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INPUGNACIÓN
AL MANIFIESTO
QUE EL AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL
DE LA CIUDAD DE ALHAMA
DIRIGIÓ
A LA NACIÓN ESPAÑOLA
EN Iº
DE JUNIO DE 1813
Y PRESENTAN A LA MISMA LOS CIUDADANOS
DENIGRADOS EN ÉL.
GRANADA,
DE LA IMPRENTA DE LA VIUDA E HIJO DE
ZEA.
(1)
Cuando se atacan injustamente los
derechos sagrados del hombre de bien; cuando la perversidad de los cabalistas se
conduce por los tortuosos y oscuros caminos de la intriga para minar los
cimientos de la opinión pública; y cuando el interés, el orgullo, y
las pasiones enmascaradas quieren alucinar a los incautos, el hombre de bien,
escudado en sus virtudes, debe presentarse al frente de sus cobardes enemigos,
confundir al detractor insolente, manifestar las cavilosidades del hipócrita
despreciable, desembrollar las marañas del ambicioso atrevido, descubrir las
rateras miras del prostituido lisonjero, y corriendo el velo con que se cubrían
estos vicios, presentar el obscuro cuadro de sus maquinaciones, haciendo que
brille en todo sus esplendor la hermosa y pura verdad.
Los
ciudadanos de la heroica Alhama que subscriben, calumniados vilmente,
confundidos entre los hijos espúreos de la patria, despojados de sus
imprescriptibles derechos, mancillada su opinión y execrada su conducta,
hubieran sufrido en el silencio los injustos ultrajes con que la malicia y el
sórdido interés los ha deprimido: sus corazones leales y generosos hubieran
mirado por más tiempo con desprecio los insultos del manifiesto del
ayuntamiento constitucional de Iº de junio, si este silencio criminal no le
diera en cierto modo la prueba que no tiene, y los vecinos incautos de Alhama,
prevenidos por estas imposturas no las mirasen ya como verdades incontestables:
la razón y la justica holladas, reclamaban impresionante sus satisfacción, y la
natural defensa, derecho tan sagrado para el hombre, anterior a todos los
códigos y pactos, les ha impuesto el forzoso deber de rebatirlo. ¡Y tú, generosa
Alhama, testigo de los hechos que presentaremos, tú conocerás la justicia de
nuestra exposición, no has derramado en vano tu sangre por sacudir el yugo
opresor; tus Mártires generosos vivirán eternamente en la memoria de la Nación
libre; y tu constancia impávida en medio de los peligros te escuda
suficientemente contra los tiros de la impostura!
Si la
elección parroquial se hubiera verificado con orden, subordinación y libertad,
como se trata persuadir con el manifiesto, los ciudadanos que subscriben,
abismados en la confusión de una conducta reprehensible, hubieran respetado la
voluntad general que se manifestaba de un modo libre y positivo, no hubieran
tenido derechos que reclamar, y hubieran llevado lejos de sus compatriotas la
vergüenza y el oprobio que los cubría: pero el acto de esta elección tuvo todos
los caracteres de la intriga, del interés y de la fuerza.
Convocados
los vecinos que se hallaban en posesión de los derechos de ciudadano para la
elección parroquial, concurrieron los que subscriben, bien persuadidos de no
hallarse con alguna de las tachas indicadas por los soberanos decretos, que los
privasen de las augustas funciones concedidas por la sabia Constitución a todos los españoles. No se engañaron. La
apertura del acto, las invitaciones públicas de su Presidente, y el exacto
cumplimiento de las ritualidades prevenidas, convencieron al congreso, que las
personas que en él están tenían las cualidades necesarias para ser admitidas.
Empieza el acto de votación para el nombramiento de secretario y
escrutadores, y el respetuoso silencio
del pueblo que lo miraba fue el testimonio más auténtico de su aprobación. ¿Y
cómo hubiera callado un pueblo a quien
se acababa de instruir en sus derechos, si hubiera encontrado tacha en alguno
de los que formaban el congreso? ¿Y quién podrá persuadirse que éste
conocimiento estaba reservado a un hombre solo, (1 D. Fernando Toledo; hermano del Presidente, sin destino
conocido en Alhama ni en otra parte.) que erigiéndose en interprete de la voluntad general, se
presenta inopinadamente, detiene el acto, indica sus obligaciones al
Presidente, designa personas tachadas, no se procede a la discusión de estas
tachas, y conmueve al pueblo sorprendido? Las exposiciones más sumisas, las
reclamaciones más enérgicas, los documentos más auténticos: todo fue
desatendido. Parte del pueblo sencillo, que deseaba el acierto que oye la
acusación y no puede informarse de las defensas, alentado por las insinuaciones
del orador, se alarma, se conmueve y prorrumpe en los confusos y amenazadores
gritos de afuera, afuera, capaces de imponer al corazón más magnánimo.
Despojados
de sus derechos, los ciudadanos que subscriben, insultados, desatendidos,
injuriados atrozmente, y comprometidos en su opinión y sus personas, adoptaron
el partido que aconsejaba la prudencia, y se retiró a formar una reclamación en
forma, que contuviese un desorden de tanta transcendencia, y presentase la
nulidad del acto cuya invalidación se debía sostener.
