lunes, 6 de julio de 2015

Granada Ayuntamiento Alhama contra Afrancesados Alhameños

Franceses ante Alhama de Granada, este dibujo fue publicado por Joaquín M. Díaz Serrano, La unión Ilustrada; 29 -9- 1929
        
José Antonio Espejo Zamora

       Se han rescatado varios documentos, muy interesantes, tanto de la ocupación francesa como de la expulsión de los invasores; todos ellos, junto con otros, serán publicados en la nueva revista llama Çibdad, cuyo primer número aparecerá en breve. En la citada revista se dará cuenta del Archivo donde se encuentran los documentos publicados hoy.

         Se trata de dos documentos de 1813: el primero  realizado por los afrancesados contra el Ayuntamiento de Alhama; el segundo documento sería la respuesta del  Ayuntamiento de Alhama a los afrancesados.


TRANSCRIPCIÓN: 

Portada ambos manifiestos

INPUGNACIÓN

AL MANIFIESTO

QUE EL AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL

DE LA CIUDAD DE ALHAMA

DIRIGIÓ

A LA NACIÓN ESPAÑOLA
EN Iº  DE JUNIO DE 1813

Y PRESENTAN A LA MISMA LOS CIUDADANOS
DENIGRADOS EN ÉL.

GRANADA,

DE LA IMPRENTA DE LA VIUDA E HIJO DE ZEA.




(1)

Cuando se atacan injustamente los derechos sagrados del hombre de bien; cuando la perversidad de los cabalistas se conduce por los tortuosos y oscuros caminos de la intriga para minar los cimientos  de la opinión  pública; y cuando el interés, el orgullo, y las pasiones enmascaradas quieren alucinar a los incautos, el hombre de bien, escudado en sus virtudes, debe presentarse al frente de sus cobardes enemigos, confundir al detractor insolente, manifestar las cavilosidades del hipócrita despreciable, desembrollar las marañas del ambicioso atrevido, descubrir las rateras miras del prostituido lisonjero, y corriendo el velo con que se cubrían estos vicios, presentar el obscuro cuadro de sus maquinaciones, haciendo que brille en todo sus esplendor la hermosa y pura verdad.

            Los ciudadanos de la heroica Alhama que subscriben, calumniados vilmente, confundidos entre los hijos espúreos de la patria, despojados de sus imprescriptibles derechos, mancillada su opinión y execrada su conducta, hubieran sufrido en el silencio los injustos ultrajes con que la malicia y el sórdido interés los ha deprimido: sus corazones leales y generosos hubieran mirado por más tiempo con desprecio los insultos del manifiesto del ayuntamiento constitucional de Iº de junio, si este silencio criminal no le diera en cierto modo la prueba que no tiene, y los vecinos incautos de Alhama, prevenidos por estas imposturas no las mirasen ya como verdades incontestables: la razón y la justica holladas, reclamaban impresionante sus satisfacción, y la natural defensa, derecho tan sagrado para el hombre, anterior a todos los códigos y pactos, les ha impuesto el forzoso deber de rebatirlo. ¡Y tú, generosa Alhama, testigo de los hechos que presentaremos, tú conocerás la justicia de nuestra exposición, no has derramado en vano tu sangre por sacudir el yugo opresor; tus Mártires generosos vivirán eternamente en la memoria de la Nación libre; y tu constancia impávida en medio de los peligros te escuda suficientemente contra los tiros de la impostura!


(2)

            Si la elección parroquial se hubiera verificado con orden, subordinación y libertad, como se trata persuadir con el manifiesto, los ciudadanos que subscriben, abismados en la confusión de una conducta reprehensible, hubieran respetado la voluntad general que se manifestaba de un modo libre y positivo, no hubieran tenido derechos que reclamar, y hubieran llevado lejos de sus compatriotas la vergüenza y el oprobio que los cubría: pero el acto de esta elección tuvo todos los caracteres de la intriga, del interés y de la fuerza.

            Convocados los vecinos que se hallaban en posesión de los derechos de ciudadano para la elección parroquial, concurrieron los que subscriben, bien persuadidos de no hallarse con alguna de las tachas indicadas por los soberanos decretos, que los privasen de las augustas funciones concedidas por la sabia Constitución a  todos los españoles. No se engañaron. La apertura del acto, las invitaciones públicas de su Presidente, y el exacto cumplimiento de las ritualidades prevenidas, convencieron al congreso, que las personas que en él están tenían las cualidades necesarias para ser admitidas. Empieza el acto de votación para el nombramiento de secretario y escrutadores,  y el respetuoso silencio del pueblo que lo miraba fue el testimonio más auténtico de su aprobación. ¿Y cómo hubiera callado un  pueblo a quien se acababa de instruir en sus derechos, si hubiera encontrado tacha en alguno de los que formaban el congreso? ¿Y quién podrá persuadirse que éste conocimiento estaba reservado a un hombre solo, (1 D. Fernando Toledo; hermano del Presidente, sin destino conocido en Alhama ni en otra parte.) que erigiéndose en interprete de la voluntad general, se presenta inopinadamente, detiene el acto, indica sus obligaciones al Presidente, designa personas tachadas, no se procede a la discusión de estas tachas, y conmueve al pueblo sorprendido? Las exposiciones más sumisas, las reclamaciones más enérgicas, los documentos más auténticos: todo fue desatendido. Parte del pueblo sencillo, que deseaba el acierto que oye la acusación y no puede informarse de las defensas, alentado por las insinuaciones del orador, se alarma, se conmueve y prorrumpe en los confusos y amenazadores gritos de afuera, afuera, capaces de imponer al corazón más magnánimo.



