sábado, 25 de febrero de 2017

lecturas bíblicas domingo 8º tiempo ordinario 26 febrero 2017

LUZ DEL DOMINGO 

OCTAVO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
CICLO"A" 
Primera lectura: Isaías 49,14-15
Salmo responsorial: Salmo 61
Segunda lectura: 1 Corintios 4,1-5

EVANGELIO: Mateo 6,24-34
 24Nadie puede estar al servicio de dos señores, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.
25Por eso os digo: No andéis preocupados por la vida pensando qué vais a comer o a beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Fijaos en los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan; y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellos? 27y ¿quién de vosotros, a fuerza de preocuparse, podrá añadir una hora sola al tiempo de su vida?
28Y ¿por qué andáis preocupados por el vestido? Daos cuenta de cómo crecen los lirios del campo, y no trabajan ni hilan.29y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, es­taba vestido como cualquiera de ellos. 30Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, la viste Dios así, ¿no hará mucho más por voso­tros, gente de poca fe?
31Conque no andéis preocupados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. 32Son los paganos quienes ponen su afán en esas cosas. Ya sabe vuestro padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. 33Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.
34Total, que no andéis preocupados por el mañana, porque el mañana se preocupará de si mismo. A cada día le basta su dificultad. 
COMENTARIOS
I
 NO PODÉIS SERVIR... AL PUEBLO Y AL DINERO

Los hechos son evidentes. Y tozudos: en el sistema capi­talista (el sistema de mercado que dicen, para que suene mejor), cuando los bancos obtienen cada año unos beneficios superiores al 30 por 100 en relación con el año anterior, cuan­do las empresas duplican sus beneficios, cuando la Bolsa gana en un año un ciento por ciento..., alguien tiene que correr con los gastos: eso se hace a costa de aumentar el paro, rebajar el poder adquisitivo de los salarios y de las pensiones, de recor­tar los servicios sociales... Cuando gana el dinero, el pueblo pierde.
DICHOSOS LOS POBRES
Mateo, sabiendo la dificultad que entrañaba entender las bienaventuranzas, las va explicando en los capítulos siguientes de su evangelio. Y el párrafo que leemos hoy es la explicación de la primera de ellas: dichosos los pobres.
En primer lugar explica qué significa ser pobre, elegir ser pobre. Ya dijimos que no se trata de escoger la miseria como medio de agradar a Dios, que la pobreza no es una virtud. Se trata fundamentalmente de renunciar a la riqueza y a la posibilidad de enriquecimiento individual. Se trata de sustituir la ambición egoísta que este mundo mete en nosotros por la prác­tica del compartir, como expresión del amor de hermanos, pro­pio de los seguidores de Jesús. Se trata de poner nuestra con­fianza en el proyecto de Dios y no en los falsos valores de este mundo. Se trata de elegir de parte de quién estamos.
EL RIVAL DEL DIOS LIBERTADOR
Sí. Se trata de elegir quién es nuestro Dios, en quién des­cansa nuestra seguridad, en quién depositamos nuestra con­fianza.
La frase que Mateo pone en boca de Jesús: «No podéis servir a Dios y al dinero», tiene un significado claro: ponerse al servicio del dinero equivale a dar culto a un dios falso, es una idolatría. Y, por tanto, es incompatible con el auténtico culto al verdadero Dios: «Nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se ape­gará a uno y despreciará al otro».
Y es que, ahora y en tiempos de Jesús, muchos se compor­tan — ¿nos comportamos?— ante el dinero como ante un dios. Entonces y ahora, por el dinero se hace cualquier cosa:
— Se le dedica la propia vida (¿no es cierto que muchas personas no hacen otra cosa en su vida que correr tras el dine­ro, renunciando a cualquier otra satisfacción humana?).
— Se le ofrecen sacrificios humanos (¿no se mata por di­nero?).
— Se le levantan grandes templos (como los bancos, por ejemplo).
— Por él se esclaviza a los hombres, se rompe con padres y hermanos (¿cuántas familias no se han roto por conflictos de dinero?).
El Dios de Jesús no quiere que le dediquemos a él nues­tra propia vida, ni acepta sacrificios humanos, ni necesita gran­des templos, ni consiente la esclavitud, ni se siente feliz con la ruptura de la fraternidad. Al contrario: quiere que dedique­mos nuestra vida a los hermanos, sólo acepta un sacrificio cuando es exigencia del amor, habita dentro de los que se quie­ren, es el Dios Liberador y quiere ser Padre de todos los que se propongan vivir como hermanos. Por eso es incompatible, absolutamente incompatible, con el dios-dinero.
LA DIVINA PROVIDENCIA
Pero el dinero, todos lo sabemos, es necesario incluso para hacer el bien. ¿Tendremos que convertirnos los cristianos en mendigos y conformarnos con lo estrictamente necesario para sobrevivir? ¿Tendremos que renunciar a la realización de cual­quier proyecto que exija una importante cantidad de dinero? Dios es nuestro Padre; nuestra vida está en sus manos y sabe­mos que él nos quiere. Debemos, pues, confiar de verdad en Dios, en nuestro Padre-Dios. Él cuida de nosotros, él se pre­ocupa de nosotros y procurará que no nos falte lo necesario para nuestra supervivencia. Ni la comida ni el vestido nos ha­brán de faltar. Él nos lo garantiza.
QUE REINE SU JUSTICIA
Es posible que las anteriores reflexiones hayan excitado la sensibilidad de muchos contra lo que ha sido durante mucho tiempo una invitación a la pasividad: una particular interpre­tación de la Divina Providencia que consistía en esperar que la solución de todos nuestros problemas y necesidades bajara del cielo, casi por arte de birlibirloque, sin necesidad de es­fuerzo ninguno por nuestra parte. Pero ésa no es la providen­cia de Dios nuestro Padre. Nuestros problemas y nuestras necesidades se resolverán, con la ayuda de Dios, si nos pone­mos, manos a la obra, a buscar que reine su justicia; esto es: si dedicamos todos nuestros esfuerzos a conseguir que se haga realidad el proyecto que Dios tiene para la humanidad (resumi­do por Jesús en las bienaventuranzas y en el resto del sermón del monte), si todas nuestras energías las orientamos a conse­guir que este mundo se convierta en un mundo de hermanos, entonces todo lo demás (el vestido, el alimento, todo lo que hace que la vida del hombre sea una vida digna) vendrá por añadidura: «Con que no andéis preocupados pensando en qué vais a comer, o qué vais a beber o con qué os vais a vestir... Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura».
Por eso, nosotros los cristianos debemos luchar por una sociedad en la que lo principal no sea el dinero, sino la per­sona humana. Y es que el dinero es el rival de Dios por una razón muy sencilla: porque el dinero acumulado y mal repar­tido —el capital— es el enemigo del pueblo, es el enemigo del hombre. Y esto la historia, también la historia reciente, lo de­muestra claramente.


