sábado, 24 de diciembre de 2016

José Branchat Gómez testamento Alhama Acosta Escobar

Plaza de Santa Ana, entre la parroquia de Santa Ana y Plaza Nueva, hoy sede del Colegio de Abogados de Granada, en el s. XIX, casa de los Branchat en Granada
Granada
Los Branchat

       Rafael Branchat y Vime-Prada quizás sea el más importante de toda la familia durante el s. XIX, Catedrático de medicina, Teniente de Alcalde de Granada; su hermano, Salvador Branchat y Vime-Prada, fue canónigo en Tarragona y en Granada, párroco de San José en el Albaicín. 
          En la presente publicación nos vamos a centrar en José Branchat Gómez y Zamora Bermúdez, primo hermano de los anteriores, licenciado en derecho, Diputado Republicano por Motril, aunque todos ellos fueron naturales de Alhama de Granada. El abuelo de estos tres, se instaló en Alhama como Regidor en 1826.

Testamento de José Branchat Gómez y Zamora Bermúdez:
         José, fue hijo de José Branchat y Valier, natural de Valencia y de Inés Josefa Gómez y Zamora Bermúdez, natural de Alhama de Granada. José Branchat se casó con María Teresa Acosta y Escobar, natural de Vélez - Málaga; hija de Bernardo Acosta Carrión y de Mª Teresa Escobar Millán, fueron sus abuelos paternos: Federico Acosta y Mª Luisa Carrión; los maternos: José Escobar y Dolores Millán; todos de Vélez Málaga. Su cuñado Bernardo Acosta y Escobar, será Carlista mientras que José apostará por la República. El diputado por Málaga adscrito al partido Democrático, Federico Macías Acosta, fue primo hermano de la mujer de José Branchat Gómez y Zamora Bermudez.


Inés Gómez y Zamora Bermúdez, madre de José Branchat Gómez.
        
       “En la ciudad de Alhama, a 26 de mayo de 1876. En nombre de Dios Todopoderoso y de la Soberana Reina de los Ángeles María Santísima, Madre de Nuestro Señor Jesucristo y Señora Nuestra. Amen. Notorio sea por esta pública escritura de testamento, última y final voluntad, cómo yo, D. José Branchat Gómez, natural y vecino de esta ciudad, como lo demuestro con la cédula personal que muestro y se me devuelve, hijo legítimo y de legítimo matrimonio don José y de doña Inés, ya difuntos, hallándome en completa salud y en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, según su Divina Majestad se sirvió concedérmelo y en el libre uso y facultades de contratas de que el infrascrito notario da fe, creyendo como firme y verdaderamente creo en el alto e incomprensible misterio de la Beatísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y en todos los demás misterios, mandamientos, artículos y sacramentos que tiene y confirma nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano, temeroso de la muerte que es segura a todo viviente, aunque incierta su hora para en cuando ésta llegue no estar desprevenido y tener arreglado las cosas concernientes al  descargo de mi conciencia, he dispuesto hacer este mi testamento, para lo cual y verificarlo con el acierto que debo, invoco por mi abogada y favorecedora a la Soberana Reina de los Ángeles María Santísima, al Patriarca Bendito Señor San José, Ángel de mi guarda, Santos y Santas de mi nombre y devoción y demás Ángeles y Serafines de la Corte Celestial, a quienes me encomiendo y pido encarecidamente intercedan con su Divina Majestad para que, por los méritos de su sagrada vida y pasión y muerte, se sirva perdonarme mis culpas y pecados y, recogiendo mi alma en sus santísimos brazos, la coloque entre las de sus escogidos para que le alaben y bendigan por una eternidad de eternidades, amén. Bajo cuya divina invocación lo ordeno y dispongo en favor y manera siguiente.
         Ante todas cosas, encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió y redimió con el precio de su sagrada vida, pasión y muerte de cruz que sufrió por salvarnos a los pecadores y el cuerpo mande a la tierra de cuyo elemento se dignó formarle y cuando su Divina Majestad fuere servido llevarme de esta mortal vida a la eterna quiero que mi cadáver adornado con el hábito o mortaja que determinen mis albaceas, que dejaré nombrados sea sepultado en el cementerio público de esta ciudad y mi entierro todo lo más sencillo que pueda ser, siendo mi voluntad que no se me digan misas ningunas y que se abonen los gastos que ocurran de mis bienes, tomándose por mi alma e intención una bula de difuntos.
         Mando a las forzosas de Jerusalén, redención de cautivos y demás establecidas por derecho cincuenta céntimos de peseta por una sola vez y para ….
         Declaro que me encuentro casado con Dª María Teresa Acosta y Escobar, de cuyo enlace no tenemos hijos algunos, lo que declaro para que conste.
         Declaro que las deudas que tengo tanto en favor como en contra, constan a mi esposa y resultarán de apuntaciones y documentos que  conservaré.
         Lego, a los pobres de esta ciudad cincuenta fanegas de trigo que se dividirán en lotes de a dos fanegas cada uno y se repartirán entre los veinticinco más pobres que se presentarán a juicio de los albaceas que nombraré y les pido me encomienden a Dios.
         Lego, así mismo, a mi tío don Francisco de Paula Castillo y Prada las dos sortijas de mi uso particular, una de las cuales es de diamantes y la otra de esmeraldas y a más le lego el reloj de montura de oro y cadena del mismo metal.
         Lego, a mi tía doña Josefa Branchat y Valier una docena de cubiertos de plata que le entregará mi esposa doña María Teresa Acosta y Escobar de los que ésta quiera.
         Lego, a mi primo don Rafael Branchat y Prada la petaca y fosforera de mi uso particular, de plata; lego igualmente a mi hermano político don Bernardo Acosta y Escobar el reloj de oro más inferior que no tiene tapa o cubierta.
Rafael Branchat Granada
         Lego, también, a mi primo D. Salvador Branchat y Prada, cura párroco de San José, de la ciudad de Granada, la Concepción con su urna de mi propiedad y el cuadro al óleo de Juan de Sevilla que representa a San Agustín.


