Conferencia sobre
Niceto Alcalá Zamora y Torres
"Nadie es más fuerte que el que está solo"; morir sin pactar con el hampa".
José Antonio Espejo Zamora
Publicado en la revista Çibdad
Don Niceto, ante el fracaso de la monarquía parlamentaria provocado por la aceptación por parte de Alfonso XIII de la dictadura de Primo de Rivera, propone como solución la misma que elegirá el resto de Europa tras la II Guerra Mundial: una Democracia Parlamentaria donde estuviese representada toda la realidad de España y donde el Jefe del Estado fuese elegido de forma democrática.
Conferencia:
Walter Benjamin
Tesis IX
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él vemos a un ángel que parece estar alejándose de algo mientras lo mira con fijeza. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Ése es el aspecto que debe mostrar necesariamente el ángel de la historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde se nos presenta una cadena de acontecimientos, él no ve sino una sola y única catástrofe, que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies. Querría demorarse, despertar a los muertos y reparar lo destruido. Pero desde el Paraíso sopla una tempestad que se ha aferrado a sus alas, tan fuerte que ya no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que frente a él las ruinas se acumulan hasta el cielo. Esa tempestad es lo que llamamos progreso.”
Walter Benjamin muere en la frontera española huyendo de los alemanes; esperaba cruzar la frontera; ésta se cierra a su llegada; el miedo y la desesperación ante la Gestapo, que le pisa los pies, se apoderan de él; se suicida. Por la mañana, la frontera está abierta y la Gestapo no ha llegado; de esta manera, él forma parte de esas ruinas que se acumulan hasta el cielo. El Angelus Novus es para Benjamin el Ángel de la historia, que, con las alas desplegadas y los ojos desorbitados ante lo que ve, parece horrorizado; lo que esta viendo es la gran cantidad de ruinas que a lo largo de la historia se va acumulando; individuos muertos, proyectos no realizados…; así, el Ángel está vuelto hacia el pasado ante el cual no puede hacer nada, pues una tempestad lo aleja desde el paraíso hacia el futuro. Benjamin es judío; para él y para la tradición judeocristiana, el paraíso es lo perdido, esto es, la comunidad donde no hay división de clases sociales, donde los seres humanos viven en armonía entre ellos y con Dios. El paraíso se ha roto y la tempestad, esto es, el progreso con toda su fuerza sopla y, al tiempo que avanza, va generando ruinas amontonándolas hasta llegar al cielo; esta expresión nos recuerda a la torre de Babel y el propósito de los hombres de progresar construyendo una torre tan alta que llegase al lugar de Dios, al cielo; sin embargo, en la medida que el huracanado viento progresa no es la torre la que toca el cielo sino su consecuencia: las ruinas, los muertos, las víctimas las que llegan a Dios. Para el filósofo alemán, el pasado está vivo; recurrirá Benjamin a la concepción del tiempo en el mundo judío donde el pasado está palpitando en el presente, pidiendo justicia y mostrando a los hombres caminos transitados y fracasados. Para Benjamin, el fascismo no es una cosa del pasado sino la realización del progreso, la culminación de la modernidad. El Ángel, que es ya de por sí trascendente y divino, se ve impotente; esta impotencia, según Reyes Mate, remite a la responsabilidad del hombre que hace la historia.
Cuando nos acercamos a la historia de España, a la figura de don Niceto, no podemos hacerlo recortando la península Ibérica del resto de Europa; España vivió la Revolución Francesa, levantó el Estado liberal como el resto de Europa; por ello, la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la Guerra Civil y la dictadura de Franco no pueden analizarse prescindiendo de lo que pasa en el resto del continente, y éste se encamina hacia el totalitarismo en Italia, Alemania, Rusia; todos hacia la Guerra.
Al referirme a don Niceto quisiera comenzar con las palabras que don Sabino Fernández Campo pronunció en 1999 durante una conferencia en la Real Academia de la Jurisprudencia sobre el Presidente de la II República:
“A todos nos puede suceder que, a través de las vicisitudes de la vida, lleguemos a admitir la necesidad de los cambios, si están basados en los que se producen en las personas con las que colaboramos, a las que servimos o prestamos nuestra lealtad, cuando la entrega no se ve correspondida con sentimientos o comportamientos recíprocos. Es preciso reconocer el valor de cambiar, cuando se estima que así lo exige un interés superior, el bien de la nación o un ideal de progreso que no puede estar atado a unas personas o a unos sistemas que fallan, nos desilusionan y revelan la necesidad de renovarse… Por eso ahora, a mi edad ya alarmante, esto es lo que sucede con la figura de don Niceto Alcalá Zamora y Torres…
Alcalá-Zamora fue un personaje importante de la política española, al que ahora recordamos desde esta Real Academia a la perteneció, cuando se cumplen cincuenta años de su fallecimiento fuera de nuestra Patria. Para mí es un honor ofrecer en su memoria el testimonio de mi profundo respeto.”
Para adentrarnos en la vida de don Niceto Alcalá Zamora tenemos que entender cual ha sido su tiempo, esto es, la atmósfera en la que ha estado inmerso; los acontecimientos que se han producido: Revolución Francesa, intentos reiterados de establecer el estado liberal, revolución industrial, pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (dirección contraria al resto de Europa), Revolución Marxista de Rusia, las dos Guerras Mundiales y la Guerra Civil española; y una vez hecha esta relación de acontecimientos, aún no hemos dicho nada, salvo que todos ellos se encuentran entrelazados. Todos ellos desembocan en los totalitarismos o, si quieren, tras estos y la II Guerra Mundial, la Unión Europea (relajación de las estructuras del Estado Nación en la búsqueda de la integración de los diferentes y todo esto de modo controlada).
Aunque Niceto Alcalá Zamora nació en julio de 1877, su tiempo nació con la Revolución Francesa, con el genocidio de La Vendée, continuará con la construcción del Estado Nación, vivirá la destrucción de estos con el Totalitarismo y el holocausto hitlerianos, continuación del de La Vendée; al morir, continuaron sus ideas, pensamiento político que encuentra su aplicación, con matices, en la democracia actual. El desmantelamiento del Antiguo Régimen y construcción del estado burgués será la clave del s. XIX; la primera parte del s. XX, su consecuencia; y la última parte del s. XX, un intento de reparar las consecuencias del XIX.
Estas ideas tejedoras de los hombres del siglo XX han sido analizadas por Hannah Arendt en su obra El origen de los totalitarismos; sigámoslas:
-Pueblo y Populacho: el paso de los ciudadanos de ser pueblo a ser populacho, del individuo a masa ha sido abordado no sólo por Hannah; Azaña, en 1900, hará de la responsabilidad de las multitudes su tema de tesis doctoral, mientras que Ortega y Gasset le dedicará su obra La Rebelión de las masas; sin embargo, será la cabeza de Elías Canetti la que durante más de 25 años girará sobre este tema hasta editar su libro Masa y Poder; antes, Freud había publicado Psicología de las masas; otros muchos se ocuparan de este tema.
“Si el error habitual de nuestro tiempo, imaginar que la propaganda puede lograrlo todo y que a un hombre puede hablársele de todo con tal de que se le hable suficientemente alto y con suficiente habilidad, en aquel periodo se creía que la <<voz del pueblo era la voz de Dios>> y que la misión de un líder consistía, como tan desdeñosamente lo expresó Clemenceau, en obedecer astutamente esa voz. Ambas opiniones proceden del mismo error fundamental: el de considerar al populacho idéntico al pueblo y no como una caricatura de éste…El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan representados los residuos de todas las clases. Esta característica torna fácil la confusión del populacho con el pueblo, que también comprende a todos los estratos de la sociedad. Mientras el pueblo en todas las grandes revoluciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre grita en favor del <<hombre fuerte>>, del <<gran líder>>. Porque el populacho odia a la sociedad de que está excluido tanto como al Parlamento en el que no está representado. Por eso los plebiscitos con los que tan excelentes resultados han obtenido los modernos dirigentes del populacho son un viejo concepto de los políticos que se basa en el populacho.
La alta sociedad y los políticos de la III República habían generado el populacho francés en una serie de escándalos y de fraudes públicos.
Lo que era sorprendente y nuevo en aquella época -aunque resulte demasiado familiar para nosotros- era la organización de la masa y la adoración por el héroe, de la que se beneficiaban sus dirigentes. El populacho se convirtió en agente directo de ese nacionalismo concreto defendido por Barrès, Maurras y Daudet, que juntos formaron lo que era indudablemente una clase de élite de los intelectuales más jóvenes. Estos hombres, que despreciaban al pueblo y que muy recientemente habían emergido de un ruinoso y decadente culto del esteticismo, vieron en la masa una expresión viva de la fuerza viril y primitiva. Fueron ellos y sus teorías quienes por vez primera identificaron al populacho con el pueblo y convirtieron a sus dirigentes en héroes nacionales. Fue su filosofía del pesimismo y su entusiasmo por la predestinación el primer signo del colapso inminente de la intelligentsia europea.”
Será en una conferencia pronunciada por Arendt en 1971 titulada El pensar y las reflexiones morales donde pondrá como causa del surgimiento del populacho en su incapacidad para pensar; esto le lleva a preguntarse por el pensamiento. ¿Qué es pensar? Y por no perdernos en este tema, sólo hay que decir que para ella el pensar está cercano a la meditación en tanto que su objeto estaría relacionado con lo bello, lo justo, lo bueno….; el meditar esto hace que el hombre, de alguna manera al realizarlo, acreciente lo meditado en él; el hombre que medita la bondad hace crecer ésta en él y lo mismo sucede con lo bello, lo justo… La pensadora, tras seguir a Sócrates en su acto de pensar, nos indica que el pensamiento sería un diálogo del individuo consigo mismo; este diálogo queda interrumpido en el momento en el que el otro, que vive dentro de cada individuo con el que se entabla tal diálogo, se ha convertido en un diablo, en un inmoral, y con esta interrupción queda suspendido el pensamiento personal. Si en el Origen de los Totalitarismos abordó la diferencia entre Pueblo y Populacho, será a raíz del juicio a Eichmann cuando le llevará a acuñar la expresión banalidad del mal como realidad histórica, fruto del hombre mediocre, incapaz de pensar y dispuesto, integrado en la masa, a obedecer sin preguntar ni preguntarse ni por sus actos ni por las consecuencias de estos.
Observará Arendt con respecto a Eichmann: “así vemos cómo Eichmann tuvo abundantes oportunidades de sentirse como Poncio Pilato… Eichmann superó la necesidad de sentir, en general. La cosas eran tal como eran, así era la nueva ley común, basada en las órdenes del Führer… Lo que Eichmann no explicó a sus jueces fue que, en aquel <<periodo de crímenes legalizados por el Estado>>, como él mimo lo denominaba, no se había limitado a prescindir de la fórmula kantiana por haber dejado de ser aplicable, sino que la había modificado de manera que dijera: compórtate como si el principio de tus actos fuese el mismo que el de los actos del legislador o el de la ley común. O, según, la fórmula del <<imperativo categórico del Tercer Reich…: Compórtate de tal manera, que si el Fürher te viera aprobara tus actos>>. Kant, desde luego, jamás intentó decir nada parecido. Al contrario, para él, todo hombre se convertía en un legislador desde el instante en que comenzaba a actuar”.
Imperialismo, alianza de la burguesía con el populacho y el hampa:
Según la pensadora judía, el exceso de capital en la Inglaterra del XIX, capital superfluo, se unió al populacho y ambos se lanzaron al desarrollo del llamado imperio británico:
“La alianza entre el populacho y el capital se encuentra en la génesis de cada consecuente política imperial. En algunos países, especialmente en la Gran Bretaña, esta nueva alianza entre los demasiados ricos y los demasiado pobres estuvo y siguió estando confinada a las posesiones de ultramar…”.
Hannah, aludiendo a los pensadores que van desde Burckhardt a Spengler, afirma que, aunque ellos constataron esta alianza entre el capital y el populacho, no supieron distinguir entre Pueblo y Populacho; el populacho no podía ser identificado con la clase trabajadora sino que estaba compuesto realmente con los desechos de todas las clases sociales.
“Los pesimistas históricos comprendieron la irresponsabilidad esencial de este estrato social, y previeron también correctamente la posibilidad de que la democracia se convirtiera en un despotismo cuyos tiranos procederían del populacho y se inclinarían ante éste en busca de apoyo. Lo que no lograron comprender fue que el populacho no solamente es el desecho, sino también el subproducto de la burguesía, directamente originado por ésta y por ello nunca completamente separable de ella. No consiguieron por esta razón advertir la admiración constantemente creciente de la alta sociedad hacia el hampa, admiración que se extiende como un rojo trazo a lo largo del siglo XIX, en su continua y paulatina retirada de todas las cuestiones de moralidad y en su creciente gusto por el anárquico cinismo de su prole….”.
Hannah Arendt subraya el abandono por parte de la burguesía de los principios éticos señalando que ésta parte de un pecado original que consistiría en la acumulación de capital de forma injusta; en España, a esta acumulación de capital injusta se le da el nombre eufemístico de Desamortización; el robo de lo común por parte del Estado para entregar a la burguesía las tierras con las que se autofinanciaban no sólo la Iglesia sino también hospitales y ayuntamientos; la consecuencia de este pecado original, como lo llama Arendt, fue entre otras, el surgimiento de una gran cantidad de jornaleros que fueron expulsados no sólo de las tierras que habían cultivado sino también de las casas que habían habitado durante generaciones; la propiedad de las tierras podrían ser de los hospitales, ayuntamientos o de la Iglesia pero gran cantidad de ellas habían sido vendidas a censo a familias; ahora, con la llegada al poder del mundo burgués se apropiaron de ellas, expropiando no sólo a los propietarios que cobraban los censos sino a familias enteras. Convertidos los campesinos en jornaleros, estos se vieron no sólo empobrecidos sino que ahora los nuevos propietarios, al contratarlos, los explotarán con largas horas de trabajo y salarios bajos; en el mundo industrial se reprodujo la misma explotación del trabajador. Arendt apunta que este pecado original va acompañado de otros pecados adyacentes o consecuentes; en definitiva una alianza entre la burguesía y el hampa que conlleva la renuncia a la ética, al mismo tiempo que se recubrirá la sociedad burguesa de las máscaras de los caballeros:
“El propio hecho de que el <<pecado original>> de la acumulación original de capital precisara de pecados adicionales para mantener en marcha el sistema fue mucho mas eficaz en la tarea de persuadir a la burguesía a desprenderse de los frenos de la tradición occidental que su filósofo o su hampa.”.
“Aquí vemos también a la alta sociedad enamorada de su propia hampa y al sentimiento definitivo realzado cuando, por una civilizada frialdad, la evitación de un esfuerzo innecesario y las buenas maneras, se le permite crear una atmósfera viciosa y refinada en torno de sus delitos. Este refinamiento, verdadero contraste entre la brutalidad del delito y la forma de realizarlo, se convierte en puente de profunda comprensión entre él mismo y el perfecto caballero. Pero lo que, al fin y al cabo, tardó décadas en lograrse en Europa, por obra del efecto de freno de los valores sociales y éticos, explotó con la rapidez de un cortocircuito en el mundo fantasmal de la aventura colonial.”
Esta relación entre el hampa, la burguesía y los políticos no ha concluido; así lo vemos en todos los casos de corrupción en la democracia nacida con la constitución de 1978.
Construcción y destrucción del Estado Nación:
Desde la Revolución Francesa se asistió a la creación del Estado Nación o también llamado Estado liberal. Si el Antiguo Régimen se estructuraba en estratos, en el nuevo régimen se estructurará en clases sociales, siendo extremadamente difícil pasar de una a otra tanto como lo era antes de la revolución. En este estado burgués que busca la igualdad ante la ley creará grandes diferencias económicas y sociales. Estas dificultades harán surgir los movimientos sociales en defensa de los derechos de los trabajadores incluyendo al marxismo, que supera la simple defensa de las clases más desfavorecidas. En el desarrollo del estado liberal, irán surgiendo los partidos de clase. Se acuñarán nuevos conceptos, o más bien, se traspasarán conceptos propios del mundo económico al lenguaje político; así lo indica Arendt en lo referente al término expansión en el momento en que la pensadora alemana analiza al Imperialismo; pronto se da cuenta la burguesía de que el Estado Nación es un límite para la expansión económica y esto provocará el debilitamiento de los Estado Nación. Al mismo tiempo que unos lucharon por la reunificación de Alemania e Italia, otras naciones continuaban bajo los imperios Austro Húngaro y el Ruso; éstas comenzarán a reivindicar sus derechos como nación frente al Estado; hasta tal punto que, al no encontrarse representadas en la Sociedad de Naciones, organizarán el llamado “Congreso de los Grupos Nacionales Organizados en Estados Europeos”. Arendt comenta:
“…mientras que el establecimiento de las Naciones Estados coincidió con el establecimiento de un Gobierno constitucional, siempre habían representado y se habían basado en el imperio de la ley contra el imperio de la administración arbitraria y del despotismo. Así sucedió que, cuando quedó roto el precario equilibrio entre la Nación y el Estado, entre el interés nacional y las instituciones legales, la desintegración de esta forma de Gobierno y de organización de los pueblos sobrevino con una aterradora rapidez. Su desintegración, bastante curiosamente, se inició precisamente en el momento en que era reconocido en toda Europa el derecho a la autodeterminación nacional y cuando su convicción esencial, la supremacía de la voluntad de la nación sobre todas las instituciones legales y abstractas, era universalmente aceptada…”.