Esta
protesta, dirigida con sencillez y candor, fue hecha a la junta parroquial,
quien la despreció (1. Juan Naveros de Castro la presentó,
y por mano del portero Redondo, se devolvió sin decretar.), y por ello ocurrieron los
denigrados a la junta preparatoria de Granada, haciendo presente la violencia y
despojo que habían sufrido; pero como esta junta había concluido sus funciones
por haberse empezado ya las elecciones, tuvieron que dirigirse a la de partido,
puesta en manos de su secretario D. José Zamora la reclamación, no le dio
curso, y quedó sin efecto, (2. Resulta este hecho comprobado de la
certificación de D. Faustino Soler, que la presentó, y después de repetir
diligencias con el secretario de la junta de partido, no pudo conseguir se le
manifestare providencia, ni que se la devolviese sin ella, por ser el D. José
Zamora parcial decidido del Presidente Toledo, a quien trató de complacer con
la ocultación) con
notoria infracción de la ley sancionada, y de los decretos de la soberanía.
A la vista
de estos hechos contestados en forma legal, ¿quién desconocerá la fuerza, la
intriga, y el manejo con que se procedió en esta elección por el Presidente y
su hermano, muy distantes de llevar en su corazón las rectas ideas del bien
público, y de la imparcialidad y desinterés que debía presidir a sus
deliberaciones? El resultado persuade eficazmente esta verdad. El hermano del
Presidente fue elegido. Este era el fin, y no podía conseguirse por otros
medios. Era preciso que no concurriesen a la votación hombres enérgicos y
decididos, capaces de contrarrestar el ascendiente del Presidente del
Ayuntamiento; hombres que sacrificasen los respetos humanos al bien general, para
quienes fuese nada la prepotencia, el orgullo, y el espíritu de partido que se
trataba de establecer, hombres en fin, que por su establecimiento, por sus
relaciones y conocimientos, no estuviesen en estado de sucumbir a las ideas de
un ambicioso que sólo trataba de su exaltación por cualquier medio: lo
consiguió, y escan-
daliza ver en el acto de la elección parroquial expulsados
seis ciudadanos, antes de haberse nombrado secretario y escrutadores, es decir,
antes que hubiese junta que pudiese decidir de la legitimidad de los defectos
que se atribuían a los que subscriben: requisito esencial según lo prevenido en
el artículo 50 de la Constitución, que notoriamente se infringió, empeñándose
el hermano del Presidente en sostener con tenacidad ser ésta una atribución
exclusiva del pueblo: obstinación tanto más acalorada, cuanto que de ella
dependía el resultado favorable que se prometía y que logró, siendo una prueba
incontestable del manejo e intriga del Presidente y su hermano, que algunos de
los ciudadanos que subscriben, en las anteriores elecciones para vocales de las
cortes extraordinarias, no sólo no fueron tachados por el pueblo, que ahora se
quiere persuadir que os expulsa, sino que con su aprobación y a su vista fueron
nombrados compromisarios; (1. D. Josef de Raya y D. Luis del
Corral, expulsados en esta elección, fueron nombrados compromisarios en la
anterior para las cortes extraordinarias.) y este hecho demuestra que el pueblo
estaba bien convencido de su irreprehensible conducta, que los miraba con
confianza, y que solo la negra mano, y la cavilación de hombres que amaban más
su interés personal, que los rectos procedimientos de la justicia, movió los
resortes de la desconfianza, y produjo un hecho escandaloso, por el que se
despojó injustamente a seis ciudadanos del goce de sus derechos, exponiéndolos
al oprobio, a la degradación y a la vergüenza con que debía cubrirlos el pueblo
seducido y engañado.
¿En qué
fundamento se apoyó un atentado tan injurioso? En que el uno había sido
comandante de la milicia cívica; otro había hecho funciones de Alcalde mayor;
otro había intentado comprar bienes nacionales; (2. D. Miguel Cortés, por
casualidad de haberse sacado a subasta una haza que lindaba con otra suya y
estar ya hecha postura por otro vecino, la mejoró, se la pujaron, y cedió: de
manera que ni fue comprador ni gestionó para la subasta; y este hecho se tiene
por causa para la expulsión, y no lo es en D. Juan Toledo, para presidir el
acto, el haber comprado con efecto las mulas del convento de S. Diego, que se
vendieron por el intruso gobierno, y cuyo valor fue para auxiliar sus
usurpaciones.) y los ha-
bían sido municipales, exigiendo el cuatro por ciento
concedido por la cobranza de las mensualidades: (2) (fue un crimen en los municipales cobrar el cuatro por ciento concedido
a los pueblos de la Provincia para los gastos de las depositarias, y que parte
percibieron el Regidor D. Francisco
Calvo Cabello, y el Síndico D. josef de Reyes como depositarios que
fueron; y sin embargo firman el manifiesto; y no lo ha sido en el Presidente
Toledo, el haber estado percibiendo el seis por ciento por la cobranza del
cabezón, que a su solicitud se verificó en alhama.) Miserable efugio a que tuvo que acogerse el hermano del
presidente, porque no encontró otras tachas sustanciales que oponerles, y que
el pueblo incauto que lo oía se dejará arrastrar, sin examen hacia sus ideas,
por sólo el concepto del bien y del orden que deseaba, y que creía ser el
verdadero resorte de la acalorada propuesta y tenacidad del orador. Bien sabía
éste que las tachas no lo eran, que una detenida discusión las hubiera declarado
insuficientes, que los decretos de las Cortes nacionales de 11 de agosto y 21 de septiembre, declaran a los
municipales del tiempo del intruso
gobierno, capaces para elegir y ser elegidos, y que las órdenes de la junta
preparatoria, que se había leído, de que estaba enterado el pueblo, declaraban
suficientemente que los defectos atribuidos a los ciudadanos que subscriben no
lo eran, ni les podían privar de sus derechos activos, y este conocimiento fue
el verdadero móvil del atentado, como único medio de que podían valerse el
Presidente y su hermano para llevar a cabo sus designios interesados, que les
hacían mirar como lícito todo lo que les fuera conveniente: ¡horrorosa moral,
que tantos males ha producido sobre la tierra!