Salvador Branchat Canónigo Granada Alhama
         Lego a José Frías el capital de un censo que poseo impuesto sobre una casa que aquél ha comprado en el Caño de Wamba de esta ciudad.
Lego a mi amigo don Francisco Calvo Muñoz dos trajes míos de invierno y dos de verano con media docena de camisas de Holanda a su gusto y satisfacción, encargándole muy encarecidamente me encomiende a Dios.
         Lego a mis primas doña Francisca, doña Dolores y doña Amparo Branchat y Prada el cortijo que poseo en el llano de Dona, término municipal de esta ciudad, nombrado El Doctor, con todas sus tierras y casa usos y servidumbres y a más la casa que poseo en esta ciudad sita en el Caño Wamba, junto al cobertizo, y que tiene el número, debiendo advertir que si cualquiera de las tres contraen matrimonio pierde su parte de herencia, que pasará a las que queden solteras, ordenándoles por ser también mi voluntad, que en caso de muerte de alguna de ellas pasa la parte que corresponde a la difunta  a las solteras o soltera que quedare, teniendo ellas obligación de repartir entre los pobres de esta ciudad doce fanegas de trigo todos los años, pues así es mi voluntad y quiero se cumpla.
         Quiero que, si llegan a contraer matrimonio después de mi fallecimiento mis tres primas, doña Francisca, doña Dolores y doña Amparo Branchat y Prada, disfrutarán el legado que les llevo hecho entre las tres y caso de que fallezcan, los hijos de ellas, debiendo comprender es mi voluntad en el caso que sea el legado que les hago no salga de ellas y de sus descendientes, que pues en el caso de que quedase una sola, soltera, y lo disfrute por consiguiente de todo el legado, quiero y es mi voluntad que a la muerte de la que quede se reparta entre los descendientes de las otras que contrajeran matrimonio.
         Quiero, igualmente, que en el caso de fallecer los otros legatarios que dejo en éste mi testamente, antes que yo, es mi voluntad que los dichos legados sean de mi esposa, doña María Teresa Acosta y Escobar.
         Declaro que soy el último poseedor de la mitad de un mayorazgo que en esta ciudad fundó don Juan Zamora Belmudo y que, con arreglo a la ley de once de octubre de mil ochocientos veinte, dicha mitad es absolutamente libre en mi poder y por consiguiente puedo disponer de la parte de bienes.
Alhama Granada, Casa del Mayorazgo de los Zamora Bermúdez
         En cargo a mi esposa, doña María Teresa Acosta y Escobar, que después de mi fallecimiento, todo lo que tuviera pensamiento de gastar en misas por mi alma en sufragio de ella, lo emplee en vestir a los pobres que ella tuviere voluntad. Encargándole, al ponerse el vestido, me encomienden a Dios.
         Declaro que, siendo yo obligado por el testamento otorgaron mis padres a dar a María Ruiz Cano la cantidad de tres reales diarios durante su vida y a su fallecimiento pase el legado a sus tres hijas, Ana, María Teresa y María del Carmen, las que disfrutarán de él hasta que contraigan matrimonio, en cuyo caso se (…). Pero que es de mi cuenta darle para su casamiento lo que ordena el testamento de mis padres, quiero y es mi voluntad que mi esposa doña María Teresa Acosta y Escobar les dé la mitad de la cantidad, o sea, real y medio diario, y el otro real y medio lo den mis primas doña Francisca, doña Dolores y doña Amparo Branchat y Prada desde el momento que se entreguen en el legado que les hago, siendo de cuenta de mi esposa comprarles o darles cuando se casen lo que ordena el testamento de mis padres; si mi esposa no quisiera intervención con ellas, la autorizo para que nombre persona de su confianza y arraigo para que intervenga con María Ruiz Cano y sus hijas en todo lo concerniente al legado que les hicieron mis padres.
         Que si alguno de los interesados en este testamento crea obstáculos para la partición y demás operaciones que habrán de practicarse por mi fallecimiento, el que promueva dichos obstáculos, pierda la parte de bienes que le dejo, pues así es mi voluntad.
         Y para cumplir y pagar este mi testamento y lo en él contenido nombro por mis albaceas testamentarios contadores y partidores de mis bienes a la citada mi esposa, doña María Teresa Acosta y Escobar, a mi tío Francisco Paula Castillo, a mi primo D. Salvador Branchat y Prada, cura, párroco de San José de Granada y a mi hermano político D. Bernardo Acosta y Escobar y al licenciado D. Carlos Grande y Cortés; a cada uno in solidum para que, verificando mi fallecimiento, se incauten de mis bienes y de lo mejor y más bien apreciado de ellos, vendan los que basten a cumplir su encargo en pública subasta o fuera de ella y, si no tuviesen suficiente con el año del albaceazgo, les prorrogo el de más tiempo que tuvieren de menester aunque en la brevedad les encaro la conciencia, prohibiendo como desde luego prohíbo  absolutamente, toda intervención judicial.
Casa de los Branchat en Granada, Plaza de Santa Ana, entre Plaza Nueva y la Iglesia de Santa Ana; hoy sede del Colegio de Abogados de Granada.
         Y en el remanente que quedare y fin de todos mis bienes derechos y acciones y futuras concesiones, así directas como transversales, en cualquier manera que se instituyó y nombró por mi única y universal heredera en posesión y propiedad a mi esposa, doña María Teresa Acosta y Escobar, para que los haya, lleve y goce y herede con la bendición de Dios y la mía y le pido me encomiende a Dios y el caso de que mi muerte ocurra en época de que el pujar del cortijo del Doctor esté pendiente de recolección o bien a falta de pago de renta, si está arrendado; sólo mi esposa doña María Teresa Acosta y Escobar podrá intervenir en la recolección, haciendo suyos los frutos, o bien percibir la renta, que también será suya, entregando a la conclusión el legado, que así es mi voluntad y quiero se cumpla.
         Y por el presente, revoco y a mí lo doy por rotos  y cancelados de ningún valor ni efecto todos otros cualesquiera testamentos, codicilos, poderes para testar, mandas, legados ni otra disposición que antes de ahora haya hecho u otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que no valgan ni hagan fe en juicio ni fuera de él, sino el presente, que quiero se tenga por mi testamento, codicilo, escritura pública, última, final voluntad en la forma que más haya lugar por derecho, a cuyo fin así  lo celebro y otorgo ante don Cristóbal Fernández Guerrero, vecino de esta ciudad, notario del Ilustre Colegio de la Audiencia de Granada, en este Distrito de Alhama y lo firmo con los testigos presenciales: el licenciado en medicina y cirugía don Francisco (…) Sánchez, el licenciado en derecho  civil y canónico, don Federico Grande y Cortés, y don Francisco Villegas Carrión, procurador del Juzgado de Primera Instancia, todos de esta vecindad que aseguran no tener excepción alguna para serlo, y yo, el Infrascrito Notario, que presente fui a la celebración de esta Escritura, de haber pasado ante mí conocer al testador don José Branchat Gómez, licenciado en derecho civil y canónico, propietario y mayor de edad y testigos anteriormente referidos, doy fe, así mismo como de haber enterado a los mismos del derecho que la ley le concede para leer esta escritura por sí mismos para oírmela..

Firmas.
Signatura: Archivo Protocolos Notrariales Alhama Granada, año 1876; escribano: Manuel Calvo Martín.


Entre la parroquia de Santa Ana, y Plaza Nueva la sede del Colegio de Abogados de Granada, en el s. XIX casa de los Branchat en Granada, durante un tiempo esta familia le dará nombre a la Plaza.