II
 v. 24. Jesús penetra hasta el fondo de las antítesis expuestas an­tes (acumular/no acumular riqueza; generosidad/tacañería). Está en juego la fidelidad a Dios o la idolatría. Aunque el hombre pre­tenda concordar su fidelidad a Dios con el apego al dinero, esto no es más que apariencia. Su verdadero dueño es el dinero (mam­mona = la riqueza, el lucro). La opción por Dios y contra el dinero está expresada en la primera bienaventuranza.
vv. 25-34. Las tres perícopas anteriores explicaban el sentido de la pobreza evangélica (19-21.24) o la condición para poder practi­carla (22s). En ésta se explica la segunda parte de la primera bienaventuranza, cómo se manifiesta el reinado de Dios sobre los que hacen esa opción. La opción por la pobreza no conduce a la miseria; produce, en cambio, la felicidad («dichosos») porque el reinado de Dios se ejerce sobre ellos. La figura de Dios-rey se explicita en la de Dios-Padre.
Comienza la perícopa enunciando el principio general: el dis­cípulo que ha renunciado a todo no está obsesionado por lo ma­terial. De los dones que ha recibido de Dios, la vida, a cuyo servicio está el alimento, vale más que éste, y el cuerpo más que el ves­tido que lo protege. El Padre, que ha dado lo más, dará también lo menos. A los que han renunciado a la riqueza para ser fieles al único Dios, Jesús los exhorta a tener confianza en la eficacia del amor del Padre.
Pone ante los ojos de los discípulos dos testimonios de la generosidad del Padre con sus criaturas y construye un argumento a fortiori: Si el Padre se ocupa tan eficazmente de seres que valen mucho menos que el hombre, cuánto más se ocupará de los que han renunciado a toda otra seguridad.
«Una hora sola al tiempo de su vida» (27), lit. «un codo solo a su edad». El hebreo expresaba frecuentemente la duración tem­poral en términos de longitud (cf. Sal 36,9). La interpretación de hélikia como «estatura» es incongruente, pues añadir un codo a la propia estatura sería algo extraordinario, mientras el contexto y Lc 12,26 interpretan la añadidura como algo insignificante.
Después de las dos comparaciones vuelve Jesús al tema inicial. Hacer de lo material la máxima preocupación de la vida es propio de los paganos que no conocen al verdadero Dios (31-33). Si el Padre sabe lo que necesitan los suyos, su amor se lo procurará.
La primera preocupación de los discípulos debe ser que sea rea­lidad la justicia del reino. «Que reine su justicia», lit. «el reinado y su justicia (la del Padre)». En la traducción se pueden conectar los términos «reinado» y «justicia» considerándolos como hendía­dis. Dikaiosyne puede significar aquí la relación entre los hombres según la voluntad de Dios expresada por Jesús, las justas relaciones humanas, o bien la relación de los discípulos con el Padre según el programa expuesto por Jesús (las bienaventuranzas), es decir, la fidelidad a Dios. En uno y otro caso el reinado se hace realidad, porque una y otra son inseparables: la fidelidad a Dios se muestra en la fidelidad al hombre, en la labor de la comunidad en el mundo. Jesús, que ha quitado a los discípulos la preocupa­ción por el objetivo inmediato, la subsistencia (6,25-32), les recuerda el objetivo primario de la existencia del grupo, el trabajo por la paz (5,9), la extensión del reinado de Dios (primera parte del Pa­drenuestro), que se verifica en la nueva relación humana. Cuando la comunidad trabaja así (5,9), no tiene que preocuparse por su vida material; de ésta se ocupa el Padre.
Termina la perícopa con un dicho-resumen con el que Jesús expresa la liberación del agobio. Hay que vivir en el presente, sin agobios por el mañana (cf. v. 27). El mañana se preocupará de sí mismo, no faltará en él la solicitud del Padre. Basta al discípulo enfrentarse con la dificultad día por día, y experimentar en ella la eficacia de su amor.



III
 Uno de los elementos que caracterizan al Dios cristiano es su infinita generosidad para con sus hijos, que se expresa plenamente en la vida y misión de Jesús de Nazaret, quien con sus actitudes y comportamiento hacen presente el Reino de Dios, es decir, el amor y la solidaridad incondicional de Dios que sale al encuentro del ser humano, con el fin de darle vida en abundancia. Éste es el tema central de hoy.
El texto que leemos del profeta Isaías se enmarca en la época de la deportación en Babilonia, en donde la mayoría del pueblo de Israel pierde su confianza y esperanza en Yahvé a causa de la fuerte y violenta influencia religiosa, política y social de Babilonia y por la poca capacidad de espera y resistencia del mismo pueblo desterrado; Israel se siente abandonado y olvidado por Dios, siente que las promesas de liberación nunca se cumplirán, y se resigna y doblega por entero al dominio babilónico. La tarea del profeta es entonces animar la esperanza del pueblo resignado, por medio de la Palabra, haciéndole ver que Dios no le ha abandonado, que está ahí junto a él sufriendo y luchando por la liberación, que no lo ha olvidado y que lo ama entrañablemente como una madre ama a sus hijos. Con este texto, Isaías manifiesta la ternura de Dios, su preocupación de madre por el bienestar de sus hijos, distinta a la experiencia de sufrimiento en Babilonia. Dios actúa desde la ternura, desde la misericordia con quien sufre. Ésta es la manera como Yahvé anima y salva a su pueblo.
Pablo, en esta sección de su primera carta a los corintios, responde a las críticas de quienes, después de tomar partido por un anunciador del evangelio en particular y por una manera concreta de proclamarlo, juzgan el modo de actuar del mismo Pablo, juicio que es apresurado, poco fundamentado e inmaduro. Pablo les recuerda que lo importante para él es que lo consideren servidor y administrador fiel de los misterios de Dios, pues los creyentes sólo pueden ser eso y nada más. Por lo tanto, el juicio sobre la forma de servir y administrar de las personas le corresponde únicamente a Dios. Lo importante es el servicio fiel al misterio y la correcta administración de los carismas dados por Dios a los apóstoles. Lo que verdaderamente juzga Dios es la capacidad de servicio y entrega de los anunciadores del Evangelio; lo que a Dios le importa es qué misericordiosos y justos somos con nuestros hermanos, pues en esto se distingue a un legítimo apóstol de Cristo.
La exhortación que Mateo pone en boca de Jesús se dirige particularmente a la gente pobre que sigue al Maestro, a la gente que siempre está en riesgo, que está preocupada por el presente y el futuro, preocupada por su subsistencia y por su vida. Jesús los invita a ponerse en las manos de Dios, quien es tierno y compasivo para con todos, que mira por las necesidades de todas sus creaturas. Con la mente y el corazón puestos en la generosidad de Dios, lo realmente importante o prioritario entonces es buscar el Reino de Dios y su justicia. Ésa debe ser la preocupación fundamental del seguidor de Jesús. Es un llamado a ser como el mismo Dios es, justo, tierno, compasivo, solidario, amante de los pobres y débiles; por eso, es tarea de todos expresar al mundo, por medio del testimonio y la fraternidad, la ternura de nuestro Dios Padre-Madre de la Vida.
 La primera lectura pone ante nosotros uno de los poquísimos textos en que la Biblia compara a Dios con una madre. Es muy importante pues destacar ante los oyentes esa peculiaridad. Porque aunque a nivel teológico la afirmación de que Dios es tanto Padre como Madre no tiene ninguna dificultad y es ya algo pacíficamente poseído en el cristianismo actual, no deja de haber sectores que se resisten, y manifiestan su rechazo a la utilización de atribuciones femeninas a Dios. Hay que insistir que el tema no queda sobreseído con la simple admisión de que Dios no tiene sexo; el problema es más profundo; porque aunque teóricamente nadie afirme que Dios «sea» masculino, lo cierto es que durante mucho tiempo la imagen que de él nos hemos hecho ha sido claramente masculina, y en la sociedad y en la Iglesia se ha considerado que sólo el varón podría representar funciones de mediación sagrada, haciendo de la mujer una realización humana de segundo orden. Esto no es una «teoría feminista», sino una realidad penosa y lacerante que debemos reconocer y remediar. No deben los varones sentirse incómodos ante la reivindicación de las mujeres. Aunque la situación que se genera sea, a veces, un tanto incómoda, mucho más lo ha sido la situación de marginación a la que tantísimas mujeres se han visto sometidas históricamente. Las incomodidades que experimentemos son un pequeño tributo que debemos pagar para seguir avanzando hacia una sociedad y hacia una Iglesia igualitarias. No hace falta ser mujer para asumir como propia la Causa de la Mujer, tanto en la Sociedad como en la Iglesia. Todos debemos hacer nuestra esta Causa, conscientes de que nuestra pequeña aportación no deja ser significativa.
 El evangelio de Mateo que hoy leemos nos estaría presentando ese carácter materno de Dios a través de lo que tradicionalmente hemos llamado «la divina Providencia», una dimensión del amor de Dios a la que la tradición espiritual popular le ha dado mucha relevancia en la vida diaria. Ha sido una forma de ejercicio de la fe que nos hacía descubrir la mano materna de Dios cuidando nuestros pasos, para evitarnos problemas, para atender siempre nuestras necesidades.


Antiguamente fue fácil la fe en la Providencia de Dios, la confianza en que él intervenía en las condiciones externas para cuidarnos maternalmente. Hoy día, después que la modernidad ha dejado claro que Dios no interviene ni puede intervenir en las leyes de la naturaleza para hacer que nos vaya bien, la fe en la Providencia debe reformularse radicalmente. No sólo no tenemos por qué creer en la intervención de Dios sobre las causas segundas, sino que podemos creer en forma adulta, como personas que se consideran enteramente responsables de su destino, sin consolarnos creyendo que Dios mismo está trabajando para facilitarnos la seguridad o la vida. No. Sabemos que en este mundo moderno estamos solos, sin un dios-tapaagujeros que nos proteja, sino bajo nuestra única responsabilidad, y en manos de un sin fin de imponderables que debemos asumir adultamente, con coraje y valentía. Es ese sentido de responsabilidad y nuestro coraje el que nos permite superar la angustia existencial que siempre rodea y acecha nuestra vida, como vida de seres limitados, contingentes y sometidos a toda clase de amenazas.


Para la revisión de vida
¿Cómo vivo la Providencia de Dios? ¿Creo que Dios está interviniendo en las causas materiales para protegerme de eventuales daños? ¿O creo que soy yo el que tiene que ir por la vida siempre con un plus de prudencia? ¿Qué significa «el ángel de la guarda»?
 ¿Soy consciente de la discriminación de la mujer en la sociedad? ¿Lucho por su superación? ¿Soy consciente de su marginación en la Iglesia? ¿Me excuso diciendo que no puedo hacer nada? ¿Qué puedo hacer?

Para la reunión de grupo
¿Cuál fue la idea de Providencia que me inculcaron en la catequesis o en mi educación? Describirla. ¿Qué papel jugaba ahí el «ángel de la guarda»?
¿Es posible creer hoy en la Providencia de Dios bajo aquellos esquemas?
¿Es posible creer hoy que Dios nos cuida...? ¿En qué sentido?
¿Qué situaciones de marginación de la mujer vivimos todavía en la Iglesia? ¿Qué gestos puede hacer nuestra comunidad cristiana para colaborar a revertir esta situación, por más que parezca una contribución pequeñita?
Para la oración de los fieles
Para que los cristianos afiancemos nuestra conciencia de que Dios también tiene un «rostro materno» amoroso...
Para que nuestra Iglesia tenga el coraje de dar pasos adelante y purificar sus estructuras frente a cualquier signo de marginación de la mujer...
Para que renunciemos a «servir a dos señores, a Dios y al dinero», y optemos radicalmente por el Dios del Amor y la Solidaridad...
Para que la palabra de la Iglesia vaya avalada por su compromiso...
Para que nuestra responsabilidad y nuestro coraje nos permitan superar la angustia frente al futuro, confiando en la solidaridad fraterna como una forma real de Providencia de Dios...

Oración comunitaria
Dios Padre y Madre universal, cuyo amor supera el amor tierno y fiel de la madre más amorosa. Ayúdanos a experimentar tu presencia cariñosa y misteriosa en nuestra vida, para que experimentemos tu ternura, y seamos capaces de transferirla también a los demás. Nosotros te lo pedimos apoyados en la experiencia y el ejemplo de Jesús, que encarnó en sí mismo tu amor paterno-materno. Amén.
Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico


sábado, 18 de febrero de 2017

comentario lecturas domingo séptimo 7º tiempo ordinario ciclo A domingo 19 febrero

LUZ DEL DOMINGO 
SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO: A


Primera lectura: Levítico 19,1-2. 17-18
Interleccional: Salmo 102
Segunda lectura: 1 Corintios 3,16-23
EVANGELIO
Mateo 5, 38-48
 38Os han enseñado que se mandó: «Ojo por ojo diente por diente» (Ex 21,4). 39Pues os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra 40al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa, 41a quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos, 42al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.
430s han enseñado que se mandó: «Amarás a tu pró­jimo...» (Lv 19,18) y odiarás a tu enemigo. 44Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,  45para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos.
46Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen eso mismo también los recauda­dores? 47Y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué ha­céis de extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos? 48Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo.
COMENTARIOS
 I
 v.v. 38-42: Os han enseñado que se mandó: «Ojo por ojo diente por diente» (Ex 21,4). 39Pues os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra 40al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa, 41a quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos, 42al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.
La ley del talión tiene por fundamento el rencor y el deseo de venganza, excluidos también por la limpieza de corazón (5,7). En lugar de continuar la violencia, el hombre debe interrum­pir su curso por todos los medios, trabajando por la paz (5,9).
Cediendo del propio derecho para interrumpir el curso de la violencia se ponen los fundamentos para una nueva relación humana.
Hay que prestar ayuda siempre, como corresponde al que vive en el rei­no (5,7).
v. 43: 0s han enseñado que se mandó: «Amarás a tu pró­jimo...» (Lv 19,18) y odiarás a tu enemigo.
Ultimo y supremo ejemplo de la limpieza de corazón: el amor a los enemigos. En la frase citada por Jesús al principio, el primer miembro: «amarás a tu prójimo» es cita de Lv 19,18; el segundo: «odiarás a tu enemigo» pertenece a los principios ese­nios (cf. Sal 139,19-22).
vv. 44-47: Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,  45para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. 46Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen eso mismo también los recauda­dores? 47Y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué ha­céis de extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos?
Para los discípulos no hay lugar a distin­ciones. Ellos, que sufren la persecución (5,10-12), no pueden de­jarse llevar del odio.
Jesús propone unas nuevas relaciones humanas, que excluyen en absoluto la violencia. En lugar del odio, el deseo del bien (amor, oración).
«Ser hijo de Dios» significa parecerse a él en el modo de obrar (cf. 5,9). Los discípulos tienen por distintivo el amor universal, no pueden conformarse al uso de la sociedad (recaudadores, paganos), que discrimina entre amigos y enemigos.
v. 48: Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo.
Con esta frase Jesús descalifica la «perfección» propuesta por los letrados, que consistía en la observancia de la Ley. Lo que hace al hombre perfecto (bueno del todo) y semejante al Padre es el amor que no conoce excepciones.


II
 Todos estamos llamados por Dios a ser santos, a ser perfectos, como el mismo Padre lo es; y el camino para llegar a la plena santidad es el amor: amor a Dios y a los hermanos, amor a los que sufren, amor a sí mismo, a la familia, amor a la naturaleza, al cosmos-caos entero.
Las tres lecturas de hoy podrían considerarse que están centradas en el tema de la «santidad por el amor».
La primera lectura, un fragmento del «código de santidad» del libro del Levítico, presenta una imagen de santidad mediada por la responsabilidad con el prójimo; es decir, que el camino para llegar a Dios y lograr la santidad comienza con el respeto hacia la vida y la dignidad del otro. Este criterio es el centro de la Ley y los Profetas, el eje que determina nuestra verdadera relación con Dios, el elemento fundamental de la fe, ya que a través de la apertura a los demás es como ciertamente somos partícipes de la promesa de salvación dada por Dios a su pueblo.
Pablo, en la primera carta a los Corintios, considera al ser humano como templo de Dios y morada del Espíritu. Con ello está diciendo que cada persona es presencia concreta de Dios en la historia humana. Este templo del cual habla Pablo es la comunidad cristiana de Corinto, en donde la Palabra anunciada ha sido escuchada y ha surtido efecto. La intención, entonces, de Pablo es advertir a sus oyentes de los peligros que acechan ese templo y que amenazan con destruirlo; esos peligros se encarnan en aquellos que pretenden anular el mensaje de Cristo crucificado a través de discursos provenientes de la sabiduría humana, que rechazan la vinculación e identificación de Dios con la debilidad humana y la solidaridad de Dios con los marginados de la sociedad. El mensaje de Pablo es supremamente importante, pues comprende que el verdadero templo en donde habita Dios son las personas, es en la vida de la humanidad, en los hombres y mujeres de todo el mundo, sin distinción de raza, cultura o religión; de esta manera Pablo supera la reducción de la presencia viva de Dios a una construcción, a unas paredes o a un “lugar” específico de culto. Son las personas el lugar verdadero donde debemos dar culto a Dios; son las personas el lugar privilegiado en donde toda nuestra fe se debe expresar, especialmente con aquellos hombres y mujeres, que, siendo santuarios vivos de Dios, han sido profanados por la pobreza, la violencia y la injusticia social.
El elemento fundamental del proyecto cristiano es presentado en esta sección del evangelio de Mateo: el amor. Este amor propuesto por Jesús supera el mandamiento antiguo (Lv 19,18) que permite implícitamente el odio al enemigo. Lo supera porque es un amor que no se limita a un grupo reservado de personas, a los de mi grupo, o los de mi etnia, o a mis compatriotas, o a los que me aman, sino que alcanza a los enemigos, a los que parecerían no merecer mi amor, o incluso parecerían merecer mi desamor. Es un amor para todos, un amor universal, expresión propia del amor de Dios que es infinito, que no distingue entre buenos y malos. Ser perfecto, como Dios Padre lo es, significa vivir una experiencia de amor sin límites, es poder construir una sociedad distinta, no fundada en la ley antigua del Talión («ojo por ojo, diente por diente», que ya era una manera primitiva de limitar el mal de la venganza), sino en la justicia, la misericordia, la solidaridad, enmarcados todos estos valores en el Amor.
 Como seres simbióticos que somos, que no podemos vivir nuestra vida aisladamente, sino que incluso para llegar a ser necesitamos de la convivencia, la compañía, el diálogo... la dimensión moral nos es de inevitable abordaje. No podemos convivir sin alimentar y suavizar continuamente los límites de nuestras relaciones. No hay sociedad humana sin moral, sin derecho, sin ley, sin normas de convivencia. Por su parte, la dimensión religiosa no podría no incluir esa dimensión esencial.
En el Primer Testamento vemos que la mayor parte de los mandamientos son negativos, marcando lo que no se puede hacer, los límites que no se deben traspasar. Es un primer estadio de la moral.
El Evangelio da un salto hacia adelante. Parecería no estar preocupado tanto por los límites cuanto por el «pozo sin fondo» que hay que llenar, la perfección del amor que hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino acometiendo el bien. Con el Evangelio en la mano, no estaríamos consiguiendo el bien moral supremo, la santidad, simplemente omitiendo el mal, porque podríamos estar pecando «por omisión del bien». Y, como dice santo Tomás, el mandamiento del amor siempre resulta de algún modo inasequible, pues nunca podemos dar cuenta plena de él, siempre se puede amar con más entrega, con más generosidad y más radicalidad. Es típica del Evangelio la propuesta del amor a los enemigos, el amor humanamente más inasequible y racionalmente más difícilmente justificable.
No obstante, la propuesta de esta liturgia de la palabra de una santidad a la que se accedería por el amor, casi como en un acceso privilegiado o casi único, habríamos de adicionarle alguna matización. A la santidad cristiana no se accede sólo por el amor práctico, por la práctica moral o ética. Es cierto que en la historia de las religiones el cristianismo se ha hecho famoso como la religión que más ha organizado la práctica del amor, y por el hecho de que su presencia va acompañada siempre con las «obras de caridad» (hospitales, escuelas, centros de promoción humana, leprosarios, atención a los pobres, a los excluidos...) que le son características. ¿Pero bastará el amor?
¿Y la dimensión espiritual? ¿La espiritualidad, la contemplación, la mística... dónde quedan?
Obviamente, no estamos ante una alternativa amor-caridad/espiritualidad-mística, y los grandes santos de la caridad han sido también grandes místicos. No se trata de una alternativa (o una cosa o la otra), sino de una conjunción necesaria: las dos cosas. Porque las dos se interpenetran perfectamente. De hecho, el santo también es un «contemplativus in caritate», vive la contemplación en el ejercicio de la caridad. La Espiritualidad de la liberación acuñó la famosa fórmula: «contemplativus in liberatione»... como un perfecto ensamblaje entre acción y contemplación, práctica moral y mística.
En realidad, cuando se vive la mística, la moral brota espontáneamente. Sin duda, el cristiano está desafiado a cambiar su modo de acceder a lo moral, que no ha de ser ya tanto un acceso directo, «moralizante», insistiendo en los preceptos y sus amenazas o castigos, cuanto en un acceso indirecto, por la vía de la mística, de la experiencia mística, que no deja de ser la experiencia misma del amor.
El Concilio Vaticano II, cuyo 50 aniversario se aproxima, abrió un panorama hasta entonces inusitado, el de la «universal llamada a la santidad», una santidad que anteriormente muchos cristianos consideraban reservada a los considerados entonces «profesionales» de la santidad (los monjes, los religiosos, el clero...pero no el común de los fieles. 
Para la revisión de vida
¿Cuáles fueron los motivos de moralidad que me transmitieron cuando me educaron? ¿Temor al castigo eterno? ¿Deseo del cielo? ¿Obediencia ciega a mandatos dictados por Dios soberano?
  Dice la Iª Carta de Juan: en la plenitud del amor ya no cabe el temor... ¿Cuáles deben ser los nuevos motivos fundamentales de mi buen obrar moral? 
Para la reunión de grupo
¿Qué ideas comunes tiene el pueblo cristiano sobre la santidad? ¿Y qué imagen de santidad predomina? ¿Es una imagen actualizada o dependiente de la imaginería medieval?
¿Qué pasa con la espiritualidad en el cristianismo? ¿Existe preocupación en la catequesis cristiana por «iniciar» a la espiritualidad y a la mística a los catequizandos, o se considera que ése es un campo que no compete a la catequesis? ¿Por qué se ha puesto mucho más acento en formar para la moral que para la mística?
¿Y en las parroquias y comunidades cristianas, qué «mistagogía», qué iniciación a la mística se trata de dar?

Para la oración de los fieles
Por nuestra sociedad mundial, en trance de pasar de una moral externa justificada por el temor al castigo, hacia una moral sin amenazas ni miedos, para que realice suavemente esta transformación...
Para que también los cristianos nos dejemos influenciar por todo lo bueno que encontramos en la vida de tantos hombres y mujeres, de tantos pueblos y religiones, como algo con lo que Dios nos interpela y nos ayuda a crecer en santidad y en comunión…
Para que la sociedad humana vaya convergiendo en sus convicciones sobre la dignidad humana, sobre ética básica imprescindible, y en toda sociedad se afiancen sus valores básicos...
Para que nos hagamos conscientes de que todos estamos llamados a la madurez, a la plenitud, a la santidad...
Para que todos los humanos nos sintamos libres, gratuita y gozosamente atados al Bien, a la Verdad, al Amor y la Justicia, como pilares esenciales de nuestra propia naturaleza...
Para que nuestras comunidades cristianas no pierdan de vista que tan importante es iniciar a la moral como a la mística, y articulen iniciativas y prácticas pedagógicas para ayudarnos conocer y vivir la experiencia mística...

Oración comunitaria
Dios nuestro, a quien reconocemos presente en Jesús, impulsando hacia adelante el sentimiento moral de la Humanidad, con su propuesta del amor mayor, el amor que da la vida por los amigos, el amor que ama incluso a los enemigos. Ayúdanos a vivir a fondo este amor, y a que esa vivencia sea una experiencia mística, que nos afiance en el mismo Amor. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, nuestro hermano mayor. Amén.

Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico



viernes, 10 de febrero de 2017

Gójar Granada conferencia Teoría de la Relatividad y Resurrección


 Conferencia: Teoría de la Relatividad y Resurrección.
Conferenciante: Esteban Feriche; doctor en Física por la Universidad de Madrid; Fundador del Banco de Alimentos de Granada.
Fecha: Viernes 10 de febrero.
Lugar: Salón parroquial. Gójar.
Hora: 20:00.


miércoles, 8 de febrero de 2017

padrón Bulas Alhama 1595

Foto: Lola Miranda Durán, Roma.


 PADRÓN DE BULAS FIADAS DE ESTE AÑO DE 1595

Publicamos parte del Padrón de Bulas de Alhama de Granada; año 1595. Será publicado en su totalidad en la Revista Çibdad.

En el recuerdo a Lola Miranda, profesora de filosofía durante los 90, en Alhama de Granada.

       "En la ciudad de Alhama, domingo veinte y seis días del mes de febrero de mil quinientos y noventa y cinco años se presentó y predicó la Bula de la Santa Cruzada, que vino a esta ciudad. De que vino por predicador comisario el reverendo padre fray Fernando de Montesinos y por alguacil receptor Juan Rodríguez, vecinos de la ciudad de Granada y habiéndose visto por los jueces eclesiásticos y ordinario de esta ciudad los recaudos presentados por el dicho Juan Rodríguez, de Granada, y mandándose recibir la dicha Bula, con la solemnidad acostumbradas, el licenciado Alonso Maldonado, Alcalde Mayor de esta ciudad, nombró por personas que asistiesen al dar de la dicha Santa Bula a: Miguel de Espejo y Sebastián Gallego, vecinos de esta ciudad. Y habiendo el dicho comisario predicado la dicha Santa Bula, en la misa mayor que en la Iglesia Mayor de esta ciudad, en la misa Mayor que dijo el licenciado Juan Rom de Agreda, Beneficiado de la Iglesia Mayor de esta ciudad, y declarado algunos de los capítulos de la Instrucción General y que la dicha Santa Bula se daba fiada al día de Santiago, primero venidero y de contado. A quien la quisiere. Las Bulas que se dieron fiadas con asistencia de las personas de suso nombradas son las siguientes:


1.-Alonso Arias Saavedra da por sí, Alonso Arnedo ________ María____/ Pedro Fernández, doña Isabel de ________ siete.
2.-Alonso Gómez ______ para sí y otra para Juan su mozo y otra de difunto Isabel Gómez
3.------Salmerón una para sí y otra para María de  Leyva, Bartolomé Sánchez, María, Isabel, Pedro Gutiérrez Llorente Sánchez son site bulas.
4.-Luis de Torres----------para sí Isabel de Hojeda su mujer y María de Hojeda y María su cuñada y para León Narváez, Luis de torres difunto.
5.-Don Juan de Barrionuevo para sí, doña Lucía de Cáceres, Francisca Isabel de Padilla, María Ruiz otra María, Diego, Juan Ruiz, Leonor Lozana, doña  Inés de Vargas, Alonso de Cáceres difuntos son todas diez.
6.-Juan de Peralta, Regidor, para sí; doña Beatriz de Tapia, doña Luisa, doña Lucía, Felipe, Baltasar, Juan de Peralta, son siete.
7.-Alonso de Castillo, Pedro y María de Valenzuela.
8.-Don Luis de Carvajal y doña Beatriz de Carvajal (…) y doña Catalina de Herrera (difuntos).
9.-Jerónimo Alcalde, seis bulas para sí; doña María su mujer, María de San Juan, Ana Clavijo, Francisca Clavijo, Antonio Clavijo, que es difunto.


10.-Pedro (…) siete bulas, Ana de Medina y Juana de Medina.
11.-Diego de Cuevas, boticario, para sí; Francisca de Morales, su mujer, Catalina Cuevas.
12.-Pedro Rincón de Bedmar, para sí; Pedro Rincón su hijo, doña Francisca Bedmar, Isabel (…) de Carasa, difuntos, otra por un ánima, Francisco.
13.-Alonso Martín Ramos, para sí; Mª López, su hija, Ana de la Paz; de difuntos: Pedro Pabón, Juan de Medina, Juan
14.-Pedro Sánchez, sastre, para sí; Isabel García, su mujer, Pedro Sánchez, difunto (…)
15.-Diego Pérez de la Parra, regidor; doña Jerónima, su mujer y para doña Inés, su hija.
16.-Marcos García, Juan García y Juan de Játar.
17.-Juan de Molina, tundidor, Juana Delgada, su mujer y Catalina de Molina, difunta.
18.-María de Mendoza, corredera, para sí; Juana Rodríguez, difunta; dieron (…).
19.-Cristóbal Gallego, María de Medellín, Catalina, su hija, y Lucas de Berlanga, difunto.
20.-Mateo Zambrano Zapatero, Leonor Pérez, su mujer, Juan del Pozo, Pedro Hernández, Alonso, su criada Ana.
21.-Alonso de Alcalá, arriero, para sí; María de San Pedro, su mujer; Juana de San Pedro, su hija; Inés García, Ana (…), Gabriel, Magdalena García y Diego Ramírez.
22.-Manuel Salcedo del Águila y doña Marina, su mujer.
23.-Juan Moreno Díaz, para sí; y Juana de Velasco, su mujer,
24.-Martín Gil, especiero, para sí; y Ana Fernández, su mujer, Martín Gil, su hijo; Francisco de Ayllón; Catalina, su hija.
25.-Pedro Fernández Cárdenas, para sí; Catalina de Correa y Juan Jiménez, Juna Ruiz y Juana, su criada.
26.-Pedro Fernández Gordo, para sí; y Ana Muñoz, su mujer y Alonso, su hijo; Juana, difunta.
27.-Martías Hernández Noguera y Catalina Rodríguez y María Noguera, Andrés Martín. Francisca Hernández, Bernabé Hernández y Juan Hernández.
28.-Alonso Martín Hortelano y Sebastiana Calvo, su mujer.
29.-(…) Sánchez Postigo Hortelano (…) para sí; Isabel Carrillo, su mujer.
30.-Pedro Calvo, para sí; Catalina Fernández, Diego, su hijo, Pedro Cuenca de Molina; Catalina, su hija; Marcos, Gabriel.
31.-Francisco de Molina, para sí, y María Lozana, su mujer.
32.-Alonso de Molina, para sí; y María de Valdeiglesias, su mujer.
33.-Diego Hernández de la Calle, para sí; y Catalina Ramos, su mujer.
33-B.-Diego Hernández Moreno, para sí; Catalina, su mujer.
34.-Juan Esteban, para sí; María Hernández, su mujer y María Esteban, Juan Esteban y Pedro, sus hijos.
35.-Alonso Ramos Tazi, para sí; María de San Miguel; Andrés, su hijo y María Alonso, difunta.
36.-Martín Jiménez, para sí; y Marina Muñoz y Alonso María.
37.-Juan Ortiz, hijo de Antón Ortiz, conocido por Sebastián Gallego, para sí; Magdalena Hernández, su madre, y Antón de Ortiz, difunto.