(3)

            Despojados de sus derechos, los ciudadanos que subscriben, insultados, desatendidos, injuriados atrozmente, y comprometidos en su opinión y sus personas, adoptaron el partido que aconsejaba la prudencia, y se retiró a formar una reclamación en forma, que contuviese un desorden de tanta transcendencia, y presentase la nulidad del acto cuya invalidación se debía sostener.

            Esta protesta, dirigida con sencillez y candor, fue hecha a la junta parroquial, quien la despreció (1. Juan Naveros de Castro la presentó, y por mano del portero Redondo, se devolvió sin decretar.), y por ello ocurrieron los denigrados a la junta preparatoria de Granada, haciendo presente la violencia y despojo que habían sufrido; pero como esta junta había concluido sus funciones por haberse empezado ya las elecciones, tuvieron que dirigirse a la de partido, puesta en manos de su secretario D. José Zamora la reclamación, no le dio curso, y quedó sin efecto, (2. Resulta este hecho comprobado de la certificación de D. Faustino Soler, que la presentó, y después de repetir diligencias con el secretario de la junta de partido, no pudo conseguir se le manifestare providencia, ni que se la devolviese sin ella, por ser el D. José Zamora parcial decidido del Presidente Toledo, a quien trató de complacer con la ocultación) con notoria infracción de la ley sancionada, y de los decretos de la soberanía.

            A la vista de estos hechos contestados en forma legal, ¿quién desconocerá la fuerza, la intriga, y el manejo con que se procedió en esta elección por el Presidente y su hermano, muy distantes de llevar en su corazón las rectas ideas del bien público, y de la imparcialidad y desinterés que debía presidir a sus deliberaciones? El resultado persuade eficazmente esta verdad. El hermano del Presidente fue elegido. Este era el fin, y no podía conseguirse por otros medios. Era preciso que no concurriesen a la votación hombres enérgicos y decididos, capaces de contrarrestar el ascendiente del Presidente del Ayuntamiento; hombres que sacrificasen los respetos humanos al bien general, para quienes fuese nada la prepotencia, el orgullo, y el espíritu de partido que se trataba de establecer, hombres en fin, que por su establecimiento, por sus relaciones y conocimientos, no estuviesen en estado de sucumbir a las ideas de un ambicioso que sólo trataba de su exaltación por cualquier medio: lo consiguió, y escan-




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daliza ver en el acto de la elección parroquial expulsados seis ciudadanos, antes de haberse nombrado secretario y escrutadores, es decir, antes que hubiese junta que pudiese decidir de la legitimidad de los defectos que se atribuían a los que subscriben: requisito esencial según lo prevenido en el artículo 50 de la Constitución, que notoriamente se infringió, empeñándose el hermano del Presidente en sostener con tenacidad ser ésta una atribución exclusiva del pueblo: obstinación tanto más acalorada, cuanto que de ella dependía el resultado favorable que se prometía y que logró, siendo una prueba incontestable del manejo e intriga del Presidente y su hermano, que algunos de los ciudadanos que subscriben, en las anteriores elecciones para vocales de las cortes extraordinarias, no sólo no fueron tachados por el pueblo, que ahora se quiere persuadir que os expulsa, sino que con su aprobación y a su vista fueron nombrados compromisarios; (1. D. Josef de Raya y D. Luis del Corral, expulsados en esta elección, fueron nombrados compromisarios en la anterior para las cortes extraordinarias.) y este hecho demuestra que el pueblo estaba bien convencido de su irreprehensible conducta, que los miraba con confianza, y que solo la negra mano, y la cavilación de hombres que amaban más su interés personal, que los rectos procedimientos de la justicia, movió los resortes de la desconfianza, y produjo un hecho escandaloso, por el que se despojó injustamente a seis ciudadanos del goce de sus derechos, exponiéndolos al oprobio, a la degradación y a la vergüenza con que debía cubrirlos el pueblo seducido y engañado.

            ¿En qué fundamento se apoyó un atentado tan injurioso? En que el uno había sido comandante de la milicia cívica; otro había hecho funciones de Alcalde mayor; otro había intentado comprar bienes nacionales; (2. D. Miguel Cortés, por casualidad de haberse sacado a subasta una haza que lindaba con otra suya y estar ya hecha postura por otro vecino, la mejoró, se la pujaron, y cedió: de manera que ni fue comprador ni gestionó para la subasta; y este hecho se tiene por causa para la expulsión, y no lo es en D. Juan Toledo, para presidir el acto, el haber comprado con efecto las mulas del convento de S. Diego, que se vendieron por el intruso gobierno, y cuyo valor fue para auxiliar sus usurpaciones.)  y los ha-



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bían sido municipales, exigiendo el cuatro por ciento concedido por la cobranza de las mensualidades: (2) (fue un crimen en los municipales cobrar el cuatro por ciento concedido a los pueblos de la Provincia para los gastos de las depositarias, y que parte percibieron el Regidor D. Francisco  Calvo Cabello, y el Síndico D. josef de Reyes como depositarios que fueron; y sin embargo firman el manifiesto; y no lo ha sido en el Presidente Toledo, el haber estado percibiendo el seis por ciento por la cobranza del cabezón, que a su solicitud se verificó en alhama.)  Miserable efugio a que tuvo que acogerse el hermano del presidente, porque no encontró otras tachas sustanciales que oponerles, y que el pueblo incauto que lo oía se dejará arrastrar, sin examen hacia sus ideas, por sólo el concepto del bien y del orden que deseaba, y que creía ser el verdadero resorte de la acalorada propuesta y tenacidad del orador. Bien sabía éste que las tachas no lo eran, que una detenida discusión las hubiera declarado insuficientes, que los decretos de las Cortes nacionales de 11 de agosto  y 21 de septiembre, declaran a los municipales del tiempo  del intruso gobierno, capaces para elegir y ser elegidos, y que las órdenes de la junta preparatoria, que se había leído, de que estaba enterado el pueblo, declaraban suficientemente que los defectos atribuidos a los ciudadanos que subscriben no lo eran, ni les podían privar de sus derechos activos, y este conocimiento fue el verdadero móvil del atentado, como único medio de que podían valerse el Presidente y su hermano para llevar a cabo sus designios interesados, que les hacían mirar como lícito todo lo que les fuera conveniente: ¡horrorosa moral, que tantos males ha producido sobre la tierra!

            Empero las cualidades del electo convencen que sólo por estos medios obscuros y reprobados, podía obtener el distinguido honor de representante de la heroica Alhama, de un partido donde hay hombres llenos de probidad, de conocimiento, de luces, del más acendrado patriotismo; hombres cuyo arraigo, cuyo establecimiento, y relaciones sociales, podían ser el más seguro garante de su comprometimiento y representación.

            Ello es que D. Fernando Toledo, desde que acabó su carrera literaria en Granada, jamás se ha fijado en parte alguna, y mucho menos en Alhama: pasó muchos años en pretensiones en la corte, consumió su patrimonio, y tuvo



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 la desgracia de no obtener empleo ni distinción alguna: perdidas sus esperanzas en la carrera de la jurisprudencia, trató de sacar partido de la preponderancia y ascendiente de su familia en las circunstancias desagradables de nuestra revolución. Cuando la Junta Central mandó reunir las cortes, se vino de Sevilla, y trató en Alhama de intrigar para salir electo por aquel partido, pero no tuvo efecto por la entrada del enemigo. Por los mismos principios consiguió en esta última época ser electo vocal de partido para las Cortes extraordinarias, mas no tuvo aceptación para ser nombrado diputado, y su resentimiento le sugirió el tejido de enredos que dirigió a las Cortes reclamando la nulidad, y fue desatendido, por lo que redobló sus esfuerzos para salir electo diputado en las Cortes ordinarias, e indemnizarse de este modo de los desaires que hasta entonces le había hecho la fortuna; para cuyo injusto proyecto trató de lanzar violentamente de la junta parroquial a los ciudadanos que subscriben; y prevaliéndose de estar al frente del Ayuntamiento   y presidiendo los actos de elecciones, en su hermano D. Juan Toledo, logró al fin ser el elector del partido.

            Esta elección fue declarada nula, privando de sufragio al D. Fernando en la Junta Electoral de provincia celebrada en la ciudad de Granada, haciéndole salir del congreso.

            El ayuntamiento constitucional de esta ciudad de Alhama, o hablando con más propiedad, su Presidente D. Juan Toledo (1. Algunos individuos del Ayuntamiento no tienen reparo de decir que firman como en un barbecho: sencilla confesión, que prueba la prepotencia del Presidente, y que todo es obra suya.) en el manifiesto que vamos refutando, injuria y ataca los respetos de la junta provincial y quiere persuadir que holló y pisó el código sagrado de nuestros principios constitucionales, que  usurpó los derechos de la soberanía, que traspasó los límites de sus facultades, y que el hecho de expulsar al D. Fernando Toledo, fue verdaderamente anticonstitucional, arbitrario, injusto y escandaloso. Para persuadirlo se trata de alegar la justificación hecha ante el juez de primera instancia de Granada, se proclama su incompetencia, se marca con el sello de faccionarios a sus testigos, se llama negro complot a la unión de los Ciudadanos que subscriben para vindicar sus derechos, y se desata el cúmulo de injurias más inauditas, e impropias de la gravedad y respeto de las autoridades contra quienes se dirige



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 y del decoro del cuerpo, a cuyo nombre se propalan.

            Siempre ha sido muy fácil abultar hechos, figurar transgresiones y atribuir excesos, cuando no estamos sujetos a la responsabilidad de la prueba. No se hubiera escrito el manifiesto tan fácilmente si sus autores se hubieran visto en esta necesidad: pero las ponderadas arbitrariedades de la junta provincial que se sostienen  y apoyan en que declaró la nulidad por el resultado de la exposición y justificación presentada por los que subscriben, es una especie maliciosa, y que se estampa para desconceptuar a la misma junta, porque ésta no se fijó para su decisión en estos documentos, y si en el resultado de la mima acta parroquial que presentó D. Fernando Toledo para justificar su legítima elección; en ellas constaba la expulsión de estos ciudadanos antes de haberse hecho el nombramiento de secretario y escrutadores, que no hubo discusión ni votación, y que todo fue efecto de una aclamación, que no puede dejarse de estimar tumultuaria, y estas ritualidades que invalidaron el acto determinaron el voto unánime de los electores de la junta provisional para excluir del congreso a D. Fernando de Toledo, demostrándose por este antecedente la falsedad con que se asegura que solo la mayor parte votaron la exclusión,  la voluntaria facilidad de llamar confabulación la unión  de los que subscriben,  insuficiente una justificación que sólo tenía por objeto instruir a la superioridad de estos hechos: ¿y cómo podían dispensarse estos ciudadanos de adoptar cualquier medio que los llevase a la demostración de la verdad que debía presentarse sencillamente a la junta electoral de la provincia, con el objeto de que no triunfasen en ella la intriga y el dolo? ¿Cómo hubieran podido prometerse la imparcialidad y libertad de los testigos que debían deponer ante el juez de primera instancia de Alhama, cuando tenían que hacerlo contra un hombre orgulloso, y que revestido con la autoridad de alcalde constitucional y Presidente del Ayuntamiento, sólo se sujetaba a la ley de su arbitrariedad? (1. El resultado justifica este temor, pues por haber sido testigo en esta justificación D. Blas Santander, que se hallaba en Granada, habiendo el ayuntamiento formado las listas para la rehabilitación de los dependientes de rentas de cuya clase es, no ha incluido a este únicamente sin que tenga para ello otro motivo).