Domingo, 25 de diciembre de 2016 LA NATIVIDAD DEL SEÑOR CICLO A

LUZ DEL DOMINGO

Domingo, 25 de diciembre de 2016
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
CICLO A
Primera lectura: Isaías 52, 7-10
Salmo responsorial: Salmo 97
Segunda lectura: Hebreos 1, 1-6 
EVANGELIO:J uan 1, 1-18 
COMENTARIOS
 I
A DIOS NADIE LO HA VISTO JAMÁS
¿Quién es Dios? De las muchas imágenes de Dios que a lo largo de la historia del hombre se han propuesto como autén­ticas, ¿cuál es la que corresponde al ser de Dios? ¿Cómo es Dios realmente? ¿Amable, severo, comprensivo, implacable, amo, justiciero, cercano, lejano, misericordioso, cruel, amo, liberador...? A lo largo de la historia muchos han sido los que han hablado de Dios; muchos los dioses de los que han habla­do. Pero la pregunta continúa exigiendo una respuesta clara, convincente, definitiva. ¿Dónde se podrá encontrar esa res­puesta? 
NADIE LO HA VISTO...
No. «A Dios nadie lo ha visto jamás». Ni Moisés, ni los profetas, ni los sabios de Israel. Tampoco los filósofos, ni los sacerdotes de ninguna de las religiones de la tierra. Por eso las imágenes de Dios que esos hombres presentan son incom­pletas y, por tanto, parcialmente falsas. Entonces... ¿cómo encontrar a Dios? ¿Cómo reconocer al Dios verdadero?Por supuesto, Dios no juega con nosotros al escondite ni a las adivinanzas. Dios se manifiesta siempre tal cual es; pero el hombre es tan pequeño que nunca podrá comprenderlo del todo. Y cuando habla de Dios, siempre habla del pedazo de Dios que él ha podido conocer. O  y esto ya es peor  del dios que a él le interesa. Y eso que quien debía haber hecho presente a Dios en el mundo era el hombre mismo, creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-28; véase también Sal 8). Pero el ser humano escogió otro papel (Gn 3,5-6). 
LA LUZ Y LA TINIEBLA
El hombre quiso ser como Dios, y entonces se construyó la imagen de Dios que a él más le convenía. Y así, desde el principio han sido impuestas a la humanidad imágenes de Dios que favorecían los intereses de quienes se habían endiosado. ¿Que interesaba justificar el poder? Pues un Dios a imagen y semejanza de los poderosos y, además, justificador de su po­der. ¿Que había que justificar la pena de muerte? Pues un Dios que aniquila a sus adversarios. ¿Qué hacía falta justificar la propiedad privada? Pues un Dios que hace ricos a unos y pobres a otros, según le parece oportuno. ¿Que era necesario mantener tranquilo al pueblo? Pues un Dios caprichoso que manda más males que bienes, y ante el que hay que estar agra­decido a veces, resignado casi siempre, esperando que no se acuerde demasiado de nosotros. Esta es la tiniebla que quiso, y no pudo, apagar la luz. Pero la luz brilló en medio de la tiniebla para que los hombres pudieran, finalmente, ver claro: «... esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado». 
LA EXPLICACIÓN
«Al principio ya existía la Palabra, y la Palabra se dirigía a Dios, y la Palabra era Dios. Ella, al principio, se dirigía a Dios... Así que la Palabra se hizo hombre, acampó entre nos­otros y hemos contemplado su gloria  la gloria que un hijo único recibe de su padre, plenitud de amor y lealtad».
La Palabra, el proyecto que Dios tenía para la humanidad desde el principio; la Palabra, que siempre existió en constante diálogo con Dios, se hizo carne, se hizo presente entre los hombres en un hombre: Jesús de Nazaret. El, que hablaba de un Dios que no convenía a los poderosos de su tiempo (ni a los de ningún tiempo), sufrió por eso el rechazo del sistema («... el mundo no la reconoció») y el de los suyos («Vino a su casa, pero los suyos no la acogieron»), fue considerado hereje y peligroso para la seguridad nacional> marginado y persegui­do; pero en su amor, fiel hasta la muerte, brilló la gloria de Dios. Así fue la explicación: «A la divinidad nadie la ha visto nunca; un Hijo único, Dios, el que está de cara al Padre, él ha sido la explicación». El, con su vida y con su muerte, nos ha mostrado el verdadero ser de Dios: amor leal. Pero esta expli­cación tiene una dificultad: no se entiende mientras no se practica «un amor que responda a su amor». ¡ Qué sorpresa! La explicación de Dios es la realización de un proyecto de hombre: amor leal. 
CAPACES DE HACERSE HIJOS DE DIOS
Sí. Realmente es una sorpresa: conocer a Dios haciéndose hombres. Alcanzar la máxima dignidad de personas humanas llegando a ser hijos de Dios. Y ambas cosas mediante una sola actividad: la práctica del amor fraterno. Este es el único cami­no cristiano para conocer de verdad a Dios: conocer a Jesús de Nazaret, reconocerlo como la luz que ilumina este mundo; realizar, como hizo él, el proyecto de hombre que en él Dios nos propone: un hombre que se sabe hermano de los hombres y que por ellos está dispuesto a dar la vida... con la fuerza del amor de Dios. He aquí la respuesta cristiana a la pregunta so­bre Dios: desde el punto de vista cristiano, sólo Jesús nos lleva a Dios; con él, el hombre nos lleva a Dios. A través de los her­manos se llega al Padre.
UNA NUEVA HUMANIDAD
De este modo, la comunidad cristiana se constituye en el lugar en el que Dios se hace presente en el mundo. Pero esta presencia no es algo jurídico (¿se atrevería alguien a atar a Dios mediante un vínculo jurídico humano?); es consecuencia, primero, del amor de Dios, y después, de la respuesta que a ese amor den los hombres, constituidos en la familia de los hijos de Dios: «... a cuantos la han aceptado, los ha hecho ca­paces de hacerse hijos de Dios». ¿Quién lo iba a decir? Sí. Se conoce a Dios construyendo una nueva humanidad, se le siente cerca viviendo según el estilo de esa humanidad nueva, se hace presente al Padre mostrando a los hombres que pueden ser her­manos... «con un amor que responda a su amor». 
II
MUNDO NUEVO
El Nuevo Mundo, descubierto por Colón, se ha vuelto viejo. Tanto o más viejo que el Viejo Mundo; se puede decir que ha envejecido prematuramente. Con los medios de comunicación y el constante intercambio a todos los niveles, ese Nuevo Mundo corrió de prisa los siglos que lo separaban del Viejo Continente; incluso le ha sacado la delantera, si pensamos en los Estados Unidos de América, uno de los dos platillos de la balanza que hacen imposible la verdadera convivencia humana internacional. En el otro platillo está la URSS.
 Dos mundos -ya viejos- que debieran ofrecer luz a la humanidad y no tinieblas. Del uno -América- nos llegan las luces de neón del desarrollo y de la falsa libertad de la sociedad de consumo; del otro -Rusia-, la amenaza del totalitarismo, según dicen, en bien de la colectividad. En ambos la verdadera libertad, plataforma que hace posible el desarrollo plenamente humano, ha sido amordazada. Como resultado, el hombre se ve hoy frustrado, fracasado, desencantado.
 Vamos a soñar un poco, que la humanidad está falta de sueños y éstos -desde la más remota antigüedad hasta Freud- tienen mucha importancia. Pienso que algo está cambiando radicalmente en nuestra sociedad: Está naciendo otro mundo. Cada día hay más hombres -muy pocos todavía, sin embargo- que no quieren vivir envueltos en esta tiniebla de sociedad; estos no tienen conciencia de ser ciudadanos de un país, sino del Universo; son como profetas de un mundo nuevo; pequeños movimientos, insignificantes, débiles, como niño que nace, que anuncian la venida utópica, pero posible, de otra sociedad: movimientos pacifistas, ecologistas, antimilitaristas, organizaciones internacionales en pro de la paz y de los derechos humanos que se debaten por sobrevivir, medio aplastadas por los poderosos de la tierra.
 Sólo tienen por fuerza la potencia de su voz, la veracidad de sus denuncias, la firmeza de sus buenos propósitos, la utopía de sus proyectos, la buena voluntad y la capacidad de soñar de sus componentes. Son como un rayo de luz que rasga la tiniebla de un mundo cuya enfermedad diagnosticó Juan Evangelista en los albores de nuestra era con estas palabras: "Al principio existía la Palabra... Ella contenía vida y esta vida era la luz del hombre; la luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron. En el mundo estuvo y, aunque el mundo se hizo mediante ella, el mundo no la conoció".
 Esta ha sido la situación desde el principio hasta Jesús, la palabra de Dios "que se hizo hombre y plantó su tienda entre nosotros". Desde siempre -dice Juan- hubo en el seno de este mundo una lucha entre la luz y las tinieblas, entre lo nuevo y lo viejo, entre la vida y la muerte.
 Tinieblas y mundo, como sistema de opresiones, se corresponden. Quien brinda por la luz rompe la copa de las tinieblas, este orden inhumano e injusto, por insolidario, donde imperan otros señores distintos del amor, el único seguro servidor de los humanos.
 Jesús de Nazaret -luz del mundo- con su estilo de vida y su palabra, apuntó a ese mundo nuevo que muchos, hoy día, sin conocer al Maestro nazareno, están alumbrando con su lucha tenaz. 
III
