sábado, 30 de enero de 2016

actividades parroquia

ACTOS PARROQUIAS
GÓJAR DÍLAR
SÁBADO 30 Y DOMINGO 31 ENERO
2016
SÁBADO 30: 
        *Bautizos en Gójar a las 13:30.
        *Misa en Dílar a las 18:00
        *Misa en Gójar a las 19:30.
        *Curso prematrimonial Gójar a las 20:00.
        *Adoración Nocturna, en Gójar, comenzará con la Misa.

Domingo:
        *Misa en Gójar a las 10:00.
        *Misa en Dílar a las 11:00.
        *Misa en Gójar a las 12:30.

lecturas comentario homilía domingo 31 enero 2016 tiempo ordinario 4º domingo

LUZ DEL DOMINGO 

Domingo, 31 de enero de 2016

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO C

San Miguel bajo Granada


Primera lectura: Jeremías 1, 4-5. 17-19
Salmo responsorial: Salmo 70
Segunda lectura: 1 Corintios 12, 31-13, 13
 
EVANGELIO: Lucas 4, 21-30

21Y empezó a hablarles:
-Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado.
22Todos se declaraban en contra extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios y decían:
-Pero, ¿no es éste el hijo de José?
23Él les repuso:
-Seguramente me citaréis el proverbio aquel: "Mé­dico, cúrate tú"; todo lo que nos han dicho que ha ocu­rrido en esa Cafarnaún, hazlo también aquí en tu tierra.
24Y añadió:
-Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. 25Pero no os quepa duda de que en tiempo de Elías, cuando no llovió en tres años y medio y hubo una gran hambre en toda la región, había muchas viudas en Israel; 26y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías, pero sí a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón. 27Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel y, sin embargo, ninguno de ellos quedó limpio, pero sí Naamán el sirio.
28Al oír aquello, todos en la sinagoga se pusieron furiosos  29y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad y lo condujeron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. 30Pero él se abrió paso entre ellos y emprendió el camino."

COMENTARIOS
I
 EL DIOS DE JESÚS
Nadie es profeta en su tierra. La frase se la debemos al evangelio. La experiencia la padeció Jesús en Nazaret, entre sus paisanos, en la sinagoga.
Tras proclamar, de parte de Dios, una amnistía para todos los pueblos de la tierra (Lc 4,14-19), Jesús dio por inaugu­rado «el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo de­volvió al sacristán y se sentó» (Lc 4,21ss). Los libros, por entonces, tenían un formato particular: se componían de pie­zas de papiro, cosidas una a continuación de otra, de manera que, una vez fijados sus dos extremos en sendos palos o cilin­dros, pudieran enrollarse en torno a los mismos. El lector lia­ba o desliaba el rollo de papiro, haciendo girar los cilindros hasta encontrar el texto deseado.
«Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje», apostilló el maestro ante una nutrida concurrencia de paisa­nos y conocidos. Según Jesús, la era del desquite de Dios, de un Dios pintado como vengativo, había terminado.
Pero la autoridad que aquel Maestro se había arrogado, queriendo cambiar incluso la imagen de Dios que tenían los judíos, llenó de furia a sus paisanos: «Todos se declaraban en contra, extrañados de que mencionase sólo las palabras sobre la gracia.» Por eso apelaron a sus humildes orígenes: «Pero ¿no es éste el hijo de José? » -se preguntaban asom­brados-. ¿Quién se ha creído que es? ¿Va a venir éste a dar­nos lecciones...?
«Jesús les dijo: Supongo que me diréis lo del proverbio aquél: 'Médico, cúrate a ti mismo'; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»
Ante la evidencia, piden pruebas. Pero Jesús no se las da. Sólo les invita a recordar el comportamiento de su Dios en el Antiguo Testamento: «Os aseguro -añadió- que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. Además, no os quepa duda de que en tiempos de Elías, cuando no llovió en tres años y me­dio y hubo una gran hambre en todo el país, había muchas viudas en Israel; y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías; lo enviaron a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón. Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos lepro­sos en Israel y, sin embargo, a ninguno de ellos curó; sólo a Naamán el sirio.» Dicho de otro modo: el Dios de Israel, aquel Dios que creían los judíos tener en monopolio, era pa­trimonio también de gentes de otra raza, tierra o religión. Prueba de ello era su comportamiento benéfico para con una pobre viuda de Sidón o un leproso de Siria, ambos extranje­ros. La viuda había perdido a su hijo, y el profeta Elías se lo devolvió vivo (1 Re 17,1ss); Naamán fue limpiado de su le­pra por el profeta Eliseo tras bañarse siete veces en las aguas del río Jordán (2 Re 5,1ss).
Las palabras de Jesús no agradaron a sus oyentes, que se habían hecho un Dios a su imagen y semejanza. Por eso tra­taron de arreglar el conflicto por la vía rápida: «Al oír esto todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del cerro donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó.»
Aquel día, en Nazaret, en su propio pueblo, comenzó la pasión de Jesús. Sus mismos paisanos lo sentenciaron a muer­te. Por aquella vez, «Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó», si bien no sabemos cómo. Dos o tres años después, el pueblo entero lo empujaría fuera de la ciudad, lo subiría a un monte y lo asesinaría colgándolo de un madero. Desde el día en que habló en Nazaret se veía venir tan trágico final.
Nosotros creemos que no acabó todo con la muerte de aquel hombre: Jesús se abrió paso entre la muerte y se fue con Dios: un Dios que no sabe de venganza, que sólo entiende de amor y perdón; el Dios de Jesús, nuestro Dios.

II
 SIN EXCLUSIVISMOS
El proyecto de Jesús encontró muy pronto oposición, especialmente en los que pretendían poseer a Dios en exclusiva. Pero Jesús no se arrugó ante las dificultades y, anunciando un Dios que es amor y gracia para todos, empezó a realizar su programa: construir un mundo de hermanos en el que todos los hombres pudieran encontrarse, como dice Pablo, en un camino excepcio­nal: la práctica del amor.

EL PUEBLO ELEGIDO
El pueblo de Israel había nacido como tal pueblo gracias a una intervención liberadora de Dios: era un pueblo de esclavos, sin esperanza, hasta que Dios les abrió los ojos por medio de Moisés, que les hizo tomar conciencia de su situa­ción y les abrió el camino de la libertad. Transcurrió el tiempo y en aquel pueblo hubo quien se encargó de volver a cerrar los ojos de los pobres, a veces con la misma religión, para que no se dieran cuenta de las causas de su pobreza, y los pobres fueron perdiendo poco a poco, dentro y fuera de las cárceles, su libertad (véanse, por ejemplo, Os 4,1-9; Am 2,6; 7,10-13). La misma sinagoga, en donde se debería haber recor­dado constantemente la actividad liberadora de Dios, se convirtió en venda, en cárcel, en mazmorra, y por las sinagogas comienza Jesús a realizar su tarea: continuar la actividad libe­radora de Dios para que el hombre pudiera lograrse plena­mente.
La sinagoga, la religión en cuanto tal, debería haberse constituido en la conciencia del pueblo de Israel, por un lado, para evitar que se reprodujeran en éste las relaciones de do­minio y sometimiento que habían sufrido en Egipto y que habían sido superadas gracias a la intervención liberadora de Dios, y por otro lado, y supuesto lo anterior, para que Israel realizara plenamente su vocación de iluminar la realidad de los demás pueblos presentando su modo de vivir como lo que Dios quería que fuera la vida de los hombres. De hecho, los profetas habían concebido la realidad de Israel como pueblo elegido, como la meta a la que un día llegarían todos los pueblos (Is 2,2-5; 60,1-9; Miq 4,1-3; Sal 87).