Empero las
cualidades del electo convencen que sólo por estos medios obscuros y
reprobados, podía obtener el distinguido honor de representante de la heroica
Alhama, de un partido donde hay hombres llenos de probidad, de conocimiento, de
luces, del más acendrado patriotismo; hombres cuyo arraigo, cuyo
establecimiento, y relaciones sociales, podían ser el más seguro garante de su
comprometimiento y representación.
Ello es que
D. Fernando Toledo, desde que acabó su carrera literaria en Granada, jamás se
ha fijado en parte alguna, y mucho menos en Alhama: pasó muchos años en
pretensiones en la corte, consumió su patrimonio, y tuvo
la desgracia de no
obtener empleo ni distinción alguna: perdidas sus esperanzas en la carrera de
la jurisprudencia, trató de sacar partido de la preponderancia y ascendiente de
su familia en las circunstancias desagradables de nuestra revolución. Cuando la
Junta Central mandó reunir las cortes, se vino de Sevilla, y trató en Alhama de
intrigar para salir electo por aquel partido, pero no tuvo efecto por la
entrada del enemigo. Por los mismos principios consiguió en esta última época
ser electo vocal de partido para las Cortes extraordinarias, mas no tuvo
aceptación para ser nombrado diputado, y su resentimiento le sugirió el tejido
de enredos que dirigió a las Cortes reclamando la nulidad, y fue desatendido,
por lo que redobló sus esfuerzos para salir electo diputado en las Cortes
ordinarias, e indemnizarse de este modo de los desaires que hasta entonces le
había hecho la fortuna; para cuyo injusto proyecto trató de lanzar
violentamente de la junta parroquial a los ciudadanos que subscriben; y
prevaliéndose de estar al frente del Ayuntamiento y presidiendo los actos de elecciones, en su
hermano D. Juan Toledo, logró al fin ser el elector del partido.
Esta
elección fue declarada nula, privando de sufragio al D. Fernando en la Junta
Electoral de provincia celebrada en la ciudad de Granada, haciéndole salir del
congreso.
El
ayuntamiento constitucional de esta ciudad de Alhama, o hablando con más
propiedad, su Presidente D. Juan Toledo (1. Algunos individuos del
Ayuntamiento no tienen reparo de decir que firman como en un barbecho: sencilla
confesión, que prueba la prepotencia del Presidente, y que todo es obra suya.) en el manifiesto que vamos
refutando, injuria y ataca los respetos de la junta provincial y quiere
persuadir que holló y pisó el código sagrado de nuestros principios
constitucionales, que usurpó los
derechos de la soberanía, que traspasó los límites de sus facultades, y que el
hecho de expulsar al D. Fernando Toledo, fue verdaderamente anticonstitucional,
arbitrario, injusto y escandaloso. Para persuadirlo se trata de alegar la
justificación hecha ante el juez de primera instancia de Granada, se proclama
su incompetencia, se marca con el sello de faccionarios a sus testigos, se
llama negro complot a la unión de los Ciudadanos que subscriben para vindicar
sus derechos, y se desata el cúmulo de injurias más inauditas, e impropias de
la gravedad y respeto de las autoridades contra quienes se dirige
y del decoro del
cuerpo, a cuyo nombre se propalan.
Siempre ha
sido muy fácil abultar hechos, figurar transgresiones y atribuir excesos, cuando
no estamos sujetos a la responsabilidad de la prueba. No se hubiera escrito el
manifiesto tan fácilmente si sus autores se hubieran visto en esta necesidad:
pero las ponderadas arbitrariedades de la junta provincial que se
sostienen y apoyan en que declaró la
nulidad por el resultado de la exposición y justificación presentada por los
que subscriben, es una especie maliciosa, y que se estampa para desconceptuar a
la misma junta, porque ésta no se fijó para su decisión en estos documentos, y
si en el resultado de la mima acta parroquial que presentó D. Fernando Toledo
para justificar su legítima elección; en ellas constaba la expulsión de estos
ciudadanos antes de haberse hecho el nombramiento de secretario y escrutadores,
que no hubo discusión ni votación, y que todo fue efecto de una aclamación, que
no puede dejarse de estimar tumultuaria, y estas ritualidades que invalidaron
el acto determinaron el voto unánime de los electores de la junta provisional
para excluir del congreso a D. Fernando de Toledo, demostrándose por este
antecedente la falsedad con que se asegura que solo la mayor parte votaron la
exclusión, la voluntaria facilidad de
llamar confabulación la unión de los que
subscriben, insuficiente una
justificación que sólo tenía por objeto instruir a la superioridad de estos
hechos: ¿y cómo podían dispensarse estos ciudadanos de adoptar cualquier medio
que los llevase a la demostración de la verdad que debía presentarse
sencillamente a la junta electoral de la provincia, con el objeto de que no
triunfasen en ella la intriga y el dolo? ¿Cómo hubieran podido prometerse la
imparcialidad y libertad de los testigos que debían deponer ante el juez de
primera instancia de Alhama, cuando tenían que hacerlo contra un hombre
orgulloso, y que revestido con la autoridad de alcalde constitucional y
Presidente del Ayuntamiento, sólo se sujetaba a la ley de su arbitrariedad? (1. El resultado justifica este temor, pues por haber sido testigo en esta
justificación D. Blas Santander, que se hallaba en Granada, habiendo el
ayuntamiento formado las listas para la rehabilitación de los dependientes de
rentas de cuya clase es, no ha incluido a este únicamente sin que tenga para
ello otro motivo).
Pero el
Presidente y su hermano huyen de la verdad, cuyo resplandor los hiere, y no
pueden soportar por ello, sin mirarla ni contradecirla, se acogen a la
transgresión de ciertas ritualidades que aun en la hipótesis de ser ciertas, no
podían alterar la esencia de los vicios y defectos con que fue elegido D. Fernando
Toledo.
No tendrían
los ciudadanos que subscriben necesidad de echar mano de especies inventadas si
tratasen de descender a la demostración de hechos y defectos peculiares del
Presidente del Ayuntamiento, y de todo este cuerpo en general: ellos dirían que
el Presidente, en el año de noventa y nueve, siendo Síndico, planteó el
encabezamiento del pueblo, y lo allanó a pesar de la oposición que tuvo
cargándolo con cuarenta mil reales más de lo que producía el erario en el
tiempo de la administración: que haciéndose Regidor tomó la tesorería de este
ramo, introdujo la discordia en el ayuntamiento, consumiendo oficios y haciendo
desaparecer el orden de todas sus atribuciones: dirían que en ochocientos seis
se hizo diputado del pósito, perpetuando este oficio en su persona con la
facultad de nombrar depositario a su gusto; (sin duda con el objeto del bien
público) demostrarían que teniendo un rival en ochocientos siete hizo le
removiesen de la tesorería del cabezón; presentarían sus cuentas, y las listas
aumentadas, los fallidos supuestos, las ventas de posesiones rebajadas, los
recargos arbitrarios, la solvencia de descubiertos con que se forma su data
darían una idea cabal de la pureza y escrupulosidad de su manejo: dirían que en
ochocientos diez, cuando el enemigo ocupó Alhama, este patriota juró fidelidad
al rey Josef, y se encargó de los suministros del pan y cebada para las tropas
francesas, de cuya entrada y distribución aún no ha dado cuenta, y el cargo
será por lo menos de cuatro mil fanegas de todos los granos: lo presentarían
concurriendo a los embargos de estas especies, disponiendo remesas de ganados a
la capital, haciendo repartimientos, y cuando el intruso gobierno prevenía:
dirían que comunicaba la orden para que se formase la milicia cívica de esta
ciudad, nombró diputados que fuesen a la de Granada a tratar de su
organización, llenó las compañías y se
quedó fuera, y habiendo sido incluso posteriormente él y su hermano D.
Fernando de resultas de una revista de inspección, como la ejecutó el comandante,
que es uno
de los que denigran, (1. En virtud de la propuesta del Ayuntamiento se despachó
por el General francés a D. Josef de Raya, el despacho de comandante de la
milicia cívica, el que le dirigió el Ayuntamiento con oficio en que le prevenía
se presentase en las salas capitulares para ser reconocido de sus súbditos, en
su visita se excusó a pretexto del estado de su salud, y pidió al Ayuntamiento
lo hiciese presente al General para que lo exonerase: el Ayuntamiento le dijo
lo hiciera presente directamente al General, por cuya causa no admitió el
despacho hasta que por el secretario le puso testimonio de esta respuesta a su
continuación: posteriormente hizo su solicitud al General, quien se la denegó,
previniéndole que cuando estuviese enfermo cediese el mando en el que le
siguiese.) y cuyo
decreto negativo conserva lo presentarían como uno de los que dieron
cumplimiento a la orden del General francés, en que prevenía al Ayuntamiento
enviasen a Granada persona de su confianza, para entregarle las armas que están
destinadas para la cívica de Alhama: (2. el mismo Josef de Raya
conserva el oficio que le dirigió el Presidente del Ayuntamiento mandándole
comisionase un oficial que pasara a Granada a entregarse en las armas que el
General había destinado para la defensa de esta ciudad, y que ya tenían
dispuestas las bestias y dinero que necesitase el comisionado para ese fin: de
cuyas armas no quisieron usar contra los defensores de la Patria, y por ello el
comandante francés los desarmó, bien convencido, de que ni Raya, ni los demás
cívicos querían tomar a su cargo la defensa del pueblo.) manifestarían que fue miembro de la
junta de subsistencias, cargando todo el trabajo y economía en sus compañeros,
que por evitar las manipulaciones de los subalternos, y la arbitrariedad de las
tropas enemigas, comprometieron más de una vez sus vidas en obsequio de sus
conciudadanos, hasta el extremo de venir a la manos con los franceses. Se
evacua la Provincia, y las personas que estaban al frente del gobierno
agobiados con las continuas tarea a que habían estos sujetos, tratan de buscar
en el retiro de sus casas el descanso que necesitaban, y aprovechándose de la
facilidad que le presentaba esta ocasión, D. Juan Toledo se apodera del mando
sin encontrar la más pequeña oposición en los que lo tenían, a pesar de no
haberse
Publicado aún la Constitución, ni otra orden que los
separase: en estas circunstancias le fue fácil hacerse sacar de primer alcalde
constitucional con un Ayuntamiento que sólo es el eco de su voluntad, y al que
abandonó el secretario que nombraron que reunía la inteligencia a los talentos,
y que por una consecuencia de sus principios, creyó no debía ser miembro de un
cuerpo cuyo espíritu conocía demasiado (1. El Licenciado D. Juan
Pacheco Padilla, a pesar de las necesidades a que le habían reducido las
circunstancias no quiso continuar en dicho destino.). Este cuerpo político, que por su
constitución es el escudo de los derechos del ciudadano, que debía ser
inflexible, circunspecto, benigno, igual vigilante y económico, en Alhama podía
decirse que estaba reducido a la nulidad, o más bien, sometido a autorizar los
deseos y caprichos de su Presidente.
Cuando el
pueblo empezaba a respirar el aura suave de la libertad, e lisonjeaba con la
esperanza de ver aliviadas las cargas con que el yugo opresor de un gobierno ilegítimo
lo había tiranizado: miraba con placer establecerse en la Provincia la suave
contribución de guerra, y creía verla adoptada en Alhama, y con ella destruida
la terrible mensualidad que había pagado: pero cuál sería su sorpresa, cuando
el Ayuntamiento a la sombra de un decreto interino continúa la medida
mensualidad y subsidia los comestibles hasta la exorbitante cantidad de sesenta
mil reales, infringiendo notoriamente la Constitución y cargando todo su peso
sobre la clase más desgraciada, haciéndole pensar que aún no había desaparecido
el férreo cetro de la injusta dominación: (2. Estos subsidios
impuestos en tiempo de los franceses por convenio del pueblo, los continuó el
Ayuntamiento de patriotas, hasta que por uno de los ciudadanos denigrados se
reclamó, y la Diputación Provincial los mandó suspender como anticonstitucional) desconociendo los medios de una
sabia economía, y abrogándose los derechos de soberano, obliga al vecindario a
hacer guardias en su oficina de gobierno,
o algo de cinco reales para el que la haga, privando tal vez
del necesario socorro a la desgraciada familia de un bracero que la libraba en
esta pequeña, pero para él preciosa
cantidad: exige gran número de camas con la injusticia de igualar al miserable
con el poderoso: insulta y desatiende a los que con sumisión reclaman sus
derechos, se atreve a faltar a la verdad en sus informes al jefe político,
Comandante general y Diputación provincial (1. Habiendo pedido el Capitán D. Francisco Baltasar del
Corral, al Comandante general le admitiese justificación de su conducta
política, dio comisión al juez de primera instancia para que se le recibiese, y
evacuada la pasó al Ayuntamiento para que informase. Siendo ésta la ocasión en
que debía y podía haber desenvuelto todas las tachas que de habla en su
manifiesto, no lo ha excusado en ocho meses, sin embargo de las diferentes
órdenes del General que ha recibido para que evacue el informe: y habiendo contestado
a la que le dirigió por mano del jefe político, para que esté en uso de sus
facultades lo obligase, que no podía evacuarlo hasta que Corral rindiese las cuentas
que resistía, acreditó éste con una certificación de la intendencia que no sólo
no se había opuesto a rendirlas, sino que las había solicitado, y en su vista
el Comandante general por el mismo conducto lo apercibió para que evacuase el
informe, y se condujese con sinceridad y verdad.
El informe que evacuó sobre el nombramiento de carcelero
de D. Andrés de Vinuesa, dijo: lo había hecho por riguroso turno, cuando es tan
público los muchos vecinos que viven entre su casa y la de D. Bernardino Calvo,
por cuya causa se ha resistido a poner en excusión la orden de la Diputación,
para que con asistencia del vicario, cura y los dos síndicos se examinasen los
padrones.) supone haber hecho los nombramientos
de carcelero y depositarios por riguroso turno, cuando ha aceptado de este
servicio con reprehensible predilección a sus amigos y parciales, observando la
misma punible desigualdad en los alojamientos: (2. El alojamiento en de casa de D. Jacobo Jiménez, de
allí a casa de la de D. Melchor de Vinuesa, de ésta a la de D. Francisco de
Raya, c. del capitán ético, que a otro día de haber salido de esta ciudad,
murió en Vélez, basta para acreditar esta verdad) ha permitido que los soldados
embarguen,
por si las bestias sin turno ni concierto dando margen a los
abusos y desordenes que trae consigo la exclusión de este encargo, cuando se
hace por personas que no tienen conocimiento del país; hace que el vecindario
pague, no se satisface a los proveedores de los fondos que previenen los
decretos soberanos, y dictan la equidad.
Tales cosas
dirían los que subscriben del alcalde D. Juan Toledo, y del Ayuntamiento que
preside, y no se expondrían como este cuerpo en su manifiesto, a tener que sufrir
la vergüenza de la justa reconvención, y de que la defensa natural publique
hechos que el olvido o la prudencia hubieran sepultado. Por esta defensa que ha
sido provocada por el Ayuntamiento dirán los que subscriben, que si estuvieron
implicados en la administración en tiempo del mismo gobierno, no fueron como se
quiere persuadir miserables instrumentos de honrosas exacciones, hicieron si lo
que el Presidente y su facción no tenían carácter pare ejecutar; (1. El Alcalde fue individuo de la junta municipal y de subsistencias,
oficial cívico, juró fidelidad y obediencia, asistió a los convites del
comandante francés, y sin embargo de que estuvo mezclado en todos los negocios
públicos, nada hizo en beneficio común: su patriotismo y el de sus faccionarios
se fijó en creer patrañas y huir de los peligros) los que subscriben envueltos en la
común desgracia dominados por la fuerza, y no por la voluntad, procuraron sacar
un bien del inmenso daño a que la fatalidad los había reducido, pero este bien
se dirigió al común, por ello en la junta de subsistencias celaron con esmero
para cortar los abusos que habían de ceder en perjuicio de los vecinos; por eso
cuando se trató de contribuciones sólo exigieron las que no podían omitirse,
libertando al pueblo de las extraordinarias, de saqueos de servicio material de
carros, de cobranza de pósito, de trabajadores para el camino de Guadix, de la
mitad del cupo de mulas para la artillería, de los caballos para los dragones,
de equipo y sueldo para los francos, de veinte reales que por persona se
anduvieron exigir de préstamo forzado; por ello no se pagaron más que trece
mensualidades en los tres años de dominación; por eso cuando se presentó en
Alhama el coronel del diez y seis de dragones a exigir cuatrocientos y veinte
mil reales que se estaban adeudando de los atrasos
del cabezón y de más rentas reales, y en cuyo atraso no
dejaría de tener parte el alcalde primero, como Regidor que había sido y
manejado mucho tiempo estos fondos; uno de los ciudadanos, que ahora se
denigran, como interceptador de los
correos (1. El Corregidor D. Jacobo Jiménez: este
hecho escandaloso es una suposición arbitraria y maliciosa, se apoya en que
habiendo solicitado varios vecinos la observancia de los soberanos decretos
sobre contribuciones, , se entregó la orden para su ejecución a uno de los
interesados; éste se quedó con copia que la remitió al mimo tiempo que la orden
para el Ayuntamiento la que se publicó para consuelo del vecindario sin otro
objeto; y si así no fue, ¿por qué no se ha procedido contra el administrador de
correos o cartero, que necesariamente habían de contribuir al exceso que se
supone?) con la
mayor serenidad, suspendió el golpe que amenazaba, y de los males que en los
apremios de una columna de enemigos, que se habían dirigido a esta cobranza,
debía experimentar el vecindario: por este amor a su patria, otro de los que
subscriben (2.
D. Luis del Corral) con el anterior y el cura fueron a Alhambra entre bayonetas por el
adeudo de la citada cantidad: por el mismo amor evitaron la conducción a dicha
fortaleza de doce personas que debían permanecer en ella, por rehenes, hasta
tanto que Alhama cubría la cantidad que se le pedía por sus atrasos, ellos
detuvieron el golpe, ellos cubrieron con los gastos de fortificación, cerrojos
y garitas, mesa y sueldo de comandantes, camas y utensilios que habían
suministrado los vecinos, y los valores de las especies que condujo a Granada
el coronel del diez y seis todo el déficit que tenía la Ciudad: Alhama quedó a
cubierto de comisiones militares, y de los atrasos que siempre la acompañaban.
Esta cantidad en manos menos puras
podría haber sido aumento a los bienes que poseen los que subscriben,
adquiridos con honor en las negociaciones lícitas de su industria, y no debidos
a sus injustos manejos, a sus bajas y punibles intervenciones, ni a su dolosa
administración en los caudales públicos: satisfacción que acaso le sería muy
difícil dar al Presidente Toledo, si se tratase de averiguar el origen de la riqueza
y lujo en que vive, pues las propiedades y granjerías de aquellos vienen de
antiguo, y las de éste son
demasiado modernas: por ello lejos de haber resistido los que
subscriben rendir las cuentas de su manejo, luego que entendieron que el
Ayuntamiento constitucional quería conocer la inversión del cuatro por ciento,
que exigieron en el tiempo de su manejo, manifestaron no tenían inconveniente
en demostrar dicha inversión, pero su legitimidad debía deducirse de unas
cuentas generales y por ello las pidieron; huía de este extremo el Ayuntamiento
por no exponer a su Presidente Toledo a la necesidad de rectificar las suyas,
punto de apoyo en ésta estriba todo el edificio de sus maquinaciones: el
resultado de esta rectificación había de servir de presupuesto a las cuentas de
estos ciudadanos, y la intendencia, conociendo la fuerza de esta exposición, lo
manda, y que se entreguen los documentos que existían en la caja municipal, que
el Ayuntamiento había extraído y que eran los que debían servirles de
justificación: solo ofrece dar un testimonio de ellos, conocen la insuficiencia
de este documento y reclaman el cumplimiento literal de la orden del 1º de
Abril: esta se repite en seis de junio, y se desobedece igualmente, y esta
punible diferencia del ayuntamiento detiene el curso de un negocio en que está
muy expuesta la conducta y opinión de su Presidente, a quien se trata de cubrir
y considerar; y un crimen una omisión, una complacencia dolosa de este cuerpo,
le sirve de pretexto para alucinar al pueblo con el terrible caro de un
Ayuntamiento de patriotas ha de hacer a los que subscriben. Estos desean, y las
órdenes que a su instancia se han librado por intendencia, y las súplicas que
en ésta y la Diputación provincial tienen pendientes, comprueban la seguridad
en que se hayan de acreditar su manejo.
Ojalá llegue
pronto el día que anuncia el manifiesto, en que presente el Ayuntamiento los
documentos del que figura terrible cargo contra los que subscriben: entonces
verá Alhama que la data documentada suficientemente prueba la legítima
inversión, y que los alcances que resultarán a favor de los encargados en estos
fondos es una prueba auténtica de la pureza con que los manejaron.
Si algunos
de los que subscriben intervinieron en el despojo de los templos y vasos
sagrados, si han cometido otros obscuros crímenes en alianzas, facciones, y
servicios al enemigo, ¿por qué no han producido sus quejas los que figuran y
suponen estos excesos, por una patriótica delación, o cumpliendo con su deber,
ante el juez de primera instancia, cuando estos los invitaría
en virtud de las órdenes generales para la formación de
causas de infidencia, para que convencidos como reos, los que fuesen sufrieran
la justa pena que les señala la ley? Y si el juez de primera instancia de
Alhama no era de su confianza, ¿por qué lejos de removerlo lo pide y lo apoya
el mismo Ayuntamiento para su continuación? Pero nosotros repetiremos que se
injuria con mucha facilidad, y se prueba con dificultad extrema.
Estos
ciudadanos honrados, protegidos por la justicia y la razón tienen documentos incontestables
de su pureza, desinterés y patriotismo, con que imponer silencio a los
miserables detractores de su opinión injustamente ofendía; que vengan ante
todas las autoridades constituidas, que elijan la que más les acomode, que
siempre será justa; o que produzcan sus quejas, prueben nuestros excesos, que
nuestros desvelos, nuestros sacrificios y nuestra justicia, nos ofrece una
victoria cierta, y un triunfo seguro de sus calumniosas imposturas.
La negra
envidia, el dolo y la suspicacia han podido atentar a la probidad, pureza y
desinterés de los ciudadanos, han pretendido prevenir los ánimos de los leales
habitantes de Alhama, y sorprender la virtud de la Nación entera con hechos,
que los unos no examinan, y los otros no pueden conocer: pero la poderosa
fuerza de la verdad ha corrido el velo a la maquinación, y volviendo por los
derechos ofendidos de estos ciudadanos ha mudado la escena, descubriendo el
horroroso atentado que contra ellos se han cometido, privándolos del goce de su
representación civil por los medios más reprobados del; ha demostrado que la
justicia y la razón nunca puede ser presa de la intriga, y de la degradación de
unos hombres ambiciosos; que el ponderado patriotismo está en su boca y dista
mucho de sus corazones; que el edificio de sus tramas y maquinaciones se
desplomó en la junta electoral de provincia por la debilidad de sus principios,
y no por el peso de la impostura (1. En el periódico de Cádiz (el
procurador general de la nación y del rey) de 16 de junio anterior; en el artículo
de cortés pag. 3511, ln 25, y siguientes se lee. “La comisión de Constitución
presentó su dictamen con respecto a las elecciones de la Provincia de Granada
para Diputados a las Cortes próximas, y se aprobó conforme a lo expuesto por
aquella Comisión. Al Sr. Alcaina tomó la palabra diciendo: con el motivo de la
representación del partido de Alhama, no puedo menos de pedir a V.M. se
impusiese alguna pena a todos aquellos que hacen reclamaciones sin ser justas
ni fundadas; pues además de injuriar a las Juntas de Presidencia, nos quitan el
tiempo con semejantes e importunas declamaciones”.
Lo que nos ha parecido conveniente insertar aquí, para demostrar más la
justa resolución de la junta electoral de esta Provincia, en excluir del número
de sus electores a D. Fernando Toledo, apoyada sin duda, en los mismos
fundamentos que expuso la comisión al supremo congreso, para que desatendiese
la reclamación del ayuntamiento de Alhama sobre la falta de su representante en
las elecciones.) y
que los ciudadanos denigrados, cons-
tantes en sus principios de honor y decisión por la justa
causa han mirado siempre con interés el bien de sus compatriotas; que por ellos
han sacrificado su tranquilidad, y han expuesto sus intereses y sus vidas: y
contentos y satisfechos con no haber merecido los baldones e injurias con que
los ha deprimido la impudencia, y arrojo de unos hombres atrevidos, exaltados
por la ineficacia de unos hombres atrevidos, exaltados por la ineficacia de sus
conatos, y el mal éxito de sus pretensiones, descansan tranquilos en el
testimonio de sus conciencia, escudados de la razón, de la justicia y de la
verdad.
¡Y tú,
generosa Alhama, puedes conocer la mano que hiere, y que quiere conducirte a la
degradación y el crimen; pero tus hijos virtuosos y sencillos no apartarán los
ojos de la luz que brilla para desengañarse; guiados por ella, sabrán detestar
la calumnia y sus autores, tributarán los debidos homenajes a la justicia!
Alhama, 1º
de Agosto de 1813. =Francisco Baltasar del Corral =Josef de Raya= Luis del
Corral= Melchor de Vinuesa= Miguel Cortés= Francisco Domingo Morán.
GRATIS
DECLAMACIÓN
QUE EL AYUNTAMIENTO
CONSTITUCIONAL
DE LA CIUDAD DE ALHAMA
HACE
CONTRA LOS AFRANCESADOS
DE LA MISMA
GRANADA
EN LA IMPRENTA DE
EXÉRCITO
AÑO DE 1813
Nobles, y fidelísimos
Españoles: a vos os habla el ayuntamiento Constitucional de la ciudad de
Alhama, que por ser inexorable contra el francesismo, lucha de día y de noche
con unos cuantos monstruos que por
nuestra desgracia nacieron en este precioso suelo para servir bajamente a
nuestros enemigos, y enriquecerse con la sangre de estos honradísimos vecinos;
pero ¡España!...¡España!... ¿Hasta cuándo han de seguir tus desgracias? ¿Hasta
cuándo has de vivir sumergida en el silencio, y hasta cuando, en fin, han de
permanecer impunes estos hijos espúreos, que no solo fueron el apoyo de tus
opresores, sino que te insultan de nuevo, se ríen y mofan de ti, no por otra
razón que por tu demasiada clemencia?; mas sin embargo, su roedora conciencia
no les deja libres un sólo momento; tras ellos va, y delante la tienen, por lo
que para adormecer el dolor de sus punzadas, intrigan y maquinan porque todos
callemos y nos confundamos con sus heces pestíferas de la sociedad. Así es que
el papel llamado impugnación a nuestro manifiesto del 1º de junio y que llegó a
nuestras manos en el día de ayer
no se ve mas que una desesperación, un arrepentimiento fuera
de tiempo y sin querer restituir lo que robaron a tantos vecinos honrados en el
tiempo de nuestra mayor aflicción. Levantaos, cadáveres que yacéis en el
cementerio de esta ciudad, y decid a estos impugnadores quién os quitó vuestro
alimento hasta el extremo de vuestra perfecta consumpción! El Ayuntamiento ha determinado responder seriamente
a dicho libelo, y al público dirá las resultas; pero debe advertir que entre
las firmas de los afrancesados, falta la del Presbítero Frey D. Juan de Raya,
de la Orden de Calatrava, principal y cabeza de esta canalla; y uno de los
siete de que hablamos en nuestro referido manifiesto.