vv. 1-18. Introducción (1-2). El término griego logos sintetiza dos conceptos del AT: el de palabra/potencia creadora (Gn 1) y el de sabiduría crea­dora (Prov 8,22-24.27; Eclo 1,1.4-6.9; Sab 8,4; 9;1.9; Sal 104,24). El logos o Palabra formula el proyecto de Dios (sabiduría), que existe antes de la creación y la guía, y, en cuanto potencia, lo realiza. En v. 1, la Palabra representa el proyecto formulado, cuyo contenido está expre­sado en lc: la Palabra era Dios o, ateniéndonos al significado de la Pa­labra en este pasaje: un Dios era el proyecto. Éste consistía, por tanto, en que el hombre tuviese la condición divina, que fuese igual a Dios. El proyecto es la palabra divina absoluta y relativiza todas las demás pala­bras, en particular, las de la antigua Ley: a las diez palabras (decálogo) se opone la única palabra que las sustituye. Paralelamente, todos los ideales humanos propuestos en la antigua alianza quedan superados al conocerse en Jesús el verdadero proyecto de Dios sobre el hombre. Este proyecto, concebido en la mente divina, es personificado por Jn, quien lo presenta como el interlocutor de Dios. Expresa con esta espe­cie de soliloquio divino (el proyecto se dirigía/interpelaba a Dios) una urgencia: la del amor de Dios por realizarlo.
La antigua humanidad. El rechazo del proyecto de Dios (3-10). Existe la actividad creadora del proyecto/palabra; que se traduce en co­municar la vida que contiene. Vida (= plenitud de vida), se opone a la existencia que no merece ese nombre; la plenitud de vida es la luz, la verdad del hombre (4). Consecuencia: no existe una verdad anterior a la vida ni independiente de ella: no hay más verdad que el esplendor de la vida misma; la aspiración a la vida plena guía al hombre, y la experien­cia de ella le va descubriendo la verdad. Es decir, la verdad es la vida misma en cuanto se puede conocer, experimentar y formular. Donde hay vida, hay verdad; donde no hay vida, no hay verdad.
La luz/vida tiene un enemigo, la tiniebla, que pretende extinguir la luz (5). Es una entidad activa y maléfica: a la luz/ vida se opone la ti­niebla/muerte. La tiniebla aparece después de la luz (no como en Gn 1); es decir, la aspiración a la vida es componente del ser -del hombre, por ser la vida el contenido del proyecto creador, del que el hombre es resultado. La tiniebla no se opone a la vida en sí misma, sino a la luz/verdad, a la vida en cuanto puede ser conocida. Es una antiverdad, una falsa ideología (8,44: la mentira) que, al ser aceptada, ciega al hom­bre, impidiéndole conocer el proyecto creador, expresión del amor de Dios por él, y sofocando su aspiración a la plenitud.
A pesar del esfuerzo por extinguirla, la vida/luz sirve de orientación y de meta a la humanidad. El hombre puede comprender qué significa una vida plenamente humana y a ella ha aspirado siempre, aun cuando por culpa de otros hombres tuviera que vivir sometido a una condición inhumana. Los dominados por la tiniebla son muertos en vida.
En medio de la antigua humanidad y de la dialéctica luz/tiniebla se presenta Juan (6-8), mensajero enviado por Dios para dar testimonio a los hombres acerca de la luz/vida, avivando la percepción de su existen­cia y el deseo de alcanzarla; de rechazo, denuncia la tiniebla y su activi­dad. Su bautismo simbolizará la ruptura con la tiniebla.
La luz verdadera (9) se opone a las luces falsas o parciales, cuyo prototipo había sido la Ley (Sal 119,105; Sab 18,4; Eclo 45,17 LXX). La luz no sólo brilla (1,5), sino que ilumina, llega y pretende comuni­carle a todo hombre: a pesar de las tinieblas y de las falsas luces, -el hombre podía experimentar el anhelo de vida; la plenitud contenida en el proyecto creador se le presentaba siempre como ideal y meta. Su an­helo de vida y de plenitud era criterio para distinguir entre luces verda­deras y falsas. Pero la humanidad no reconoce el proyecto ni hace caso de la interpelación (10); aunque le era connatural, lo rechazó y con ello rechazó la vida. Dominada por las ideologías contrarias a la vida (la ti­niebla/muerte), se negó a responder al ideal al que estaba destinada por la creación misma. Tal era su situación hasta la llegada histórica de la Palabra: la ideología/tiniebla represora de la vida le quitaba hasta el de­seo de la propia plenitud.
Centro del prologo El proyecto creador realizado en la historia (11-13). En paralelo con la llegada de Juan Bautista está la de Jesús El es el Hombre Dios (3) el proyecto realizado la palabra creadora la vida y la luz (8 12 9 5) Su presencia histórica se verifico en su propio pueblo (su casa), pero aquel pueblo no lo acepto (11) Fracaso de la antigua alianza, que debía haber preparado a Israel para este momento. Se ha interpuesto la tiniebla, es decir, la ideología mantenida por la institución judía la absolutización de la Ley y los principios nacionalistas (12,34 40) En su nombre se condenara a Jesús (19 7)
Hay quienes lo aceptan (12), sobre todo fuera de su pueblo, liberándose del dominio de la tiniebla. Ser hijo se demuestra con el modo de obrar. La capacidad de ser hijos de Dios se confiere con el nacer de Dios hacerse hijo indica el crecimiento fruto de una actividad semejante a- la de Dios mismo Dios no anula al hombre sino que- colabora con él. La actividad del cristiano no es la de Dios en el hombre, sino la de Dios con el hombre Aceptar a Jesús consiste en darle la adhesión personal en su calidad de proyecto realizado y en aceptar la vida que comunica en cuanto palabra creadora No pide Jn la adhesión a una ideología ni a una verdad revelada sino a la persona de Jesús, modelo y dador- de vida que Dios ofrece a la humanidad.
La capacidad de hacerse hijos de Dios supone un nuevo nacimiento Este, que- se identifica con la recepción del Espíritu (3 5) procede de la muerte de Jesús (sangre derramada) del propósito de su actividad histórica («carne»), de su propósito personal («varón») pero no en cuanto meros hechos humanos sino en cuanto en ellos se expresa y se hace eficaz la Palabra/Proyecto que es Dios (1,1) (13) Esta calidad/nombre de Jesús (12) es la que percibe el que le mantiene su adhe­sión.
La nueva humanidad (14-17). La comunidad (nosotros) que ha aceptado a Jesús habla de la llegada de éste en términos de experiencia, la propia de los que lo han aceptado y, con ello, han nacido de Dios.
El proyecto divino, la plenitud de vida, se ha realizado en un hom­bre sujeto a la muerte (hombre/carne) (14). Por vez primera aparece la meta de la creación: el Hombre-Dios. Su presencia se interpreta en clave de éxodo, es decir, de liberación de toda esclavitud: acampar hace alusión a la antigua Tienda del Encuentro, morada de Dios entre los is­raelitas durante su peregrinación por el desierto (Ex 33,7-10). En el nuevo éxodo, el lugar donde Dios habita es un hombre, Jesús. La gloria era el resplandor de la presencia divina, que, durante el éxodo de Israel, aparecía en particular sobre el santuario (Ex 40,34-38). Para la nueva humanidad en camino, la presencia activa de Dios resplandece en el hombre Jesús. No hay distancia entre Dios y los hombres; en Jesús, su presencia es inmediata para todos.
El hijo único es el heredero universal del Padre y todo lo que éste tiene le pertenece; el Padre le comunica su misma gloria, haciendo al Hijo igual a él. Su gloria es su plenitud de amor y lealtad (cf. Éx 34,6): amor gratuito y generoso que se traduce en don/entrega y que no se desmiente ni falla nunca (lealtad). Como la luz es el resplandor de la vida, la gloria es el resplandor del amor leal. Si la vida es un dinamismo, su actividad es el amor: vivir es amar y amar es comunicar vida (14).
La comunidad narra el testimonio de Juan (15), que ve confirmado por su propia experiencia. Jesús llega después de Juan, pero se pone de­lante de él. La comunidad narra el testimonio de Juan, que ve confir­mado por su propia experiencia. La Palabra/Sabiduría, ahora realizada en Jesús, estaba presente en el mundo desde el principio de la humani­dad (1,4: «la luz del hombre») y es la misma que existía ya «al principio» (1,1). Juan resume aquí, en sentido inverso, las tres etapas de la Palabra/proyecto: su existencia antes de la creación (existía primero que yo), su presencia en la humanidad (estaba ya presente antes que yo), su realización histórica en Jesús (el que llega detrás de mí).
Al nuevo éxodo y a la nueva alianza se invita a la humanidad entera. No desembocan, por tanto, en la formación de un nuevo pueblo, sino en la de una nueva humanidad. La comunidad tiene conciencia de per­tenecer a ella.
Lo específico cristiano (todos nosotros) es la experiencia y participa­ción del amor-vida que está en Jesús (16). El Hijo, heredero universal (14), hace a los suyos partícipes de su misma herencia. La prueba palpa­ble de la realidad y de la acción de Jesús es el amor que existe en la co­munidad; se muestra en una actividad como la suya, que lleva a realizar el designio divino, es decir, a trabajar por la plenitud humana.
La nueva comunidad humana existe en virtud de la nueva y directa relación del hombre con Dios (nueva alianza), inaugurada y hecha posi­ble por Jesús (17). La antigua relación, mediada por la Ley mosaica, ha caducado. Gracias a la obra de Jesús pueden existir en los hombres el amor y la lealtad propios de Dios mismo (14); con ello culmina la obra creadora de Dios y se establece la nueva relación/alianza. La Ley era exterior, el amor es interior y transforma al hombre, haciéndose consti­tutivo de su ser Jr 31,31-34; Ex 36,25-28). El código externo pierde su validez y su razón de existir.
