LUZ DEL DOMINGO
Domingo, 10 de enero de 2016
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
CICLO C
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
CICLO C
Primera
lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7
Salmo responsorial: Salmo 28
Segunda lectura: Hechos 10, 34-38
Salmo responsorial: Salmo 28
Segunda lectura: Hechos 10, 34-38
EVANGELIO
Lucas 3, 15-16. 21-22
Lucas 3, 15-16. 21-22
15Mientras el pueblo aguardaba y
todos se preguntaban para sus adentros si acaso Juan era el Mesías, 16declaró
Juan dirigiéndose a todos:
-Yo os bautizo con agua, pero llega el que
es más fuerte que yo, y yo no soy quién para desatarle la correa de las
sandalias. El os va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.
21Después de bautizarse el pueblo entero, y
mientras oraba Jesús después de su bautismo, se abrió el cielo, 22bajó
sobre él el Espíritu Santo en forma visible, como de paloma, y hubo una voz del
cielo:
-Hijo mío eres tú, yo hoy te he
engendrado.
COMENTARIOS
I
PROMOVER EL DERECHO
La gente pide signos aparatosos, hoy como
ayer. Los fariseos pedían a Jesús señales evidentes que confirmaran su pretendida
autoridad: «Muéstranos una señal que venga del cielo» (Mt 16,1) para que
creamos en ti. Jesús no cayó en la trampa. De habérsela dado hubieran hecho lo
imposible por no verla ni reconocerla...
La gente quiere todas las cosas aprisa. Se impacienta
cuando no ve, tiene miedo a la espera, a que le pidan la colaboración en el
entretanto, a pagar su tributo por el cambio de la vida y de la historia. Y
cuando no ve aprisa, ni se le convence con hechos incontestables y fulminantes,
comienza a desconfiar, a desanimarse, a desesperar. Son muy numerosos los que
confían en prestidigitadores que hacen milagros de mentira y convencen con un
'ahí lo tenéis' y una sonrisa...
Pero la tarea del Mesías no iría por estos caminos,
según estaba anunciado; sería menos espectacular y brillante. Isaías la resumió
con estas palabras: «Promoverá el derecho y no vacilará ni se quebrará hasta
implantar el derecho en la tierra y sus leyes que esperan las islas» (Is
42,lss). Ardua meta para un programa de gobierno.
«Promover fielmente el derecho.» 'Derecho' se deriva
del latín dirigere, y éste, a su vez, de regere: conducir,
guiar. Difícil empresa la de conducir y guiar al pueblo. 'Derecho' se opone a
'torcido'. Enderezar los caminos torcidos del comportamiento humano sería el
objetivo del programa mesiánico, o lo que es igual promover fielmente el
derecho en la tierra de Israel, en el país, en la propia patria y, al mismo
tiempo, dictar leyes que sentaran, a su vez, la base de un nuevo orden
internacional menos torcido del entonces vigente: «Implantar el derecho... y
sus leyes que esperan las islas.» 'Las islas', en el lenguaje poético de
Isaías, son las naciones de la tierra...
Objetivo extremadamente difícil que el Mesías, según
el profeta, habría de realizar sin vacilación ni quebranto: «No vacilará ni se
quebrará hasta implantar el derecho... » Nadie ni nada podría hacer desistir de
semejante empresa al futuro Siervo de Dios.
Derecho que no se habría de implantar a golpes de
fuerza y violencia. Pues fuerza y violencia engendran sinrazón e injusticia.
El Mesías, el liberador «no gritará, ni clamará ni voceará por las calles... »
'Gritar' es propio de quien no dialoga ni escucha, y trata de imponer, por el
tono de la voz, la debilidad de sus argumentos.