NACIONALISMO EXCLUSIVISTA
Israel no fue capaz de realizar en ninguno de estos aspectos su vocación. Al contrario, la injusticia y la opresión fueron práctica habitual entre los dirigentes del pueblo, como denun­cian constantemente los profetas (véanse Jr 23; Ez 34; Am 4,1; 5,7-13). Y la religión fue utilizada más como un instru­mento de dominio de los poderosos que como conciencia crítica de la realidad social.
Uno de los elementos que los dirigentes judíos usaron para mantener dominado al pueblo fue convertir en naciona­lismo vacío y excluyente la alegría de haber sido elegidos por Dios y llevados por El a la libertad; insistiendo en que Israel era el mejor, el más grande, incluso el más santo de todos los pueblos, distraían a la gente de sus auténticos problemas, y atizando el odio hacia los de fuera, conseguían que el pueblo no fijara su atención en lo que estaba sucediendo dentro del mismo.

TODO FAVOR, SOLO FAVOR
Todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios, y decían:
-¿No es éste el hijo de José?
La supresión de la frase «el día de la venganza de nuestro Dios» sonó mal en un ambiente de estas características, pues esa frase se explicaba diciendo que con ella el profeta anun­ciaba que un día Dios se vengaría de los enemigos de Israel; ésa sería una de las principales tareas del Mesías, el cual, tras conquistar el poder en Jerusalén, expulsaría de la tierra de Israel a los invasores extranjeros -los romanos en tiempos de Jesús- y extendería el poder, el dominio y el prestigio de la nación israelita por encima incluso de la grandeza que tuvo en tiempos del legendario rey David. Esta ideología estaba muy arraigada en Galilea, la región en la que estaba Nazaret, y posiblemente en la familia de Jesús (por eso la extrañeza «Pero ¿no es éste el hijo de José?»). Esta es la razón por la que los paisanos de Jesús rechazan su propuesta: es ésta la decepción de los que esperaban un Mesías nacionalista (véase comentario anterior). No podían concebir un Dios que sólo ofrece favor, gracia, a todos; no podían aceptar un Dios que no amenaza con venganza, sino que propone la reconciliación.

NO ERA LA PRIMERA VEZ
Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. Pero no os quepa duda de que en tiempo de Elías... había muchas viudas en Israel y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías, pero sí a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel y, sin embargo, ninguno de ellos quedó limpio, pero sí Naamán el sirio. 
Jesús recuerda a sus paisanos que, con su propia historia en la mano, no tienen derecho a adoptar una postura que excluya a los demás hombres del favor de Dios: la viuda de Sarepta y Naamán, el sirio, eran dos ejemplos recogidos de los libros sagrados (1 Re 17,7-24; 2 Re 5,1-19) de Israel en los que se pone de manifiesto cómo Dios se preocupa de los hombres sin tener en cuenta su raza, su nacionalidad y ni siquiera su religión. Pero está tan fuertemente arraigada aque­lla mentalidad que, convertida en fanatismo, provoca en los nazarenos el deseo asesino de despeñar a Jesús: «se pusieron furiosos y... lo condujeron hasta un barranco... para despeñarlo». Fue la primera amenaza de muerte. Pero la tarea era inaplazable. Por eso Jesús «se abrió paso entre ellos y empren­dió el camino».

III
 vv. 4, 20-30 Jesús proclama que la profecía se acaba de cumplir en su persona (4,21: «Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado») y centra su homilía en la inauguración del Año Santo por excelencia, «El año favorable del Señor», pero omite cualquier referencia al desquite / castigo contra el Imperio romano opresor. De ahí que «todos estaban extrañados de que mencionase tan sólo las palabras sobre la gracia» (4,22a).
Los traductores y los comentaristas de Lucas andan de cabeza acerca de la interpretación de la expresión griega lucana, a causa su ambivalencia. En efecto, el verbo «dar testimonio», se puede construir, en griego, de dos maneras, con dativo favorable o desfavorable. Generalmente se interpreta que «todos daban testimonio a su favor», cuando aquí lo que es más propio es el sentido opuesto: «Todos se declaraban en contra, extrañados de que mencionase tan sólo las palabras sobre la gracia.» La frase despectiva con que lo apostrofan a continuación lo confirma:
«Pero ¿no es éste el hijo de José?» (4,22b), el hijo del Pantera, apodo de la familia de Jesús (según antiguos documentos rabíni­cos y cristianos).
Con esta manera de hablar, rehuyendo hacer suyos los ideales político-religiosos del pueblo, obligado a pagar enormes impues­tos de guerra y sometido al vasallaje de las tropas de ocupación, no se parece en nada -dicen- a su padre ni continúa la tradi­ción de los Pantera. El rechazo de que es objeto en su «patria» presagia el rechazo de que será objeto en Israel. Lucas lo anticipa, como anticipa también la futura extensión del programa mesiá­nico de Jesús a todas las naciones paganas: «Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra» (4,24). Las dos analogías, la de la «viuda de Sarepta» y la de «Naamán el sirio», ambos extranjeros, que les echa en cara (4,25-27; cf. 1Re 1-16 y 2Re 5,1-14), dejan entrever que el alcance de la misión no se circuns­cribirá sólo a Israel.
El fanatismo religioso de sus compatriotas no se contenta con recriminarle su falta de compromiso político: «Mientras oían aquello, todos en la sinagoga se fueron llenando de cólera y, levantándose, lo expulsaron fuera de la ciudad y lo empujaron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con la intención de despeñarlo» (4,28-29). De hecho, al final de su vida, lo sacarán «fuera» de la ciudad de Jerusalén y lo ejecutarán como si fuese un zelota más, crucificándolo en medio de dos malhechores, y, para más inri, en la inscripción de la cruz se lo reprocharon de nuevo, echándole en cara, esta vez, que se haya autoconstituido «rey de los judíos», Mesías de Israel. Sea como sea, conseguirán hacerlo callar de momento, porque su mensaje estorba a unos y a otros. Al fin, todos se pondrán de acuerdo contra él. Ya se veía venir... desde el prin­cipio.
Pero Jesús, abriéndose paso entre ellos, emprendió el cami­no» (4,30). Con todo, nunca podrán ahogar su clamor universa­lista: su persona y su mensaje continuarán influyendo en la his­toria, encarnándose en hombres y mujeres que, fieles a su com­promiso, se alejarán de todo sistema de poder e irán creando pequeños oasis de solidaridad y de fraternidad.