Colofón (18). Moisés y todos los intermediarios de la antigua alianza habían tenido sólo un conocimiento mediato de Dios (Éx 33,20-23). Por eso la Ley no consiguió reflejar la realidad de Dios. Todas las ex­plicaciones de Dios dadas antes de Jesús eran parciales o falsas; el AT era sólo anuncio, preparación o figura del tiempo del Mesías.
La teología del hombre-imagen de Dios queda superada; el proyecto creador sólo llega a su término con el Hombre-Hijo, a quien el Padre comunica su propia vida/amor. Únicamente Jesús, el Hijo único/amado, que tiene la condición divina, puede expresar lo que Dios es: el Padre que está total e incondicionalmente en favor del hombre, el que; por amor, le comunica su propia vida. Jesús lo explica con su persona y ac­tividad. El es el punto de partida, el único dato de experiencia al al­cance del hombre para conocer al verdadero Dios. Toda idea de Dios que no corresponda a lo que es Jesús es un invento humano sin valor. Jesús es, de modo inseparable, la verdad del hombre y la verdad de Dios: manifiesta lo que es el hombre por ser la realización plena del proyecto creador, el modelo de Hombre; manifiesta lo que es Dios ha­ciendo presente y visible el amor incondicional del Padre, al entregar su vida para dar vida a los hombres.
IV
 Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero en realidad en esta fiesta hay muchos componentes, de muy diverso género, y no sería bueno tratarlos todos como dimensiones teológicas racionalmente interpretables. Hay también elementos culturales, sociales, históricos, afectivos... Esta mezcla hace desaconsejable echar mano sólo de la lupa teológica racional. Quizá es ésta una fiesta en la que hay que dejar a un lado esa perspectiva, y hacernos niños, y celebrar con la ingenuidad de ese niño/a que todos/as llevamos dentro.
Pero digamos una palabra sobre cada lectura.
La lectura de Isaías es un canto de alabanza de la próxima liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes de Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados como el Señor ha consolado a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los Asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que Darío asuma el poder, pues ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador», que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy, esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres la presencia del salvador que se hace vida en medio de nosotros.
El salmo responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las naciones acordándose de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda la creación (mar, ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo con justicia y los pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros con el salmista cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo que se convierte en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos, que asume nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos de júbilo y esperanza.
La carta a los hebreos refuerza aún más la alegría de esta celebración de la Natividad del Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo. Hermanos, estamos en los últimos tiempos pues la revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen de Dios invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición humana y al nacer en un establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como solidario con todos los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado el camino de la salvación.
La liturgia de hoy, la de la misa del día, como la más solemne –porque otra es la de la media noche–, proclama el prólogo del evangelio de Juan. Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en leerlo como cualquier otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús, como los evangelios de la infancia. El texto de Juan pudo ser escrito treinta años más tarde, el último de entre los textos evangélicos hoy canónicos, en torno al año 100 d.C. Entenderlo como un relato «descriptivo» que nos trasmite información sobre «cómo sucedieron las cosas», información transmitida a Juan evangelista por revelación directa. Hoy la ciencia bíblica enfoca este texto con otra luz, conoce mejor su naturaleza y sabe que se trata de otra cosa.
En todo caso, es un texto clave, uno de los pocos textos de los que se puede decir que han sido sencillamente decisivos para la configuración concreta del desarrollo del cristianismo. Muchos opinan que, hablando de una manera cuasiliteraria, fue Pablo el creador del cristianismo, más que los evangelios sinópticos por ejemplo. Otra opinión también común es la de que quien fundó el cristianismo fue Juan, al fundamentarlo con esta visión fantástica genial que catapultó la reflexión sobre Jesús a su máxima dimensión.
Más allá de lo que de este texto hubiera de ser retenido o no, la dimensión de encarnación que daría al cristianismo lo ha marcado, realmente. Encarnación, y su complemento, la divinización, son como una columna vertebral del cristianismo, y una de las marcas registradas de su espiritualidad y su compromiso histórico.
En la dimensión concreta de la historicidad, ya sabemos: no tenemos ninguna noticia histórica de la fecha del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre fue tomado de la fiesta romana del nacimiento del Sol, pues a partir de ese día –hoy sabemos que no exactamente– comienza a aumentar el tiempo de insolación (en el hemisferio norte, obviamente); el Sol superaba su período anterior invernal, de muerte y disminución. Si a Jesús se le llamaba «el Sol de Justicia», qué mejor fecha para datar su nacimiento que el día del nacimiento del Sol astronómico, que en el mundo romano era considerado divino.
Puede ser interesante tener la curiosidad de examinar la letra de algunos de los «villancicos» tradicionales más comunes. Podrá observarse que en muchos casos su letra, en verdad, es teológicamente pobre, y a veces, realmente insostenible. «Pero funciona», es decir: en el sentimiento religioso, la racionalidad tiene poco que decir. Lo religioso es pluridimensional; es también afectivo, estético, fruitivo, contemplativo... y sí, también intelectual y racional.
Pero hoy, Navidad, manda el Niño Jesús, y el niño que llevamos dentro cada uno de nosotros. Démosle libertad completa. 
Para la revisión de vida
En todo caso, la Navidad es fiesta de humanización, que celebra lo más humano de la vida: el amor, la ternura, la familia, la solidaridad... ¿Qué debo hacer para que no se me escape la Navidad, para vivirla a fondo?
Para la reunión de grupo
Recordemos la «infraestructura» de la fiesta de la Navidad: Coincide con el comienzo del invierno astronómico, cuando los días comienzan a crecer... Era una fiesta también romana, y fue la Iglesia quien «cristianizó» esa fiesta poniendo en ella la celebración del nacimiento de Jesús. ¿Qué nos inspira todo esto?
 En el centro de la Navidad está el tema de la encarnación: Dios se ha hecho ser humano. Si el grupo lo cree oportuno, comentar el conocido tema de «La metáfora del Dios encarnado», título del libro de John Hick. (En la RELaT –servicioskoinonia.org/relat– hay dos capítulos del mismo; ver el libro en tiempoaxial.org)
La navidad es en algunos países el período en que más suicidios se producen, sobre todo por parte de personas que viven solas, apartadas de la familia, o sin familia... Todos podemos aventurar una interpretación y hacer alguna reflexión. 
Para la oración de los fieles
Por todos los hombres y mujeres del mundo, especialmente por los más necesitados, para que acojan con amor y alegría al Dios que a todos sale al encuentro, a cada uno por sus propios caminos religiosos, roguemos al Señor
Para que el nacimiento de Jesús nos dé la confianza y el optimismo de saber que Dios no abandona a la Humanidad, y que a toda ella la guía y conduce...
Para que el ambiente social navideño vaya acompañado en nuestras vidas por una vivencia intensa del misterio de la navidad, con oración y contemplación llena de paz y de agradecimiento...
Por todos los que están lejos de sus hogares, o no tienen familia, o están en soledad obligada o voluntaria; para que experimenten gozosamente la comunión y el amor por encima del cerco soledad que les rodea...
Para que el ambiente de la navidad propicie en nuestros hogares el necesario clima de amor y ternura que durante la vida diaria nos es más difícil...
Oración comunitaria
 Dios, Padre nuestro, que en Jesús nos has dado tu Palabra, hecha carne y sangre, fuerza y ternura, muerte y resurrección; te pedimos nos des la fuerza necesaria para seguir sus pasos por el camino que él nos trazó para llegar hasta ti, abrazando en nuestro caminar hacia ti a todos los hermanos y hermanas. Por Jesucristo Nuestro Señor. 
Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico

domingo, 18 de diciembre de 2016

Domingo, 18 Homilia comentarios lecturas de diciembre de 201 CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A

LUZ DEL DOMINGO

Domingo, 18 de diciembre de 201
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO A
Primera lectura: Isaías 7, 10-14
Salmo responsorial: Salmo 23
Segunda lectura: Romanos 1, 1-7 
EVANGELIO: Mateo 1, 18-24
 18Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que es­peraba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto. 20Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
-José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
22Esto sucedió para que se cumpliese lo que había di­cho el Señor por el profeta:
23Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14).
(que significa «Dios con nosotros»).
24Cuando se despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Señor y se llevó a su mujer a su casa.
COMENTARIOS
I
 DIOS ENTRE NOSOTROS
Dios entre nosotros. Este ha sido el deseo de Dios. La ma­yoría de los profesionales de lo religioso han dicho siempre que la mayor aspiración del hombre debía ser subir al cielo. Y, mientras tanto, Dios ha decidido bajar a la tierra. Pero..., a pesar de que celebremos cada año el nacimiento del Emma­nuel, Dios-con/entre-nosotros, cada vez resulta más difícil comprender que Dios habite en este mundo.

¡ALEGRÍA! ¿ALEGRÍA?
Dentro de unos días vamos a celebrar la Navidad, el naci­miento del hombre en el que Dios se hace presente en el mun­do de los hombres. Un año más, villancicos, regalos, fiesta, alegría... ¿Alegría?
¿Realmente lo que sentimos en estos días es alegría, o todo se reduce a unos días de juerga en los que nos olvidamos de los problemas, de las angustias, de las insatisfacciones del tes­to del año?
¿Y los que no pueden celebrar nada estos días?
Según ponen de manifiesto las estadísticas, en estas fechas aumenta el número de suicidios. Y la explicación que dan los entendidos a este hecho es que los que tienen algún problema lo sufren con mayor intensidad ahora, cuando el ambiente es -en realidad o en apariencia- más alegre.
Porque... también se sufre en Navidad. Si, los que sufren hambre, la sufren también en Navidad, los presos siguen en las cárceles, los desaparecidos no aparecen tampoco en estas fechas, las fábricas de armas siguen construyendo sus produc­tos para la muerte, los traficantes de droga siguen enrique­ciéndose a costa de la vida de los jóvenes, los marginados si­guen olvidados de nuestra sociedad, los opulentos derrochan aún con más descaro... Y la soledad es más soledad, el miedo más hondo y la necesidad de amor se siente a flor de piel...
¿Dios entre nosotros?
Dios-entre-nosotros... ¡eso es mentira! A Dios lo hemos expulsado o quizá ni siquiera lo hemos dejado entrar en nues­tro mundo. Porque si Dios habitara en esta tierra, esta tierra seria el cielo. ¡Y si esto es el cielo...!
Dios-entre-nosotros... ¡eso es mentira! ¡Si los países que se llaman cristianos están entre los más injustos de la tierra! 
JESÚS (= SALVADOR)
«Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba des­posada con José, y antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo».
José debía estar aturdido. ¿Cómo estaba su mujer encinta si no habían mantenido relaciones? ¿Que era cosa de Dios? Y entonces, ¿qué pintaba él en todo aquello? Y quiso salirse de escena: «Su esposo, José, que era justo y no quería infa­maría, decidió repudiarla en secreto». Pero Dios le había re­servado una tarea.
Y él aceptó colaborar para que se hiciera realidad la utopía de que estuviera Dios entre nosotros.
La tarea que Dios le encomendó fue darle nombre a su Hijo: «Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, por­que él salvará a su pueblo de los pecados.»
Hasta entonces había habido muchos salvadores en Israel: Moisés, Josué (el que introdujo al pueblo en la tierra prome­tida, y que se llamaba casi igual que el que iba a nacer)... y tantos otros. Pero el pueblo estaba todavía necesitado de sal­vación porque vivía en una sociedad injusta (pecadora) y ne­cesitaba salir (salvarse) de esa injusticia que tanto sufrimiento producía. Para ello no bastaba con cambiar a los dirigentes, aunque fueran ellos los máximos culpables de esa situación. Ya habían cambiado muchas veces, pero todo volvía a ser igual. Y es que, en mayor o menor medida, todos eran o cul­pables o cómplices de la injusticia; todos aceptaban como bue­nos los valores de aquella sociedad y aspiraban a conseguirlos: el dinero, el poder, los honores. Y cuando se buscan estos va­lores, la injusticia sólo estorba al que la sufre en carne propia. De esos pecados nos viene a salvar Jesús ofreciéndonos otros valores que nos permitirán vivir como hermanos. 
DIOS-ENTRE-NOSOTROS
De nosotros depende. Dios ya ha bajado. Pero sólo se que­da allí donde lo dejen estar, esto es, allí donde lo importante es el hombre y no el poder, compartir en lugar de acumular, construir la fraternidad en vez del ansia de subir y escalar puestos; allí está Dios-entre-nosotros, allí cada día es Navidad, y volverán a realizarse las palabras del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá de nombre Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros’». 
II 
v. 18 Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que es­peraba un hijo por obra del Espíritu Santo.
El matrimonio judío se celebraba en dos etapas: el contrato y la cohabitación. Entre uno y otra transcurría un intervalo, que podía durar un año. El contrato podía hacerse desde que la joven tenía doce años; el intervalo daba tiempo a la maduración física de la esposa. María está ya unida a José por contrato, pero aún no cohabitan. La fidelidad que debe la desposada a su ma­rido es la propia de personas casadas, de modo que la infidelidad se consideraba adulterio. El «Espíritu Santo» (en gr. sin artículo en todo el pasaje) es la fuerza vital de Dios (espíritu = viento, aliento), que hace concebir a María. El Padre de Jesús es, por tanto, Dios mismo. Su concepción y nacimiento no son casuales, tienen lugar por voluntad y obra de Dios. Así expresa el evangelista la elección de Jesús para su misión mesiánica y la novedad absoluta que supone en la historia (nueva creación).
v. 19 Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto.
José es el hombre justo o recto. Por el uso positivo que hace Mt del término (cf. 13,17; 23,29; en ambos casos «justos» asociados a «profetas») se ve que es prototipo del israelita fiel a los mandamientos de Dios, que da fe a los anuncios proféticos y espera su cumplimiento; puede considerarse figura del resto de Israel. Su amor o fidelidad a Dios (cf. 22,37) lo manifiesta queriendo cumplir la Ley, que lo obligaba a repudiar a María, a la que consideraba culpable de adulterio; el amor al prójimo como a sí mismo (cf. 22,39) le impedía, sin embargo, infamarla. De ahí su decisión de repudiarla en secreto y no exponerla a la vergüenza pública. Interviene «el ángel del Señor» (cf. 28,2), y José, que en­carna al resto de Israel, es dócil a su aviso; comprende que la expectación ha llegado a su término: se va a cumplir lo anunciado por los profetas.
Se percibe al mismo tiempo el significado que el evangelista atribuye a la figura de María, quien más tarde aparecerá asociada a Jesús, en ausencia de José (2,11). Ella representa a la comunidad cristiana, en cuyo seno nace la nueva creación por la obra continua del Espíritu. La duda de José refleja, por tanto, el conflicto interno de los israelitas fieles ante la nueva realidad, la comunidad cris­tiana. Por la ruptura con la tradición que percibe en esta comu­nidad (= nacimiento virginal sin padre o modelo humano/judío), José/Israel debe repudiarla para ser fiel a esa tradición; por otra parte, no tiene motivo alguno real para difamarla, pues su conducta intachable es patente El ángel del Señor, que representa a Dios mismo, resuelve el conflicto invitando al Israel fiel a aceptar la nueva comunidad, porque lo que nace en ella es obra de Dios. Ese Israel comprende la novedad del mesianismo de Jesús y acepta la ruptura con el pasado.