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            Pero el Presidente y su hermano huyen de la verdad, cuyo resplandor los hiere, y no pueden soportar por ello, sin mirarla ni contradecirla, se acogen a la transgresión de ciertas ritualidades que aun en la hipótesis de ser ciertas, no podían alterar la esencia de los vicios y defectos con que fue elegido D. Fernando Toledo.

            No tendrían los ciudadanos que subscriben necesidad de echar mano de especies inventadas si tratasen de descender a la demostración de hechos y defectos peculiares del Presidente del Ayuntamiento, y de todo este cuerpo en general: ellos dirían que el Presidente, en el año de noventa y nueve, siendo Síndico, planteó el encabezamiento del pueblo, y lo allanó a pesar de la oposición que tuvo cargándolo con cuarenta mil reales más de lo que producía el erario en el tiempo de la administración: que haciéndose Regidor tomó la tesorería de este ramo, introdujo la discordia en el ayuntamiento, consumiendo oficios y haciendo desaparecer el orden de todas sus atribuciones: dirían que en ochocientos seis se hizo diputado del pósito, perpetuando este oficio en su persona con la facultad de nombrar depositario a su gusto; (sin duda con el objeto del bien público) demostrarían que teniendo un rival en ochocientos siete hizo le removiesen de la tesorería del cabezón; presentarían sus cuentas, y las listas aumentadas, los fallidos supuestos, las ventas de posesiones rebajadas, los recargos arbitrarios, la solvencia de descubiertos con que se forma su data darían una idea cabal de la pureza y escrupulosidad de su manejo: dirían que en ochocientos diez, cuando el enemigo ocupó Alhama, este patriota juró fidelidad al rey Josef, y se encargó de los suministros del pan y cebada para las tropas francesas, de cuya entrada y distribución aún no ha dado cuenta, y el cargo será por lo menos de cuatro mil fanegas de todos los granos: lo presentarían concurriendo a los embargos de estas especies, disponiendo remesas de ganados a la capital, haciendo repartimientos, y cuando el intruso gobierno prevenía: dirían que comunicaba la orden para que se formase la milicia cívica de esta ciudad, nombró diputados que fuesen a la de Granada a tratar de su organización, llenó las compañías y se  quedó fuera, y habiendo sido incluso posteriormente él y su hermano D. Fernando de resultas de una revista de inspección, como la ejecutó el comandante, que es uno



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de los que denigran, (1. En virtud de la propuesta del Ayuntamiento se despachó por el General francés a D. Josef de Raya, el despacho de comandante de la milicia cívica, el que le dirigió el Ayuntamiento con oficio en que le prevenía se presentase en las salas capitulares para ser reconocido de sus súbditos, en su visita se excusó a pretexto del estado de su salud, y pidió al Ayuntamiento lo hiciese presente al General para que lo exonerase: el Ayuntamiento le dijo lo hiciera presente directamente al General, por cuya causa no admitió el despacho hasta que por el secretario le puso testimonio de esta respuesta a su continuación: posteriormente hizo su solicitud al General, quien se la denegó, previniéndole que cuando estuviese enfermo cediese el mando en el que le siguiese.) y cuyo decreto negativo conserva lo presentarían como uno de los que dieron cumplimiento a la orden del General francés, en que prevenía al Ayuntamiento enviasen a Granada persona de su confianza, para entregarle las armas que están destinadas para la cívica de Alhama: (2. el mismo Josef de Raya conserva el oficio que le dirigió el Presidente del Ayuntamiento mandándole comisionase un oficial que pasara a Granada a entregarse en las armas que el General había destinado para la defensa de esta ciudad, y que ya tenían dispuestas las bestias y dinero que necesitase el comisionado para ese fin: de cuyas armas no quisieron usar contra los defensores de la Patria, y por ello el comandante francés los desarmó, bien convencido, de que ni Raya, ni los demás cívicos querían tomar a su cargo la defensa del pueblo.) manifestarían que fue miembro de la junta de subsistencias, cargando todo el trabajo y economía en sus compañeros, que por evitar las manipulaciones de los subalternos, y la arbitrariedad de las tropas enemigas, comprometieron más de una vez sus vidas en obsequio de sus conciudadanos, hasta el extremo de venir a la manos con los franceses. Se evacua la Provincia, y las personas que estaban al frente del gobierno agobiados con las continuas tarea a que habían estos sujetos, tratan de buscar en el retiro de sus casas el descanso que necesitaban, y aprovechándose de la facilidad que le presentaba esta ocasión, D. Juan Toledo se apodera del mando sin encontrar la más pequeña oposición en los que lo tenían, a pesar de no haberse



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Publicado aún la Constitución, ni otra orden que los separase: en estas circunstancias le fue fácil hacerse sacar de primer alcalde constitucional con un Ayuntamiento que sólo es el eco de su voluntad, y al que abandonó el secretario que nombraron que reunía la inteligencia a los talentos, y que por una consecuencia de sus principios, creyó no debía ser miembro de un cuerpo cuyo espíritu conocía demasiado (1. El Licenciado D. Juan Pacheco Padilla, a pesar de las necesidades a que le habían reducido las circunstancias no quiso continuar en dicho destino.). Este cuerpo político, que por su constitución es el escudo de los derechos del ciudadano, que debía ser inflexible, circunspecto, benigno, igual vigilante y económico, en Alhama podía decirse que estaba reducido a la nulidad, o más bien, sometido a autorizar los deseos y caprichos de su Presidente.

            Cuando el pueblo empezaba a respirar el aura suave de la libertad, e lisonjeaba con la esperanza de ver aliviadas las cargas con que el yugo opresor de un gobierno ilegítimo lo había tiranizado: miraba con placer establecerse en la Provincia la suave contribución de guerra, y creía verla adoptada en Alhama, y con ella destruida la terrible mensualidad que había pagado: pero cuál sería su sorpresa, cuando el Ayuntamiento a la sombra de un decreto interino continúa la medida mensualidad y subsidia los comestibles hasta la exorbitante cantidad de sesenta mil reales, infringiendo notoriamente la Constitución y cargando todo su peso sobre la clase más desgraciada, haciéndole pensar que aún no había desaparecido el férreo cetro de la injusta dominación: (2. Estos subsidios impuestos en tiempo de los franceses por convenio del pueblo, los continuó el Ayuntamiento de patriotas, hasta que por uno de los ciudadanos denigrados se reclamó, y la Diputación Provincial los mandó suspender como anticonstitucional) desconociendo los medios de una sabia economía, y abrogándose los derechos de soberano, obliga al vecindario a hacer guardias en su oficina de gobierno,




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o algo de cinco reales para el que la haga, privando tal vez del necesario socorro a la desgraciada familia de un bracero que la libraba en esta pequeña, pero  para él preciosa cantidad: exige gran número de camas con la injusticia de igualar al miserable con el poderoso: insulta y desatiende a los que con sumisión reclaman sus derechos, se atreve a faltar a la verdad en sus informes al jefe político, Comandante general y Diputación provincial (1. Habiendo pedido el Capitán D. Francisco Baltasar del Corral, al Comandante general le admitiese justificación de su conducta política, dio comisión al juez de primera instancia para que se le recibiese, y evacuada la pasó al Ayuntamiento para que informase. Siendo ésta la ocasión en que debía y podía haber desenvuelto todas las tachas que de habla en su manifiesto, no lo ha excusado en ocho meses, sin embargo de las diferentes órdenes del General que ha recibido para que evacue el informe: y habiendo contestado a la que le dirigió por mano del jefe político, para que esté en uso de sus facultades lo obligase, que no podía evacuarlo hasta que Corral rindiese las cuentas que resistía, acreditó éste con una certificación de la intendencia que no sólo no se había opuesto a rendirlas, sino que las había solicitado, y en su vista el Comandante general por el mismo conducto lo apercibió para que evacuase el informe, y se condujese con sinceridad y verdad.

            El informe que evacuó sobre el nombramiento de carcelero de D. Andrés de Vinuesa, dijo: lo había hecho por riguroso turno, cuando es tan público los muchos vecinos que viven entre su casa y la de D. Bernardino Calvo, por cuya causa se ha resistido a poner en excusión la orden de la Diputación, para que con asistencia del vicario, cura y los dos síndicos se examinasen los padrones.) supone haber hecho los nombramientos de carcelero y depositarios por riguroso turno, cuando ha aceptado de este servicio con reprehensible predilección a sus amigos y parciales, observando la misma punible desigualdad en los alojamientos: (2. El alojamiento en de casa de D. Jacobo Jiménez, de allí a casa de la de D. Melchor de Vinuesa, de ésta a la de D. Francisco de Raya, c. del capitán ético, que a otro día de haber salido de esta ciudad, murió en Vélez, basta para acreditar esta verdad) ha permitido que los soldados embarguen,



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por si las bestias sin turno ni concierto dando margen a los abusos y desordenes que trae consigo la exclusión de este encargo, cuando se hace por personas que no tienen conocimiento del país; hace que el vecindario pague, no se satisface a los proveedores de los fondos que previenen los decretos soberanos, y dictan la equidad.

            Tales cosas dirían los que subscriben del alcalde D. Juan Toledo, y del Ayuntamiento que preside, y no se expondrían como este cuerpo en su manifiesto, a tener que sufrir la vergüenza de la justa reconvención, y de que la defensa natural publique hechos que el olvido o la prudencia hubieran sepultado. Por esta defensa que ha sido provocada por el Ayuntamiento dirán los que subscriben, que si estuvieron implicados en la administración en tiempo del mismo gobierno, no fueron como se quiere persuadir miserables instrumentos de honrosas exacciones, hicieron si lo que el Presidente y su facción no tenían carácter pare ejecutar; (1. El Alcalde fue individuo de la junta municipal y de subsistencias, oficial cívico, juró fidelidad y obediencia, asistió a los convites del comandante francés, y sin embargo de que estuvo mezclado en todos los negocios públicos, nada hizo en beneficio común: su patriotismo y el de sus faccionarios se fijó en creer patrañas y huir de los peligros) los que subscriben envueltos en la común desgracia dominados por la fuerza, y no por la voluntad, procuraron sacar un bien del inmenso daño a que la fatalidad los había reducido, pero este bien se dirigió al común, por ello en la junta de subsistencias celaron con esmero para cortar los abusos que habían de ceder en perjuicio de los vecinos; por eso cuando se trató de contribuciones sólo exigieron las que no podían omitirse, libertando al pueblo de las extraordinarias, de saqueos de servicio material de carros, de cobranza de pósito, de trabajadores para el camino de Guadix, de la mitad del cupo de mulas para la artillería, de los caballos para los dragones, de equipo y sueldo para los francos, de veinte reales que por persona se anduvieron exigir de préstamo forzado; por ello no se pagaron más que trece mensualidades en los tres años de dominación; por eso cuando se presentó en Alhama el coronel del diez y seis de dragones a exigir cuatrocientos y veinte mil reales que se estaban adeudando de los atrasos



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del cabezón y de más rentas reales, y en cuyo atraso no dejaría de tener parte el alcalde primero, como Regidor que había sido y manejado mucho tiempo estos fondos; uno de los ciudadanos, que ahora se denigran, como interceptador  de los correos (1. El Corregidor D. Jacobo Jiménez: este hecho escandaloso es una suposición arbitraria y maliciosa, se apoya en que habiendo solicitado varios vecinos la observancia de los soberanos decretos sobre contribuciones, , se entregó la orden para su ejecución a uno de los interesados; éste se quedó con copia que la remitió al mimo tiempo que la orden para el Ayuntamiento la que se publicó para consuelo del vecindario sin otro objeto; y si así no fue, ¿por qué no se ha procedido contra el administrador de correos o cartero, que necesariamente habían de contribuir al exceso que se supone?) con la mayor serenidad, suspendió el golpe que amenazaba, y de los males que en los apremios de una columna de enemigos, que se habían dirigido a esta cobranza, debía experimentar el vecindario: por este amor a su patria, otro de los que subscriben (2.  D. Luis del Corral) con el anterior y el cura fueron a Alhambra entre bayonetas por el adeudo de la citada cantidad: por el mismo amor evitaron la conducción a dicha fortaleza de doce personas que debían permanecer en ella, por rehenes, hasta tanto que Alhama cubría la cantidad que se le pedía por sus atrasos, ellos detuvieron el golpe, ellos cubrieron con los gastos de fortificación, cerrojos y garitas, mesa y sueldo de comandantes, camas y utensilios que habían suministrado los vecinos, y los valores de las especies que condujo a Granada el coronel del diez y seis todo el déficit que tenía la Ciudad: Alhama quedó a cubierto de comisiones militares, y de los atrasos que siempre la acompañaban. Esta cantidad en manos  menos puras podría haber sido aumento a los bienes que poseen los que subscriben, adquiridos con honor en las negociaciones lícitas de su industria, y no debidos a sus injustos manejos, a sus bajas y punibles intervenciones, ni a su dolosa administración en los caudales públicos: satisfacción que acaso le sería muy difícil dar al Presidente Toledo, si se tratase de averiguar el origen de la riqueza y lujo en que vive, pues las propiedades y granjerías de aquellos vienen de antiguo, y las de éste son



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demasiado modernas: por ello lejos de haber resistido los que subscriben rendir las cuentas de su manejo, luego que entendieron que el Ayuntamiento constitucional quería conocer la inversión del cuatro por ciento, que exigieron en el tiempo de su manejo, manifestaron no tenían inconveniente en demostrar dicha inversión, pero su legitimidad debía deducirse de unas cuentas generales y por ello las pidieron; huía de este extremo el Ayuntamiento por no exponer a su Presidente Toledo a la necesidad de rectificar las suyas, punto de apoyo en ésta estriba todo el edificio de sus maquinaciones: el resultado de esta rectificación había de servir de presupuesto a las cuentas de estos ciudadanos, y la intendencia, conociendo la fuerza de esta exposición, lo manda, y que se entreguen los documentos que existían en la caja municipal, que el Ayuntamiento había extraído y que eran los que debían servirles de justificación: solo ofrece dar un testimonio de ellos, conocen la insuficiencia de este documento y reclaman el cumplimiento literal de la orden del 1º de Abril: esta se repite en seis de junio, y se desobedece igualmente, y esta punible diferencia del ayuntamiento detiene el curso de un negocio en que está muy expuesta la conducta y opinión de su Presidente, a quien se trata de cubrir y considerar; y un crimen una omisión, una complacencia dolosa de este cuerpo, le sirve de pretexto para alucinar al pueblo con el terrible caro de un Ayuntamiento de patriotas ha de hacer a los que subscriben. Estos desean, y las órdenes que a su instancia se han librado por intendencia, y las súplicas que en ésta y la Diputación provincial tienen pendientes, comprueban la seguridad en que se hayan de acreditar su manejo.

            Ojalá llegue pronto el día que anuncia el manifiesto, en que presente el Ayuntamiento los documentos del que figura terrible cargo contra los que subscriben: entonces verá Alhama que la data documentada suficientemente prueba la legítima inversión, y que los alcances que resultarán a favor de los encargados en estos fondos es una prueba auténtica de la pureza con que los manejaron.

            Si algunos de los que subscriben intervinieron en el despojo de los templos y vasos sagrados, si han cometido otros obscuros crímenes en alianzas, facciones, y servicios al enemigo, ¿por qué no han producido sus quejas los que figuran y suponen estos excesos, por una patriótica delación, o cumpliendo con su deber, ante el juez de primera instancia, cuando estos los invitaría



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en virtud de las órdenes generales para la formación de causas de infidencia, para que convencidos como reos, los que fuesen sufrieran la justa pena que les señala la ley? Y si el juez de primera instancia de Alhama no era de su confianza, ¿por qué lejos de removerlo lo pide y lo apoya el mismo Ayuntamiento para su continuación? Pero nosotros repetiremos que se injuria con mucha facilidad, y se prueba con dificultad extrema.

            Estos ciudadanos honrados, protegidos por la justicia y la razón tienen documentos incontestables de su pureza, desinterés y patriotismo, con que imponer silencio a los miserables detractores de su opinión injustamente ofendía; que vengan ante todas las autoridades constituidas, que elijan la que más les acomode, que siempre será justa; o que produzcan sus quejas, prueben nuestros excesos, que nuestros desvelos, nuestros sacrificios y nuestra justicia, nos ofrece una victoria cierta, y un triunfo seguro de sus calumniosas imposturas.

            La negra envidia, el dolo y la suspicacia han podido atentar a la probidad, pureza y desinterés de los ciudadanos, han pretendido prevenir los ánimos de los leales habitantes de Alhama, y sorprender la virtud de la Nación entera con hechos, que los unos no examinan, y los otros no pueden conocer: pero la poderosa fuerza de la verdad ha corrido el velo a la maquinación, y volviendo por los derechos ofendidos de estos ciudadanos ha mudado la escena, descubriendo el horroroso atentado que contra ellos se han cometido, privándolos del goce de su representación civil por los medios más reprobados del; ha demostrado que la justicia y la razón nunca puede ser presa de la intriga, y de la degradación de unos hombres ambiciosos; que el ponderado patriotismo está en su boca y dista mucho de sus corazones; que el edificio de sus tramas y maquinaciones se desplomó en la junta electoral de provincia por la debilidad de sus principios, y no por el peso de la impostura (1. En el periódico de Cádiz (el procurador general de la nación y del rey) de 16 de junio anterior; en el artículo de cortés pag. 3511, ln 25, y siguientes se lee. “La comisión de Constitución presentó su dictamen con respecto a las elecciones de la Provincia de Granada para Diputados a las Cortes próximas, y se aprobó conforme a lo expuesto por aquella Comisión. Al Sr. Alcaina tomó la palabra diciendo: con el motivo de la representación del partido de Alhama, no puedo menos de pedir a V.M. se impusiese alguna pena a todos aquellos que hacen reclamaciones sin ser justas ni fundadas; pues además de injuriar a las Juntas de Presidencia, nos quitan el tiempo con semejantes e importunas declamaciones”.
Lo que nos ha parecido conveniente insertar aquí, para demostrar más la justa resolución de la junta electoral de esta Provincia, en excluir del número de sus electores a D. Fernando Toledo, apoyada sin duda, en los mismos fundamentos que expuso la comisión al supremo congreso, para que desatendiese la reclamación del ayuntamiento de Alhama sobre la falta de su representante en las elecciones.) y que los ciudadanos denigrados, cons-


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tantes en sus principios de honor y decisión por la justa causa han mirado siempre con interés el bien de sus compatriotas; que por ellos han sacrificado su tranquilidad, y han expuesto sus intereses y sus vidas: y contentos y satisfechos con no haber merecido los baldones e injurias con que los ha deprimido la impudencia, y arrojo de unos hombres atrevidos, exaltados por la ineficacia de unos hombres atrevidos, exaltados por la ineficacia de sus conatos, y el mal éxito de sus pretensiones, descansan tranquilos en el testimonio de sus conciencia, escudados de la razón, de la justicia y de la verdad.

            ¡Y tú, generosa Alhama, puedes conocer la mano que hiere, y que quiere conducirte a la degradación y el crimen; pero tus hijos virtuosos y sencillos no apartarán los ojos de la luz que brilla para desengañarse; guiados por ella, sabrán detestar la calumnia y sus autores, tributarán los debidos homenajes a la justicia!

            Alhama, 1º de Agosto de 1813. =Francisco Baltasar del Corral =Josef de Raya= Luis del Corral= Melchor de Vinuesa= Miguel Cortés= Francisco Domingo Morán.

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Ayuntamiento Alhama Granada

DECLAMACIÓN

QUE EL AYUNTAMIENTO
CONSTITUCIONAL
DE LA CIUDAD DE ALHAMA
HACE
 CONTRA LOS AFRANCESADOS

DE LA MISMA




GRANADA

EN LA IMPRENTA DE EXÉRCITO
AÑO DE 1813



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            Nobles, y fidelísimos Españoles: a vos os habla el ayuntamiento Constitucional de la ciudad de Alhama, que por ser inexorable contra el francesismo, lucha de día y de noche con unos cuantos  monstruos que por nuestra desgracia nacieron en este precioso suelo para servir bajamente a nuestros enemigos, y enriquecerse con la sangre de estos honradísimos vecinos; pero ¡España!...¡España!... ¿Hasta cuándo han de seguir tus desgracias? ¿Hasta cuándo has de vivir sumergida en el silencio, y hasta cuando, en fin, han de permanecer impunes estos hijos espúreos, que no solo fueron el apoyo de tus opresores, sino que te insultan de nuevo, se ríen y mofan de ti, no por otra razón que por tu demasiada clemencia?; mas sin embargo, su roedora conciencia no les deja libres un sólo momento; tras ellos va, y delante la tienen, por lo que para adormecer el dolor de sus punzadas, intrigan y maquinan porque todos callemos y nos confundamos con sus heces pestíferas de la sociedad. Así es que el papel llamado impugnación a nuestro manifiesto del 1º de junio y que llegó a nuestras manos en el día de ayer


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no se ve mas que una desesperación, un arrepentimiento fuera de tiempo y sin querer restituir lo que robaron a tantos vecinos honrados en el tiempo de nuestra mayor aflicción. Levantaos, cadáveres que yacéis en el cementerio de esta ciudad, y decid a estos impugnadores quién os quitó vuestro alimento hasta el extremo de vuestra perfecta consumpción!  El Ayuntamiento ha determinado responder seriamente a dicho libelo, y al público dirá las resultas; pero debe advertir que entre las firmas de los afrancesados, falta la del Presbítero Frey D. Juan de Raya, de la Orden de Calatrava, principal y cabeza de esta canalla; y uno de los siete de que hablamos en nuestro referido manifiesto.

¡Españoles! Los afrancesados son unos mismos en todas partes; nuestra demasiada clemencia ha dado motivo no a que quieran indemnizarse, sino para que ataque a rostro firme a los mismos que sacrificaron en su época del gobierno intruso, y hasta los vemos que quieren optar a los destinos de la mayor confianza de la Nación. ¡Españoles! ¡Qué es esto que nos pasa! La medida de nuestro sufrimiento se va llenando, y los afrancesados nos injurian a porfía; mas sin embargo: el Ayuntamiento Constitucional de Alhama apela a vuestras virtudes, quiere  que les dejéis decir cuanto gusten, que día llegará en que les pese; si aún pisan los enemigos nuestro suelo, llegarán muy pronto los dichosos momentos en que veamos libres las cumbres del Pirineo, y para entonces es regular que tenga pensado a nuestro sabio y prudente gobierno, el castigo que deben sufrir estos monstruos que aún viven entre nosotros, pues de lo contrario, y


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con la conducta que observan, era de temer una explosión que nos cubriese de nuevo de luto, pues vemos que si ya no ha sucedido en algunos pueblos, ha sido efecto de la sabiduría de algunas autoridades, quienes se interesan en el bien de la Nación.

            ¡Miserables afrancesados! ¿Habéis creído que los escritos os pueden dar opinión? ¿No veis este imposible? No veis que al que el pueblo aborrece por sus hechos públicos, de nada le sirven papeles? No quisisteis engañar a esta Ciudad, suponiendo que había declarado la Junta electoral de la Provincia, nula la elección parroquial de Alhama porque os echó, cuando la Junta solo dijo del modo? Y en fin: aunque presentaseis los papeles más auténticos, dejaría el pueblo de oír al veros pasar ahí va un tiznado? (1) (Tiznados en Alhama son afrancesados). ¡Ah, canalla! Dios os castiga pues que no visteis el medio de obligar a que se os tolerase.

            Dicen en su impugnación que a la entrada de nuestras tropas se retiraron a sus casas para buscar el descanso que necesitaban; es verdad que viendo el odio implacable del pueblo en la primera Junta a que concurrieron todos los vecinos, y que presidió el Coronel D. Francisco Villar, primer Gobernador de este pueblo, se retiraron después de toda concurrencia por evitar la ocasión de ser miserables víctimas del justo enojo de estos vecinos; en esta ocasión,  cuando el patriotismo se hallaba en el mayor grado de pureza, fue cuando salió aclamado por todos los vecinos este Ayuntamiento, y reele-



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gido después según manda la Constitución. Éste, éste es el cuerpo a quien injuriáis en vuestro infame papel; pero en fin, honrados Alhameños: ¿Don Francisco Domingo Moran, Don Melchor de Vinuesa y demás, huían a descansar, o temían un puñal, o un cordel?...Es constante que en casa de uno de los mejores patriotas de Granada presentes otros muchos, llevó noticias un vecino de Vélez, de que nuestras tropas habían entrado en Alhama, por cuya agradable noticia le regaló el dueño de la casa, y preguntándole por particularidades, dijo que habían ahorcado de un arco al secretario de la Municipalidad, que tenía la cabeza blanca, y vivía en la calle de las Parras, con otros varios afrancesados, y que el pueblo bailaba  y cantaba himnos de alegría. Este hecho prueba que es bien notoria la conducta de estos señores. Para concluir: el presbítero frey D. Juan Raya ha consumado las desgracias de esta ciudad. Por él no han dado las cuentas los municipales; por él ha faltado muchas veces la subsistencia al soldado, comprometiendo el Ayuntamiento con la Intendencia, Diputación provincial, y con cuantas autoridades hay en Granada, como es buen testigo el gobernador de esta plaza, porque esta corporación ha mirado al soldado con el amor que se merece: por él, como agente pagado de los afrancesados, no hay día que no resulte en el pueblo un nuevo disgusto. ¡Virtuosos españoles, es éste el ministro del santuario! ¡El ministro de paz, y el mediador entre Dios y el hombre! ¡Ah corrupción!....¡Qué Sacerdotes!
Alhama 10 agosto de 1813 = D. Juan de



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 Toledo = D. Luis Josef del Corral =  D. Juan Morón = D. José Rodríguez León = Don Antonio de Dueñas = D. Francisco Dionisio de Espejo = D. Francisco Calvo Cabello = D. Nicolás Cortés = D. Francisco Ximénez.

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