En esta tarea, el Mesías -y todo el que se proponga un
objetivo semejante en la sociedad- habrá de armarse de paciencia como Job o
como Dios mismo para no apagar con la prisa los restos de vida que encuentre a
su alrededor: «La caña cascada -esa que no tiene consistencia ni sirve para
nada- no la quebrará, el pabilo vacilante -que amenaza en convertirse en hilo
de humo sin luz ni calor-, no lo apagará.» Su tarea será la de alentar
cualquier soplo de vida, reforzar toda rodilla vacilante, levantar a los que ya
se doblan y crear espacios de libertad, rompiendo cerrojos y barreras, acabando
con la oscuridad y la tiniebla: «Para que abras los ojos de los ciegos, saques
a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las
tinieblas... » Sólo en la libertad es posible la vida y el amor, el valor
supremo que vuelve razonable y placentera la vida misma.
Cuando el Mesías, Jesús,
apareció entre nosotros, el Espíritu de Dios, como paloma que vuelve a su
nido, bajó hasta él para acompañarlo en la tarea. Una voz del cielo explicó el
porqué de tal desplazamiento divino: «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto»
(Lc 3,15ss). Fue el espaldarazo de Dios a su Hijo, que asumió de por vida la
tarea de «implantar el derecho en la tierra» haciendo brotar en el corazón
humano el amor sin barreras.
II
SOLIDARIO CON EL PUEBLO
Aunque el pueblo sea pecador, Jesús se solidariza con
él. Y esto por una razón muy sencilla: es más víctima que culpable del pecado.
Por eso Jesús siempre estará con el pueblo, especialmente cuando sus gentes
toman conciencia de su situación y deciden cambiar, enmendarse, comprometerse y
empezar a construir una vida, un mundo sin pecado.
LOS JERARCAS
NO FUERON; JESUS, SÍ
Después de bautizarse el pueblo entero, y mientras
oraba Jesús después de su bautismo...
Los únicos
que no respondieron a la invitación de Juan fueron los dirigentes; eso es lo
que quiere decir Lucas al indicar que se bautizó el pueblo entero.
Faltaron los sumos sacerdotes, consagrados a organizar
la liturgia del templo, y por eso, sin tiempo para pararse a pensar si tenían
que arrepentirse de algo; tan ocupados estaban en ayudar a los demás a
conseguir el perdón de Dios a cambio de una pequeña limosna como señal de
arrepentimiento... También le debía robar mucho tiempo la necesidad de castigar
a los herejes, sobre todo los que se atrevían a acusarlos a ellos de haberse
corrompido y de estar vendidos al poder del imperio que, a pesar de ser un
poder pagano, les garantizaba su permanencia en el cargo siempre que fueran
dóciles y obedientes.
Tampoco acudieron los letrados y fariseos: ellos que
-¡por supuesto!- no tenían que arrepentirse de nada, ¿cómo iban a mezclarse con
aquella chusma, con la gentuza que violaba varios centenares de veces al día
sus leyes y sus tradiciones?.
Y también faltaron los senadores, los terratenientes,
los aristócratas, que sin duda estaban más preocupados por el rendimiento de
los jornaleros que cultivaban sus campos a cambio de la comida y poco más, que
por esas minucias de las que hablaba Juan: el arrepentimiento, la justicia, el
compartir el pan y el vestido...
Sólo el pueblo, todo el pueblo según Lucas, se acercó
a bautizarse expresando el deseo y el compromiso de construir un mundo sin
pecado, esto es: sin opresión de los pequeños, sin explotación de los pobres,
sin violencia, sin justicia, sin odio, sin egoísmo...
Jesús no era culpable de ningún pecado, no tenía de
qué arrepentirse; pero jamás hizo de ese hecho un motivo de orgullo y, mucho
menos, de desprecio hacia los demás. Jesús sí que fue, desde su mismo
nacimiento, víctima del pecado, y lo sería hasta su misma muerte. Pero el estar
libre de culpa no le impidió la solidaridad con los pecadores del pueblo, no en
tanto que culpables del pecado, sino en cuanto víctimas del mismo. Así, cuando
el pueblo ha manifestado su voluntad de vivir la vida de otra manera, allí está
Jesús para someterse él mismo al rito del bautismo, no como símbolo de arrepentimiento
en relación con su pasado, sino como expresión de su compromiso con el futuro:
un compromiso de amor a la humanidad que lo llevará, al mantenerlo hasta el
final, a entregar su propia vida como muestra de amor y testimonio de
fidelidad. Esto es lo que significa el bautismo de Jesús: que él se solidariza
con ese deseo de cambiar de vida que se expresa en el bautismo del pueblo y que
está dispuesto a dar la vida para que ese cambio sea posible, y realizándose de
acuerdo con el plan de Dios, plenamente satisfactorio para el hombre.
VINCULADOS A JESÚS
... se
abrió el cielo, bajó sobre él el Espíritu Santo en forma visible, como paloma,
y hubo una voz del cielo:
-Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado.
La solidaridad de Jesús con el pueblo, con la
humanidad que sufre por culpa de una organización de la convivencia contraria
al plan de Dios -eso es «el pecado»-, abre el cielo, hace de nuevo posible la
comunicación entre Dios y la humanidad. A pesar de la grandiosidad del templo
de Jerusalén, mandado construir por el rey Herodes, a pesar de las ceremonias
organizadas por los jerarcas de la religión y una y mil veces repetidas en
aquel templo, a pesar de los esfuerzos de los fariseos por inventarse más y más
leyes para aparecer ante la gente y posiblemente ante ellos mismos como los más
santos entre los santos, a pesar de todo esto, la comunicación con Dios se
había hecho imposible. Sólo el compromiso de un hombre con el resto de los
hombres, compromiso de amor hasta la muerte, pudo restablecer la comunicación
entre el cielo y la tierra.
Y en ese momento se manifiesta el carácter del
mesianismo de Jesús: en él se completa definitivamente la obra creadora, ya
que, por poseer en plenitud el Espíritu de Dios, él es el hombre
nuevo, y a él le encomienda Dios la tarea de iniciar el definitivo
proceso de liberación de la humanidad.
Dice San Pablo que por el bautismo hemos sido
vinculados a la muerte de Jesús (Rm 6,3-5). Esto significa que por
el bautismo nos hemos vinculado al compromiso de amor hasta la muerte que Jesús
asume en su bautismo y completa en la cruz, compromiso liberador en favor de
los hombres. El bautismo cristiano que no es el bautismo con agua del
Bautista, sino el bautismo con Espíritu de Jesús-, supone y exige ese
compromiso y nos hace hombres nuevos, hijos de Dios. Por eso, sólo en la
solidaridad con el pueblo que sufre las consecuencias del pecado que sigue
desorganizando la convivencia entre los hombres, podremos realizarnos como
hijos de tal Padre, y seremos fieles a nuestro bautismo sólo si luchamos por un
mundo nuevo.
III
EL INICIO DEL MINISTERIO DE JESÚS, EL PUNTO ALFA DE LA
NUEVA HUMANIDAD
A diferencia de los datos rigurosamente históricos que
encuadran el comienzo del ministerio del Bautista, los datos que describen la
unción mesiánica de Jesús trascienden las categorías y la experiencia del
hombre y no son, por consiguiente, científicamente comprobables. Al doble
«gobierno/gobernador» de Tiberio/Poncio Pilato corresponde ahora un doble
«bautizarse»; a los tres «tetrarcas», tres acontecimientos relativos a la
esfera divina; al «sumo sacerdote», de cariz religioso, la oración de Jesús.
Ofrezco la traducción literal de este pasaje, incorporándole la nueva puntuación
que justifiqué en la revista Bíblica (65/1984):
«Sucedió que,
después de bautizarse el pueblo en
masa
y -habiéndose bautizado Jesús,
mientras oraba-
después que se hubiese abierto el cielo
y que hubiese bajado el Espíritu Santo sobre
él
en forma corpórea como de paloma
y que se hubiese oído una voz del cielo:
«Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado",
también él, Jesús, comenzaba como a la edad de treinta
años, siendo hijo -según se creía- de José (1º), de... Josué
(28º)... de David (42º)... de Abrahán (56º)... de Henoc (70º)... de Adán (76º),
de Dios (77º).»