v. 20 . Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
-José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo
La apelación «hijo de David», aplicada a José, indica, en relación con 1,1, que el derecho a la realeza le viene a Jesús por la línea de José (cf 12,23; 20, 30) El hecho de que el ángel se aparezca a José siempre en sueños (2,13.19) muestra que el evan­gelista no quiere subrayar la realidad del ángel del Señor.
v. 21 . Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
El ángel disipa las dudas de José, le anuncia el nacimiento y le encarga, como a padre legal, de imponer el nombre al niño. El nombre Jesús, «Dios salva», es el mismo de Josué, el que introdujo al pueblo en la tierra prometida. Se imponía en la ceremonia de la circuncisión, que incorporaba al niño al pueblo de alianza. El significado del nombre se explica por la misión del niño: éste va a salvar a "su pueblo", el que pertenecía a Dios (Dt 27,9; 32,9; Ex 15,16; 19,5; Sal 135,4): se anticipa el contenido de la profecía citada a continuación. El va a ocupar el puesto de Dios en el pueblo. Va a salvar no del yugo de los enemigos o del poder ex­tranjero, sino de «los pecados», es decir, de un pasado de injus­ticia. «Salvar» significa hacer pasar de un estado de mal y de pe­ligro a otro de bien y de seguridad: el mal y el peligro del pueblo están sobre todo en «sus pecados», en la injusticia de la sociedad, a la que todos contribuyen.
vv. 22-24: Esto sucedió para que se cumpliese lo que había di­cho el Señor por el profeta: 23Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14)(que significa «Dios con nosotros»). 24Cuando se despertó José, hizo lo que le había dicho el ángel del Señor y se llevó a su mujer a su casa.
El evangelista comenta el hecho y lo considera cumpli­miento de una profecía (1,22 «Todo esto sucedió, etc.»). Mientras, por un lado, el nacimiento de Jesús es un nuevo punto de par­tida en la historia, por otro, es el punto de llegada de un largo y atormentado proceso. Con el término Emmanuel, "Dios con nosotros" o, mejor, «entre nosotros», da la clave de interpretación de la persona y obra de Jesús No es éste un mero enviado divino en paralelo con los del AT. Representa una novedad radical. El que nace sin padre humano sin modelo humano al que ajustarse, es el que puede ser y de hecho va a ser la presencia de Dios en la tierra, y por eso será el salvador. Respeto de José por el designio de Dios cumplido en María.
III
 Vamos a hacer en primer lugar un comentario litúrgico-pastoral a estos textos bíblicos en una línea más bien tradicional. Luego una nota crítica.
El pasaje de Isaías que escuchamos hoy resuena ese anuncio esperanzador del nacimiento de alguien que estará permanentemente inserto en medio de su pueblo. Al parecer estas palabras del profeta al rey Acaz se dieron en un contexto en el que las esperanzas del mantenimiento de la seguridad del reino de Judá se centraban más en el poder político y militar, dejando a un lado la confianza en YHWH. Isaías ha visto los afanosos intentos del rey para aliarse con sus vecinos en orden a defenderse de las amenazas del reino del norte, quienes a su vez se han aliado con otros para defenderse del poderoso de turno. Para despertar de nuevo la confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el embarazo de alguna de las doncellas del rey. Así como esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre “Emmanuel”, Dios con nosotros. Con base en esta profecía, se fue fomentando la idea de que el Mesías nacería de una virgen. Toda primeriza en Israel albergaba la esperanza de ser la madre del Mesías; todo ello debido a la misma terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en nuestra lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta profecía de Isaías y lo cita textualmente.
La segunda lectura está tomada de la carta de san Pablo a los romanos, más exactamente se trata del encabezamiento de la carta. Allí relata Pablo a los cristianos de Roma su vocación al apostolado, para lo cual fue elegido por el mismo Dios. Para Pablo está claro que el evangelio que él predica es Jesucristo mismo, su persona, su obra, su muerte y resurrección. Es muy importante para el apóstol subrayar que este Jesús es descendiente de David en cuanto a lo humano, pero que Dios le otorgó su Espíritu constituyéndolo en Mesías todopoderoso, Señor Único, resucitándolo de entre los muertos. Otra cosa que recalca Pablo es que su actividad evangelizadora le ha sido otorgada por puro don, por vocación; de ahí que su preocupación haya sido durante toda su vida el dar a conocer a la noticia de Jesucristo especialmente a los gentiles.
En el evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la ley mosaica.
En esas circunstancias, pues, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero aclara diciendo “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentir muy mal a José; sin embargo, agrega Mateo, que “era un hombre justo, y para no exponerla a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley; con todo, sin darse cuenta, va colaborando también él con los planes divinos. En estos planes divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja (!). Un ejemplo de ello lo tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.
Pero en esos planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir” la manera como Dios actúa; ¡no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás Él sabe cómo lo hace. Aunque en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.
Como nota crítica podríamos decir algo que hace mucho tiempo que es ya un «lugar común» en el mundo bíblico: los profetas no fueron en su tiempo adivinos del futuro, ni muchas de las cosas que los primeros cristianos creyeron ser «cumplimiento de lo anunciado por las Escrituras» realmente lo fueron. Ese esquema apologético de que lo sucedido en Jesucristo estaría previsto y anunciado en el pasado, hace tiempo que ha sido abandonado en los estudios bíblicos. Más. Desde hace apenas unos años, menos de veinte, se está hablando de una nueva ola, un «revolcón» en el tema de la historicidad bíblica. Ya sabíamos que había muchas cosas y figuras (importantes) de la Biblia que no eran literalmente histórica. Los grandes especialistas bíblicos ya exhibían hace tiempo una visión bastante matizada de la base histórica de la Biblia. Los planteamientos concordistas de La Biblia tenían razón, aquel famoso libro, hace mucho tiempo que no gozan de audiencia. Pero en los últimos años, como decimos, se ha dado un cambio significativo de postura. Hay toda una corriente arqueológica última, la más actual, que se pronuncia ya con claridad por una postura bastante más radical sobre la historicidad. No quieren ya utilizar la arqueología para ornamentar con curiosidades la ciencia bíblica, sino que creen que debemos ser honrados y someter los estudios bíblicos a lo que la arqueología descubre y cree poder probar. Es, de alguna manera, una nueva edición del conflicto entre la ciencia y la fe, pero a estas alturas la solución del conflicto está ya muy precocinada, y no caben componendas. Ya no vamos a condenar a Galileo, ni a los arqueólogos.
No podemos entrar aquí en más profundidad. Remitimos a un libro clave, de Finkelstein, La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Siglo XXI Editores, Madrid y Buenos Aires, 2003.
Para la revisión de vida
En esta última semana de adviento, trato de hacer una revisión de mi vida sobre cómo me estoy preparando para vivir la conmemoración del nacimiento de Jesús.
 ¿Voy a estar atento a no caer en esa tentación que se ha hecho clásica ya, la de la identificación de la navidad con el consumismo?  ¿Voy a vivir especialmente en esta navidad la solidaridad con los pobres?

Para la reunión de grupo
Retomar la lectura de todo el cap. 7 de Isaías, una vez leído, discutir y asimilar las notas explicativas que trae la Biblia Latinoamericana.
Leer de nuevo el pasaje de Mateo y estudiar la nota a este pasaje en la Biblia Latinoamericana.
Escuchar y/o leer el capítulo 133 de “Un tal Jesús” y comentar en el grupo lo que nos sugiere sobre esta vivencia de la Navidad.
Tomar esos materiales de profundización sugeridos más arriba, y organizar una o varias sesiones de estudio.
 Para la oración de los fieles
Por los cristianos de todas las confesiones, para que por encima de nuestros intereses de grupo, seamos capaces de transparentar en el mundo la presencia única y permanente de Dios. Oremos...
Para que nuestra vida personal y grupal sea fiel reflejo del amor del Padre manifestado en su Hijo. Oremos...
Para que esto en estos días de Navidad no olvidemos a los más necesitados de nuestras comunidades. Oremos...
Para que la Navidad deje en nosotros frutos de una conversión sincera y de una adhesión incondicional a los planes del Padre... Oremos...
Oración comunitaria
 Padre bueno y misericordioso, cuando hacemos nuestra propia voluntad nos perdemos, se diluye el sentido de nuestra vida y arrastramos a muchos a la perdición; que al contemplar hoy a María y José obedientes a tu voluntad, sintamos también nosotros el placer y la necesidad de adherir a Ti nuestro ser y nuestra voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico