LA MUJER: KANT // ROUSEAU
Para muchos, oír hablar de la educación de la mujer y pensar en la ilustración y la modernidad como el movimiento emancipador de la mujer es lo mismo. Pero esto no es cierto.
La profesora de la Autónoma de Madrid, Sonsoles San Román Gago, en su artículo La justificación teórica de la maestra analfabeta en el pensamiento de Rouseau y Kant. Influencia en la política educativa posterior, afirma:
“A la hora de plantear la posición de Rouseau y Kant ante el tema de la educación de la mujer, nos interesa resaltar, en primer lugar, la importancia que ambos tuvieron en la política educativa de la época al excluir a la mujer del derecho de ciudadanía y asignar como espacio apropiado para ella, a diferencia del varón, el concerniente al ámbito privado representado por la familia y el hogar”
Para muchos, esto era responsabilidad de la Iglesia; pero esto es otra mentira.
“A la hora de plantear la posición de Rouseau y Kant ante el tema de la educación de la mujer, nos interesa resaltar, en primer lugar, la importancia que ambos tuvieron en la política educativa de la época al excluir a la mujer del derecho de ciudadanía y asignar como espacio apropiado para ella, a diferencia del varón, el concerniente al ámbito privado representado por la familia y el hogar”
Para muchos, esto era responsabilidad de la Iglesia; pero esto es otra mentira.
¿Qué piensa el ilustrado y moderno Kant de la mujer? Kant en su obra Lo bello y lo sublime, afirma:
“Espero que se me dispensará la enumeración de las cualidades masculinas en su paralelismo con las del sexo opuesto, y que bastará considerar comparativamente unas y otras. El bello sexo tiene tanta inteligencia como el masculino, pero es una inteligencia bella; la nuestra ha de ser una inteligencia profunda, expresión de significado equivalente a lo sublime.
La belleza de los actos se manifiesta en su ligereza en la aparente facilidad de su ejecución; en cambio, los afanes y las dificultades superadas suscitan asombro y corresponde a lo sublime (a lo masculino). La meditación profunda y el examen prolongado son nobles, pero pesados, y no sientan bien a una persona en la cual los espontáneos hechizos deben sólo mostrar una natural belleza. El estudio trabajoso y la reflexión penosa, aunque una mujer fuese lejos en ello, borran los méritos peculiares de su sexo, y si bien la rareza de estas condiciones en su sexo las convierte en objeto de fría admiración, debilitan al mismo tiempo los encantos que les otorgan su fuerte imperio sobre el sexo opuesto. A la mujer con la cabeza llena de griego, como la señora Dacier, o que sostiene sobre mecánica discusiones fundamentales, como la marquesa Chastelet, parece que no le hace falta más que una buena barba; con ella, su rostro daría más cavadamente la expresión de profundidad que pretenden. La inteligencia bella elige por objetos suyos los más análogos a los sentimientos delicados, y abandona las especulaciones abstractas o los conocimientos útiles, pero áridos a la inteligencia aplicada, fundamental y profunda. La mujer, por tanto, no debe aprender ninguna geometría; del principio de razón suficiente o de las mónadas sólo sabrán lo indispensable para entender el chiste en las poesías humorísticas con que se ha satirizado a los superficiales sutilizadores de nuestro sexo. (…) En historia, no se llenarán la cabeza con batallas, ni en geometría, con fortalezas; tan mal sienta en ellas el olor a la pólvora como en los hombres el del almizcle”.
La belleza de los actos se manifiesta en su ligereza en la aparente facilidad de su ejecución; en cambio, los afanes y las dificultades superadas suscitan asombro y corresponde a lo sublime (a lo masculino). La meditación profunda y el examen prolongado son nobles, pero pesados, y no sientan bien a una persona en la cual los espontáneos hechizos deben sólo mostrar una natural belleza. El estudio trabajoso y la reflexión penosa, aunque una mujer fuese lejos en ello, borran los méritos peculiares de su sexo, y si bien la rareza de estas condiciones en su sexo las convierte en objeto de fría admiración, debilitan al mismo tiempo los encantos que les otorgan su fuerte imperio sobre el sexo opuesto. A la mujer con la cabeza llena de griego, como la señora Dacier, o que sostiene sobre mecánica discusiones fundamentales, como la marquesa Chastelet, parece que no le hace falta más que una buena barba; con ella, su rostro daría más cavadamente la expresión de profundidad que pretenden. La inteligencia bella elige por objetos suyos los más análogos a los sentimientos delicados, y abandona las especulaciones abstractas o los conocimientos útiles, pero áridos a la inteligencia aplicada, fundamental y profunda. La mujer, por tanto, no debe aprender ninguna geometría; del principio de razón suficiente o de las mónadas sólo sabrán lo indispensable para entender el chiste en las poesías humorísticas con que se ha satirizado a los superficiales sutilizadores de nuestro sexo. (…) En historia, no se llenarán la cabeza con batallas, ni en geometría, con fortalezas; tan mal sienta en ellas el olor a la pólvora como en los hombres el del almizcle”.
Edith Stein, doctora en filosofía, copatrona de Europa
Parece obvio cómo la Ilustración, en su versión alemana (Kant), marginó a la mujer, y lo que es aún más grave, esto se hacía partiendo del concepto de naturaleza, esto es, si la naturaleza nos ha hecho así no queda más remedio que asumirlo. La cuestión es que la naturaleza no nos ha constituido como Kant pensaba y esto sí que es un gran error del pensador alemán. Confundir la naturaleza con las construcciones intelectuales y culturales es muy grave ya que bloquean el progreso y la madurez de la persona y de la sociedad.
Algunos ilusos podrían pensar: aún nos queda la Ilustración francesa; Francia, el país de las luces. Otra mentira.
“Rousseau era un gran defensor de la idea de libertad e igualdad entre los hombres. Convencido de que todos los individuos nacemos libres e iguales, y portadores de una razón original y natural, pensaba que el cultivo de la razón era el instrumento idóneo para transformar no sólo la sociedad, sino también las mentes. Su gran contradicción fue considerar la desigualdad sexual como natural y, por tanto, no denunciarla, al entender que el sometimiento de las mujeres era un hecho natural y que la universalidad de la razón sólo era aplicable al varón. Sus ideales de crear una sociedad de individuos iguales incurrió en un pequeño error: la mitad de la especie no formaba parte de la categoría de iguales. La igualdad sólo alcanzaba a los sujetos del pacto… Extendió el contenido básico de los ideales ilustrados, igualdad y libertad a quienes participan de la Voluntad General, los varones. La mujer, adscrita a la familia, no era considerada sujeto de ciudadanía y no podía participar, por ello, en la Voluntad General. Su permanente estado pre-social la relaciona con los instintos primarios del deseo, la pasión, el desorden, la libido y todo aquello que corresponde al estado de naturaleza. (…) Las niñas aprenderían de sus madres a realizar con amor las labores propias de su sexo, gobernando y cuidando correctamente de su casa. La educación de la mujer no debía ser teórica. Sus estudios se limitarían inevitablemente a la práctica, conformándose con aplicar, como venimos indicando, los principios hallados por el hombre. El caso de Emilio era diferente. Él sí debe separarse de su familia. Su educación se confiaría a un tutor privado que guiaría sus pasos hasta el momento en que cumpliese la mayoría de edad, los veinte años, considera adecuada para comenzar a actuar de acuerdo con su propios principios. Emilio llegará a ser una persona libre y sometida a la leyes de la sociedad civil de la cual es miembro”.
Teresa de Calcuta, premio nobel de la paz
excelente, este es el origen de la imposición del pensamiento masculino, como sentido de verdad, en os espacios seculares.
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