¡Españoles! Los afrancesados son unos
mismos en todas partes; nuestra demasiada clemencia ha dado motivo no a que quieran
indemnizarse, sino para que ataque a rostro firme a los mismos que sacrificaron
en su época del gobierno intruso, y hasta los vemos que quieren optar a los
destinos de la mayor confianza de la Nación. ¡Españoles! ¡Qué es esto que nos
pasa! La medida de nuestro sufrimiento se va llenando, y los afrancesados nos
injurian a porfía; mas sin embargo: el Ayuntamiento Constitucional de Alhama
apela a vuestras virtudes, quiere que
les dejéis decir cuanto gusten, que día llegará en que les pese; si aún pisan
los enemigos nuestro suelo, llegarán muy pronto los dichosos momentos en que
veamos libres las cumbres del Pirineo, y para entonces es regular que tenga
pensado a nuestro sabio y prudente gobierno, el castigo que deben sufrir estos
monstruos que aún viven entre nosotros, pues de lo contrario, y
con la conducta que observan, era de temer una explosión que
nos cubriese de nuevo de luto, pues vemos que si ya no ha sucedido en algunos
pueblos, ha sido efecto de la sabiduría de algunas autoridades, quienes se
interesan en el bien de la Nación.
¡Miserables
afrancesados! ¿Habéis creído que los escritos os pueden dar opinión? ¿No veis
este imposible? No veis que al que el pueblo aborrece por sus hechos públicos,
de nada le sirven papeles? No quisisteis engañar a esta Ciudad, suponiendo que
había declarado la Junta electoral de la Provincia, nula la elección parroquial
de Alhama porque os echó, cuando la Junta solo dijo del modo? Y en fin: aunque
presentaseis los papeles más auténticos, dejaría el pueblo de oír al veros
pasar ahí va un tiznado? (1) (Tiznados en Alhama son afrancesados).
¡Ah, canalla! Dios os castiga pues que no visteis el medio de obligar a que se
os tolerase.
Dicen en su
impugnación que a la entrada de nuestras tropas se retiraron a sus casas para
buscar el descanso que necesitaban; es verdad que viendo el odio implacable del
pueblo en la primera Junta a que concurrieron todos los vecinos, y que presidió
el Coronel D. Francisco Villar, primer Gobernador de este pueblo, se retiraron
después de toda concurrencia por evitar la ocasión de ser miserables víctimas
del justo enojo de estos vecinos; en esta ocasión, cuando el patriotismo se hallaba en el mayor
grado de pureza, fue cuando salió aclamado por todos los vecinos este
Ayuntamiento, y reele-
gido después según manda la Constitución. Éste, éste es el
cuerpo a quien injuriáis en vuestro infame papel; pero en fin, honrados
Alhameños: ¿Don Francisco Domingo Moran, Don Melchor de Vinuesa y demás, huían
a descansar, o temían un puñal, o un cordel?...Es constante que en casa de uno
de los mejores patriotas de Granada presentes otros muchos, llevó noticias un
vecino de Vélez, de que nuestras tropas habían entrado en Alhama, por cuya
agradable noticia le regaló el dueño de la casa, y preguntándole por
particularidades, dijo que habían ahorcado de un arco al secretario de la
Municipalidad, que tenía la cabeza blanca, y vivía en la calle de las Parras,
con otros varios afrancesados, y que el pueblo bailaba y cantaba himnos de alegría. Este hecho
prueba que es bien notoria la conducta de estos señores. Para concluir: el
presbítero frey D. Juan Raya ha consumado las desgracias de esta ciudad. Por él
no han dado las cuentas los municipales; por él ha faltado muchas veces la
subsistencia al soldado, comprometiendo el Ayuntamiento con la Intendencia,
Diputación provincial, y con cuantas autoridades hay en Granada, como es buen
testigo el gobernador de esta plaza, porque esta corporación ha mirado al
soldado con el amor que se merece: por él, como agente pagado de los
afrancesados, no hay día que no resulte en el pueblo un nuevo disgusto.
¡Virtuosos españoles, es éste el ministro del santuario! ¡El ministro de paz, y
el mediador entre Dios y el hombre! ¡Ah corrupción!....¡Qué Sacerdotes!
Alhama 10 agosto de 1813 = D. Juan de
Toledo = D. Luis Josef
del Corral = D. Juan Morón = D. José
Rodríguez León = Don Antonio de Dueñas = D. Francisco Dionisio de Espejo = D.
Francisco Calvo Cabello = D. Nicolás Cortés = D. Francisco Ximénez.
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