38.-Andrés García Siruela, para sí; Magdalena Gutiérrez, su mujer; Bernardo Siruela; Isabel Villalona, María de la Cruz; Miguel Gutiérrez y Catalina Villalona.
39.-Juan de Madrid y María de Hinojosa.
40.-Francisco de Carvajal y María Ramos, su mujer y Ana, su hija.
41.-Gonzalo Rodríguez Malpica, para sí; María Hernández, su mujer; Francisca de San Pedro, difunta.
42.-Francisco Gómez de Baena, para sí; Juana Catalina Téllez, su mujer.
43.-Pedro Gómez de Baena, para sí; Juana (…), su mujer.
44.-Juan Linares, albañil; Francisca de Palacios, su mujer y Salvador Linares, difunto.
45.-Diego López Carretero, para sí; Juana Hernández, su mujer; Pedro Hernández y Juana López.
46.-Martín Alonso, para sí; Isabel Rodríguez, su mujer.
47.-Pedro Herrero y Catalina Sánchez, su mujer; llevolas Diego López Carretero.
48.-Francisco de la Vega, para sí; y Marta López, su mujer; Miguel de la Vega.
49.-Pedro de Moya, para sí; Gracia Rodríguez, su mujer.
50.-Juan de Molina, labrador en Santa Cruz, para sí; Isabel de Molina; Pedro Martín, difunto, y María López y Francisco Martín Moniel (…) Martín Moniel, difuntos.
51.-Andrés de San Miguel, tendero, para sí; Juana de Noguera, su mujer (…) de San Miguel; Bastiana de San Miguel; Sebastián, Andrés, Simón de San Miguel, difuntos.
52.-Martín Cordero, ventero; Esteban Carrillo que lo conocieron los (…) para sí; Juana Pérez, su mujer; Leonor Martín y María.
53.-Andres de Bustamante, gitano, para sí; y Luisa, su mujer.
54.-Baltasar Jiménez, nieto de Juan Beltrán, para sí y otra para Ana de Montufare, su mujer.
55.-Andrés Poyatos, para sí, y Ana Martín su mujer; y Alonso Poyatos, su padre.
56.-Tomé Hernández de Montefrío, para sí; y Ana Fernández, su mujer; Miguel Ruiz; Juan Blanco; Luis Blanco; Tomé Hernández; María del Río; Ana del Río; Pedro Hernández, pastor; Ortega, pastor.
57.-Jerónimo Sánchez, para sí, Catalina Fernández, su mujer.
58.-(…) Ruiz, albañil, para sí y para Juana Pérez, su mujer.
59.-Diego Ariza, vaquero, para sí; María Fernández Raya y Juan Ariza, el mozo.


60.-Jerónimo Ruiz, para sí y Francisca Ramírez, su mujer.
61.-Marcos G. Garay, pregonero, para sí y Beatriz García, su mujer.
62.-Juan de Mena, sastre, para sí y Quiteria López, su mujer; Juana López y Olalla Sánchez, su madre y Ana López.
63.-Andrés García Ortiz, para sí y Magdalena su mujer y María su hija.
64.-Simón Cabello S., para sí; Leonor de Montufar, su mujer; Ana Cabello, su hija; Magdalena (…), su criada; Ana Pérez.
65.-Catalina López, viuda de Francisco Martín y Juan Martín, su hijo.
66.-Juan Arroyo, para sí, e Isabel Rodríguez, su mujer.
67.-Alonso García Almotazén y Catalina de Mesa.
68.-Miguel de Espejo, para sí; María de Camacho y Andrés de Medina; Miguel Espejo y Teresa Hernández; Alonso su criado.
69.-Francisco García, para sí; Juan Fernández de Valenzuela; Isabel de Elvira; otra por las ánimas del purgatorio.
70.-El dicho Francisco García, cuatro para María de Reina, su madre, María Candelaria Hernández García; Lucas Reina.
71.-Gonzalo Martín, para sí; Catalina García; Isabel Martín; María Blanca; Juan y Miguel, sus hijos; Juan López y Gabriel y Alonso sus criados.
72.-Miguel Sancho, para sí; Isabel; Teodora e Isabel, son cuatro.
73.-Martín Rodríguez Malpica, para sí; Manuel Fernández; Juan Rodríguez; Mayor Ruiz; María; Juan del Pozo; Francisco Gutiérrez; Miguel viejo; Juan Carrizo; son diez cartas de difunto.
74.-Juan Calvo, para sí; Catalina Pérez; María Pérez Fernández; Catalina Martín, difunta; son cuatro.
75.-Pedro Fernández de la Membrilla, para sí: Catalina Pérez; María Pérez; Juan Hernández; Diego Juan Bermúdez; Francisco Martín; Diego Calvo; son ocho y una más nueve.
76.-Una más, de los mismos; Francisco y Fernando y Martínez y Francisco, son siete.
77.-(…) Fernández Valhondo, para sí; Marcos Fernández y Juan Rodríguez.
78.-Juan (…) Pérez Bermejo, para sí; María Rodríguez; (…) García y (…) son cuatro.
79.-Fernando de Palma, para sí; Isabel (…) y Digo de (…) son seis.
80.-
81.-Cristobal Calvo, para sí; (…) María y Francisco Calvo y (…), son cinco.
82.-Diego de Zamora, para sí; Doña Isabel  Rodríguez Valhondo y María y Juan Cabrera; Diego Fernández Valhondo, difunto, son seis; (…) (compra ocho).
83.-Juana Fernández, viuda de Antón Alcalá, para sí y se las llevó Diego de Zamora.
84.-Juan Lozano Cuberos, para sí (…).


85.-Miguel de Salcedo, para sí; Catalina (…).
86.-Fernando (…), para sí; M. López, su mujer; Catalina Muñoz; don Jorge López; Juan (…).
87.-Cristóbal Martín, yesero, para sí y Antonia de Herrera, su mujer; María de Herrera y otra María de Herrera.
88.-Martín Padilla y María de Granados, su mujer.
89.-Pedro Hernández Vasco, para sí; Juana Sánchez, su mujer y Andrés Palomino.
90.-Pedro Zurita, para sí y para Pedro Zurita, su hijo y Catalina Sánchez, su hija, Alonso Herrero, carretero y Francisco Ortiz; Pedro, pastor; Isabel Rodríguez, difunta.
91.-Inés Morena, viuda de Pedro Cano, para sí; y María, su hija.
92.-Miguel Fernández del Barco, para sí; Bárbara (…) su mujer y Luisa F., su hija; Alonso Calvo; Juan de Moya; Jerónimo y Francisca Barrera.
93.-Pedro Hernández Correa, para sí; María de Torres, su mujer; Inés Correa, su hija.
94.-Francisca de Moya, viuda de Francisco Baena, para sí; Isabel; María, su esclava; Catalina Jiménez y Lorente, que son difuntos; son cinco; se llevó la Bula Pedro Gutiérrez.
95.-Pedro Gutiérrez Cabello, para sí; Francisca de Matías Salmerón.
96.-Alonso de Arroyo, para sí y Paula y Alonso de Arroyo.
97.-Gerardo de Baeza, para sí y María Hernández.
98.-(…) Martín, de Pascual Martín, para sí; Diego Martín, Gre. Martín y Catalina.
99.-Diego Meneses de Aguilera, el escribano, para sí y doña Juana, su mujer y María y Ana Vélez y Ana Jiménez, criada.
100.-Fernándo López, catador de carne, para sí; Isabel Requena, su mujer y Juliana Go.
101.-Francisco Montoro, para sí; Francisca López, su mujer; Francisco, su hijo.
102.-Diego de Hinojosa, para sí; Juan Ramos, su mujer y Andrés.
103.-Luis Aranda, para sí y Potencia Ana de Moya, su mujer y Miguel de Aranda y Luisa García.
104.-Luis Pérez, sastre, y Ana Salmerón, su mujer.
105.-Alonso Ruiz de Piedrola, para sí y doña María, su mujer; Juan su criado y otro Juan y Mariana.
106.-Martín García Peinado, para sí; (…) de Vallartas y Gerardo García Peinado y (…) Sáchez y María.
107.-Francisco de Torres Rueda, para sí; y Catalina Jiménez, su mujer.
108.-Alonso Villena, sacristán, para sí y Magdalena Ruiz y Pedro Villena.
109.-Alexos Hernández, para sí; Luisa García, su mujer; Antonia, su hija y Gaspar y Luis García.
110.-Martín de Villarraso, el mozo, para sí; Juana Baena, su mujer y Cristóbal y Martín de Villarraso.
111.-Ginés Martín de la Peña, para sí; Isabel de Toledo, su mujer e Isabel Bautista y María su hija.
112.-León de Correa, para sí y Ana Sánchez, su mujer y (…) Sánchez y Juan y Pedro y Cristóbal, su criado.
113.-Pedro Hernández, espadador, para sí; María Pérez, su mujer y Pedro, su hijo.
114.-Andrés de Jódar, para sí y María de Baena, su mujer.
115.-Pedro Martín, cuñado de Andrés de Jódar, para sí y Francisca Ortiz, su mujer.
116.-Juan Sánchez Salmerón, para sí; Inés Domínguez y Juan Sánchez, su hijo y Gabriel y María y Miguel y Pedro y Catalina, su criada y Pedro Ligero y Gerardo y Juan García y Nicolás Díaz y Juana Rodríguez, su mujer, que son trece.
117.-Francisco Díaz de la Paria, jurado; María Sánchez, su madre e Isabel Sánchez y Juan Preciado; son seis y Ginés Martín, son siete.
118.-Bea de Alcalá, para sí y Águeda Muñoz y Antón, su hijo; Inés Martín; Juan de Alcalá; Francisco Contreras y Lucía.
119.-Pedro Jiménez Enciso, para sí y Petronila de Herrera, su mujer y María de Monterrosa y Juana y Francisco, Tomé, Francisca, (…) Martín, Juan de Moya, son nueve.
120.-Pedro Jiménez Enciso, otra para su hijo Pedro.
121.-Juan Ruiz Callejón, el mozo; doña María de Aragón, su mujer; María su hija; María, su criada y Pedro y Diego, cabrero.
122.-Pedro Segura, para sí y María Jiménez, su mujer.
123.-Gregorio Fernández Vinuesa, para sí; Isabel Villalona, su mujer; Francisco Villalón y María Hernández; Pedro y Ana, son seis.
124.-Gerardo Martín, sastre, para sí; Inés García, su mujer.
125.-Bartolomé de Montosa Guillén y doña María Maldonado, su mujer y María de Vallartas y Álvaro Maldonado.
126.-Juan Navajuelo, cardador, para sí.
127.-Martín López de Castillo, para sí y María Ruiz, su mujer; Pedro, su hijo; Alonso; Sebastián Gallego.
128.-Cristóbal Fernández de los Ríos, para sí y Ana López, su mujer; Cristóbal, su hijo.
129.-Juan de Águeda, para sí; Isabel de Carrión, su mujer y Ana, su criada.
130.-Alonso Callejón, para sí y doña María su mujer; Juan de Zúñiga y Benito; Isabel de la Cruz y María.
131.-Juan Martín Villarraso, para sí; Magdalena Gutiérrez, su mujer; Juan Mariscal y María de (…) y Juana, su hija.
132.-Simón García, para sí y Alonso Benítez y María Villalona y Juan García y Catalina Villalona.
133.-Francisco García Molina, para sí; y Ana Sánchez, su mujer; yerno de Cristóbal Calvo.
134.-Magdalena de Mallorca, viuda de Alonso Roldán, para sí y Sebastián de Mallorca y Pedro Roldán y Alonso Roldán, difunto.
135.-Lucas Martín Siruela, para sí y Catalina Ruiz, su mujer y Miguel.
136.-Luis Maldonado, para sí y Lucía Maldonado y María de Atienzia y Álvaro Maldonado, difunto.
137.-Pedro Jiménez, escribano, para sí y María de Mallorca, su mujer y Francisca de Anguita y María y María, que son cinco.
138.-Martín de San Miguel, menudero, para sí; Isabel Gutiérrez, su mujer.
(faltan en este listado más de 400 familias; todo en la Revista Çibdad)