Con dos encabezamientos solemnes, uno repleto de datos
históricos y el otro rebosante de rasgos metahistóricos, Lucas enmarca el que
podríamos llamar punto Alfa de la historia del Hombre nuevo, momento en que
Jesús inaugura el reinado de Dios entre los hombres. Juan inició su predicación
dirigiendo a todo el pueblo de Israel la enmienda como respuesta a la situación
de opresión en que vivía el pueblo bajo el poder despótico ejercido por los
gobernantes extranjeros y por sus propios dirigentes, civiles y religiosos;
Jesús ha acudido al Jordán como uno más, pero no para sellar con el bautismo de
agua una actitud interior de conversión, sino para sancionar con un gesto
significativo su plena disposición interior a aceptar hasta la misma muerte
(sentido de la inmersión en el agua), a fin de llevar a término el encargo que
le había sido confiado. Los acontecimientos externos que tienen lugar después
de haberse bautizado, en el momento en que se puso a orar y durante la
plegaria, sirven para describir la experiencia interior que acaba de tener
Jesús en el momento de su unción mesiánica. A la disposición expresada por
Jesús de entrega incondicional, corresponde por parte de Dios la donación total
de su Espíritu.
La fortísima experiencia que ha tenido Jesús en su
unción mesiánica se describe a base de tres imágenes, dos visuales y una
auditiva. El «cielo abierto» de par en par, después de siglos en que se ha
mantenido «cerrado», por haber acallado el pueblo de Israel la voz de los
profetas, abre una nueva etapa en la historia, la comunicación definitiva y
permanente del hombre con Dios. Se trata de una imagen visual estática. La
segunda, en cambio, es dinámica: la bajada del Espíritu Santo sobre Jesús para
ungirlo con la unción del rey mesiánico (Is 11,1-5), del Servidor de Dios con
misión universal (42,1 -7), del Profeta-Mesías (61,1-4). No se trata ya de una
inspiración puntual, por el estilo de los profetas, sino de una unción
permanente, al reposar el Espíritu «sobre él».
La forma de paloma alude al Espíritu creador de Gn
1,2; la calificación de «corpórea» subraya que se trata de una experiencia
real y tangible, aunque describa una experiencia personal. Los evangelistas
suelen echar mano de imágenes y figuras externas para describir experiencias
interiores. La unión efectiva y permanente entre el Espíritu de Dios y el
hombre Jesús cierra una etapa de la revelación (AT) y abre una nueva: la
creación culmina en Jesús, el Hombre perfectamente acabado, el Hijo del hombre.
El texto de la comunicación
celeste, imagen auditiva, varía según los manuscritos. La que figura en la
mayoría de traducciones: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto», es igual a la
de Marcos. Seguimos la que se encuentra en algunos manuscritos y muchos Padres
de la Iglesia latinos y griegos antiguos, inspirada en el Salmo 2,7, por
considerarla propia, si bien no exclusiva de Lucas (cf. Hch 13,33; Heb 1,5;
5,5).
En el preciso momento en que Jesús se ha puesto a orar
abriendo un diálogo permanente del hombre con Dios, éste ha derramado sobre él
la plenitud de su Espíritu dándole a luz como Mesías.
«QUINCE» Y «TREINTA AÑOS», HISTORIA Y METAHISTORIA
El matiz anafórico «también él» y la comparación «como
a la edad de treinta años» postulan un término de referencia. Lucas alude con
frecuencia a paradigmas del AT. En el caso que nos ocupa, quien empezó a reinar
precisamente a los «treinta años» fue David. Jesús, a quien Dios, su Padre,
acaba de otorgar el trono de David (cf. 1,32), empieza su reinado que no tendrá
fin (cf. 1,33) a la misma edad que David. De todos modos, esta cifra es más
simbólica que real: «treinta años» representan la madurez (3 x 10) del
individuo, así como «cuarenta» hace referencia a la duración de la vida humana
en aquella época / de una generación.
Pero al comparar el inicio del ministerio precursor de
Juan con el mesiánico de Jesús se puede observar todavía otro elemento de
contraste: Juan inició su singladura el «año decimoquinto»; Jesús, a los
«treinta años»; el ministerio de Jesús comienza a la edad madura del hombre, en
el duodécimo período de la historia de la humanidad, después que de José hasta
Dios, pasando entre otros por Josué, David, Abrahán, Henoc, Adán, se contabilizasen
once septenarios (7 x 11 = 77).
Lucas no se propuso establecer la genealogía de Jesús,
sino, al contrario, la de José, de cuya estirpe procedía -«según se creía»-
Jesús, siendo así que en realidad venía directamente de Dios: «Hijo mío eres
tú, yo hoy te he engendrado.» Dios acaba de dar a luz su proyecto sobre el
hombre en la persona de Jesús: carne + Espíritu son los dos componentes
esenciales del Hombre nuevo, tal y como Dios lo había proyectado desde el
comienzo de la creación y que ahora, por vez primera, ha podido manifestar
como ya realizado.
IV
Hoy celebra la liturgia el bautismo de Jesús.
Las lecturas de este día nos ofrecen tres elementos que identifican el
verdadero bautismo en el Señor.
Un primer elemento lo encontramos en el texto de
Isaías, quien nos habla de la actitud del siervo de Dios; éste ha sido llamado
y asistido por el Espíritu para llevar a cabo una especial misión en el pueblo
de Israel: hacer presente con su vida la actitud misma de Dios para con la
humanidad; es decir, evidenciar que Dios instaura su justicia y su luz por
medio de la debilidad del ser humano. Por tanto, la tarea de todo bautizado es
testimoniar que Dios está actuando en su vida; signo de ello es su manera de
existir en medio de la comunidad; debe ser una existencia que promueva la
solidaridad y la justicia con los más débiles, pues en ellos Dios actúa y
salva; en ellos se hace presente la liberación querida por Dios.
El segundo elemento está presente en el relato de los
Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato es afirmar que el
mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret, es para todos
sin excepción. La única exigencia para ser partícipe de la obra de Dios es
iniciar un proceso de cambio (respetar a Dios y practicar la justicia), que
consiste en abrirse a Dios y abandonar toda clase de egoísmo para poder ir, en
total libertad, al encuentro del otro, pues es en el otro donde se manifiesta
Dios. A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene el deber de pasar por la vida “haciendo
el bien”; tiene la tarea constante de cambiar, de despojarse de todo interés
egoísta para poder así ser testigo de la salvación.
El evangelio de Mateo desarrolla el tercer elemento
que identifica el verdadero bautismo: La obediencia a la voluntad del Padre.
“La justicia plena” a la que se refiere Jesús en el diálogo con Juan el
Bautista manifiesta la íntima relación existente entre el Hijo de Dios y el
proyecto del Padre. Esto significa que el bautismo es la plenitud de la
justicia de Dios, ya que las actitudes y comportamientos de Jesús tienen como
fin hacer la voluntad de Dios. Esta obediencia y apertura a la acción de Dios
afirma su condición de hijo; es hijo porque obedece y se identifica con el
Padre. Esta identidad de Jesús con el Padre (ser Hijo de Dios) se corrobora en
los sucesos que acompañan el bautismo: El cielo se abre, desciende el Espíritu
y una voz comunica que Jesús es Hijo predilecto de Dios. Es «hijo» a la manera
del siervo sufriente de Isaías (Is 42,1): hijo obediente que se encarna en la
historia y participa completamente de la realidad humana. El bautismo, en
consecuencia, provoca y muestra la actitud de toda persona abierta a la
divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el
llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y
procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios.
Por desgracia, en la actualidad el bautismo se ha limitado al mero rito
religioso, desligándolo de la vida y la experiencia de fe de la persona
creyente. Se ha olvidado que el bautismo es el hecho fundamental del ser
cristiano, pues evoca la vida, la muerte y la resurrección de Cristo y la
participación de todo cristiano en este misterio. El bautismo viene a
significar en síntesis, y teniendo en cuenta los elementos descritos
anteriormente, la entrega generosa a Dios y a los hermanos a ejemplo del mismo
Cristo.
Para la revisión de vida
Hoy es el primer domingo del “tiempo ordinario”;
se acabaron los “tiempos fuertes” de la liturgia, el adviento y la navidad;
vuelve la vida ordinaria… Un adagio clásico de ascética decía: “in ordinariis,
non ordinarius”, para expresar la meta de quien quiere ser santo
(‘extraordinario’) en las cosas ordinarias, en la vida diaria… Al comenzar el
“tiempo ordinario” debemos renovar nuestro deseo de vivir
“extraordinariamente”. Uno de los estribillos de espiritualidad del Concilio
Vaticano II fue su insistencia en que la santidad no hay que buscarla por
caminos extraordinarios, sino «por», «a través» de la vida ordinaria (LG
39-42).
Para la reunión de grupo
La misión del mesías puede leerse como “implantar el
Derecho”. Reflexionemos: ¿Qué relación tiene el Derecho con la misión de todo
un Mesías? ¿Qué relación puede tener el Derecho con la misión de todo un
cristiano?
¿Cómo está nuestro mundo desde la óptica del Derecho?
¿Es el Derecho (Internacional, mundial) el que rige el “orden” del mundo? ¿Estamos
avanzando hacia un ordenamiento jurídico mejor, o hemos retrocedido hacia la
ley de la selva, la ley del más fuerte, la justicia (o venganza) por la mano
propia…? ¿Puede ser la promoción del derecho y la exigencia de un nuevo Derecho
Mundial uno de los grandes deberes de los cristianos, para hacer efectiva en
nosotros la misión del Mesías en el mundo actual?
¿Guarda el bautismo de Jesús alguna relación con
nuestro bautismo?
Jesús “se bautizó como adulto”; en no pocos lugares
los “nuevos movimientos religiosos” y las sectas acusan a los católicos de que
nuestro bautismo no es válido, por ser administrado a los niños… ¿Qué pensar?
¿Debería reformarse la pastoral bautismal?
Para la oración de los fieles
Para que todos los hombres y mujeres, sean de la religión
que sean, acepten y fomenten el Amor, la Justicia y el Derecho, roguemos al
Señor…
Por todos los seguidores de Jesús, para que se
distingan siempre –como el Mesías en el que creen- por su amor a la paz, a la
concordia, a la justicia y al derecho…
Para que aprendamos de todos los hombres y mujeres, de
cualquier religión, que han descubierto el imperativo absoluto de los derechos
humanos, que vienen a ser “derechos divinos”…
Para que todos renovemos nuestro bautismo: nuestra
decisión de seguir a Jesús y comprometernos con su proyecto mesiánico de
“implantar el Derecho en el mundo”…
Para que la Iglesia resuelva de la mejor manera
posible la problemática inherente a la pastoral del bautismo de niños…
Oración comunitaria
Dios Padre nuestro, que en el bautismo de Jesús
lo has proclamado como tu “Hijo muy amado, el predilecto”; te suplicamos nos
cobijes bajo su nombre y nos concedas conformarnos cada día más cercanamente a
su imagen, haciendo nuestra su Causa y prosiguiendo su misión de ser “luz de
las naciones” y de “implantar el Derecho en la tierra”. Te lo pedimos por el
mismo Jesucristo nuestro Señor…
Misterio Infinito, inexpresable, que queremos
adorar en silencio, sin palabras... Reconocemos tu Presencia ubicuamente, en el
corazón de la Materia y en las raíces de la Realidad, en lo mejor del ser
humano, que nos conduce por eso a una convergencia incontenible con el Amor,
con la Justicia y la Fraternidad. Ayúdanos a adorarte con el Corazón profundo
de nuestro ser, y con la práctica de la justicia, «pasando por la vida haciendo
el bien, y curando a nuestros hermanos y hermanas de toda opresión».
Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por
Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba. - Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba. - Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid. Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico |
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