Recordemos que cuando tan sólo hace unos años Cataluña intentó su independencia pidió dos cosas: un congreso de las regiones europeas, no de los Estados Nación, y que la Unión Europea reconociese el derecho de autodeterminación de las regiones, a lo que contestó la Unión con un No; Alemania, más que cualquier otra nación dentro de la Comunidad Europea, aprendió lo que supuso hacía menos de 100 años el reconocimiento de estos derechos.
Historia de España:
Desmantelamiento del antiguo régimen y construcción del estado liberal burgués.
Tierra y Familia
Algunos de los que se han ocupado de la figura de don Niceto frecuentemente afirman dos cosas que, según mi criterio, son falsas: una que don Niceto fue un político provinciano; y otra, que el Presidente de la República fue un político del siglo XIX.
De su familia dirá don Niceto en sus memorias:
“…habían sido liberales constantes, progresistas fanáticos, no necesitaban decirlo, porque mis ojos se habían acostumbrado a ver, como si se tratara a la vez de un santo y de un antepasado, en el lugar preferente de mi casa, el retrato de Prim y, un poco más en segundo orden, el de Espartero.”
Cuando algunos historiadores afirman que don Niceto fue un provinciano, se busca situarlo en un ámbito local fuera del centro del poder, el cual palpita en Madrid y no en las provincias y esto es cierto; quizá para algunas zonas del país, pero no para Priego de Córdoba y menos se le puede aplicar dicha afirmación a la familia Alcalá Zamora.
Priego de Córdoba se encuentra en un extremo de la provincia de Córdoba, lindando con las provincias de Granada y Jaén. Tanto Priego como los pueblos que lo rodean: Loja, Algarinejo y Alcalá Real participarán muy activamente en la creación de Estado Liberal que en España se está desarrollando al igual que en el resto de Europa. En todos estos pueblos se desarrollarán diversa logias masónicas así como comunidades espiritistas; siendo esto importante, encontramos dos elementos fundamentales en Loja: de Loja es Narváez, varias veces primer ministro durante el reinado de Isabel II; durante el reinado de Isabel II morirá el lojeño y teniente general de la guardia real Pedro Antonio Ruiz de Espejo, militar que estará presente en la salida del Infante Francisco de Paula del palacio de Oriente el 2 de mayo; estará presente, así mismo en las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en Bayona; será allí mismo encargado de Francisco de Paula hasta su mayoría de edad, el abuelo de éste, Diego Ruiz de Espejo, fue, en el siglo XVII, miembro del Consejo de Castilla. Vamos viendo que es posible que Niceto fuese provinciano pero lo cierto es que los provincianos estaban en el corazón del poder en Madrid y las sociedades secretas, en el corazón de Loja, Algarinejo, Priego; estas sociedades secretas ya fuesen logias masónicas, comunidades espiritistas o sociedades carbonarias, fueron un instrumento importante a la hora de crear el nuevo estado liberal; a veces actuaban como apoyo y búsqueda de una monarquía liberal, otras buscaban la proclamación de la república; en ocasiones, como en Francia, las utilizará Napoleón III para permanecer en el poder; Elisa Goyenechea de Benvenuto, en su artículo Hannah Arendt y Walter Benjamin: Masa, multitud, populacho, argumenta:
“La Sociedad del 10 de diciembre: una organización creada por Luis Napoleón Bonaparte en 1849. Bajo el pretexto de promover una sociedad de beneficencia, organizó una estructura que reunía al más bajo proletariado de París ( el extracto posteriormente bautizado por Marx como Lumpen Proletariat) pequeñas sociedades secretas bajo el mando de agentes policiales bonapartistas. Este bajo proletariado era muy heterogéneo y estaba formado por aventureros burgueses, jugadores, rateros, dueños de burdeles, prostitutas, traperos, mendigos, desocupados y vagabundos. Inicialmente, Luis fue el presidente de la Segunda República tras la revolución de 1848. Pero luego del golpe de Estado que él mismo se infligió, en diciembre de 1851, se convirtió en Napoleón III, el emperador del Segundo Imperio. El golpe fue ampliamente apoyado por la Sociedad del 10 de diciembre y el Lumpen le permitió ganar por abrumadora mayoría el plebiscito que lo legitimó.”
Será el tío de Eugenia de Montijo, mujer de Napoleón III, Eugenio de Plafox y Portocarrero, VII conde de Montijo, y propietario de Huétor Tájar, jurisdicción de Loja, el que en Granada difundirá las logias masónicas; él había sido nombrado Gran Maestro del Gran Oriente de España con sede en Granada. El conde de Montijo salvará de ser fusilado al afrancesado, liberal y miembro de la masonería Juan Van Halen y Sarti. Este militar será expulsado de España y apoyado por Agustín de Bethencourt, recalará en San Petersburgo, donde entrará tanto en el ejército del zar como en la logia masónica Atrea, y allí se encontrará otros afrancesados, ingenieros militares españoles, ahora al servicio del zar, entre ellos, a los hermanos Manuel y Joaquín Espejo. Estos habían nacido en La Zubia aunque remanecían de Alhama de Granada al igual que el tío de ambos, también afrancesado, Deán de la catedral de Córdoba, Manuel de Espejo y Píñar; otro sobrino de éste y hermano de los anteriores será cofundador en Córdoba del Círculo de la Amistad.
Al igual que Napoleón III constituyó la Sociedad del 10 de diciembre con apariencia de beneficiencia, pero con un objeto bien distinto, lo hará Rafael Pérez del Álamo en Loja: “La sociedad tenía dos caracteres generales; uno público y humanitario, otro secreto y político. El público era algo masónico en sus fines; el secreto era carbonario en sus medios y fines. El primero era necesario a causa de la legislación restrictiva que nos regía en este particular, por más que a él nos impulsaba también el deseo de hacer bien; el segundo era indispensable para el objeto principal de la Sociedad… todos los afiliados tenían por bandera el programa político administrativo y económico que ostentaba La Discusión en su encabezamiento (ideas republicanas y democráticas).” Pérez del Álamo utilizará esta Sociedad para provocar en Loja la primera Revolución Moderna en España según el hispanista Guy Thomson; la revolución de Loja en 1861 encontrará su origen en la desamortización; este hecho es crucial; cuando hablamos de la expropiación de las tierras comunes tanto a los ayuntamientos, como a la iglesia, y hospitales, etc…, estamos poniendo de manifiesto que una multitud de personas se queda a la intemperie, no sólo a nivel sanitario; recordemos que esta desamortización provocó el cierre de los hospitales de Loja, Alhama, etc… Incapaces por un lado de la autofinanciación, como ocurría hasta este momento, no encontró en los ayuntamientos la capacidad económica para su mantenimiento, la desamortización conllevó el que muchas familias se quedasen no sólo sin tierra sino también sin vivienda, ya que bastantes de ellas vivían en la casa cortijo que ahora pasó a manos de los burgueses con capacidad económica para comprar casas y tierras; así lo he podido comprobar en el desarrollo de la vida de algunos de los participantes en la revolución de Loja. Y aunque, después de ser detenidos y condenados, fueron indultados, nadie los privó ni de la cárcel ni de una larga estancia en Fernando Poo; entre la ida y la vuelta fueron muchos los que murieron.
Guy Thomson afirma que la revolución del 61 fue provocada por diversos motivos: por un lado, nos encontramos con motivaciones puramente democráticas por otro una gran cantidad de gente que esperaba acceder a los bienes desamortizados. Esta esperanza nunca se cumplirá:
“…existía una diferencia abismal entre los líderes como Pérez del Álamo, quienes insistían en la importancia de respetar y proteger la propiedad privada, mucha de la cual había sido recientemente desamortizada y cuya legalidad era discutida, y sus seguidores, quienes consideraban inconcluso un reparto socialemente progresivo implícito en la ley de desamortización civil de 1855… estas tierras detentadas, administradas por autoridades municipales constituían un potencial botín que debe haber inspirado a muchos rebeldes a marchar a Loja a principios de julio de 1861”.
La intemperie será la atmósfera en la que vivirán los jornaleros y la baja clase media, no sólo en Loja sino en toda Europa:
“La clase media inferior, o pequeña burguesía estaba compuesta por los descendientes de los que fueron miembros de los gremios de artesanos o pequeños comerciantes; de pronto se vieron desprovistos de la protección del Estado Nodriza y se vieron a la intemperie, desprovistos de protección, abocados a la competencia comercial; de esta manera comenzó dentro de ellos un resentimiento hacia el Estado, tuvieron que acudir a los préstamos bancarios y esto los indujo a ver en los banqueros la misma figura de un gran industrial que los explotaba…Muchos de estos banqueros eran judíos, y, lo que resulta aún más importante, la figura general del banquero poseía por razones históricas definidos rasgos judíos. De esta forma el movimiento izquierdista de la clase media inferior y toda la propaganda contra el capital bancario acabaron siendo más o menos antisemitas…El resentimiento social de la clase media inferior contra los judíos se transformó en un muy explosivo elemento político, porque se creía que estos judíos intensamente odiados avanzaban por el camino que conduce al poder…”.
En la construcción del nuevo estado liberal participará activamente la élite de Priego de Córdoba, especialmente la familia Alcalá Zamora. Si bien también en Priego se llevó a cabo la desamortización, ésta fue diferente a la que se realizó en Loja en tanto que el ayuntamiento repartió una considerable cantidad de tierra a todos los campesinos; esto hizo que la gente pudiese vivir con cierta dignidad al tiempo que evitaba la conflictividad social.
La vida política de Priego estuvo marcada por la familia de don Niceto; los Alcalá Zamora siempre se situaron en el espectro más a la izquierda durante toda la centuria del XIX; ahí también encontramos a la familia de la mujer de don Niceto, Purificación Castillo Bidaburu.
Familia de don Niceto Alcalá Zamora
Pedro Alcalá Zamora y Ruiz de Tienda: diputado por Córdoba desde 1834 hasta 1843.
Gregorio Alcalá Zamora Caracuel, senador durante las legislaturas 1881-1882// 1883-1884; en 1886 es nombrado senador vitalicio; murió en Madrid el 28 de febrero de 1894. Gregorio nació en Priego de Córdoba el 24 de diciembre de 1825, hijo de Gregorio José Alcalá Zamora y de María Santa Engracia Caracuel y Serrano; abuelos paternos: José de Alcalá Zamora y Rita García Vallejo; abuelos maternos: Luis Caracuel Ruiz y María Ignacia Serrano Espínola; todos de Priego menos la abuela materna.
En el momento en que Gregorio es senador, su hermano José Alcalá Zamora Caracuel, abogado es el alcalde de Priego.
En 1868 es nombrado Gobernador de Cádiz (Práxedes Sagasta); más tarde será gobernador de Granada.
-Diputado en las elecciones de 1872.
José Alcalá Zamora y Franco:
-Diputado en las elecciones de 1854 y 1869.
-Senador de 1871 a 1873.
-José nació el 1 de abril de 1818; hijo de Pedro Alcalá Zamora, capitán de Caballería, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba y Regidor de Priego, y de María Candelaria Franco Ayerbe, natural del Coronil provincia de Sevilla. Abuelos paternos: Francisco Waldo Alcalá Zamora y Sebastiana Ruiz de Tienda (naturales de Priego); abuelos maternos: Luis Franco de Bargas, abogado, natural de Sevilla, y Mª
Luisa Ayerve Alvarado, natural de Carcabuey.
Luis Alcalá Zamora y Caracuel: diputado, obispo de Cebú, amigo de Prim; se desplazará a Italia al menos en dos ocasiones para entrevistarse con Amadeo de Saboya. Participará en la creación del periódico La Armonía; la publicación estaba dirigida a los sacerdotes, buscando hacer compatible el catolicismo con el ideario más progresista del liberalismo; de toda la zona de Loja y Priego, sólo se subscribirá el cura de Algarinejo. El primer número de La Armonía saldrá a la luz el martes 1 de noviembre de 1870. Ideario de La Armonía:
“…salir al estadio de la prensa, para sostener los principios…(que) como sacerdotes, defenderemos con toda la energía de nuestra alma el depósito del dogma católico, que la Iglesia nuestra madre custodia y en el que como base de una moral sólida, vemos el único medio de consolidar un estado social más perfecto que el que existió en épocas de triste recuerdo…Pero al militar en las filas del sacerdocio católico, ni abdicamos de nuestra calidad de ciudadanos, ni estamos menos obligados que el resto de nuestros compatriotas a contribuir con el óbolo de nuestras pobres inteligencias a la reforma política, que exige nuestra patria en consonancia con el momento histórico por que atraviesa la Europa civilizada. Inútil y hasta perjudicial sería querer detener la rueda del tiempo: la humanidad marcha en busca de nuevos y dilatados horizontes donde ejercitar su actividad, obedeciendo al movimiento providencial que la guía; y nosotros hemos de colocarnos a su lado con la antorcha del Evangelio para iluminarla en su camino.
Nosotros, desligados de todo compromiso, seremos soldados del catolicissmo, soldados del progreso; porque el catolicismo es la fraternidad; y el progreso es la consecuencia necesaria de una Religión que hace desaparecer las castas, y enseña al hombre el camino de la perfección…
Queremos que se establezca el camino de la justicia y el derecho…también nos tendrán enfrente los que, por satisfacer mezquinas ambiciones, ataquen al poder constituido sin razón y justicia…
Amantes del prestigio de nuestra santa Religión, declaramos guerra sin tregua ni cuartel a los que pretenden hacer de ella un escudo de innobles ambiciones y detestables proyectos, convirtiendo en bandera fratricida y sangrienta la que siempre fue bandera de paz y conciliación.
Ni el temor al poder nos ha de hacer inclinar la cerviz, ni el furor del fanatismo nos hará retroceder, cuando se trate de defender la pureza de la fe y los derechos de nuestros hermanos, para los que no pedimos privilegios, siempre odiosos y atentatorios a la igualdad; pero sí justicia y libertad. Firma La Redacción.
Continúa un artículo de Ignacio Oviedo:
De tantas religiones como se profesan en el mundo, solamente la religión del Crucificado es la que tiene perfecta armonía con las luces de la razón y la libertad… Siendo, pues, estos principios un verdadero criterio para poder distinguir lo verdadero de lo falso, decimos nosotros que la religión cristiana está en perfecta armonía con la razón y la libertad individual…
…<<No procuréis el ser llamados maestros, porque o hay más que un solo maestro, y todos sois hermanos.>> De este modo fortalecía el sentimiento de esta santa libertad por medio del de la igualdad y la fraternidad…”
Tras la muerte de Prim, en Priego, se celebrará una misa fúnebre; de ello dará cuenta el periódico la Nación el 2 de febrero de 1871:
“Después de celebradas unas magníficas honras por el eterno descanso del alma del Excmo. señor D. Juan Prim en Priego de Córdoba, los progresistas de aquel pueblo han elevado a la ilustre viuda una sentida carta de pésame, la cual ha sido entregada por los Sres. D. Gregorio y D. Luis Alcalá Zamora, comisionados al efecto.
He aquí dicha carta:
<<A la excelentísima señora duquesa de Prim. -Señora: Al regresar del templo, donde hemos elevado a Dios nuestras sentidas oraciones por el descanso eterno del que fue su inolvidable esposo, un deber sentimos en nuestra conciencia por cumplir un deseo a nuestro corazón por realizar.
Señora: Por el ilustre esposo de V.E. ya no puede hacer nada el honrado pueblo de Priego. Lo ha sentido, lo ha llorado, lo ha recomendado al Hacedor Supremo en fervientes oraciones, ha depositado su modesto óbolo para perpetuar en la tierra su gloriosa memoria; y como no conoce a los asesinos, como no sabe quiénes sean sus verdugos execrables, ya no puede hacer más… ¡Ah, si los conociera! ¡Qué superior es a la ley la indignación y dolor que aquí existen!… Pero no los conoce…
Por eso, como ya no podemos hacer nada en inmediato obsequio de aquel hombre querido que movía nuestro sentimiento con el suyo; como ya no tenemos punto objetivo en él para ejercitar aquella grande simpatía que arrebataba nuestra alma, simpatía que no pudo matar el cobarde plomo de unos cuantos miserables asesinos, nosotros llegamos a V.E., y con lágrimas en los ojos y un afecto inmenso en el corazón, profundamente impresionados, le decimos:
Noble duquesa: si alguna vez, para encontrar alivio a su dolor, busca V.E. un suelo distinto del que hoy pisa, no olvide que en la rica y bella Andalucía, entre riscos que las flores esmaltan y las aguas cincelan, bajo un cielo purísimo, que a torrentes vierte la alegría, existe un pueblo de virtud modelo, un pueblo donde no nacen, ni se crian, ni se albergan asesinos, y donde para V.E. y sus tiernos hijos hay un altar en cada pecho y una égida en cada brazo.
Priego 14 enero de 1871. -Siguen las firmas>>”.
Luis Alcalá Zamora y Caracuel, morirá el 12 de mayo de 1873 en extrañas circunstancias en Manila, siendo obispo de Cebú.
Juan Torres del Castillo, hermano de la madre de don Niceto, fue diputado por Jaén en la legislatura de 1872.
NICETO ALCALÁ ZAMORA Y TORRES
Niceto Alcalá Zamora y Torres nació en Priego de Córdoba el 6 de julio de 1877, en la calle del Río; en la casa contigua tenía su domicilio el notario Patricio Aguilar Cano, natural que fue de Algarinejo, tío abuelo del suegro de don Niceto, el abogado Enrique Castillo Aguilar; éste fue hijo de Antonio Castillo Torreblanca y Castillo y de Fermina Aguilar Tallón. En el periódico Adarve del 15 de abril de 1995, Manuel Pulido dice que Adelaida Arjona Castillo, prima hermana del suegro de don Niceto, constituye un patronato con el objeto de fundar la actual residencia de ancianos de Priego, para lo cual dona un patrimonio valorado en 2.000 millones de pesetas. La mujer de don Niceto hará construir 10 casas en Priego para que vivan los pobres, sin necesidad de que tengan que pagar renta; pasado el tiempo, acaecida la Guerra Civil, la muerte de don Niceto y de doña Pura, tras el exilio de la familia Alcalá Zamora, deterioradas estas casas, donarán el solar para la construcción de la parroquia de la Santísima Trinidad en recuerdo, dirán las hijas, de sus padres Niceto y Purificación; no sería ésta la única donación que realizó la familia Alcalá Zamora y Castillo.
La calle que vio nacer al Presidente de la República fue llamada con los apellidos de don Niceto; antes llevó el nombre del general Prim y antes el de Riego, aunque para el pueblo siempre fue la calle del Río; en ésta se instaló el notario Patricio Aguilar Cano al tiempo que Isabel II accedía al trono y aunque la notaría la montó, en un primer momento, en la calle Carrera en otra de las casas de los Alcalá Zamora, fue en su domicilio donde aposentó su biblioteca; allí permanecerá al menos hasta la muerte de su hija Cristina Aguilar Rubio en 1916 y a la que tendría acceso don Niceto, no sólo porque era su vecina, sino por la estrecha relación entre las dos familias con la que emparentaría al contraer matrimonio con Pura Castillo; entre las obras que componían la biblioteca, además de una amplia bibliografía de derecho, se encontraban dos obras de Lamartine: una, La Historia de los Girondinos, que en cuatro volúmenes narra la historia de la Revolución Francesa, la interpretación que Lamartine hace de ésta se centra en el protagonismo del pueblo en la lucha por un gobierno liberal burgués moderado; otra, La Historia de la Restauración, en cuya introducción, Lamartine expone sus ideas políticas que vienen a coincidir tanto con las de la familia Alcalá Zamora como con las de Patricio Aguilar:
“Su caída, dejando el palacio vacío, cedió el puesto al derecho absoluto, el derecho nacional, el derecho natural, el derecho que cada hombre, al venir al mundo, tiene de su parte de sufragio, de inteligencia y de voluntad en el gobierno, el voto universal. El voto universal es el verdadero nombre de la sociedad moderna en el día. Este voto universal ha hecho de Francia una república: no podía hacer otra cosa. En el estado de incredulidad, de anarquía y de lucha en que el principio monárquico personificado en tres dinastías se encontraba consigo mismo, entregar la Francia del 1848 a la monarquía era entregarla a las facciones. El país debía tomar su dictadura, y la dictadura del país es la república. La tomó, y la conservará mientras sea digno del nombre de pueblo. Porque un príncipe o una dinastía que abdican son reemplazados por otra dinastía o por otro príncipe. Pero a una nación que, cansada o incapaz de la libertad abdica, ¿quién la reemplaza? Nada más que un vacío en la historia, nada más que la ignominia, la esclavitud o la tiranía. Mírase el mapa del mundo y se dice: Aquí había un gran pueblo, pero ya no hay más que una gran mancha en la dignidad de las naciones.”
Patricio Aguilar había nacido en Algarinejo; de este pueblo sería su madre, Antonia Cano; su padre Francisco Aguilar García Berruguilla había sido bautizado en San Ildefonso de Granada, sin embargo, su padre era de Priego de Córdoba, al igual que sus antepasados, en él se crió junto con sus padres desde muy niño. El padre de Patricio fue arquitecto, al igual que sus antepasados, no sólo por la vía paterna sino sobre todo por la materna; su madre, Rosalía García Berruguilla, hija, nieta y bisnieta de arquitectos, había nacido en Granada ciudad a la que se trasladó su padre, Antonio García Berruguilla, junto con el tío de éste, Juan García Berruguilla, para trabajar en el monasterio de la Cartuja de Granada. Juan García Berruguilla había trabajado antes en el monasterio del Paular, en Rascafría; a lo largo de su vida, además de publicar el libro Verdadera práctica de las resoluciones de la geometría sobre las tres dimensiones para un perfecto arquitecto con una total resolución para medir, y dividir la planimetría para los agrimensores, dedicado a Nuestra Señora de Belén, que se venera en la parroquia de San Sebastián de esta corte, intervino en la catedral de Palencia, en la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca, en la casa rectoral de la universidad de la misma ciudad. Rosalía García Berruguilla, abuela de Patricio Aguilar, y una de las abuelas de la mujer de don Niceto, era prima hermana de Facundo Caballero García Berruguilla, ministro honorario del Consejo de la Hacienda; fue Director general de Correos, de la Real Imprenta, Director de la Gaceta, responsable de los Caminos; Facundo ocupó durante la Guerra de la Independencia un puesto clave para el éxito de aquellos que habían construido la constitución de 1812. La hija de Facundo, María Magdalena Tecla Caballero, condesa consorte de Oñate, será madre de los condes de Arcos, Treviño, Añover de Tormes, de Valencia de don Juan, de Castañeda, de Campo Real y de Villamediana. Resalto este hecho pues, aunque la ideología de la mujer de don Niceto estaba muy lejos del Antiguo Régimen, en cuanto al parentesco con la nobleza española no era lejano. Otro pariente de Patricio Aguilar e hijo de Facundo Caballero fue Antonio Aureliano Caballero y Terreros, Aureliano se crió en Londres, donde comenzó su carrera diplomática en la embajada española; en esta ciudad contraería matrimonio con una de las amantes del primer duque de Wellington, Mary Anne Leshley; en 1870, morirá en Madrid como senador vitalicio. Otro hermano de la condesa de Oñate y de Aureliano fue Juan Celedonio Caballero, Secretario y Contador General de la Renta de Correos.
Enrique Castillo Aguilar, padre de la mujer de don Niceto, tenía parte de su familia en Algarinejo, todos sobrinos del notario Patricio; entre otros, tenía a Encarnación Gordillo Aguilar, mujer de Rafael Valverde García, grado 30 de la masonería, Rafael estudió tanto en el instituto de Cabra como en la Universidad de Granada, como tantos Alcalá Zamora, Rafael será muy activo a nivel político, impulsando los círculos liberales de Zorrilla; en septiembre de 1870 en el periódico La Idea, encontramos a Rafael Valverde impulsando el Comité Republicano de Priego de Córdoba; más tarde en ese mismo año lo volvemos a encontrar realizando la misma tarea que en Priego ahora en los comités Republicanos de Loja, Villanueva de Mesía, Huétor Tájar y Salar. Acta de constitución del Comité Liberal de Priego de Córdoba:
“Nuestros amigos de Algarinejo nos remiten la siguiente reseña de la reunión que han tenido varios republicanos de aquel pueblo y los de Iznájar y Priego, con el fin de formar un comité en éste último y estrechar los lazos de fraternidad que debe unir a todos los que trabajan por el triunfo de la República Federal. <<El dieciocho de septiembre de mil ochocientos setenta, Manuel Narváez Padilla, vicepresidente del Comité Republicano de Iznájar, José Rodríguez Guerrero, vocal, y Cristóbal Ordóñez Caballero, secretario de él; Marcelino Moyano, Francisco Núñez Martínez y Juan de la Barrera, de los republicanos de Priego; Mariano Montoro, Presidente del de Algarinejo, Cristóbal Sánchez Valverde, Vicepresidente; Francisco Ayala Arenas, vocal; Simón Montoro Adamuz, jefe de sección, y José Ayala Quesada, individuo del mismo, previa convocación, se reunieron al pie de Sierra Tiñosa, en su punta oriental y al lado sud. en una especie de valle, bajo una encina campal y al aire libre, próximo a la casería de los frailes, término y jurisdicción de Priego, y ostentando representaciones propias, trataron y convinieron: Crear y establecer en nombre de la República Federal, y con arreglo a las bases establecidas por la Asamblea y recomendadas por el Directorio, un Comité en la villa de Priego, donde no lo hay, ofreciéndose mutua cooperación y dándose un fraternal abrazo que una a los tres pueblos en la comunión política, propaganda y sosteniendo por los medios legales y que el partido adopte según las circunstancias, la idea y bandera Republicana Democrática Federal. Quedando los hermanos de Priego en efectuarlo así, para lo cual se les facilitaron cuantos datos fueron posibles. Acordando extender esta acta que firmarán todos, quedando el original en el Comité de Algarinejo, como más antiguo y una copia literal en cada uno de los otros pueblos y comunicarlo a los periódicos La Igualdad, La Idea y El Sufragio Universal, y con un viva a la República Democrática de Francia y deseando ardientemente vitorear la de España, se separaron. Manuel Narváez Padilla, José Rodríguez Guerrero, Cristóbal Ordóñez Caballero, Marcelino Moyano, Francisco Núñez Martínez, Juan de la Barrera, Mariano Montoro, Cristóbal Sánchez Valverde, Francisco Ayala Arenas, Rafael Valverde García, Simón Montoro Adamuz, José Ayala Quesada, Rafael Lozano Ayerbe.>>”
Actuará Algarinejo como puente entre Loja y Priego de Córdoba, así debemos remarcar cómo desde Algarinejo saltará a Loja el farmacéutico José Ezequiel Ruiz Matas y Montoya, fundador del centro espiritista y miembro de la logia masónica de Loja; su hijo el médico Miguel Ruiz Matas estará presente la logia de Alcalá Real; de esta logia formará parte Rafael Gordillo Aguilar, primo igualmente de la mujer de don Niceto. Las hermanas de Rafael, Nicolasa y Enriqueta, serán maestras en Granada aunque todos eran naturales de Algarinejo; Nicolasa nombrará como albacea testamentario al médico, alcalde de Granada y miembro de la masonería Antonio Amor Rico; otra maestra nieta del notario de Priego, Cristina Aguilar González, ejercerá como inspectora en Cuba; en los primeros días de octubre de octubre de 1936, en un viaje de automóvil, cerca de La Habana, morirá en un extraño accidente; su hermano, Patricio Aguilar González, residía en España como súbdito cubano; en 1931 aparece como interventor suplente en la mesa electoral donde en el barrio madrileño de Chamberí votaba don Niceto y su mujer Pura Castillo; tras la guerra civil se le abrirá expediente al encontrar su nombre entre los papeles de Ángel Galarza; en Algarinejo en los terribles días de septiembre del 36 sería fusilado por los nacionales José Aguilar Aguilera, sobrino nieto del notario Patricio Aguilar y primo de la mujer del Presidente; la hija de José Aguilar Aguilera, Agapita Aguilar Ropero, se casaría con Sirio Espejo Lobato; el padre de Sirio, Juan Espejo Blancas, y el hermano de éste fundarían en Loja la segunda agrupación del partido socialista en 1912; en Algarinejo, se fundó en 1896; la primera agrupación de Loja en 1901; en Priego de Córdoba, en 1918. Vemos cómo desde muy al principio del siglo XX y antes en Algarinejo van surgiendo agrupaciones del partido socialista; éstas responden a un cambio paulatino de la sociedad, lentamente ésta va a ir demandando una serie de reformas, Maura: propondrá la Revolución desde arriba; Niceto, en 1922, urgirá estas reformas; Alfonso XIII responderá con Primo de Rivera en 1923. Los que van fundado estas agrupaciones socialistas no salen de la nada, sino de agrupaciones anteriores que poco a poco se van a ir integrando en el PSOE. En Loja se crearía en 1883 el Comité Zurdo, partido de Moret que defendía la vuelta a la constitución de 1869 pero con Rey; El Defensor de Granada informaría el 30 de enero de 1883:
“Comité zurdo. Se ha constituido en Loja el comité de la izquierda dinástica en la forma siguiente: Presidentes honorarios, Sres. Duque de Torres Moret; efectivo, Sr. Pérez Benites; vices, Sres. Carretero Solsona y López Castellanos; vocales, Sres. Martínez Morales, Fernández Calvo, Sánchez Muñoz, Rodríguez Ruiz y Antonio Espejo Ortiz; secretario, Sr. Samaniego Rovira.”
Antonio Espejo Ortiz irá girando a posiciones más conservadoras y llegará a ser alcalde de Loja alternativamente desde finales del XIX hasta su muerte en 1919; sus primos Juan y Francisco Espejo Blancas, como hemos visto, se integrarán en el PSOE; en 1920, en Loja, Francisco recibirá y presentará en un mitin a Fernando de los Ríos. En Granada, don Fernando es clave para entender qué tipo de socialismo se está propagando en Granada y por tanto en todo el poniente granadino. Cuando nos acercamos al pensamiento del partido socialista lo hacemos con los prejuicios nacidos del relato que sobre él nos ha llegado del franquismo, que tienen más que ver con una parte del socialismo, sobre todo con la que representó Largo Caballero, que con ese socialismo inteligente y moderado en el que se encontraba Fernando de los Ríos y Besteiro. Sorprende al leer la obra de Fernando de los Ríos, primero que en su libro El sentido humanista del socialismo no parta de Marx ni de la Revolución Francesa a la que critica: “… el siglo XVIII francés, siglo ultrarracionalista y antihistórico, va a engendrar una dogmática política que en rigor es una desviación del humanismo renacentista italiano.” Fernando sabía que las claves de la modernidad comienzan en el renacimiento; por ello, aunque el socialismo de Fernando de los Ríos tiene más que ver con Kant que con Marx, no se queda en la ilustración alemana y kantiana sino que se dirige directo al renacimiento para rescatar el sentido originario del humanismo; por otra parte Fernando, subraya constantemente las claves éticas nacidas del kantismo en su doble vertiente: por un lado mira a la humanidad como totalidad pero rescatando del panteísmo hegueliano al individuo; acentúa que este humanismo no se trata de una idea abstracta sino que alberga al individuo, no podemos olvidar la gran voz de Miguel de Unamuno, con su hombre de carne y hueso, el hombre real, el individuo:
“Ahí radica la grandeza ética de la concepción Kantiana y su enorme transcendencia social: en haber mostrado que no hay ética posible ni vida civil con caracteres de moralidad sino a condición de erigir en principio regulativo de la conducta la consideración del hombre y de la Humanidad, como fin en sí, de cada hombre en cuanto individuo y de la humanidad como un todo… Para nosotros es evidente que el sentido íntimo del humanismo es el ansia por realizar tanto lo universal humano como lo humano particular en cada individuo y comunidad; tal es, a nuestro juicio, la finalidad implícita en el movimiento renacentista.”
Fernando de los Ríos tampoco compartirá la visión marxista de la lucha de clases:
“La vida es lucha, mas también es acuerdo y concordancia…Nuestra oposición a la fórmula <<lucha de clases>> se basa, por consiguiente, en que mediante ésta se subraya en términos tales los elementos reales de la oposición y se aviva con tal energía la antítesis, que para buscar la fórmula en que resolver los opuestos se ha pensado…. En eliminar el problema, esto es, en la desaparición de las clases. Mas, admitida esta posibilidad, queda en pie la cuestión batallona: ¿cómo resolver el antagonismo de cada hora en una síntesis que supere la oposición de términos? La lucha de clases es incapaz, por esencia, de dar satisfacción a esta necesidad real e ideal; la lucha de clases llama a la pelea, no al armisticio, y la vida de la cultura, como acabamos de decir, está integrada por esos dos momentos que bella y genuinamente ha llamando nuestro Unamuno, <<paz en la guerra, guerra en la paz>>, la <<lucha de clases>>, por no expresar sino uno de los dos momentos dialécticos de la Historia, momento necesario, momento esencial, sin duda, pero parcial, es impotente para inspirar una política porque ésta necesita una Jerusalén a qué mirar y ha menester, por tanto, buscar cada día la coincidentia oppositorum, la fórmula superior que armonice circunstancialmente los antagonismos.
De la <<lucha de clases>> no puede, directa y congruentemente, derivarse una política social y, por tanto un derecho social, a menos que, como decíamos, no se le dé a la lucha otro valor que el de un hecho, mas no el de la norma; pues si se hace esto, si se cree no sólo en la ineficacia, sino en el daño de todo pacto -posición del comunismo ruso, del guildismo de Orage y del sindicalisamo de acción directa-, no queda margen para justificar el derecho, y sólo cabe la política belicosa, la guerra social.”
Este socialismo inteligente de Fernando de los Ríos le llevará a entender lo religioso en términos positivos, a diferencia del nazismo o de cualquier tipo de totalitarismo; tanto Fernando como el nazismo se acercan al mundo griego y romano y ambos sacan conclusiones muy diferentes; así nos dice Fernando:
“Y del estoicismo -en el cual el individuo se sobrestima- pasa esa concepción humana al cristianismo- que atenúa y modera el valor del individuo- en tanto se mantiene éste fiel a la inspiración del sermón de la montaña, esto es, ortodoxo con el principio que la salvación se alcanza con la acción, es decir, con la práctica de la virtud; en tanto fue el cristianismo federación de comunidades, cuerpos fraternos cuya unidad provenía de la objetiva coincidencia en la práctica del bien, en la fe en Cristo y en la esperanza de la redención; en tanto la purificación de la sociedad cristiana siguió la vía ética de Grecia; es la cópula del impulso religioso de los aldeanos de Judea con el férvido anhelo ideal griego la que origina la idea del Verbo, del Dios-hombre, que es la más honda y bella encarnación de la noción objetiva y religiosa de lo humano y de las posibilidades de santidad en el individuo.”
Frente a esta conclusión de don Fernando nos encontramos con la ideología nazi:
“Los nazis, por su parte, iban más allá: no sólo la ética antigua era superior a la ética cristiana, sino que además ésta última era nefasta… En la relación nazi con la Antigüedad, lo descriptivo (relato histórico) y lo prescriptivo (las lecciones extraídas de ese relato) están íntimamente unidos: si los griegos y los romanos son germanos, es posible deducir del pasado máximas para el tiempo presente, en nombre de una comunidad de raza y de una continuidad histórica… La antigüedad de la raza germánica (tanto la del norte como la del sur) aparece a los ojos de los autores nazis como un paraíso perdido del que el hombre habría sido expulsado no por un pecado original cualquiera, sino por una alienación cultural -la del cristianismo, doctrina oriental importada de los desiertos, que vino a devastar cultural, demográfica y geográficamente el Norte… el cristianismo crea el mal…La práctica espartana no se limita únicamente al perímetro de Lacemonia. Expresa más bien con toda perfección una verdad de la razón nórdica: <<Se practicó ampliamente en la Antigüedad clásica la eliminación de los niños, y la práctica era libre. La costumbre parece haber sido un carácter de la raza indogermánica>>, en Grecia como en Roma, donde <<incluso el dulce Séneca>> dicen que se convirtió en el decidido abogado de una eutanasia para niños débiles o deformes: <<Ahogamos al débil y al deforme, No es fanatismo sino razón separar lo viable de lo no viable>>”.
Este socialismo inteligente llevará a los dirigentes socialistas del poniente granadino, durante la guerra civil, a mantener una actitud moderada en sus actividad bélica; así pues, ningún dirigente importante del partido socialista fue condenado por delitos de sangre tras la guerra. En Algarinejo, durante el dominio republicano los dirigentes socialistas esconderán en una habitación de la iglesia todos los objetos religiosos por si acaso pasaban por allí los malagueños, pues éstos habían hecho grandes destrozos y asesinatos en Loja, hasta el punto que fusilaron a los guardias civiles de Algarinejo; para impedir que se asesinaran a más derechistas, el PSOE de Algarinejo los encerró en una cárcel para dejarlos libres cuando se acercaron al pueblo las tropas de Franco; los miembros republicanos huyeron del pueblo, al entrar las fuerzas nacionales en Algarinejo; en los primeros días de septiembre fusilaron a 18 personas enterrándolas en la cuneta que va de Algarinejo a Montefrío; hoy ya descansan en una tumba común en el cementerio, junto a la carretera que va de Algarinejo a Priego de Córdoba.
En la guerra no basta ser inteligentes, es necesario no perder la capacidad de pensar como al principio de esta conferencia nos enseñaban los textos de Arendt; mantener en las crisis bélicas el diálogo interior con uno mismo nos abre no sólo a los demás y nos enseña a verlos como prójimos sino que nos abre a lo transcendente, a Dios; la relación de Fernando de los Ríos con lo religioso no se quedaba a nivel teórico sino que va más allá al ver en la oración una posibilidad constructora de la persona como ser ético. En el libro anteriormente citado, Fernando de los Ríos y el socialismo andaluz, Leandro Álvarez Rey traerá a colación una carta de don Fernando a su hija en donde une nuevamente la ética y lo religioso:
“Di a mi hija de mi alma que no deje de escribirme siempre porque sus cartas son para mí un motivo de gozo infinito; las leo y releo y adivino su espíritu tras sus palabras; dile a ella que piense en mí, que no olvide mis ruegos, que cultive su corazón y su alma religiosa meditando el evangelio; que lea el padrenuestro y el sermón de la montaña y haga todas las noches su examen de conciencia; que piense en Dios como el ser perfecto a quien debemos imitar embelleciendo moralmente todos los días nuestra propia vida y llevando el bien a cuantos podamos. Hija mía, te llevo dentro de mí mismo y querría para ti todas las perfecciones….”
En las elecciones de 1931, Fernando de los Ríos se presentará conjuntamente a las elecciones con el Deán de la catedral, el republicano Luis López Dóriga. Estando en este espacio no puedo pasar sin mencionar a don Luis, amigo de Fernando de los Ríos, sobrino del Arzobispo de Granada; tendrá profundas convicciones republicanas, se presentará a las elecciones y será elegido diputado; como tal votará a favor de la Constitución del 31, la expulsión de los jesuitas, (igual que Carlos III), y la ley del divorcio. Cuando votó la ley del divorcio lo justificará argumentando que el modo propio de vivir el matrimonio para los católicos es bajo la doctrina canónica de la Iglesia pero que hay personas cuya relación no está bajo la bendición sacramental y por tanto tienen derecho a poder disolver su contrato matrimonial; esto le costará la suspensión a divinis y la excomunión; posteriormente se le levantarán las penas canónicas y se integrará de nuevo en la Iglesia; tras la guerra, vivirá como profesor en México a donde llegó el 27 de julio de 1939 junto con Salvador Híjar, religioso capuchino republicano, y otros 2.084 refugiados. Así lo hará público la prensa mexicana al día siguiente.
Como venimos viendo, la República no es que fuese reconocida inmediatamente por la Iglesia sino que a lo largo de todo sus derroteros hubo muchos católicos, y católicos significativos que la apoyaron y sufrieron la misma suerte que los demás republicanos, entre ellos, María Zambrano, Claudio Sánchez Albornoz, Julián Marías, Isabel García Lorca, Niceto Alcalá Zamora y otros muchos cristianos cuya vida y fe tuvieron que desarrollarse en la sombra.
Niceto Alcalá Zamora y Torres
Primeros años hasta Primo de Rivera
Niceto, como hemos indicado, nació en Priego de Córdoba el 6 de julio de 1877; morirá en Buenos Aires, durante su exilio, el 18 de febrero de 1949; su mujer, Pura Castillo Bidaburu, fallecerá en la ciudad francesa de Pau en 1939 cuando contaba 58 años. A lo largo de su vida el Presidente habría enterrado, también, a varios hijos.
Don Niceto quedó huérfano cuando contaba con dos años, junto con su hermano Manuel y su hermana Pilar. Serán criados por su padre Manuel Alcalá Zamora y Caracuel y sus tías y primas.
Estudió por libre tanto en el instituto de Cabra como en la facultad de Derecho de la Universidad de Granada, y se doctoró en Derecho en la Universidad Central de Madrid. En 1899, ganará las oposiciones con el número uno a abogado del Consejo de Estado.
En 1903, se vincula al círculo liberal de Romanones, y dentro de éste en la facción más progresista; en 1906, ganaría por primera vez su acta como diputado por La Carolina.
Revolución desde arriba; Maura 1907-1909:
A lo largo de esta primeras dos décadas del siglo XX se van a ir acumulando problemas de difícil solución; el sistema electoral, aquejado por el caciquismo, el derecho al voto no era universal, la mujer no podría ejercerlo hasta 1933; las estructuras organizativas de los trabajadores, el partido socialista va aumentando su presencia, el parlamento no refleja la situación del país a pesar de que los partidos tradicionales se van dividiendo en secciones más y menos conservadoras. Habrá dos momentos clave antes del golpe de estado de Primo de Rivera: uno será la semana trágica de Barcelona, el otro momento se produce en 1917. Buscando la solución de toda esta problemática Maura, intentará solucionarlo con la llamada Revolución desde arriba en la búsqueda de que ésta no se produjera desde abajo, Maura no lo conseguirá.
En sintonía con el movimiento nacionalista en Europa, se irán uniendo todas las fuerzas políticas catalanas bajo el nombre de Solidaridad Catalana; la respuesta de Maura consistirá en ofrecer la posibilidad de mancumunarse distintas provincias con la ley de la Administración Local. Esta ley provocó la oposición de liberales y republicanos, entre otros motivos por las concesiones al catalanismo. Maura quiso abordar el grave problema del caciquismo y su influencia dentro del sistema electoral; ninguno de estos problemas quedará resuelto, se irán arrastrando y generando una mayor y profunda problemática.
En 1917 se vuelve a producir otra crisis significativa:
-Junta Militares de Defensa: éstas surgieron en infantería y caballería; reivindicaban un sistema de ascensos por rigurosa antigüedad y que hasta este momento los ascensos se producían por actos de guerra, esto es, se conseguían en Marruecos. Estas asociaciones de militares se extendieron a todos los ámbitos de la clase media.
-Asamblea de parlamentarios: El objetivo de estas asambleas es abrir un periodo constituyente; el gobierno se niega. Se producen tres momentos importantes: una primera convocatoria de todos los diputados y senadores catalanes independientemente de su ideología en la búsqueda de un proceso constituyente que solucionase la integración de Cataluña en el Estado español. En un segundo momento se convocan a todos los diputados y senadores de España, asistiendo en julio de 1917 todos los senadores y diputados menos los mauristas; vuelven a pedir lo mismo: reconocimiento de las Juntas Militares y un gobierno de concentración nacional para que convoque Cortes Constituyentes. Son disueltos por la fuerza pública. La tercera etapa sería su autodisolución, debido a que es convocada una huelga general y la burguesía catalana, promotora de la asamblea de parlamentarios, pasa a centrarse en el problema de la huelga. Ésta fracasará.
En el gobierno de Canalejas (1910-1912), en el que Romanones asumió la cartera de Instrucción Pública, Niceto fue nombrado subsecretario; a la muerte de Canalejas y al dividirse el partido liberal, se sumó a la facción democrática de García Prieto. En el primer gobierno de García Prieto, en 1917, Niceto fue nombrado ministro de Fomento. En 1921 muere una de sus hijas con 5 años de edad. En 1922 en el Gobierno de García Prieto, fue nombrado ministro de la Guerra; dimitió por desavenencias con Santiago Alba, especialmente en lo relativo a la cuestión marroquí.
En estos últimos años de la restauración, relata Niceto en sus memorias que, tras poder levantar una casa fruto de su trabajo como abogado y diseñada por él mismo, cuenta cómo recibió en su casa a un personaje que presumía de haber acumulado una gran riqueza sin apenas trabajar sino dedicándose a conciliar a corruptores y corruptos; para ilustrar su labor le dice cómo ha intervenido en el oscuro acuerdo entre las eléctricas y algunos concejales de Madrid. Don Niceto quiere dejar la política.
En Algarinejo, en plena campaña electoral de 1918, se produce un tiroteo y muere el hijo del alcalde; los médicos del pueblo, parientes del asesinado, por pertenecer al partido contrario, se niegan a atenderlo; en Huétor Tájar, en el verano del 23, un concejal mata al exalcalde. Niceto resistirá en política gracias a su amigo, el abogado Eduardo Cobián y Fernández de Córdoba. La alianza entre el hampa, la burguesía y el populacho, como describió Hannah Arendt, no era sólo propia de países anglosajones, donde la revolución industrial tuvo tanto éxito; tampoco queda ésta circunscrita al ámbito de los ayuntamientos. En España, la burguesía se había enriquecido enormemente durante la I Guerra Mundial; vino esta riqueza, nuevamente, a darle la razón a la filósofa alemana; Shlomo Ben-Ami, en su estudio sobre la dictadura de Primo de Rivera, citando al industrial catalán Gual Villalbí, describirá el comportamiento de la burguesía catalana:
“Los años de la guerra fueron testigos no sólo del crecimiento del capitalismo español, sino también del surgimiento de una burguesía rica y ostentosa, deslumbrada por los beneficios inesperados y fabulosos. Su conducta de nuevos ricos puso de relieve la separación creciente entre los acaudalados y desposeídos, en un período caracterizado también por un aumento constante de la tasa de inflación. El industrial Gual Villalbí describió con desprecio a esos colegas burgueses, diciendo que eran gentes que detestaban la ópera, pero se precipitaban a abonarse a la misma, y que compran tres o cuatro coches y mantienen a tres queridas. Eran ellos quienes invadían los establecimientos de recreo, que en esa época se multiplicaron en Barcelona, Imbuidos de un optimismo fatalista, se negaban a comprender que sus beneficios no eran otra cosa que el fruto del azar y no de la victoria de un espíritu capitalista verdadero. De hecho, gran parte del capital que acumularon a causa de la guerra lo gastaron en empresas de especulación, como la inversión en moneda extranjera y la compra de inmuebles en… Berlín, más que en la modernización de sus negocios, única posibilidad de sobrevivir en el mercado mundial, una vez terminada la contienda.”
Así pues, la burguesía española, o al menos una parte importante, seguirá el camino propio de aquella otra inglesa o centroeuropea analizada por Arendt; primero, desbordados por la riqueza, son llevados a ingresar como miembros de pleno derecho en las filas del populacho. Recordemos que, para Hannah, el populacho estaba integrado por el residuo de todas las clases sociales; otro elemento reflejado en el texto anterior es el necesario olvido de la ética como elemento que orienta el comportamiento humano; así nos encontramos una élite corrupta no sólo en el ámbito de la empresa sino también en su mundo personal y familiar. Frente a estas circunstancias y ante el comportamiento de la burguesía, gran parte de la población se encuentra acosada por una inflación ascendente, unos trabajos precarios; éstas y otras serán las causas por las cuales se engrosan las filas de los sindicatos. En estas fechas, la UGT supera los 200.000 afiliados y la CNT los 700.000. La corrupción escalará hasta el más alto peldaño del poder; siendo Niceto Ministro de la Guerra en 1923, nos dirá:
“En los primeros meses de 1923, estuvo en Madrid Einstein… otros extranjeros con menos ciencia, pero con sabiduría más peligrosa, andaban por entonces en Madrid. Profesaban también doctrinas de relatividad, aunque no nuevas y aplicadas al concepto moral de la vida financiera. Su portavoz era un español cosmopolita, que había atravesado muchas fronteras sin excluir las del Código Penal, dejando en cada parte y en España un rastro de negocios fantásticos, y gentes engañadas. Presentaban diseños de engrandecimiento nacional, con fabulosas transformaciones de industria, gigantescos trazados de ferrocarriles… y entre los cegados por el ensueño de grandezas, cayó nada menos que el rey, patrocinando la fantasía financiera con tenaz, resuelto, indomable empeño.”
Este negocio lo llevó al concejo de ministros Romanones y Alba, afirmando: “Nos ha encargado el rey que si hay ministros resueltos a votar contra el proyecto y su autorización inmediata por decreto, que lo hagan francamente, por escrito y dando sus razones”; al proyecto se opusieron varios ministros, entre ellos, el de hacienda y Nieto; y con su negativa comenzó a ejercerse sobre ellos gran presión que terminaría con la dimisión del ministro de hacienda y la salida del propio Niceto; éste atribuirá el golpe de estado, impulsado por el rey y protagonizado por Primo de Rivera, a la imposibilidad de llevarse a cabo este negocio personal del rey del que esperaba sacar beneficio usando y entrampando al país:
“…Pero eso no fue sino un desengaño más del rey, que aguardaba del alzamiento poder personal absoluto, impunidad para el desastre de África y aprobación inmediata de los grandes proyectos financieros”. ¿Quién imaginó el golpe? …fue el monarca quien concibió y acarició el plan…”
Que el rey estuviese tras el golpe de Primo de Rivera no es extraño; en el contexto internacional, en Italia se estaban abriendo las puertas a Mussolini, y por ello el discurso de Alfonso XIII en Córdoba el 23 de mayo de 1921 no hacia sino preparar el camino al dictador. La respuesta del monarca ante la problemática del país fue la apuesta por el señor Rivera. En 1920 don Niceto había concedido una entrevista al periódico La Libertad, donde volverá a aludir a la deseada revolución desde arriba, ya intentada, como hemos visto, por Antonio Maura, va Alcalá Zamora desgranando aquello que él cree necesario para solucionar los problemas acumulados por el país:
“…Entiendo que hay que hacer necesaria e imprescindiblemente la revolución desde el Poder…Sólo así podremos dar la sensación de que la revolución violenta no es necesaria… Y sólo así haremos una obra de justicia social.
Soy gubernalmente -dice con elocuencia admirable el Sr. Alcalá Zamora-, y por gubernamental deseo una obra de transformación hondísima. A mi modo de ver, esa ha de hacerse en el ministerio de Trabajo y en el de Hacienda. Esos dos departamentos han de ser los que hagan la verdadera revolución. Porque hay que hacer un cambio de política social y de política financiera. En lo social nada me asusta. Creo que hay que llegar a la reforma agraria, a la reforma de la ley de expropiación, a la participación de los obreros en los beneficios, y aun a su intervención en el régimen de producción, por avanzado que esto parezca. Bien está lo del descanso dominical; pero hay que llegar al salario de ese día, como si se trabajara.
…Lo de nuestra Hacienda no es cuestión de ahorro, sino que dentro de una honrada administración hay que aumentar considerablemente los tributos, ¿De dónde ha de salir ese aumento? No puede salir más que de la riqueza, de la propiedad, del lujo…Al mismo tiempo hay que hacer reformas militares tan importantes como la rebaja del tiempo de los soldados en filas, y políticas de la transcendencia de una reforma de la Constitución. Idea defendida siempre por mí…”.
Por todas estas ideas luchará a lo largo de toda su vida; la sombra de Primo de Rivera no impedirá que don Niceto siga trabajando por su país; así en octubre de 1923, don Niceto se ofrecerá para defender a todos los funcionarios cesados por el dictador. La prensa dará cuenta el 17 de junio de 1924, que Alcalá Zamora se dirige para París acompañado de Melquíades Álvarez; allí se encontrarán con Lerroux, con el marqués de Alhucemas y Sánchez Guerra; este mismo año, en septiembre, visitará con su mujer Granada, y no será la única vez que venga por la ciudad, nunca se le permitió hablar en público aunque sí lo consiguió en Málaga el 29 de mayo de 1930 donde dio una conferencia; volviendo a 1924, se presentará don Niceto en la defensa del periodista argentino Emilio Herrero, detenido por la autoridad militar; en 1925 marchará don Niceto a Roma y después de pasar unos días en San Sebastián, volverá a Granada acompañado de su hija y del marqués de Hermida. En febrero de 1928, don Niceto declara a la prensa que es necesario convocar unas elecciones con sufragio universal para constituir un parlamento dispuesto a desarrollar una constitución, donde el senado sea totalmente renovado y con la necesaria independencia total de poder judicial. En marzo de ese mismo año, realizará un viaje a Tierra Santa. Estas son una pequeña muestra de la actividad trepidante del Presidente de la II República; en este tiempo en el que don Alfonso XIII pudo gobernar a sus anchas sin parlamento, don Niceto fue acosado constantemente; no sólo fue alejado de responsabilidades políticas sino que, una vez que don Niceto dejó claro que él no participaría en ningún sentido en el régimen antidemocrático inaugurado por Primo, en su pueblo se le pusieron a él y a los suyos todas las dificultades posibles, lo propio de una dictadura.
En los momentos en que el régimen impuesto por el rey a través de Primo de Rivera comienza a agonizar, en Europa está triunfando el fascismo de Mussulini, el partido hitleriano en Alemania y el comunismo en Rusia; el totalitarismo está abriéndose paso en Europa, camino de la II Guerra Mundial.
Ante la imposibilidad de la continuación de Primo de Rivera, las élites españolas tienen que plantearse qué camino debe seguir España. Así comienzan a moverse en paralelo: por una parte, el rey buscando sustituto al dictador; y por otra Sánchez Guerra, exiliado en París, que delegará en el señor Villanueva. Éste desde Madrid, ayudado por don Niceto, buscará un militar que, provocando un golpe de estado, permita convocar elecciones para poder tener unas cortes constituyentes; el rey encontrará a Berenguer y más tarde, a Aznar; Sánchez Guerra encontrará en Goded su fracasado candidato. Ambas soluciones fracasan: Goded se retira del intento de golpe, el rey se tambalea sobre sus dos quebradizas muletas; ni Berenguer ni Aznar serán capaces de mantener el proyecto dictatorial de Alfonso XIII.
Arendt nos describía el pensamiento como una actividad parecida a la meditación; en esta acción nos encontramos a don Niceto en el final de la dictadura de Alfonso XIII, camino del discurso de Valencia el 13 de abril de 1930, un año más tarde la II República será proclamada. Miguel Maura refiere esta actitud de Alcalá Zamora en estos términos:
“El 13 de abril pronunció en Valencia, en el Teatro Apolo, un importante discurso don Niceto Alcalá Zamora.
Había vacilado mucho antes de decidirse. Nos veíamos casi a diario y no había yo logrado saber exactamente cuál seria su posición en el discurso anunciado. Resulta curioso observar esa especie de pudor que los políticos sentían aquellos días para revelar sus interioridades mentales. Ninguno quería anticipar lo que ya tenía decidido en su mente, ni a quienes compartían los afanes de la diaria lucha. El espíritu de jurista de don Niceto le llevaba a formularse a sí mismo y en monodiálogos conmigo toda clase de reparos a la decisión clara y franca de incorporarse a la República. <<Tales reparos (le decía yo) son de orden procesal, no de fondo. Déjelos a un lado y resuelva con vistas al fondo del problema político, que es el que importa>>”.
El mismo Niceto apelará a la actividad del pensamiento, como diálogo con uno mismo:
“El discurso que pronuncié en Valencia el 13 de abril de 1930, como toda manifestación en apariencia súbita de un cambio transcendental, tuvo la lenta e invisible preparación de mis meditaciones…Lógico final de una actitud y sobre todo del proceso histórico que la determinaba, causó sin embargo gran impresión de sorpresa por la negativa rotunda y sostenida que opuse al asedio amistoso y periodístico, empeñado en conocer el derrotero de mi discurso. Esta impenetrable reserva la mantuve a tal extremo… quise ser y fui hermético sin hacer otra excepción en el momento de partir para Valencia que la indicación de línea general a mi mujer, que enferma no pudo acompañarme… Quería a toda costa y logré ser dueño de mi pensamiento y fijar conforme al mismo y al centímetro mi posición”.
En el Niceto que dialoga consigo mismo sobre el futuro de su país se encuentra el heredero de una tradición familiar altamente comprometida con la democracia y con el parlamentarismo, familia que a través de Luis Alcalá Zamora y Caracuel estuvo en las acciones que llevó a Prim a sustituir a los borbones por Amadeo de Saboya; se encuentra el hombre que tuvo que trabajar duro para conseguir ser con el número uno letrado del Concejo de Estado; dialogaba dentro de sí mismo el abogado conocedor de la condición humana en la tragedia de inocentes y culpables defendidos ante los tribunales; dialoga el ministro conocedor de los entresijos del poder, de sus protagonistas y corruptelas, incluidas las del rey; no falta en este diálogo el hombre sin madre que ha formado una familia y que ha visto morir a una hija, a su padre, a varios amigos. Dialoga el hombre honrado que a lo largo de su vida no ha pactado con el hampa, siempre tan cerca del poder. Aún le quedará enterrar a otro hijo y a su mujer en Francia, el peregrinaje de un exiliado por África durante más de un año y el exilio y la propia muerte en Argentina. Será de los pocos políticos que en el ejercicio del poder no sólo no se ha enriquecido sino que ha perdido parte de su patrimonio:
“…Alcalá Zamora fue un liberal toda su vida…Fue, en primer lugar, escrupulosamente honesto y honrado en asuntos económicos y financieros, rasgo muchas veces ausente en un político. Esta fue una de sus cualidades más destacables, tanto en el poder como en el destierro. Y, seguro fue un experto jurista, un profesional en el mejor sentido. En toda la larga historia del país, probablemente no ha habido nunca un jefe de Estado que conociera tan bien las complicaciones de las leyes”.
El 13 de abril de 1930, en Valencia, pronunciará un magnifico e histórico discurso; el 14 de abril de 1931 es proclamada la II República.
El discurso de don Niceto es una continua apelación a su conciencia y a la moral, llegando a afirmar que la ley moral está por encima de la Constitución, lo que muestra cómo en Alcalá Zamora encontramos lo contrario del hombre descrito por Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén; si para el alemán juzgado en Israel lo importante es obedecer a la autoridad sin pensamiento ni conciencia, para Niceto la autoridad máxima es la propia conciencia en donde se habita consigo mismo y donde se establece el diálogo necesario que hace pensar el mundo y el puesto y las acciones que el hombre, que medita en su interioridad, debe tener y hacer en lo exterior; éste es el motor que hace que Niceto, al pensar en su país, lo lance al teatro Apolo de Valencia a hablar y a actuar en el resto del país:
“Al derecho innegable de la doctrina jurídica se une un examen de conciencia. Yo soy un hombre de conciencia, un hombre que viene a este acto a sabiendas de que sobre mí se desencadenan las iras del poder y de sus secuaces y sin recoger, quizá, por escrúpulo de mi gubernamentalismo, las auras de la popularidad. Yo soy un hombre que sabe que las consecuencias de este acto pueden ser dejar mi conciencia tranquila, pero mi vida política anulada…Pero por lo mismo que soy un hombre de conciencia, hago la evocación de mis dos juramentos como ministro de la corona. Y como yo soy, además, espíritu creyente, hondamente liberal, pero hondamente místico, recuerdo la emoción sincera con que presté los dos juramentos. Las dos veces que mi hinqué de rodillas.
¡Ah, lo que es los míos fueron de verdad!
Yo dije: yo presté juramento a una relación completa, a una fidelidad múltiple, pero yo no tuve duda jamás sobre la hipótesis, como la he tenido en la realidad, acerca de cuál sería el desenlace cuando surgieran dolorosamente disociaciones e incompatibilidades para la fidelidad a todo lo que yo juré, patria, constitución y rey, que por ese orden veía yo el rango tan desigual de las tres fidelidades que juraba. Y yo os digo que en crisol de mi conciencia, nunca mejor llamado crisol, se ha operado por reactivo del absolutismo y por las llamaradas de la reacción un fenómeno de química moral en el cual noto con tranquilidad que se evapora lo más sutil, lo más deleznable, lo más frágil, lo más humano y queda intacto lo más sagrado, aquello que aprendí de mis antepasados y formó mi alma.”
Don Niceto, en el discurso de Valencia, irá desgranando la problemática en la que se encuentra el país y las posibles soluciones; después de descartar la continuidad de don Alfonso XIII por haber provocado e instaurado una dictadura, anulando la constitución y por tanto el parlamento, descarta la abdicación en uno de sus hijos por la problemática interna de la familia real; descarta don Niceto, así mismo, la recuperación de la constitución de la Restauración y los antiguos partidos por estar estos destrozados después de Primo de Rivera y por haber cambiado la realidad del país. Por todo ello, ve como salida la República. No olvidemos el contexto internacional que don Niceto conocía muy bien pues había participado en la Conferencia de Desarme tras la I Guerra Mundial organizada por la Sociedad de Naciones, donde trabó amistades con las que mantendría una permanente relación, conocía los entramados que habían hecho que Italia optase por el fascismo, Rusia por el comunismo totalitario y Alemania se encaminase a encontrar en Hitler a su salvador. Los tres triunfadores de la política europea en la década de los 30: Mussolini, Stalin y Hitler, los tres ateos que escribirán páginas de historia no son el modelo a seguir para don Niceto; en cambio éstos sí ejercieron gran atractivo sobre algunos significativos españoles. Por todo ello, Alcalá Zamora va a proponer como camino para el país una determinada República:
“Me diréis: ¿y la otra solución, la de las grandes dificultades? La República… Porque la conducta moral se aprende con los ejemplos. Y entonces yo, dede aquí, no para mí, que no lo necesito, los evoco para otras figuras gloriosas que pertenecieron a la política monárquica española, para aquel espíritu ágil, sutil, inteligente, cultísimo, admirable de don Santiago Alba; para aquella oratoria excelsa, esclarecida, democrática de don Melquíades Álvarez; para la cristiana y recia democracia de Ossorio y de Burgos; para aquella aureola popular, nobleza, tradición, entusiasmo, dignidad, que se llama don José Sánchez Guerra.
(Vivas y aplausos).
Para todos esos hombres el deber se acentúa…, porque una república que se entregue en sus comienzos sólo a los republicanos está destinada a morir y a morir inevitablemente.
El primer gobierno provisional de una república tiene que estar integrado por las aportaciones más conservadoras y por representación de los elementos más radicales, y cuando se vote la constitución republicana, el cuidado de afianzarla le incumbe a gobiernos de templanza conservadora…
…Nosotros, nosotros los hombres de orden, los hombres de meditación, los hombres de espíritu templado, no podemos desconocer que este ambiente republicano de España es -no os hagáis ilusiones los radicales- no el esfuerzo milagroso de vuestra propaganda sino la reacción inevitable de la torpeza monárquica y de la mordaza de la dictadura…
…si en España llega a implantarse la república… comenzará siendo gradual en los avances de la justicia social, pero que tiene que ser inicialmente prudentísima, con un sedimento y con un apoyo conservador sin el cual su existencia no es posible…
…una república en la que yo estuviese en el centro, es decir una República. A la cual se avinieran a ayudarla, a sostenerla y a servirla gentes que han estado y están mucho más a la derecha mía…
…si les dijera que la Constitución republicana de España no podría tolerar ni que se hablara del derecho senatorial de los grandes de España, porque este privilegio inicuo de nacimiento que jamás mereció la aristocracia española y que aun en una constitución monárquica debe desaparecer; pero en cambio librepensadores y radicales, la República española, precisamente para hartarse de razón y refrenar con la autoridad de un Felipe II los excesos del poder teocrático, tendrá que dar el ejemplo de sus comprensión de mirar al alma nacional y en su futuro, hoy, y en su tradición de siglos, admitir, a más del Senado y en él, la representación senatorial de la Iglesia.
Y vais a decirme algunos: ¿con el arzobispo de Valencia? Sí, y con el cardenal de Toledo a la cabeza, que es más en todos los aspectos de jerarquía y reacción.
(Aplausos).
Una República viable, gubernamental, conservadora, con el desplazamiento consiguiente hacia ella de las fuerzas gubernamentales de la mesocracia y de la intelectualidad española, la sirvo, la gobierno, la propago y la defiendo (grandes aplausos). Una República convulsiva, epiléptica, llena de entusiasmo, de idealidad, falta de razón, no asumo la responsabilidad de un Kerenski para implantarla en mi patria.”
La propuesta de don Niceto es la única solución moralmente admisible en la dinámica histórica que se va a desarrollar a lo largo de la década de los 30:
-Una República Constitucional.
-Una democracia donde estando él en el centro se integrasen ambos extremos.
-Un Estado con Cortes y Senado donde estuviese integrado en el presente el pasado de la nación, esto es, su identidad; no creyó don Niceto en el borrón y cuenta nueva donde desaparece la historia para crear algo totalmente nuevo; recordemos cuántos archivos se quemaron durante la guerra buscando la desaparición del pasado para crear algo nuevo, grandes ignorantes, no sabían que ni psicológica, ni espiritual ni materialmente queda el pasado borrado, que nunca se construye desde la nada.
La propuesta de don Niceto está cargada de realismo histórico y sentido común; él tiene claro que si se quiere que, la República se afiance, es necesario que participen y estén representados todos los españoles, incluida la Iglesia, ya que, aunque a algún ciudadano le pueda sorprender, ésta está integrada por ciudadanos españoles, por pagadores de impuestos, como todos, y que no tiene ni tuvo más privilegios que los empresarios, que los sindicatos, que los partidos políticos; en el fondo no hay país democrático que expropie a otros de la ciudadanía. Sabemos que la clave de la democracia no es sólo que haya partidos políticos, libertad de expresión, jueces independientes; es necesario que la sociedad civil esté activa, viva y presente sin que ésta se encuentre cohibida, controlada o subyugada por ninguna institución, ya sea ésta la iglesia, el gobierno, el partido político o el sindicato, puesto que la libertad no consiste en la aceptación de la propaganda ideológica del más fuerte ni de la minoría resentida.
Después del discurso, don Niceto se va a poner en movimiento para culminar su obra con la proclamación de la II República: conferencias, entrevistas con civiles y militares, reuniones en su casa; pero de todo ello reviste gran importancia el conocido pacto de San Sebastián; a él asistirán:
-Por la Derecha Liberal Republicana: Niceto y Miguel Maura.
-Por el partido Radical -Socialista: Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza.
-Por el partido - Republicano Radical: Alejandro Lerroux.
-Por acción Republicana: Manuel Azaña.
-Por acción Catalana: Manuel Carrasco Formiguera.
-Por Acción Republicana de Cataluña: Matías Mallol.
-Por Estat Català: Jaime Ayguadé.
-Por la Organización Republicana Gallega Autonomista: Santiago Casares Quiroga.
En el Pacto de San Sebastián se acordó la redacción de un estatuto catalán que sería sometido a la libre resolución de las Cortes Constituyentes; Niceto tuvo empeño en la participación de los partidos nacionalistas en el pacto ya que, según él relata, era necesario para la proclamación de la República la participación de todos los rincones del país. Constituido el comité revolucionario por los presentes en el Pacto, las siguientes reuniones se mantendrían en Madrid en la casa de don Niceto. La acción estaba en marcha; entre ellos se repartieron los ministerios y cargos del gobierno provisional encargado de convocar las elecciones constituyentes. Al movimiento iniciado para derribar al rey, se sumaron muchos militares, entre ellos Ramón Franco; también se sumaron sacerdotes, entre ellos el prieguense e íntimo amigo de don Niceto, Juan García Vílchez. Ocurrió que dos militares, Hernández y Galán, se adelantaron imprudentemente y, consiguiendo el fracaso de los preparativos, estos dos fueron fusilados; los civiles, perseguidos y encarcelados; también fueron detenidos otros militares, entre ellos Ramón Franco. Don Niceto, al ser detenido, pidió al policía que le permitiese tres cosas: asearse, ir a misa a la iglesia de San Fermín de los Navarros y escribir una carta a su prima Gloria; el comisario accedió a todo. La estancia en la cárcel no significó el fracaso del Pacto de San Sebastián sino todo lo contrario: les permitió acceder al poder y proclamar la II República sin necesidad de violencia alguna. La cuestión es que realmente lo que estaba realizando don Niceto desde el discurso en Valencia hasta el momento de la llegada de la República fue recoger el sentir de una gran mayoría de españoles que no deseaba la continuación de la dictadura de Primo de Rivera ni la de sus sustitutos, Berenguer y Aznar; los españoles habían perdido la fe en el rey, pues él era el hilo que conducía de un dictador a otro, porque en el fondo y en la superficie Alfonso XIII era el dictador con corona. Durante la estancia de don Niceto y compañeros en la cárcel, eran cientos de personas, asociaciones, las que personalmente se pasaban por la ventana de la cárcel por la que don Niceto podía saludarlos y hablar con ellos; desde esa ventana se mantuvo viva la esperanza de un pueblo por la libertad.
En el inicio del gobierno de la república don Niceto ocupara la presidencia correspondiéndole la mas de las veces la mediación entre los diversos ministros cuyas relaciones políticas y personales se iban deteriorando.
En mayo de 1931, se produce la quema de conventos e iglesias en Madrid; siguiendo las memorias de don Niceto, éste nos dice que los ejecutores fueron la escoria del país, personas pagadas para tal fechoría, expresos, que, según don Niceto, volverían a prisión; el presidente exculpa a la masonería reiteradamente; sin embargo, no lo hace así con Azaña, ya que afirma que entre los que, quemaban las iglesias, se encontraban radicales socialistas (partido de Galarza) y de Acción Republicana (partido de Azaña); por otra parte, continúa Alcalá Zamora afirmando que, tras los hechos, se apresuraron tanto Azaña como Fernando de los Ríos a sacar provecho de lo acontecido pidiendo la expulsión de los jesuitas; don Niceto va más allá al afirmar que “Fue Azaña… quien en la enorme dificultad provocó la más grave crisis que amenazara al Gobierno Provisional y asumió con ello responsabilidad considerable y decisiva, no en la iniciación pero sí en el desenvolvimiento de los hechos que habrían quedado atajados en los dos primeros incendios de Madrid, a lo sumo, si el gobierno hubiese podido emplear la Guardia Civil. Pero su oposición… paralizó y debilitó nuestra acción restándonos el medio más eficaz…”. Aquí comenzó el gran descrédito de la República dentro y fuera del país; desde luego, ni España ni su nuevo régimen ganaron nada, todos perdieron; se ve que a Azaña le faltó siempre algo de inteligencia y le sobró algo de soberbia. Francia pediría explicaciones al nuevo gobierno por la quema de conventos e iglesias, al tiempo que le reclamaba una indemnización por el maltrato sufrido por una capilla en Cádiz propiedad del Estado francés. No fue éste el único país en pedir explicaciones. En estos hechos en los que se aliaron algunos líderes de la República y el hampa para la quema de iglesias y conventos, refleja la veracidad de los pensamientos de Hannah Arendt sobre tal alianza, es más, vienen estos tejemanejes entre unos y otros a dar por verdadera la observación realizada así mismo por la pensadora alemana según la cual se produce en los analistas y en los políticos una gran torpeza al confundir al pueblo con el populacho. Al señor Azaña se le ha echado mucho incienso como promotor de la república, pero seguramente fue uno de los que, con sus ensueños, actos y omisiones, procuró su caída; si la monarquía se hundió debido a sus errores, la república no será capaz de evitarlos. En este ambiente, don Niceto narra cómo el gobierno había pedido el cese como cardenal primado de don Pedro Segura a lo que el Vaticano accedió con vistas a un posible entendimiento; sin embargo, la expulsión del obispo de Vitoria fue obra de Miguel Maura a espaldas de don Niceto, éste entró en franco enfado, no tanto por la expulsión sino porque se había gestado todo sin contar con él y por ello sin posibilidad de negociaciones. Subrayará Niceto que cuando la Santa Sede accedió a los deseos del cese del cardenal Segura, Fernando de los Ríos, junto con otros miembros del gobierno lo festejaron como un triunfo; se les olvidó que esto fue fruto del diálogo y la negociación con Roma. Con respecto al cardenal Segura, en la publicación de los diarios del Premio Cervantes José Jiménez Lozano, Evocaciones y Presencias, Diarios 2018-2020, nos dice que casó a su hermano con una hija natural de Alfonso XIII.
Una vez celebradas las elecciones constituyentes, el parlamento surgido de ellas, dirá don Niceto, no sería reflejo fiel del pueblo español, entre otras cosas porque las derechas dubitativas, reticentes y mal lideradas se quedaron en una proporción elevada sin ir a votar; esto dará como resultado una Constitución con graves errores, al juicio del Presidente y de otros muchos; así, aludiendo al pensamiento de Besteiro, dirá Niceto:
“Mi juicio acerca de las Constituyentes ha sido siempre mucho más benévolo que el de su hombre más representativo y autorizado por haberlas presidido y por pertenecer a la agrupación más importante de aquéllas, a la socialista. Besteiro encontró pronto del todo agotadas aquellas Cortes y las vio siempre incapaces, no ya cortas de talla, para la obra que les incumbía.”
En el comienzo de la discusión en el seno del gobierno sobre el tema religioso ninguno tuvo inconveniente en que se llegara amigablemente a un acuerdo; en esa misma actitud se encontraba la iglesia a través del nuncio, el arzobispo de Tarragona y el de Sevilla; sin embargo, tras este primer momento de acuerdo, sutilmente y, según don Niceto de forma traidora, Fernando de los Ríos (no sabe Niceto si auspiciado por el partido o por la masonería) se reveló contra ese acuerdo pacífico en esto lo acompañó Azaña que al expresar don Niceto que en estas circunstancias dimitiría, Azaña telefoneó a su familia para decirles que todo iba conforme a lo previsto. Alcalá Zamora expresó reiteradamente lo inconveniente del artículo 26 de la constitución y al final dirá que este artículo era claramente de inspiración masónica; en esto citará don Niceto a Ramón Franco, miembro de la masonería, según el cual, si bien los masones no participaron en la quema de iglesias y conventos, sí participaron sus hermanos diputados en la aprobación de tal artículo. Con la aprobación del artículo 26, la República no ganó nada y perdió mucho, como indicará don Niceto en su libro Los defectos de la constitución de 1931, pues abandonó el espíritu original de la República, un régimen de libertad para todos; a partir de este momento, como expone Alcalá Zamora, serán muchos los que después de haber apoyado la República le retirarán su adhesión, hará surgir de la nada a partidos cuyo republicanismo era dudoso, etc… sin duda, la imposición del artículo 26 a la ciudadanía no fue muy inteligente por no ser muy democrático y no fue muy democrático, aunque estuviese aprobada por las Cortes, puesto que iba contra derechos individuales y colectivos de una parte del país, pues está claro que las instituciones religiosas, ya sean éstas católicas, protestantes o musulmanas, etc,. están integradas por ciudadanos, no por extraterrestres, y como tales, con derechos individuales que en una democracia deben ser reconocidos por motivos evidentes y si ustedes quieren, por el simple hecho de que pagan impuestos, como todos, y con cuyo dinero no sólo se pagan los sueldos de los diputados sino también se subvencionan instituciones contrarias a los planteamientos y pensamiento de los creyentes; merecen respeto y valoración. Esta situación se agravará con la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas en la que se prohibía la enseñanza a las ordenes religiosas; esta ley que, en general, está cargada de sentido común, tiene algunos aspectos que huelen a ese espíritu totalitario que recorre Europa ya que parece sintonizar más con el laicismo ateo de la Alemania de Hitler y con la Rusia de Stalin que con el talante acogedor e impulsor de la libertad individual y colectiva de los ciudadanos, propio de un régimen democrático; el control de la educación por parte del Estado, constituido en el nuevo dios, no garantiza la educación para todos sino el control ideológico de los ciudadanos, sin dejar resquicio para la libertad individual o colectiva; al prohibir las manifestaciones religiosas en la vía pública sin permiso, cercena la libertad de la sociedad civil. Tras la aprobación de esta ley, Alfonso XIII se presentará ante el Secretario de Estado del Vaticano pidiendo la excomunión tanto para Alcalá Zamora como para Maura. Ni don Alfonso ni los contrarios a la República dejarán de actuar contra la democracia española sirviéndose para ello de cualquier error o resquicio. Obviamente el Papa no procedió a la excomunión de un católico coherente; pocos han defendido a la Iglesia en el parlamento español como lo hizo don Niceto durante los debates constitucionales:
“No es el Parlamento lugar apropiado para dirimir problemas religiosos; habla, pues, como político. Y como principio fundamental de su argumentación establece el de la libertad, que valdrá para sentar su posición centrista frente a sectarios de la derecha porque sólo lo invocan cuando son perseguidos y frente a los de la izquierda porque, ya que lo proclaman, les impide el derecho a perseguir: <<Para vosotros la libertad de conciencia, el ejercicio expedito del culto, la plenitud sin límites de la tolerancia, es un remedio al que os acogéis en la hora de la desventura y en la hora de la derrota, y para mí era un principio que lo proclamaba en la hora del poder y como garantía de los disidentes, del protestante, del judío, del musulmán y del descreído … Me separa de la mayoría de la Cámara un sentimiento convencido y amargo de este dictamen de la mayoría de la Comisión; no es la fórmula de la democracia, no es el criterio de la libertad. No es el dictado de la justicia; es la obra de una ofuscación.>>
Basado en esta irrefutable toma de posición, antes de analizar errores de detalle rechaza primero los argumentos genéricos que en el debate han sido expuestos a favor del dictamen que, de aprobarse, darían origen a una Constitución mutilada, deforme, <<y yo, en nombre de la libertad, de la democracia y del interés republicano, aspiro a que sea perfecta, igualitaria y cabal para todos los españoles>>. Son los siguientes:
<<1.-Aunque los católicos no fueran mayoría en España, que sí son, sus derechos individuales se establecen precisamente como garantía contra el abuso del Estado y del Poder.
2.-No se puede castigar con represalias la intolerancia histórica de la Iglesia. La intolerancia ni ha sido el patrimonio de España ni el patrimonio de una sola confesión religiosa. No ha habido pueblo que no sienta el fanatismo, no ha habido religión que no lo explote y no es razón eso para devolver una injusticia perpetuando la misma injusticia.
3.-Tampoco la lucha contra el sentimiento católico es un dictado de la revolución republicana. No están en contradicción ambos sentimientos. Fermín Galán, a quien Alcalá Zamora, un tanto en demasía, llama el santo asesinado, no fusilado, por el gobierno de Berenguer, era cristiano. El sentimiento religioso, dice, como el Guadiana, se presenta bajo las arideces de La Mancha. Yo he encontrado poco espíritus generosos, muy pocos espíritus de los que llaman santos laicos, por cuya alma, sin darse cuenta ellos mismos, no pase, como caudal subterráneo e imperceptible, la emanación del Evangelio.
4.-No es el contenido del dictamen el compromiso contraído con el pueblo en los actos de propaganda; se rebaja así el concepto de pueblo.>>”…
Este discurso clarividente, sobrecogedor, culmina en un velado anuncio de su dimisión y en profético de una guerra civil…
<<Yo no tengo conflicto de conciencia. Mi alma es hija, a la vez, de la religión y de la revolución, y la paz de ella consiste en que cuando se mezclan las dos corrientes las hallo acordes en la expresión de una misma fuente, de un mismo criterio, que la razón lo eleva a los principios últimos y la fe lo encarna en la enseñanza del Evangelio. Pero yo, que no tengo problema de conciencia, tengo conciencia, y yo he meditado qué me queda a mí que hacer en la vida española al servicio de la República, de la Patria, a las cuales está consagrada mi existencia (…) Fuera de la República, nunca. Fuera del Gobierno, ¡ah!, eso no lo decido yo, eso lo decidís vosotros. Y ¿qué remedio nos queda? La guerra civil, jamás. España es un país cuyo retraso se debe a que la transformación política le costó más cara que a ningún país y a que la obtuvo a través de tres guerras civiles. A nadie le quiero dar la responsabilidad, que crea gloria, de evocar, temerariamente, la contingencia de una cuarta guerra civil que, por fortuna, es imposible. En bien de la Patria, en bien de la República, yo os pido la fórmula de la paz.>>
El 14 de octubre de 1931 Niceto y Maura presentaron su dimisión del gobierno de la República; tras esta dimisión le rogarán que vuelva y determinaron que fuese don Niceto el Presidente de la República, quien jurará su cargo el 11 de diciembre de 1931. Para unos, el que don Niceto fuese proclamado Presidente se debió a la actitud y propaganda contra la República que adoptó don Niceto tras su dimisión buscando al proclamarlo Presidente ser neutralizado en las críticas y ser integrado en el proyecto republicano; para otros, su nombramiento se debió a que realmente él encarnaba el espíritu del nuevo régimen y se le atribuía a él el éxito de la misma; seguramente el motivo por el cual se eligió a don Niceto Alcalá Zamora como Presidente se debió a la suma de todos los anteriores.
El tema religioso es mucho más complejo; no podemos olvidar que la Iglesia Católica es una institución universal y que las cuestiones de un país no contaminan a toda la Iglesia; así, pasados estos desencuentros primeros, el Vaticano pedirá a don Niceto que imponga el birrete cardenalicio al Nuncio en España, el Presidente lo hará con gusto y para disgusto de Gil Robles. Para el secretario de la Presidencia de la República, Rafael Sánchez Guerra, después de ser admitido como monje Dominico en 1959, escribirá sobre el tema religioso en la República:
“La República española no expulsó a ninguna Orden religiosa. Se limitó a no expulsar, sino a disolver -que no es lo mismo-, a la Compañía de Jesús, y esto lo hizo en cumplimiento del famoso artículo 26 de la Constitución… con ésta medida ¿qué pasó? Pues no pasó en absoluto nada verdaderamente práctico. Los jesuitas no salieron de España; se refugiaron en infinidad de colegios particulares, en diferentes domicilio, fundaron, <<camuflados>> con otros nombres, diversos centros docentes y continuaron combatiendo abiertamente como antes, pero con mayor y más justificado encono a la República. En cuanto a la nacionalización de sus bienes la medida fue ingenua, ya que una nube de fieles intermediarios resguardaba desde los tiempos de Carlos III -que ese sí que expulsó a los jesuitas a pesar de ser un rey católico- los muy valiosos bienes de la Compañía de Jesús.
Tampoco la República prohibió la educación católica. Lo que hizo es no tomarla a su cargo, pero estableciendo el derecho a que los católicos la enseñaran conforme al artículo 48 de la Constitución, que dice así: <<Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos>>. Y en casi todos los colegios particulares de España se continuó enseñando la doctrina católica, y yo pude educar a mis hijos católicamente en plena República, en Madrid, sin que nadie me lo impidiera…”
Aunque Sánchez Guerra afirme esto, está claro que el artículo 26 de la Constitución supuso cierta marginación de la Iglesia, hasta el punto que llevó a dimitir, como hemos visto, a Niceto, a Maura y al mismo Rafael Sánchez Guerra; sin embargo, lleva razón en cuanto que la Iglesia, con sus 2.000 años de historia, debería haber tenido más paciencia; será la Santa Sede la que mostrará el peso de la experiencia en la historia y en el mundo. En 1936, un grupo de pensadores católicos, encabezados por el francés Emmanuel Mounier, publicará el Manifiesto al servicio del personalismo, éste se centrará “en el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sustentan su desarrollo… Bajo la idea de personalismo, se agrupan unas aspiraciones convergentes, que buscan hoy su camino por encima del fascismo, del comunismo y del mundo burgués decadente…El antipersonalismo del fascismo italiano es radical <<El individuo vive en la Nación, de la que es un elemento infinitesimal y pasajero y de cuyos fines debe considerarse como órgano e instrumento>> (Gino Arias). La persona no sólo es despreciable, sino que es el enemigo, el mal. Aquí es donde actúa el profundo pesimismo sobre el hombre que se halla en la base de los fascismos… Dirá Mussolini: <<El Estado no sólo es el presente, es sobre todo el futuro>> está ahí para recordarnos que el Estado, como la humanidad de Renan, es un Dios que se hace… La exigencia totalitaria de esta mística tenía que conducir a la creación de una religión alemana al servicio del Estado… ” El personalismo realizará una crítica más profunda y compleja al marxismo por ser él mismo más complejo: “Alerta a la cultura dirigida: Hemos conocido formas radicales de esta servilización: la ortodoxia de Estado, que doblega directa o indirectamente todas las actividades culturales como en la Alemania nazi o en la Rusia comunista, igual que todas las formas de intolerancia civil”.