IV
 El texto de Jeremías tiene dos partes, la primera (vv. 4-5) se refiere a su vocación, y la segunda (vv. 17-19) a su envío profético. El llamado de Jeremías está marcado desde el inicio por la palabra: “me llegó una palabra de Yahvé”. El profeta es llamado por la palabra para ser palabra de Dios en medio de su pueblo. La palabra lo conoce desde antes de su nacimiento, lo que significa una intimidad profunda de Dios con el profeta. La palabra lo consagra, es decir, Dios se lo reserva para sí, desde antes de nacer. Conocer y consagrar son el marco para la misión de Jeremías: ser profeta de las naciones.
A partir del v. 17 Jeremías se convierte en palabra de Dios ambulante. Debe decir en público lo que Dios le mande. Pero decir la verdad siempre ha sido problemático y peligroso porque se tocan los intereses de muchas personas y de las estructuras sociales. Por esto Dios se anticipa a decirle que no tenga miedo de afrontar su misión. El temor no es ajeno a la vocación profética; lo importante es no abandonar la vocación porque entonces sería Dios el que podría asustarnos, es decir, dejar de llamarnos, de elegirnos y de consagrarnos, dejar de confiar en nosotros, y ¿qué susto peor puede recibir un profeta?
La promesa de Dios no plantea su intervención para salvar al profeta en tiempos difíciles, sino que a él, personalmente, lo fortalecerá internamente como un “pilar de hierro”, y externamente lo consolidará como una “muralla de bronce”. La palabra será su fuerza en su lucha contra las autoridades (reyes, ministros, sacerdotes y propietarios), que han olvidado la alianza de Yahvé, oprimiendo y marginando a su propio pueblo. La fortaleza también la encuentra el profeta en la obediencia a la palabra que recibe y anuncia. Esto le asegura la compañía permanente de Yahvé.
Este bello canto al amor, tiene como contexto la discusión de los corintios en torno a los carismas. Con el texto de hoy, Pablo afirma categóricamente que el único “carisma” absoluto es el del amor. El amor al que se refiere el autor no es el amor helenista (eros), sino el amor cristiano (ágape), que es un amor que se recibe, se entrega, se sirve y hasta da la vida por los hermanos. Sin amor, no tiene sentido ni el mejor de los carismas; sin amor, la palabra profética queda en el vacío, sin amor el amor de Dios pasa de largo en nuestras vidas.
Podemos dividir el canto en tres partes. En la primera (vv. 1-3) se enumera una serie de carismas que no son nada si falta el amor. En la segunda (vv. 4-7) se enumeran quince características del amor cristiano; siete se plantean de forma positiva y ocho de forma negativa. En la tercera parte (vv. 8-13) Pablo termina su canto reafirmando la eternidad del amor. El amor, que puede cambiarlo todo, es el único que no cambiará, que será el mismo eternamente. Entre la fe, la esperanza y el amor, este último es el mayor, quedando clara, para los corintios y para los cristianos de todos los tiempos, la superioridad del amor sobre cualquier otro carisma.
El domingo pasado, después de la lectura que hizo Jesús del profeta Isaías, el evangelio terminaba diciendo que “todos los presentes tenían fijos los ojos en él...”. El evangelio de hoy continúa la escena, que —recordemos— se desarrolla en la sinagoga de Nazaret. Jesús dice que en él se cumplen las palabras de Isaías, es decir, que es «el ungido» (Mesías) para anunciar la Buena Noticia a los pobres y oprimidos... y el «año de gracia» del Señor.
Los vv. 22-30 los podemos dividir así: v. 22: la reacción de la gente; vv. 23-27: la respuesta de Jesús; vv. 28-29: indignación e intentos de matar a Jesús por parte de los nazarenos; vv. 30: Jesús continúa su camino.
Es interesante constatar el contraste entre la reacción de la gente en el v. 22 y la de los versículos 28-29. Inicialmente los de su pueblo aprobaban, y se admiraban de su paisano, pero no alcanzaban a ver en Jesús la gracia de Dios que salía de sus labios, ni al profeta anunciado por Isaías, sino simplemente al Jesús hijo de José. Jesús percibe que sus paisanos no están interesados en sus palabras sino en sus hechos, les interesa ante todo un espectáculo milagrero, que cure los enfermos del pueblo y basta. Jesús les responde con otro refrán: “ningún profeta es bien recibido en su patria”, dejando claro que en Nazaret no hará ningún milagro.
Entre los vv. 25-27 Jesús acude al AT para explicar su situación. El verdadero profeta no se deja acaparar ni mucho menos presionar para satisfacer a un auditorio interesado sólo por el espectáculo o por intereses individuales, aunque sean los de sus familiares o su propio pueblo. El profeta es libre y se debe a la palabra de Dios. La historia de Elías y Eliseo recuerda a los nazaretanos cómo éstos tuvieron que irse a tierra de paganos porque su propio pueblo no quería escucharlos. La característica de la mujer de Sarepta es su confianza en Dios, confiando su vida y la de su propio hijo en un extraño como Elías; y característico del sirio Naamán es que depone su orgullo y soberbia nacionalistas ante las palabras de Eliseo. La misma Iglesia reconocerá en este texto su misión de anunciar la Buena Noticia a los más alejados, es decir, que la Palabra echa sus primeras raíces en las personas y en las familias, pero ése no es su destino final; tiene que ser una palabra que busque siempre el camino de los más alejados y necesitados.
Las palabras finales de Jesús enfurecen a los presentes e intentan arrojar a Jesús por un barranco en las afueras del pueblo. Es curioso cómo los pobres de Nazaret, sujetos preferenciales del Anuncio de la Buena Nueva, desprecian la palabra presente en su tierra. Pero la palabra no puede morir, y Jesús continúa su camino misionero al servicio de los pobres, marginados y excluidos, con una palabra de vida, aunque amenazada siempre de muerte por quienes hacen de su vida una mala noticia de egoísmo.

Para la revisión de vida
 La cruz, en su forma de rechazo de los demás, de conflicto con los otros, sobre todo con el poder... a todos nos asusta y nos acobarda... ¿Siento que por temor al conflicto, al qué dirán, al rechazo de los bienpensantes, a las posibles represalias de los poderosos o de la sociedad o de la institución... he dejado de comprometerme con la lucha por la justicia y la transformación de la sociedad? ¿Me he mantenido al margen de ciertos temas para no perturbar la comodidad o la "paz" de mi vida? ¿Tengo miedo a la opción por los pobres... para no complicarme la vida?

Para la reunión de grupo
La cruz de Jesús el rechazo que él sufre, no es una cruz cualquiera... ¿Cómo podríamos caracterizarla?: ¿Quiénes rechazan a Jesús? ¿Por qué? ¿Por qué tipo de intereses?
Jon Sobrino suele decir que los mártires latinoamericanos de las últimas décadas son "jesuánicos", en cuanto que su persecución y su muerte tienen una gran semejanza con las de Jesús: por la misma causa, la Causa de Jesús (el Reinado de Dios), en este mismo mundo pero introducido en el orden de la voluntad de Dios... bajo los mismos perseguidores... Cuidado, porque otros mártires murieron por causa de Cristo Rey... que no es lo mismo necesariamente. Comentar.
¿Qué tipos de personas seguidoras de Jesús están padeciendo hoy día la persecución y el rechazo como Jesús? (Téngase en cuenta que la Causa de la Liberación no es sólo económica, ni sólo política, ni sólo interhumana, ni sólo social, ni sólo se realiza por la praxis histórica...).

Para la oración de los fieles
Para que los cristianos asuman con alegría y entusiasmo la Causa de Jesús como su propia Causa y misión, roguemos al señor...
Para que los cristianos que ejercen cargos públicos sean realmente honestos e insobornables, dando al mundo el testimonio de que le mundo puede ser cambiado con el espíritu de las bienaventuranzas...
Para que todos seamos coherentes con nuestros principios y nuestra vocación, sin temor a las presiones sociales, al qué dirán, o a vernos señalados...
Para que también "hoy" hagamos nuestra la misión de Jesús y hagamos así que también “se cumpla hoy la Escritura”...
Por todas las religiones de la tierra, para que convivan en fraternidad, dialogando con gestos concretos a la búsqueda del rostro del Dios único...

Oración comunitaria
 Dios, Padre-Madre, que en Jesús nos has dado un ejemplo de coherencia y entrega a la verdad sin miedo a las represalias, al conflicto, a la Cruz. Ayúdanos a ser, como Él, coherentes con nuestra misión de anunciar la Buena Noticia a los pobres y servir a la Verdad, con valor y coherencia, sin amedrentarnos ni retroceder al experimentar el rechazo y la cruz que también Él experimentó. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Por los siglos de los siglos.

Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico



viernes, 29 de enero de 2016

apellido villanova

APELLIDO VILLANOVA

GÓJAR - DÍLAR -GRANADA

       En Gójar y Dílar hay varias familias con el apellido Villanova, todas descienden de José Villanova y de su mujer Josefa López; ambos eran naturales del pueblo de Bigastro en Alicante, o como indica la partida de bautismo del obispado de Orihuela. En 1778 José y su mujer Josefa bautizan a un hijo en la parroquia de Gójar, dicha partida dice:

       "En el lugar de Gójar de la Vega en treinta y un día del mes de mayo de mil setecientos setenta y ocho, yo D. Ramón de Campos, cura de la Iglesia parroquial de este dicho lugar bauticé solemnemente en ella a José Manuel que nació el día veinte y ocho de ese mes y año, hijo de Joseph de Villanova, natural de Bigastro, obispado de Orihuela, Reino de Valencia, y de  Josepha López su legítima mujer, natural así mismo del dicho lugar; y ambos vecinos de éste. Fue su padrino José Martín y testigos José Morales, José Santaella y D. José Paulo, sacristan de este lugar y todos vecinos de él y para que conste firmo. D. Ramón de Campos".

Villanova Gójar 1778

martes, 26 de enero de 2016

El gatopardo

IL GATTOPARDO




REUNIÓN GRUPO DE LITERATURA

PARROQUIA GÓJAR

Libro:El Gatopardo.

Autor: Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

Fecha de la reunión: 6 de marzo de 2016 a las 17:30.

Lugar: Salón parroquial.











Obispo Raúl Berzosa

Raúl Berzosa


sábado, 23 de enero de 2016

orfebrería robo Gójar Granada

ORFEBRERÍA
          En la década de los 80 se produjo un robo en la parroquia de Gójar donde se sustrajeron varias piezas antiguas de orfebrerías y dedicadas al culto divino y al servicio de la comunidad cristiana de Gójar desde hace 500 años.

          Gracias al historiador Manuel Capel Margarito, podemos conocer con exactitud las obras sustraídas: medidas, autor, etc.

Cáliz renacentista, año 1523:
         Material: Plata en su color.
        Medidas: 23 cm de altura; 10 cm diámetro de la copa; 18 cm diámetro de la base.
         Marcas: Aparece el punzón de Granada en el S. XVI, una granadilla con la cruz, y debajo el nombre de Granada en letra gótica. Hay otro punzón del que se distingue. DºIº..., (...9 más punzones que hemos identificado con Diego de Valladolid; hay un tercer punzón en dos líneas, frusto, PRO/..R (?)S.

       Descripción: es de copa troncónica invertida y lisa; en su última parte, donde se inserta en el astil, hay un casquete esférico con adornos de pétalos y, a continuación, el astil prismático cuadrangular, liso, sólo interrumpido por el nudo, esferoidal aplastado con gallones repujados y una moldura anillada, antes de la base, que es circular y con interior de seis pétalos extendidos, con tema floral y motivos alusivos a Cristo, JHS, etc.
         Platero: Diego de Valladolid.
         Fecha: primer tercio del siglo XVI.
         Taller y estilo: Obrador granadino; estilo renacentista.


Cáliz patrimonio Gójar Granada





viernes, 22 de enero de 2016

lectura comentario evangelio lecturas domingo 24 enero 2016 homilia

LUZ DEL DOMINGO 

Monasterio de Silos

Domingo, 24 de enero de 2016

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO C


Primera lectura: Nehemías 8, 2-4 a. 5-6. 8-10
Salmo responsorial: Salmo 18
Segunda lectura: 1 Corintios 12, 12-30
 
EVANGELIO: Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
 1Dado que muchos han intentado hacer una exposición ordenada de los hechos que se han verificado entre nosotros,2según lo que nos transmitieron los que desde un principio fueron testigos oculares y llegaron a ser garantes del mensaje, 3he resuelto yo también, después de investigarlo todo de nuevo con rigor, ponértelo por escrito de forma conexa, excelentísimo Teófilo,4para que compruebes la solidez de las enseñanzas con que has sido instruido.
4  14Con la fuerza del Espíritu regresó Jesús a Galilea, y la noticia se difundió por toda la comarca. 15Enseñaba en aquellas sinagogas, y todos se hacían lenguas de él.
16Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se levantó para tener la lectura. 17Le entregaron el volumen del pro­feta Isaías y, desenrollando el volumen, dio con el pasaje donde estaba escrito:
18El Espíritu del Señor descansa sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
19 a proclamar el año favorable del Señor (Is 611 2)
20Enrolló el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en el 21y empezó a hablarles:
-Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado.

