuestros hermanos y hermanas que buscan el Amor y la
Vida, a veces sin saberlo, pero siempre movidos por Ti. Ilumina con tu luz los
ojos del corazón para que sepamos contemplarte presente en todo lo bueno, noble
y verdadero que nuestros hermanos realizan, llevados por tu mismo Espíritu. Tú
que, más allá de todas las palabras e imágenes, vives y haces vivir, para
siempre. Amén.
Estos
comentarios están tomados de diversos libros, editados por
Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
muy bueno
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