El Papa Pío XI en 1937 publicará y se leerá en todas las iglesias alemanas la encíclica Con ardiente inquietud:
“Si la raza o el pueblo, si el Estado o una forma determinada del mismo, si los representantes del poder estatal y otros elementos fundamentales de la sociedad humana tienen en el orden natural un puesto esencial y digno de respeto, con todo, quien los arranca de esta escala de valores terrenales elevándolos a suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y, divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe y de una concepción de vida conforme a ésta…Sólo la ceguera y el orgullo pueden hacer cerrar los ojos ante los tesoros de saludables enseñanzas encerrados en el Antiguo Testamento…”
Sirva este extracto de la encíclica para iluminar cómo la Iglesia, con su presencia universal, salía en defensa del hombre, no sólo en España y no sólo ante corrientes de materialistas de izquierdas, sino ante el propio totalitarismo fascista y en la misma Alemania; con la defensa del Antiguo Testamento, en la encíclica, sale el Vaticano, con su lenguaje, en defensa del pueblo judío. Leer este documento en todas la iglesias alemanas en 1937 requiere no sólo lucidez histórica sino valor y fuerza, sabiendo que iban a ser reprimidos por esta lectura; bien, pues la Iglesia, a pesar de no estar de acuerdo totalmente con ciertas opciones de la República, no llegará al extremo al que se atrevió con Alemania; y aunque se publicase la Carta Pastoral del cardenal Segura, nunca tendrá la misma importancia una carta pastoral de un obispo como un documento papal. Pero aún podemos ir más lejos, pues si la Guerra Civil supuso la división de pequeñas familias, cuyos miembros lucharon en bandos distintos, no iba a ser menos la Iglesia compuesta por millones de católicos. El Papa no se pronunciará sobre la guerra española hasta el 14 de septiembre de 1936; Hilari Raguer lo expone en la obra conjunta coordinada por Ángel Viñas, En el combate por la historia, La República, la Guerra Civil, el Franquismo:
“…al recibir en su residencia de Castelgandolfo a unos quinientos refugiados españoles. Pío XI… hizo preparar previamente una cuidada traducción española que se distribuyó a los asistentes. Empezó con una sentida lamentación por las víctimas de la persecución religiosa, pero en vez de sacar la conclusión de que aquello era una guerra santa, como algunos esperaban, expresó su horror por <<la guerra civil, la guerra entre los hijos del mismo pueblo, de la misma madre patria>>… Hacia el final de su alocución, formuló una velada acusación contra los sublevados: <<Por encima de toda consideración política y mundana, Nuestra bendición se dirige de modo especial a cuantos han asumido la difícil y peligrosa misión de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la religión (…). Misión, decíamos, difícil y peligrosa, también porque muy fácilmente el esfuerzo y la dificultad de la defensa la hacen excesiva y no plenamente justificable, además de que no menos fácilmente intereses no rectos e intenciones egoístas o de partido se introducen para enturbiar y alterar toda la moralidad de la acción y todas la responsabilidad.>> Terminó exhortando amar a los enemigos, tal como manda el Evangelio: <<amar a estos queridos hijos y hermanos vuestros, amarlos con un amor particular hecho de compasión y de misericordia, amarlos y, no pudiendo hacer otra cosa, rezar por ellos>>. La mayoría de los presentes escucharon emocionados las consoladoras palabras del Papa, pero algunos partidarios del alzamiento, que esperaban una adhesión total al mismo, dejaron oír murmullos de desaprobación y hasta hubo quien arrojó despectivamente al suelo el folleto del discurso”.
Y como la realidad del hombre y de la historia no se corresponde al discurso banal de la ideología, de dictadores, partidos políticos ni de los intelectuales al servicio de ambos, no podían los católicos aplaudir a aquellos que, decididos, venían a matarlos, a quemar sus iglesias y a hacer desaparecer los archivos, testigos de la vida de los hombres y de los pueblos; por ello, muchos católicos, no sin razón, se decidieron a apoyar a los nacionales. Sin embargo, no será hasta los años 50 cuando la Iglesia reconozca el régimen surgido de la guerra civil, y esto lo hizo después de que Estados Unidos y países afines lo hicieran tras el fracaso de las conversaciones de Londres con la oposición a Franco; y en esto no podemos ser ingenuos, ni a Inglaterra ni a Francia ni a Italia le convenían una España democrática que pudiese entrar en el reparto de la tarta que supuso el Plan Marshall. Mundo democrático por el que lucharán, cuestionando el franquismo, no solo católicos seglares sino muchos sacerdotes, algunos de los cuales pronto entrarán en las cárceles. Para comprender a la Iglesia Católica y su postura hay que conocer la profundidad de su experiencia, la extensión de ésta en el mundo y en la historia. No basta la experiencia personal con el cura del pueblo o la monja que me castigó en el colegio, no basta con juzgar a aquellos católicos que, tras la guerra, marginaron o apoyaron a otras personas católicas o no católicas por haber sido legítimamente republicanos. Hay que salir a la historia para comprender; ésta intenta ser iluminada por los Papas en cada encrucijada: así, el Papa Leon XIII, en plena explotación de los trabajadores por parte de la burguesía industrial, nos hablará a través de Rerum novarum; Pío XI, con el documento anteriormente citado; Juan XXIII, en plena Guerra Fría y tras las guerras que arrasaron Europa con la encíclica Pacem in terris y el concilio Vaticano II; y así sucesivamente hasta la última del Papa Francisco que en sus documentos, encíclicas y acciones pone el dedo en la llaga con las personas desenraizadas, marginadas y destruidas por una economía globalizada. Volvamos a la República y a don Niceto.
Desde 14 de abril de 1931 hasta el 18 de julio de 1936 han pasado 5 años; en este tiempo se ha recuperado el parlamentarismo, se ha intentado la reforma agraria, educativa, la del ejército, se ha firmado el Estatuto de Cataluña. Todas estas reformas estarán empañadas por continuas y serias dificultades; el mismo día que en Madrid se proclama la II República, en Barcelona se proclama el Estado Catalán; más tarde se producirá el golpe de Sanjurjo, el rey Alfonso estará constantemente conspirando, el levantamiento de Asturias; con este levantamiento, ya estamos en una dinámica distinta. La CEDA había ganado las elecciones del 33 con 117 escaños de los 474 diputados; Lerroux consiguió 102; en este momento, se acusará a don Niceto de haber cometido el error y la injusticia de no darle el gobierno a la CEDA. Se les olvidan dos hechos: que en el gobierno de izquierdas surgido anteriormente, el PSOE fue el partido más votado y sin embargo el presidente del mismo fue Azaña, que no era del PSOE, sino de Acción Republicana (Azaña refundará su partido pasando a llamarse Izquierda Republicana); así mismo olvidan las propias explicaciones que dará Gil Robles en un documento fechado en Lisboa el 27 de febrero 1942:
“Las elecciones del 1933 dieron a la CEDA, no la mayoría, sino menos de una cuarta parte de los miembros de la Cámara: 117 puestos en un total de 474. Consecuente con su orientación, la CEDA inició su política evolutiva del régimen en un sistema de colaboración con otros grupos”.
Es cierto que la CEDA jugaba con la ambigüedad del juego democrático sin que, con toda claridad, afirmase su apoyo total a la República:
“Nacida en plena lucha contra el izquierdismo triunfante al advenimiento de la República, la CEDA vio desde el primer día condicionada su actuación por dos factores básicos: 1º la existencia de un régimen democrático y parlamentario en cuyo seno tenía que moverse, y 2º la convicción de que, aun en la hipótesis más favorable, tardaría muchos años en tener mayoría en el país. De esa realidad nacía una línea de conducta obligada, que se desdoblaba a su vez en dos postulados: a) conveniencia de actuar dentro del régimen establecido para hacerlo evolucionar en un sentido derechista; y b) necesidad de pactar alianzas circunstanciales, en tanto no se lograra la posición mayoritaria precisa para poder actuar sin colaboraciones. Ambos postulados suponían otro: la eliminación de los métodos de fuerza, peligrosos en su consecuencias, aun cuando triunfan, e injustificados mientras no se han agotado los métodos de evolución pacífica… (Tras las elecciones del 1933) la CEDA inició su política evolutiva del régimen en un sistema de colaboración con otros grupos. La sublevación marxista de octubre de 1934 puso de relieve dos cosas: 1ª que las izquierdas españolas sólo admitían las consecuencias de la democracia cuando les favorecían; y 2ª que las fuerzas armadas de la Nación carecían de la cohesión interna y de los medios materiales precisos para hacer frente a un gran movimiento revolucionario.
La experiencia estaba hecha, y la CEDA se mostró dispuesta a dar por fracasados los métodos evolutivos y a abrir camino hacia una situación de fuerza. La coacción hecha por el Presidente de la República al Gobierno para obtener el indulto de González Peña ofreció una magnífica ocasión para este cambio de táctica… En lugar de abandonar la política evolutiva, perseveré en ella aceptando la intolerable coacción del Presidente de la República y resignándome a hacer caer sobre mi partido la impopularidad inherente a esa aparente claudicación, cuyas causas no podía alegar en mi defensa. En vez de apartar al partido de las responsabilidades de Gobierno, me decidía a intervenir en él personalmente, exigiendo la Cartera de Guerra. Era preciso, si la marcha vertiginosa de los acontecimientos me lo permitía, dar al Ejército los medios morales y materiales necesarios para que pudiera actuar como instrumento de salvación de la Patria.”
Gil Robles, en éste documento, va narrando la propia evolución del partido, deslizándose ya, al menos en la intención, hacia un golpe de Estado; me sorprende que Gil Robles llegue a la histeria porque el Presidente de la República indicase conveniente un indulto; muchas veces se ha acusado a don Niceto de sobrepasar sus atribuciones como Presidente; sin embargo, no intervino Alfonso XIII constantemente en los diversos gobiernos hasta el extremo de eliminar el Parlamento e instaurar una dictadura, esa monarquía a la que desde Estoril no durará en servir Gil Robles. ¿Acaso Franco no intervino? Él fue el gobierno. Seguramente don Niceto es uno de los que menos han intervenido en el gobierno y más lo ha respetado, y cuando lo hizo fue buscando centrar la República; ésta fue la obsesión de don Niceto: centrarla. Era la única manera de que ésta se afianzase; cuenta Gil Robles que el ministro italiano Dino Grandi le había comentado al embajador español en el año 1943 que:
“el Papa le había dicho que el gobierno de Bodoglio podía llenar la necesidad del momento, pero que en Italia y en todos los países de situación parecida había que formar cuanto antes gobiernos de centro.”
En octubre de 1934, la República se descentra totalmente; la revolución de Asturias, como ha comentado Gil Robles, supone un punto de no retorno y la introducción claramente de las fuerzas republicanas en la dinámica europea de lucha para la imposición del totalitarismo fuese éste de corte alemán, italiano o ruso. Parte del partido socialista se escora a la extrema izquierda, encabezado por Largo Caballero sin que contase con el apoyo de todo el partido; será Julián Besteiro uno de los que más cuestionarán esta dinámica totalitaria:
“Pero no todos los líderes socialistas eran partidarios de las tácticas violentas. Entre ellos, el principal estudioso del marxismo, el profesor de filosofía Julián Besteiro (presidente del Comité Ejecutivo de la UGT), se opuso abiertamente a la violencia revolucionaria. Besteiro advirtió de que España no era Rusia; que, en realidad, una revolución armada en España tendría que ejercer una violencia tal vez mayor que la utilizada por los bolcheviques en la Rusia absolutamente fragmentada de 1917, y que, probablemente, fracasaría. También advirtió de que la dictadura del proletariado a la que aspiraban los revolucionarios era un concepto superado en el mundo democrático occidental.
No obstante, en enero de 1934, Largo Caballero, ya por entonces líder de los revolucionarios, sustituyó a Besteiro al frente de la UGT, que, junto a las Juventudes Socialistas, sería a partir de ese momento baluarte del radicalismo socialista. El nuevo Comité Revolucionario socialista preparó un programa que abogaba por la nacionalización de la tierra, la disolución de todas las órdenes religiosas y también las del ejército y la Guardia Civil. También estipulaba que un Parlamento elegido democráticamente ratificaría esos cambios, una vez que los revolucionarios hubieran tomado el poder. Así se ponía de relieve el carácter ilusorio y contradictorio de la práctica socialista, ya que no era realista esperar unas Cortes democráticamente elegidas que ratificaran una toma violenta del poder por parte de los socialistas. El resultado habría sido igual al de las elecciones a una Asamblea constituyente en Rusia en 1917-1918, enfrentando a los revolucionarios con el mismo dilema: o renunciar al poder o suprimir la democracia por la fuerza.
Según las instrucciones del Comité, la insurrección debía tener <<todos los caracteres de una guerra civil>>”.
Cuenta don Niceto en sus Memorias, reescritas en Pau, que Martínez Barrios, hasta en tres ocasiones le mandó mensajes advirtiéndole de que si no se le devolvía el poder a la izquierda después de perder las elecciones del 33, se lanzarían a desestabilizar el país. Si bien el partido socialista y otros se habían introducido en la rueda que conduce al totalitarismo, la derecha no se queda a la zaga, sobretodo después del fracaso del golpe de Sanjurjo; será Calvo Sotelo quien desde Francia se entrevistará varias veces en los primeros meses del 34 con dirigentes del fascismo italiano; de estos encuentros y la dirección hacia la que se encaminaba da cuenta sobradamente Ángel Viñas en su libro ¿Quién quiso la Guerra Civil?, historia de una conspiración. Aquí, lo importante es que, salvando a don Niceto y a alguno más, pocos de los líderes buscaban construir una democracia que nos liberase de los peligros que soplaban en el resto de Europa; recordemos que el presidente francés fue asesinado en 1932 a manos de un ruso acusando a Francia de haber dejado a Rusia en manos de los comunistas. Europa, y con ella España; se prepara para la guerra. El totalitarismo desconfía de las democracias, de los partidos políticos, busca la superación de la dinámica liberal; recordemos que el llamado Nacionalsocialismo nace de la unión de los dos elementos característicos de la derecha y de la izquierda; si para la derecha lo importante es la nación, la patria, para la izquierda lo social es el eje sobre el que gira; el nacional socialismo viene a expresar la superación de ambos elementos en una realidad, para ellos superior. En este barco está España.
El gobierno del centroderecha con Lerroux y Gil Robles, tuvo que hacer frente, o más bien, fue Niceto quien tuvo que abordar la corrupción surgida en torno a Lerroux con el tema del Straperlo; la ruleta estaba prohibida en España; aún así se introdujo una especie de ruleta que se puso en distintos lugares de ocio; esta ruleta estaba trucada ya que estaba conectaba a un botón que le permitía al dueño ganar cada vez que él quisiese; para conseguir la aprobación por parte del gobierno Lerroux, exigió el 25% de los beneficios; la corrupción alcanzó a un sobrino del anterior, así como al ministro de la Gobernación y al Director General de Seguridad. Una vez prohibida, el dueño de la máquina, que se sintió engañado, pues tras sobornar a los políticos no pudo comercializar el producto, reclamó a don Niceto una indemnización.
Lerroux dimite forzado por sus propias corruptelas; Niceto está decidido a colocar como primer ministro a alguien que no despierte las iras del resto del parlamento, por ello no podía ser Gil Robles. Éste, según don Niceto al proclamarse la República, hizo comentarios contra la misma; la CEDA era un grupo, como casi todos los partidos políticos, con diversas tendencias y fuerzas dentro de él; una de ellas estaba compuestas por monárquicos otra por fascistas afines a Mussolini, los cuales habían declarado públicamente, con el beneplácito de Gil, la necesidad de hacer una marcha sobre Madrid como la que se hizo sobre Roma; Robles había intentado colar proyectos anticonstitucionales que paró don Niceto argumentando que, aunque él veía la necesidad de reformar la constitución, no se podían aprobar leyes contra la Carta Magna; así mismo, ante el intento de Gil Robles de promocionar a generales muy jóvenes, escribió don Niceto:
“Mayor dificultad supuso un proyecto de ley rebajando las edades en el generalato, encaminado a organizar éste sobre el modelo personal de Franco y Goded, rodeados de sus amigos y de su generación. Expuse todos los gravísimos inconvenientes históricamente comprobados que asocian los pronunciamientos y aun las guerras civiles a los núcleos de generales jóvenes, cuya ambición al llegar a lo alto de la carrera buscaba, al no poder dominar al mundo como Bonaparte, dominar a su patria como Primo de Rivera…”
Don Niceto buscó incesantemente, visto que no se podía modificar la Constitución, cambiar la ley electoral que favoreciese los partidos de centro de tal manera que estos evitaran el choque entre el bloque de izquierdas y el de derechas, esto tampoco fue posible, apreciaba Niceto que era imposible colocar de nuevo a Lerroux que había cumplido ese papel de centro debido a la inmoralidad política comentada anteriormente:
“En mis repetidas e inútiles advertencias llegué a decir literalmente varias veces en consejo de ministros que unas Cortes en las cuales sin el tope, freno o mediación de partidos de centro se enfrentarán de un lado Azaña y Largo Caballero y del otro Gil Robles y Calvo Sotelo, no serían más que el prólogo parlamentario de la guerra civil… A medida que se fue agravando y exteriorizando la descomposición por causa de podredumbre del partido radical, que con todos sus enormes defectos había hecho ese papel de centro, imponíase la necesidad nacional de una ley electoral justa que favoreciese a la oposición serena, ecuánime, enemiga de excesos, deseosa de paz pública.”
A Niceto se le ha criticado por disolver las Cortes y convocar elecciones en 1936; sin embargo, lo primero que hay que saber es que esa era su prerrogativa, según sus memorias, tenía pensado hacerlo bien entrada la primavera de ese año; lo adelantó por la dificultades constantes puestas por Gil Robles a cada uno de los gobiernos que él proponía. Don Niceto intentó crear un gobierno con las personas más de centro que había en el parlamento; esto no fue del agrado del líder de la derecha que reclamaba para sí la presidencia; se ve que esto lo olvidó al relatar los hechos de aquella época pues como hemos citado en textos anteriores el propio Gil Robles dirá en 1942 que por esa exigua mayoría le era imposible presidir el gobierno; así mismo, permaneció en la recámara de la memoria el que al Presidente le permitía la Constitución componer gobiernos extraparlamentarios. Gil Robles resistió ante las presiones por parte de su subsecretario Fanjul y de Calvo Sotelo para dar un golpe de estado; al igual que Franco, pensó que en este momento había que dejar a los políticos que resolviesen entre ellos sus propios pleitos, o dicho de otra manera, Franco y Gil Robles pensaron que el golpe debería ser más tarde, dependiendo de los resultados electorales de las próximas elecciones. Alcalá Zamora se justificará diciendo:
“Sabían las derechas por sus representantes dentro de los gobiernos y por mis reiteradas manifestaciones que yo no quería disolver aquellas Cortes hasta muy entrada la primavera de 1936 y que mientras tanto deseaba que calmada la furia del jefe de Acción Popular pudiera legislarse al principio con la diputación permanente y ya, al serenarse las pasiones, con la Cámara plena para varias necesidades nacionales, a la cabeza de la que seguía como una exigencia de paz la reforma electoral. Iguales aquellas Cortes Constituyentes en todos los defectos e inferiores en todas las cualidades, bastoles conocer la templanza de mis propósitos para interpretarlos a su vez como signos de miedo o debilidad y pretender imponerse en su agonía, volviendo a gobiernos presididos o guiados por Gil Robles, como las otras había querido en octubre de 1933 el retorno de Azaña y sus aliados. Para ser del todo iguales, al ver que tamaña locura era irrealizable, acordaron a su vez proceder como convención y lanzadas por el camino de las más extraviadas violencia intentaron perturbar la vida del Estado con obstáculos a la prórroga trimestral del presupuesto, a la cobranza normal de los impuestos, así como a reunirse por sola voluntad pasando por encima del decreto de suspensión de sesiones, aun después de cumplido el periodo de constitucional de éstas y todo ello con el fin revolucionario, escandalosamente pregonado, de encender la guerra entre los poderes públicos. Situadas así las posiciones, entre la perturbación ya definitiva que representaban las Cortes y la meramente posible de elecciones anticipadas, no quedaba opción y aquellas Cortes se disolvieron, de nuevo por suicidio”.
Estas Cortes descritas por don Niceto que a nosotros nos pueden parecer imposibles, fueron posibles; así lo atestigua Jesús Antonio Martínez Martín:
“…cambiaron los usos parlamentarios y del intenso debate político de las reformas se pasó a las agresivas descalificaciones y a los excesos verbales. El Parlamento quedó vaciado de contenido al quedar deslegitimado desde muchas opciones que no dudaban en exhibir sus antiparlamentarismo, y en todo caso su labor fue entendida como un desmantelamiento de las reformas del periodo anterior. Las posiciones anti se instalaron en el Congreso, que quedó desplazado del centro neurálgico de la vida política y se convirtió en un foro de enfrentamientos, más alimentados por la visceralidad…”
Las elecciones de febrero del 36 dieron como resultado la mayoría en votos al centro derecha y en escaños a la izquierda; ésta última estaba decidida a hacerse con el poder:
“… la llegada al poder de las izquierdas sólo tres días después de las votaciones es inexplicable si no se insiste en que, una vez cerrados los colegios electorales, la misma noche del 16 irrumpió una movilización que, hasta ahora, se había considerado una celebración cívica de izquierdas mal gestionada por las autoridades. Lo cierto, como aquí se demuestra, es que las calles no se ocuparon para celebrar un. triunfo general todavía desconocido. Las manifestaciones contribuyeron a crear, por el contrario, un ambiente que convertía la victoria parcial del Frente Popular en determinadas zonas urbanas en otra completa, de la que debía sacarse, además, consecuencias inmediatas: la apertura de las cárceles, la entrega a las izquierdas de los ayuntamientos y, ya a partir de la tarde del 17, la sustitución del Gobierno de Portela por otro del Frente Popular… Resulta sorprendente cómo un sector de la historiografía ha hecho caso omiso a que el regreso de Azaña al poder tuvo más que ver con todo esto que con unos resultados electorales incompletos y que, todavía el 19 de febrero, en absoluto confirmaban una mayoría parlamentaria de izquierdas… Pese a que conocían de sobra que los fraudes postelectorales habían sido decisivos para alcanzar la mayoría parlamentaria, Azaña y Prieto no aprovecharon la mano tendida de la CEDA y de los grupos republicanos moderados, y acabaron aceptando, no sin lamentaciones estériles, la anulación arbitraria de varias actas de adversarios. Parecieron asumir, así, el alto coste que esto podría tener para la viabilidad del régimen parlamentario. Las alteraciones de la Comisión de Actas harían engordar la mayoría del Frente Popular con 23 escaños… Siendo esto grave, lo fue todavía más que esa cifra se añadiera a los entre 29 y 33 escaños que las izquierdas sumaron gracias a las alteraciones ocurridas en la primera vuelta electoral. De este modo, ha quedado demostrado que algo más del 10% del total de los escaños en la nuevas Cortes, más de medio centenar, no fue fruto de una competencia electoral en libertad.”
Nos encontramos con que las cortes y el gobierno decidido a hacerse con todo el poder estaba fundamentado en la corrupción y en la ostentación de un poder que no se habían ganado legítimamente; el último obstáculo para tener todo el poder era Niceto Alcalá Zamora y se decidieron a eliminarlo. Así lo hicieron. Niceto, como él mismo dice, ni se resistió ni dimitió; estando ya sin responsabilidades políticas, estando en su casa, cuenta el Presidente cómo se presentó en su casa un militar con uniforme de coronel para que diese permiso para eliminar al gobierno por ilegítimo y volver a nombrar a don Niceto como legítimo Presidente; Alcalá Zamora se negó. El 6 de julio, él y su familia tomaron rumbo a Suecia con vistas a realizar un crucero; a su vuelta, el golpe de Estado y la Guerra Civil habían comenzado. La familia Alcalá Zamora tendrá que afrontar diversas dificultades:
-El vagón del tren en el que se dirigen a Alemania camino de su exilio en Francia comienza, misteriosamente, a arder y tienen que ser rescatados del mismo. -Instalados en Francia, se encuentra sin dinero y con los dos bandos de la guerra cerrándole a don Niceto todas las puertas para poder trabajar en Francia; tan solo podrá hacerlo como colaborador en un periódico y como asesor jurídico para un despacho de abogados franceses dispuestos a defender a los españoles cuyo dinero habría sido robado por los nacionalistas vascos, los cuales habían introducido en barcos y trasladado a Francia todos los fondos de los bancos vascos; nadie le pagaría a Niceto su asesoría.
-Dos de sus hijos, José y Luis ,se trasladan a España para luchar en favor de la República; José morirá y Luis será hecho prisionero.
-Doña Purificación Castillo, mujer de don Niceto, morirá en Pau en mayo de 1939.
-Su casa de Madrid fue intervenida y robada por orden del gobierno republicano; después entrará en ella el dueño de un kiosco y terminará de arrasar con lo que había quedado en ella; sus bienes de Priego corrieron una suerte parecida.
-La familia y parientes fueron perseguidos por un bando y por el contrario.
-Fueron abandonados por todos sus amigos, excepto por María Jesús Chacón, viuda de Moyano, y por algunos otros amigos y parientes, ninguno de ellos relacionados con el poder.
-Tras el comienzo de la II Guerra Mundial, inició la familia un viaje eterno hacia el exilio en Argentina; este viaje duró 441 días; el gobierno republicano presionó a don Niceto para que fuese a México en lugar de a Argentina. Niceto ni aceptó esto ni el dinero que viniese de ninguno de los bandos; durante su viaje, sólo en Cuba fue recibido con dignidad y agasajos; una vez en Argentina, se le impidió trabajar más que en la colaboración periodística; vivió con muchas penurias, llegando a dormir de forma habitual sobre un sofá-cama. Moriría en 1949.
En este tiempo, desde su salida de España hasta su muerte, don Niceto no parará de pensar en el futuro de su país; para él, el mejor horizonte para España será la democracia vivida por nosotros desde 1978, pero sin rey. El mismo don Niceto será consciente de la relación entre España y el resto de las soluciones totalitarias elegidas por países europeos, como él mismo dice, a un lado y otro de los Alpes. En 1937, comenzará a escribir su libro Régimen político de convivencia en España, lo que no debe ser y lo que debe ser; en él analiza las posibles soluciones de futuro para España y las trampas en las que puede caer. Sabia y certeramente, antes que otros, como Arendt, con la publicación de su libro Los Orígenes del totalitarismo, Niceto utilizará la terminología adecuada en su estudio sobre el totalitarismo, poniéndolo en relación a España:
“El falangismo español presenta, e incluso agravados, todos los caracteres de las dictaduras totalitarias: poder ilimitado del gobierno y de su jefe en el orden político, social y económico; omnipotencia inicuamente monopolizada de un solo partido públicamente superpuesto a la organización oficial del Estado; toques y ribetes demagógicos, inevitables en cualquier reminiscencia o parodia de cesarismos; cuidadosa teatralidad, con predilección por las farsas, ficción de ambiente popular, y bajeza populachera; coexistencia con la fuerza armada nacional de otra políticamente tendenciosa; y jactancia, más o menos vana o sería infundada o peligrosa de espíritu y poderío bélicos. Para ser más despótica aun en lo orgánico, la dictadura española ha tardado en convocar y exhibir una comparsería parlamentaria domesticada, de la que nunca se prescindió ni al norte ni al sur de los Alpes. En cuanto a crueldad de fondo, ningún poder tiránico disputará la siniestra primacía al español, que muestra matemáticamente sus excesos en lo que pudiéramos llamar la aritmética del terror. En poco tiempo, aun terminada oficialmente la guerra civil, y avanzando siempre hacia la unidad decimal respectivamente superior, se han impuesto en España las penas: por millares la de muerte; por decenas de millar las perpetuas; por centenas de millar todas las otras de privación de libertad y merma de derechos; y las pecuniarias por acumulación de millones, inaccesibles y aun inconcebible dentro de la modestia española…
El Estado totalitario…es el despotismo agravado, disimulado, sostenido y ampliado por las complejidades de la vida social contemporánea… No hay equivalencia entre la opresión de los poderes absolutos de antaño y los del día. Estos han renovado la omnipotencia concentrada de la autoridad, el albedrío arbitrario de las dictaduras, la dominación caprichosa del poder personal. Pero además han rodeado a éste de la máxima adulación colectiva, que lo exalta y lo hace irresponsable…
El comunismo, que nos repele a los espíritus demócratas y socialmente igualitarios; que tanto asusta a la reacción, es el heredero (más esperanzado y menos terrorífico que la anarquía plena) de las dictaduras totalitarias. Es su heredero voluntario por obstinación; lo es abintestato por incapacidad de testar, y casi legítimo por parentesco próximo, ya que al cabo él es otra dictadura en lo político y también totalitaria en lo social.
Uno y otro régimen concuerdan sobre cosas tan fundamentales como la omnipotencia del Estado y del gobierno, el monopolio de éste por un solo partido, la oposición proscrita, el desprecio de la libertad y aun de la misma persona individual y de todos sus derechos, la sumisión completa de las relaciones sociales al criterio y riendas del Poder, y el impulso omnímodo de éste sobre la vida económica…Entre las semejanzas del fascio con el comunismo se percibe una clara diferencia: que éste último empieza por la revolución, para desembocar en la dictadura; y aquél está al principio, para acabar en el caos social…”
Hemos visto cómo el parlamento republicano se había convertido en un gallinero es como si el Pueblo estuviese representado por el populacho; es verdad que había muchos intelectuales entre los diputados, pero, a veces, ellos forman parten del populacho; a veces, como en la Rusia y la Alemania totalitarias: científicos e intelectuales contribuyeron con ahínco a la construcción del imperio de la muerte, mientras que mucha gente sencilla permaneció fiel a su conciencia, espacio sagrado donde el hombre se encuentra consigo mismo y con su futuro transcendente. El Pueblo se negó tanto a matar como a ser cómplice en los asesinatos. En los expedientes judiciales de los acusados de ser socialistas o rojos o republicanos que he podido consultar, se ve claramente cómo en la documentación que conforma la instrucción judicial, los acusadores, con sus nombres y apellidos firman, acusan induciendo al juez a la sentencia de muerte; cuando los testigos declaran en el juicio oral los testigos mienten y afirman que no les consta que los acusados sean socialistas, republicanos o desafectos, intentan salvar a los reos y a la propia conciencia; sólo la mentira pudo salvar al inocente; de esta manera se intenta salvar la dignidad, pero esto invalida el dicho de Sócrates, soy amigo de Platón pero aún lo soy más de la verdad; en España, fueron muchos los que prefirieron la amistad con Platón antes que la verdad. ¿Qué es la verdad? Quizás no consista la verdad en la identificación de un juicio con la realidad; ante la pregunta de Pilato, <<¿Qué es la Verdad?>>, Jesucristo calló; la verdad tendrá que ver para aquellos que no entregaron a la muerte a sus vecinos con la tranquilidad de la conciencia, con el amor a uno mismo, con la posibilidad de poder mirar a Dios a la cara…¡Cuántos se convirtieron en asesinos porque el parlamento se convirtió en un gallinero, el ejército en pretendido salvador, los intelectuales en maestrillos, los periodistas en tiralevitas; cuántos de aquellos se traicionaron a sí mismos!, puede que no traicionaran a sus ideas pero sí a su condición de hombres. Hoy todos están muertos y de entre los muertos sólo algunos vivieron con dignidad. Entre ellos se encuentra don Niceto Alcalá Zamora y Torres, vivió con honradez, prefirió el exilio y la pobreza a la traición; como otros españoles visitó a un hijo en la cárcel, a su mujer y a otro hijo les dio sepultura en Francia, él moriría en Argentina. El 11 de agosto de 1979, el cuerpo de don Niceto se reuniría en el cementerio de la Almudena, en Madrid, con los de su esposa e hijos; todo fue en secreto, en España había una democracia pero con rey; la familia sólo llamó para el sepelio al capellán del cementerio; éste no fue.
Para concluir, quisiera traer algunas de las reflexiones que, sobre su propia vida ,hace don Niceto al volver a reflexionar sobre sí mismo, con vistas a reescribir sus memorias, ahora en el exilio:
“Pudiera creerse que me anonada pensar en aquellos días, aún cercanos, en que lo fui todo, lo vencí todo y lo poseí todo, viéndome cual me veo sin ser nada, pareciendo que me vence todo, sin que me quede apenas nada. Sin embargo, al retirar la vista al pasado espléndido miro mi pobre presente con serena resignación. Para las gentes he cambiado mucho, desde el halago a la desconsideración; en mi propia estima soy el mismo, viéndome ahora en cierto modo, al someterme a estas pruebas moralmente más alto… cuando me abruman los infortunios, elevo éstos sobre el pedestal de mi dignidad.
He sabido volver a la sencillez cuyo ambiente había sabido conservar; y por eso, después de la prosperidad que no pude soñar, me he habituado a la desgracia que no podía preverse…
Volvería a hacer cuanto he hecho por conciencia, por deber, por justicia pensando en Dios, en mi país y en mi alma…”
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