COMENTARIOS
I
 AMNISTÍA DIVINA
Como judío, Jesús acudía cada sábado a la sinagoga (pala­bra de origen griego que significa 'reunión', y de ahí 'lugar de reunión de los judíos'). La sinagoga era una especie de sucur­sal o sucedáneo del templo. En tiempo de Jesús, el culto con sacrificios de animales estaba centralizado en Jerusalén, donde se hallaba el único santuario del país. También había un tem­plo con sacrificios de animales en Samaría, pero los samarita­nos eran considerados por los judíos como cismáticos ya desde el siglo VIII a. C.
La relación estrecha entre la sinagoga y el templo queda­ba patente hasta en su orientación espacial: el ábside de la misma o el tabernáculo, lugar donde se colocaban los rollos de la Torá, estaba orientado hacia el templo de Jerusalén. A los rabinos, por lo demás, les gustaba considerar la sinagoga como un templo en miniatura. El tabernáculo se hallaba en un es­pacio denominado (lugar) 'santo', aludiendo al Sancta Sancio­rum del templo de Jerusalén; lugar que estaba separado del resto de la sinagoga por una cortina, como en el templo jero­solimitano. A lo largo de las paredes de la sinagoga solía haber bancos para los fieles; en medio, delante del (lugar) 'santo', sobre un estrado, estaba el púlpito (bimah) para la lectura de la Escritura, 'Torá o Haftará' (la Ley o los Profetas), así como para la oración solemne.
Había culto todos los sábados, día en que Yahvé, según el libro del Génesis (2,2ss), terminó de crear el mundo, to­mándose un descanso de tan ardua tarea.
Cuenta el evangelista Lucas que Jesús volvió a Nazaret, su patria chica, tras su bautismo, «y entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para tener la lectura». Conocido como era ya por su predicación y milagros en la provincia, tal vez el jefe de la sinagoga -cuya función era dirigir el culto, vigilar el orden y designar al lector o pre­dicador de turno- le invitó a leer y explicar la lectura de los Profetas. Por entonces la Biblia hebrea no era entendida por el pueblo, que hablaba una lengua distinta: el arameo. El lec­tor leía, por tanto, en hebreo y el meturgeman o traductor traducía al arameo, al tiempo que comentaba en la lengua vul­gar lo leído.
Jesús leyó aquel día un fragmento del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anun­ciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor» (Is 61,1-2).
Esta lectura debió llamar la atención tremendamente, dada la libertad que se tomó el Maestro nazareno al suprimir una frase del texto sagrado que era sumamente grata a los oídos del pueblo judío, vejado durante siglos por otros pue­blos, animoso y deseoso de que Dios se vengara de los pueblos que lo oprimieron. El párrafo de Isaías, tras aludir al «año de gracia del Señor», continuaba: «para proclamar el desquite de nuestro Dios».
El ritual de la sinagoga prohibía que el lector o comenta­rista añadiese o suprimiese verso alguno de la lectura de turno. El atrevimiento de Jesús provocó la reacción de sus paisanos e hizo que «toda la sinagoga tuviese los ojos fijos en él». Pero la cosa no quedó ahí. Jesús, «enrollando el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Y empezó a hablarles: Hoy, en vuestra presencia, se cumple este pasaje».
Con la supresión de la frase de Isaías «el desquite de nuestro Dios», Jesús había terminado la lectura del texto-base de su futura actuación. Lo suyo sería proclamar el perdón y el amor de Dios no sólo para su pueblo, sino para todos los pueblos de la tierra, incluidos los enemigos del pueblo ele­gido. Jesús venía de parte de Dios a cancelar, de una vez para siempre, la ola de venganza que, a lo largo de la historia, había ido tomando carta de ciudadanía en el corazón humano. Lo del Dios de Jesús era proclamar el «año de gracia», per­donar, olvidar, cancelar del diccionario de las relaciones hu­manas realidades tan tristes como el desquite, la venganza, la revancha, el odio, la represalia, la ley de 'talión' con su famoso «ojo por ojo y diente por diente» (Ex 21,23-25).

II
EL PROYECTO DE JESUS
Cierto que Jesús vino a hacer posible un mejor entendimiento del hombre con Dios. Pero para poder entenderse completamente con Dios, el hombre debe primero ser totalmente hombre: cons­ciente de su dignidad, dueño de su destino, libre..., liberado. Ese es el proyecto de Jesús que, aunque se realizará con la fuerza del Espíritu, se dirige al hombre entero: a su carne y a su espíritu, a su conocimiento y a su corazón.

UNGIDO
Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se levantó para tener la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, y desenrollando el volumen, dio con el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido...

Mesías es una palabra que significa «ungido» y que hace referencia a una costumbre existente en Israel y en algunos pueblos de su entorno que consistía en ungir con perfume a determinados personajes el día en que se les encomendaba una determinada tarea, como, por ejemplo, al rey el día de su coronación, al sumo sacerdote el día que asumía su función, etc. La unción indicaba, pues, el encargo de una misión. En tiempos de Jesús, sin embargo, la palabra Mesías se refería a un enviado de Dios que todo el pueblo estaba esperando para que resolviera de manera definitiva todos los problemas que hacían sufrir a la nación y al pueblo israelita.
Jesús, declarado Mesías el día de su bautismo, fue enton­ces ungido; pero no con perfume, sino con el Espíritu mismo del Padre, Dios, para que llevara a cabo la tarea que le había sido encomendada y el compromiso que él, en el mismo bau­tismo, había aceptado (Lc 3,21-22. Véase comentario núm. 29).
Para presentar su mensaje, Jesús se dirigía siempre adonde la gente se encontraba reunida, a las sinagogas, en donde se reunían los judíos cada sábado a escuchar la lectura de la Ley y los Profetas y a recitar salmos y oraciones. Y cuando llega a Nazaret, su pueblo, adonde seguramente había llegado la fama de sus predicaciones, lo invitan a hacer y comentar la lectura del día. Le dan un volumen, y Jesús, con suma libertad, mezcla dos párrafos del profeta Isaías (61,1-2 y 58,6) y corta uno de ellos por donde le parece que el texto del profeta no refleja adecuadamente el ser de Dios. Y al terminar afirma que aquellas palabras se están cumpliendo en ese momento, delante de quienes lo están escuchando. Así se declara el Mesías -ungido- enviado por Dios: «Hoy ha quedado cum­plido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado».

PARA LA LIBERACION
... me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año favorable del Señor.
El es el Mesías, y el que acaba de proclamar, usando palabras del profeta Isaías, es su proyecto: devolver la libertad a los que no la tienen porque, de una u otra manera, con cadenas o mediante el miedo, otros se la han arrebatado. El viene a devolver la conciencia a los hombres que, ciegos por cualquier razón, no son capaces de reconocer la imagen y la presencia de Dios en el ser humano, en ellos mismos. Y acabar con la más cruel de todas las esclavitudes, el miedo a Dios, también es objeto de la acción liberadora del Mesías; a partir de ahora nadie tendrá motivos para temer a Dios, nadie podrá asustar a los hombres en nombre de Dios: la lectura de Isaías termina en el original con una amenaza, el anuncio de «el día de la venganza de nuestro Dios»; Jesús censura y no lee esa frase, pues con su misión comienza una nueva época en la que las relaciones de Dios con sus criaturas se basarán exclu­sivamente en el amor, el amor de Dios a la humanidad. Como siempre había sido, aunque algunos hombres se habían em­peñado en cargar sus propias venganzas en las espaldas de Dios.
En tiempos de Jesús había varias maneras de entender la misión del Mesías: las dos principales consideraban que el Mesías tendría la misión de hacer que la gente fuera más buena, más religiosa, que estuviera más atenta a sus relaciones con Dios. Según otros, la tarea del Mesías sería devolver su poder, su grandeza y su orgullo a la nación israelita. Todos iban a quedar decepcionados con el Mesías Jesús.
Si en la sinagoga de Nazaret había algunos que esperaban un Mesías ocupado preferentemente de las cuestiones religio­sas, éstos fueron los primeros que debieron experimentar una gran frustración: las palabras de Isaías con las que Jesús pre­senta su proyecto no hablan de Dios más que en una dirección: de arriba abajo, de Dios hacia el hombre. Dios ha concedido la fuerza de su Espíritu al Mesías no tanto para que logre que el pueblo se preocupe de Dios, sino para mostrar a los hom­bres hasta qué punto y por qué son ellos objeto de la preocu­pación de Dios: a Dios le preocupa la felicidad de los hombres y, en especial, que los que por cualquier razón no son realmen­te libres puedan llegar a serlo, y así, puedan realizar plenamen­te su proyecto: ser imágenes suyas, ser hijos suyos; por eso los ciegos, los pobres, los presos, los oprimidos... constituyen la principal preocupación de Dios, y ellos ocuparán el centro de la atención del Mesías y -así debería ser- de los segui­dores de este Mesías.
Los que esperaban un Mesías nacionalista también queda­ron decepcionados.

III
EL PROLOGO
DE LA DOBLE OBRA DE LUCAS
El Evangelio de Lucas (sigla: Lc) y el libro de los Hechos de los Apóstoles (sigla: Hch) no constituyen dos obras indepen­dientes, destinadas a recopilar datos sobre Jesús (el Evangelio) y sobre la iglesia primitiva (Hechos), a modo de una crónica de hechos y dichos de personajes importantes, sino una obra doble (sólo recientemente se ha empezado a hablar en los círculos de exegetas de la «doble obra lucana») destinada a la edificación de la comunidad creyente, escrita en forma de díptico: dos libros formando un solo volumen.
La repetición de unos mismos temas al final del Evangelio (Lc 24) y al comienzo de los Hechos (Hch 1,3-14) religa los dos libros. El prólogo del Evangelio es válido para ambos, como lo demuestra el hecho de que al inicio del segundo libro se haga referencia a los contenidos del «primer libro» relativos a los «hechos y dichos de Jesús» y a la «misión» encomendada por él a los apóstoles, a la par que se repite el nombre de «Teófilo» como destinatario único de la obra. La actividad y la enseñanza de Jesús narradas en el Evangelio permiten enjuiciar -por ana­logía o contraste con el modelo- las tendencias existentes en el seno de la iglesia primitiva que aparecen en Hechos.
He aquí, de forma estructurada, el prólogo de la doble obra lucana:
«Dado que muchos han intentado hacer
una exposición ordenada de los hechos
que se han verificado entre nosotros,
según lo que nos transmitieron
los que desde un principio fueron testigos oculares
y llegaron a ser garantes del mensaje,
he resuelto yo también,
después de investigarlo todo de nuevo con rigor,
ponértelo por escrito de forma conexa,
excelentísimo Teófilo,
para que compruebes la solidez de las enseñanzas
con que has sido instruido» (Lc 1,1-4).
Lucas presupone la existencia de evangelios -literalmente habla de «muchos» intentos-, escritos en conformidad con una tradición vivida en el seno de la comunidad cristiana («entre nosotros», «nos transmitieron»), tradición que se remonta a los «testigos oculares» (primera generación) que fueron reconocidos por las comunidades creyentes como depositarios auténticos («garantes») del mensaje.
Entre estos «muchos» -probablemente una hipérbole- que «han intentado hacer una exposición ordenada» de los hechos de Jesús hay que contar en primer lugar el Evangelio de Marcos (Mc): dos terceras partes de Mc han sido asumidas por el Evan­gelio de Lucas. Con Mateo (Mt) tiene en común una serie de "logia" (sentencias, parábolas, dichos), que muchos atribuyen a una fuente común (denominada «Q», de «Quelle» = fuente, en alemán), si bien no parece absolutamente necesario postular una fuente independiente. Lucas habla adrede de muchas exposicio­nes ordenadas de los «hechos» de Jesús; no alude a ninguna colección de «dichos». (Poseemos, ciertamente, dos colecciones de sentencias al estilo de la presunta «Q» en los llamados «Evan­gelio de Tomás» y «Evangelio de Felipe», pero son de índole heterodoxa, pues estos «evangelios» prescinden de todo lo que haga referencia al compromiso humano de Jesús.)
Con Juan (Jn), por otro lado, Lucas tiene una serie de motivos comunes que presuponen interdependencia; la mayoría de auto­res considera que Jn es posterior a Lc; yo me inclino más bien por una dependencia de Lc respecto de Jn. ¿Conocía Lucas otros «evangelios»? Es muy probable.
El hecho de que Lucas califique de «intentos» las obras de sus predecesores, podría indicar que no las considera definitivas, sea porque las juzga incompletas o porque no responden ya a las nuevas circunstancias en que se encuentran sus comunidades, sea porque las considera tendenciosas (en el caso que se inspirase en colecciones de dichos de procedencia dudosa). De otro modo no habría «resuelto» «investigarlo todo de nuevo». Lucas em­prende una investigación «rigurosa», a fin de poner en claro las omisiones y deficiencias que, a su juicio, tenían las obras anterio­res. Finalmente decide «ponerlo por escrito de forma conexa», señalando la sucesión lógica de los acontecimientos, las mutuas conexiones, la evolución interior de determinados personajes, la encarnación del mensaje de Jesús en comunidades y personas concretas, etc., así como ordenando los materiales según deter­minadas figuras retóricas, estableciendo paralelismos, marcando crescendos, configurando dípticos, trípticos, etc.
La tarea emprendida por Lucas tiene una finalidad pastoral: que los lectores, personificados por «Teófilo» (= el amigo de / querido por Dios), puedan «comprobar la solidez de las enseñan­zas» que habían recibido durante el catecumenado previo a la iniciación cristiana. Lucas quiere confirmar la autenticidad de ese mensaje.
No se trata, pues, de una simple exposición de los hechos, en orden a componer una historia de Jesús (Lc) o de la iglesia (Hch). Más bien se trata de lo que hoy llamaríamos una «cateque­sis de adultos», destinada a profundizar las cuestiones relativas a la fe/adhesión a Jesús y su mensaje. El suyo no es, por consi­guiente, un proyecto apologético, sino un discurso teológico que quiere incidir en la vida de las comunidades cristianas y en su compromiso concreto. Siguiendo el modelo de Jesús y rehacien­do el proceso que se vieron obligados a recorrer los primeros creyentes hasta llegar a comprender y asimilar su mensaje, el «lector» saldrá enriquecido y podrá disponer de pautas válidas para la predicación.
Hablo de un «lector» (entre comillas), porque estas obras no fueron escritas pensando en lectores modernos, sino en «lec­tores» que las proclamasen en público y explicasen sus conteni­dos, es decir, en «evangelistas». Estos habían sido adiestrados en las técnicas del género literario «evangelio», con el fin de que las pudieran explicar en forma de homilía en las reuniones semanales de la comunidad. La estructuración de la obra a base de secciones, secuencias y pericopas (estas últimas constituyen las unidades menores, perfectamente delimitadas, que tienen senti­do por sí mismas) está condicionada por esta enseñanza cíclica.
Pero Lucas no se contenta con el género «evangelio», el único -si exceptuamos el capitulo 21 de Jn- cultivado por sus predecesores. No le basta con la exposición ordenada de los hechos relativos a Jesús y decide componer un segundo libro, el mal llamado «Hechos de los Apóstoles», con el fin de seguir el desarrollo ulterior de la «buena noticia» (= evangelio, del griego euaggelion) en las primeras comunidades. Detrás de este propósito se adivina la situación de las comunidades «teófilas», a las que Lucas dirige su doble obra, y sus problemas más can­dentes. En verdad, muchos de los problemas que hoy nos acu­cian, Lucas ya se los había planteado, de tal manera que el seguimiento que hace de ellos en el seno de las primeras comu­nidades, aunque hayan cambiado notablemente los ingredientes culturales, continúa siendo útil para nosotros.
El Evangelio de Lucas se compone de siete secciones. Las dos primeras contienen una presentación global de los dos per­sonajes clave de 1a historia de la salvación: Juan Bautista y Jesús Mesías. Juan representa el punto culminante de todo el Antiguo Testamento (AT), de la Alianza que Dios había hecho con el pueblo de Israel, pero que había quedado obsoleta al establecer Jesús una nueva con su muerte; Jesús, el Hombre nuevo, es el iniciador de la nueva y definitiva Alianza de Dios con la huma­nidad.
En la primera sección (Lc 1,5-2,52) presenta a grandes rasgos los dos personajes, insistiendo en los respectivos condiciona­mientos que los rodean y en la novedad que aportarán. En la segunda (3,1-4,44) esboza globalmente la misión precursora de Juan como Bautista y la misión liberadora de Jesús como Mesías.
La tercera sección (5,1-6,11) contiene la llamada del Israel histórico, tanto el ortodoxo como el heterodoxo. La cuarta (6,12-9,50) traza el retrato robot, es decir, los rasgos maestros de la figura de Jesús. La quinta (9,51-19,46), la más extensa, es la sección del viaje de Galilea a Jerusalén atravesando Samaría. La sexta (19,47-21,38) abraza el período de enseñanza y la polémica de Jesús en el templo. Finalmente, la séptima sección (22,1-24,53) describe la última y definitiva Pascua de Jesús, el éxodo del Mesías.

CUALQUIER LECTURA REDUCTIVA DE LA BIBLIA
PROMUEVE EL FANATISMO RELIGIOSO
El primer episodio tiene lugar en la sinagoga de Nazaret, bastión del nacionalismo más exaltado, merced a su complicada orografía, que favorecía la resistencia armada contra las tropas de ocupación. Jesús regresa a su pueblo con la aureola de predi­cador / taumaturgo de que viene rodeado por su actividad en Cafarnaún (cf. 4,23). Jesús tiene por costumbre acudir a la sina­goga el sábado, para enseñar y encontrarse con el pueblo (4,15). En Nazaret, sin embargo, proclama el cambio total que se ha producido en su vida después de la gran experiencia de Dios que ha tenido en el Jordán. Jesús tiene ahora plena conciencia de ser el Mesías que ha de inaugurar el reinado definitivo de Dios en la historia de la humanidad. Pero sabe muy bien que su mesianismo no comulga con el triunfalismo que lo rodea. Las tentaciones del desierto han servido para clarificar este concepto.
El ambiente de la sinagoga es de suma expectación. Pretende que Jesús se pronuncie públicamente a favor de la causa nacio­nalista y que se ponga del lado de los fanáticos. Jesús es quien toma la iniciativa de levantarse para tener la lectura. El respon­sable de la sinagoga pone en sus manos el rollo del profeta Isaías, que contenía ciertas profecías mesiánicas que todos se sabían de memoria. Jesús abre el volumen en el pasaje preciso (4,17: «dio», después de buscarlo, «con el pasaje donde estaba escrito») donde se habla sin ambages del cambio histórico que el Mesías debía llevar a cabo a favor de Israel y contra las naciones paganas que lo oprimen. Lee en voz alta este pasaje, pero interrumpe la lectura al final del primer hemistiquio de un verso, silenciando el otro hemistiquio que todos esperaban. El texto de Isaías (61,ls) decía:

«El Espíritu del Señor descansa sobre mí,
/ porque él me ha ungido...
para proclamar el año favorable del Señor
/ y el día del desquite (de Dios).»

Jesús proclama que la profecía se acaba de cumplir en su persona (4,21: «Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado») y centra su homilía en la inauguración del Año Santo por excelencia, «El año favorable del Señor», pero omite cualquier referencia al desquite / castigo contra el Imperio romano opresor.

IV
En el libro de Nehemías se nos cuenta de una lectura pública y solemne del libro de la ley de Dios, el que nosotros los cristianos llamamos Pentateuco y en cambio los judíos designan como "Torah", Ley. Estamos a finales del siglo V AC, los judíos hace pocos años que han regresado del destierro en Babilonia y a duras penas han logrado reconstruir el templo, las murallas de la ciudad, sus propias casas. Enfrentan la hostilidad de muchos vecinos envidiosos que los emperadores persas les hayan permitido regresar. Les hace falta urgentemente una norma de vida, una especie de "constitución" por medio de la cual puedan regirse en todos las aspectos de la vida personal, social y religiosa. Esdras, un líder carismático, respetado por todos y considerado levita y escriba, es decir, sacerdote y maestro, les da esa ley, esa constitución que necesitan, proclamando solemnemente, ante todo el pueblo reunido, la santa Ley de Dios. Ya vimos como respondió la gente: comprometiéndose a cumplirla y guardarla, llorando sus infidelidades y, a instancias de sus líderes, celebrando una fiesta nacional: la fiesta de la promulgación de la Ley divina. Desde ese remoto día, quinientos años antes de Jesucristo, hasta hoy, los judíos ordenan sus vidas según los mandatos de la Torah o Pentateuco.
El texto de Lc 4, 14ss era un texto sin relevancia en la vida práctica de la comunidad cristiana hasta hace sólo 50 años, un texto olvidado, como tantos otros que hoy nos parecen fundamentales. Fue la teología latinoamericana la que puso de relieve este texto como capital. Lucas lo pone al inicio de la vida pública de Jesús. Puede que no corresponda a algo que aconteciera realmente al principio (Juan, de hecho, pone otros pasajes como comienzo de su evangelio), pero lo fue en su significación. O sea, tal vez no ocurrieron las cosas así (y no es posible saberlo históricamente), pero Lucas tiene razón cuando sitúa esta escena en su evangelio como un inicio programático que contiene ya, en germen, simbólicamente, toda su misión.
Jesús, sin duda, tuvo que interpretar muchas veces su propia vida con estos textos proféticos de Isaías. Parece obvio que Jesús vio su vida como el cumplimiento, como la prolongación de aquel anuncio profético de la “Buena Noticia para los pobres”. La misión de Jesús es el anuncio de la Buena Noticia de la Liberación. La "ev-angelización" ("eu angelo" = buena noticia) no es más que una forma de la liberación, la "liberación por la palabra".

Las aplicaciones son muchas, y bastante directas:
-La misión cristiana hoy, continuando la misión de Jesús, tiene que ser... eso mismo, o sea: "continuación de la misión de Jesús", en sentido literal y directo. Ser cristiano, en efecto, será «vivir y luchar por la Causa de Jesús», sentirse llamado a proclamar la Buena Noticia de la Liberación, entendiéndolo en su literalidad más material también: la "Buena Noticia" tiene que ser «buena» y tiene que ser «noticia». No se puede sustituir semánticamente por el «catecismo» o la «doctrina». Jesús no vino a enseñar "la doctrina"; la "evangelización" de Jesús no fue una «catequesis eclesiástico-pastoral»...
-La misión de Jesús no puede pretender ser neutral, "de centro", "para todos sin distinción", no inclinada ni para los ricos ni para los pobres... como pretenden tantas veces quienes confunden la Iglesia con una especie de anticipo piadoso de la Cruz Roja... Lo peor que podría decirse del evangelio es que fuese neutral, que no se pronuncia, que no opta por los pobres. La peor ideología sería la que ideologiza el evangelio de Jesús diciendo que es neutro e indiferente a los problemas humanos, sociales, económicos y políticos, porque se referiría sólo a "lo espiritual"...
-Puede ser bueno recordar una vez más: Jesús está lejos de la beneficencia y del asistencialismo... No se trata de "hacer caridad" a los pobres, sino de inaugurar el orden nuevo integral, el único que permite hablar de una liberación real... Es importante caer en la cuenta de que muchas veces que se habla de opción “preferencial” por los pobres se está claramente en una mentalidad asistencial, muy alejada del espíritu de Lc 4, 14ss.
-La palabra evangelizadora, o es activa y práctica en la praxis de liberación, o es anti-evangelizadora. La palabra evangelizadora no es palabra de teoría abstracta. Es una palabra que hace referencia a la realidad y la confronta con el proyecto de Dios. "Evangelizar es liberar por la palabra" (Nolan). Una palabra que no entra en la historia, que no se pronuncia, que se mantiene por encima de ella o en las nubes, que no moviliza, no sacude, no provoca solidaridad (ni suscita enemigos)... no es heredera de la «pasión» del Hijo de Dios.

Algunos recursos para trabajar catequéticamente este evangelio y este tema:
- Albert NOLAN, dominico sudafricano, tiene unas páginas muy bellas sobre el texto de Lucas de hoy, en su libro ¿Quién es este hombre? Jesús antes del cristianismo, Sal Terrae 1981, capítulo 6 sobre "El Reino de Dios" (pág. 75-83 en nuestra edición). El libro puede recogerse en la Biblioteca de Koinonía: http://servicioskoinonia.org/biblioteca
- Los hermanos LÓPEZ VIGIL, en su obra Un tal Jesús dramatizan este texto de Lucas en su capítulo 22, resultando ser un buen material pastoral sobre el que montar una sesión de estudio bíblico. Los jóvenes pueden incluso representarlo teatralmente o como teatro leído. El "discurso" que los autores ponen noveladamente en boca de Jesús tiene una elaboración teológica muy fina. La interpretación que proponen al "Hoy se cumple esta Escritura" ("hoy nos ponemos en marcha") es muy sugerente. En su libro, del mismo título (Lógez Ediciones, Salamanca, 2ª ed. de 1984, pág. 153-160), ofrecen un bello y atinado comentario a este episodio en su capítulo 22. El guión y el comentario pueden ser tomados también de la red, en http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100022  El audio puede ser escuchado o recogido aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap22b.mp3
- La serie Otro Dios es posible, de los mismos autores, tiene un capítulo, el 26, titulado « ¿El Reino en la tierra?», que puede ser trabajado en torno a este tema. Su texto y audio pueden ser recogidos en: http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=120026 

Para la revisión de vida
            Las palabras de Isaías que se aplicó Jesús no son sólo para un «Hijo de Dios», sino para todos los hijos e hijas de Dios... ¿Se cumplen en mí? ¿Me siento también yo «enviado a dar la Buena Noticia a los pobres»...? ¿Es mi vida una buena noticia para los pobres?
Para la reunión de grupo
¿Qué significa hoy anunciar la Buena Noticia de la liberación en un mundo donde los pobres son inmensas multitudes en los barrios periféricos de las grandes ciudades, un océano de pobreza en marea creciente, y están desanimados, desmovilizados, resignados, alienados, soñando diariamente con la vida burguesa que la telenovela les ofrece cada tarde-noche?
¿Qué pueden anunciar de utopía de esperanza (buena noticia para los pobres) quienes de hecho funcionan como si estuvieran convencidos de que estamos en el "final de la historia", o sea, de que el neoliberalismo no tiene alternativa, de que “no se puede hacer nada”, de que estamos en “el mejor de los mundos”, y que los problemas que hay son solamente "accidentales"? (Esto es lo que de hecho piensan -muchas veces sin habérselo confesado a sí mismos- muchos cristianos y muchos agentes de pastoral).
Tomar el capítulo 22 citado de Un tal Jesús, escucharlo y comentarlo en reunión de grupo de estudio. Es un ejercicio excelente, no sólo para este domingo, sino para una buena catequesis sobre la Causa y la Misión de Jesús, y, por tanto, sobre la Misión y la Identidad cristiana.

Para la oración de los fieles
Por todos los hombres y mujeres que todavía esperan la buena noticia de su liberación: para que haya también hoy profetas que se la anuncien, roguemos al Señor.
Por todos los que, consciente o inconscientemente, piensan que la historia llegó a su final, porque creen que ya nada se puede conseguir realmente nuevo distinto de este (des)orden actual: para que el Evangelio les abra a la esperanza...
Por todos los que sirven al pueblo de Dios con la palabra, los agentes de pastoral: predicadores, catequistas, educadores, escritores, teólogos, profesores: para que su palabra sea, como la de Jesús, comprometida y eficaz, encarnada y utópica...
Para que llenos de entusiasmo nos decidamos con alegría a asumir nuestra misión de seguidores de Jesús, anunciadores de la Buena Noticia, constructores de un mundo de paz, de reconciliación universal y de esperanza...
Por todos los que vivimos sin conflicto, para que nos preguntemos si ello puede obedecer a un incumplimiento de la misión de dar la Buena Noticia a los pobres... 
Oración comunitaria
            Oh Dios que en tantos pueblos y religiones has suscitado desde el principio de los tiempos, por obra de tu Espíritu, hombres y mujeres capaces de intuir tu amor liberador por los pobres, y que en Jesús nos has dado a nosotros el modelo perfecto; haz, te pedimos, que también nosotros "hoy", en nuestro día a día, demos cumplimiento al sueño de los profetas, sintiéndonos enviados a anunciar la Buena Noticia a los pobres y a todos los que necesitan convertirse a los pobres. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
            En esta página del Evangelio (Lc 4,14-21) en la que inspiradamente se reconoce ungido y enviado a dar su vida por la Causa del Amor-Justicia-Liberador, reconocemos nosotros un momento alto de la historia evolutiva del Cosmos, de la Vida, de la Humanidad, como el proceso de procesos que va configurando progresivamente el milagro originario, inimaginable, creador, desde la explosión original al ser humano actual. Esta conmoción que Jesús experimenta en la Sinagoga de Nazaret, como la irrupción de una revelación que lo arrebata y le hace descubrir la misión de su vida y de la vida del ser humano en términos de lucha y construcción de la Utopía del Reinado de Dios en la historia, es para nosotros también un hito decisivo del proceso de revelación del sentido de la Vida, de la historia y del Cosmos, momento que para nosotros sigue siendo punto de referencia fundamental, un momento álgido en el proceso encarnatorio-revelatorio de la Divinidad, de la Realidad misma. El Misterio ha ido así cobrando forma y presencia desde dentro del ser humano, encarnándose, condensándose álgidamente en Jesús de Nazaret. Como cristianos, somos personas que hemos quedado marcadas por esa experiencia espiritual de Jesús, experiencia que acogemos, interiorizamos, hacemos nuestra y contemplamos llenos de reverencia.

Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
        - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en 
www.elalmendro.org
        - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico