jueves, 16 de enero de 2025

Dílar San Sebastián 2025

Parroquia de Dílar 

Día de San Sebastián - 2025

Consagración del Altar Mayor y Confirmaciones



Andréi Rubliov  Icono de la Trinidad
Altar Mayor de Dílar - Escultor: Cristian Castillo Prados

Introducción:


Nos disponemos, en Dílar, en el día de hoy, 20 de enero de 2025, festividad de nuestro patrón San Sebastián, a bendecir un nuevo Altar Mayor; se trata de un altar que, sin duda, por los materiales utilizados, es nuevo, y sin embargo, no innovamos; todo lo contrario, nos arraigamos y actualizamos la herencia recibida de nuestros antepasados desde hace miles de años para, desde ahí, vivir el presente abiertos al futuro. 


Tras el concilio Vaticano II, se instó a que el Altar Mayor pudiese ser rodeado por sus cuatro caras; en la década de los 60 del s. XX, como sabemos, vivíamos todavía una época de penuria económica que impulsó a mucha gente a marchar, bien a otras zonas del país, bien a otros países en busca de trabajo; no era, por tanto, el momento de gastar mucho dinero en un nuevo altar, y por ello, se puso un altar digno pero con algún elemento mejorable, (por ejemplo, el material era de aglomerado); hoy la situación ha cambiado, gracias a Dios, y la mayoría de la gente en sus casas utiliza materiales nobles para su construcción; qué menos que el Altar Mayor de la parroquia sea de mármol. Antes de pedir la construcción del nuevo Altar, intenté recuperar para esa función el que durante cientos de años había sido el Altar Mayor, pero como sabéis está bajo el sagrario y si lo adelantábamos para que pudiese ser rodeado por sus cuatro lados, lo habríamos destrozado. ¿Por qué no se ha hecho antes? Sabéis que no se ha parado de realizar obras de restauración, no sólo del patrimonio artístico sino también de propio templo y de la casa parroquial; y todo ello a lo largo de muchos años con elevado coste. Ahora ha llegado el momento de renovar el Altar Mayor según las normas emanadas del Concilio Vaticano II.


Celebración Eucarística Dílar


-Nuestro tiempo.


A veces, podemos pensar que por ser los últimos que hemos llegado a la Tierra, a esta tierra, formamos parte del momento cumbre de la historia; pero esto no es así; hay momentos claves en la historia, como el nacimiento de Jesucristo o el descubrimiento de América, que cambiaron la vida, la historia, de toda la humanidad; no parece que, por ahora, esta época sea una de ellas, aunque se han introducido elementos que, como sabéis, han modificado los comportamientos en lo referente al mundo digital y a la globalización; estos dos acontecimientos y sus consecuencias se prolongarán a lo largo de la historia de los hombres; sin embargo, hay algunos acontecimientos que, si bien no han convulsionado a toda la humanidad, sí nos afectan a nosotros, pues se circunscriben fundamentalmente a Europa y a una parte importante de occidente. Uno de ellos es el sistema económico neoliberal y el otro el nihilismo; ambos dejarán su huella pero no serán definitivos. Nosotros, como Pueblo de Dios, desde hace más de 2.000 años, hemos vivido muchos hechos históricos que para los que estaban sumergidos en su época les podrían parecer totales en el espacio y en el tiempo, pero no lo fueron. Dado el carácter de la celebración Eucarística, donde recibirán algunas personas el sacramento de la confirmación y se consagrará el nuevo Altar Mayor, quisiera brevemente y de forma sencilla detenerme en el tema del nihilismo.

Altar Mayor Dílar - Banquete Griego
Escultor: Cristian Castillo Prados

Como sabemos, nihilismo tiene que ver con la nada y esta nada tiene que ver con los cimientos de la realidad, de la sociedad, del hombre; Wendy Brown, profesora en Berkeley, dirá en su libro Tiempos nihilistas : “El nihilismo se manifiesta hoy como un caos moral omnipresente o falta de sinceridad, pero también como una afirmación de poder y deseo despojada de la preocupación por rendir cuentas no sólo ante la ética, sino también ante la verdad, la justicia, las consecuencias o al futuro”. Con el nihilismo el dinero pierde su valor; por una parte, el salario que cada persona percibe por su trabajo no es reflejo de su esfuerzo, sacrificio y dedicación; por otra parte, en el mundo financiero, el dinero es una ficción que tampoco refleja ni el valor del oro, ni el valor de las naciones; el dinero es un convencionalismo sometido a unas reglas inventadas; del mismo modo, como solemos escuchar últimamente, lo importante no es que un hecho sea verdad o mentira sino que lo importante es el relato, la narración independientemente de que sea verdad o mentira; esto, en labios de hombres poderosos, es peligroso, pues los relatos siempre son interesados donde siempre prevalecerá el de aquel que más fuerza tenga; aquí tendríamos que decir, como Machado en su Juan de Mairena: “la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero”.

Virgen de las Nieves Dílar

El nihilismo hace del mundo una casa bien construida y bonita pero que carece de cimientos; está en el aire, cualquier acontecimiento hará que se resquebraje y que se pueda hundir; los habitantes de la casa, ante esta situación, reaccionan de forma diversa: unos entran en pánico, otros viven en una constante ansiedad, otros están dormidos y no se han enterado y además les da igual; otros, la mayoría, no saben qué hacer, no saben en qué habitación estarán más seguros, están desorientados; otros aprovechan la ocasión para ser el presidente de la comunidad de vecinos; otros están tranquilos porque piensan, porque saben, que la casa sí tiene cimientos y que lo que carece de cimientos son las soluciones nacidas, o bien utilizando a Dios, o bien ignorándolo para sostener una casa que está muy bien asentada; entre estos últimos nos encontramos nosotros ya que pensamos, creemos y sabemos que Dios está, pero también sabemos que Éste no es un superente, que no es manipulable como sí lo es la idea o concepto de Dios así como la idea de no-Dios. Esto recuerda al texto bíblico de la casa construida sobre roca o sobre arena o el cuento de los tres cerditos en el que cada uno se construyó una casa, uno de paja, otro de madera y otro de ladrillo; los nihilistas piensan que la casa es de paja o que está construida sobre arena. Para ellos la sociedad y toda la realidad es de paja. Tanto para aquellos que piensan que la casa está construida sobre arena como para los que piensan que está construida sobre roca, el cimiento sería Dios; para los primeros, Dios no está; y para los segundos, sí está y sería la roca sobre la que está sostenida la realidad, la casa, el hombre. Recordemos que esta situación se da en occidente (recordemos también la prepotencia habitual de occidente), que los países musulmanes, que son muchos millones de personas, no dudan de que Dios está y es la roca que cimienta la realidad; igualmente sucede en los países de Asia, como la India, o en la Rusia actual; incluso en occidente somos muchos los millones de personas que pensamos, porque sabemos, que la realidad y el hombre están sustentados sobre roca, que Dios está; para algunos, como para María Zambrano, Dios está pero se ha ocultado en las entrañas, en lo más profundo, haciendo que los habitantes de la casa piensen y sientan su ausencia, provocando un caos entre los habitantes de la casa; no saben qué hacer ni cómo actuar; es como sentir hambre y no tener qué comer y al final terminar alimentándose de cualquier cosa sabiendo que jamás saciará el apetito. ¿Por qué se da esta situación en occidente y no en otras áreas culturales y religiosas del planeta? El motivo es que el cristianismo está ligado al pensamiento filosófico racional griego; así, el Papa Benedicto XVI, en su discurso en la universidad de Ratisbona, dirá: “El encuentro entre el mensaje bíblico y el pensamiento griego no era una simple casualidad”; esta relación comienza con la traducción del Antiguo Testamento al griego; esto es, en el encuentro entre el mundo judío y el griego, de donde surgirá la traducción de los LXX, que es mucho más que una simple traducción. Lo que hoy está oscureciendo la certeza de Dios no es el mundo bíblico y la experiencia de la fe sino del debilitamiento del mundo filosófico, de la razón; es ésta la que ha entrado en el nihilismo, seguramente al concebir a Dios como expuso Heidegger en su discurso sobre la ontoteología, como un super-ente controlable por el hombre; al reducir a Dios a un concepto; al convertir a Dios en un ídolo. Otro elemento que dificulta el discurso racional es el concebir la razón de forma restrictiva reduciendo su fuerza al método científico-técnico, imposibilitando de esta manera que pueda dar razones de la vida completa del hombre; por otra parte, la ciencia no es algo neutro sino que a veces queda reducida a ideología, como mostró la Escuela de Frankfurt, al estar, no al servicio del hombre, sino al servicio de los intereses de determinadas élites. Este debilitamiento de la razón llevó a Juan Pablo II a publicar la encíclica Fides et Ratio con la aspiración, entre otras, de fortalecer a la razón. Sin embargo, no debemos esperar para vivir a que los que conciben la razón de esta manera restrictiva den permiso al hombre para pensar de forma diversa, a pensar desde una concepción de la razón más abierta que nos permita comprender la vida. La vida es mucho más que la razón concebida con estrechez; Ratzinger, en ese mismo discurso en la universidad alemana, dirá: “Si la ciencia en su conjunto es sólo esto, entonces el hombre sufriría una reducción, pues los interrogantes propiamente humanos, es decir, de dónde viene y a dónde va, etc.., no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la <<ciencia>>…; Occidente,  desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida”. La pensadora Simone Weil, tras tener en su vida una experiencia de encuentro con Dios, dirá que no pensaba que Dios se pudiese comunicar, que para ella, hasta ese momento, Dios era sólo un concepto necesario para el discurso filosófico; de la misma manera opinará, tras una experiencia parecida, García Morente, decano de la facultad de filosofía de la Complutense, y así podríamos seguir trayendo a colación a otros muchos que muestran primero que la vida es mucho más que el pensamiento racional y que éste fracasa al coartarse sus propias posibilidades, impidiéndose a sí misma dar razón de toda la vida y la vida de todos, no sólo en lo referente al hombre medio. Necesitamos una comprensión de la razón abierta; otros defienden una razón débil, como Gianni Vattimo; éste, en su libro Alrededor del ser, dirá que “cuando Heidegger declara al Spiegel, en la famosa entrevista de 1976, que <<ahora sólo un dios puede salvarnos>>, anticipa la experiencia a la que nos enfrentamos hoy en día con más intensidad que nunca: no es posible un proyecto de emancipación que no sea esencialmente <<religioso>>, que no mire más allá del mundo del cálculo y de las conquistas materiales. <<Los pobres siempre estarán con nosotros>>, según aquella frase del Evangelio, tienen siempre hambre y sed porque los bienes son escasos o porque están mal distribuidos. En este sentido, si tienen hambre y sed de comida y de bebida, también tienen hambre y sed, principalmente, de justicia. Podríamos incluso traducir de modo más audaz: tienen hambre y sed de política, de <<existencia>>, y no solamente de <<asistencia>>… También a estos aspectos <<espirituales>>, pero más generalmente existenciales de la revolución, mira el ojo religioso, mucho más que a la programación económica y técnica. La cual, por supuesto, resulta indispensable para garantizar condiciones básicas aceptables. Pero no basta, por sí sola, ni  puede verdaderamente realizar sola. <<Sólo un dios puede salvarnos>> significa también que cualquier transformación social que logre progreso económico y una distribución más equitativa de bienes y cargas no se puede lograr hoy sin un compromiso religioso…; nos damos cuenta de que una sociedad plenamente racionalizada es una prisión justo cuando se convierte en realidad. Por otro lado, también la mera y simple búsqueda de la emancipación económica puede tener éxito sólo cuando está motivada por otra cosa, cuando tiene una inspiración <<religiosa>>”. El hombre es mucho más que su propio cuerpo, es un ser transcendente que tiene la capacidad de aspirar a mucho más que a satisfacer sus necesidades instintivas; el hombre es un ser sagrado, de lo que es consciente en la medida en que entra en relación con Dios y Éste se desvela entrando en relación con el hombre. Dostoievski afirmará a través de uno de los hermanos Karamazov, “Si Dios no existe, todo está permitido”; este “todo está permitido”se refiere, no a la libertad, sino precisamente a la actuación del hombre contra sí mismo, contra el otro, contra la tierra que habita, contra Dios. Dios se nos muestra como esencial para nuestra convivencia en fraternidad.

Dílar - Pueblo - Cortijos - Patrona

Nuestra tierra:


Nuestro templo parroquial está, habitualmente, presidido por la Cruz de los emigrantes; ella es expresión de pertenencia a esta tierra de aquellos que en algún momento tuvieron que abandonar Dílar por diversas circunstancias; la Cruz es testigo y memoria de la comunión que se establece entre nosotros y la tierra a la que pertenecemos; esa tierra no es donde nacemos ni donde pacemos sino aquella donde están enterrados nuestros antepasados. Saber quiénes somos, de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces es fundamental. Una persona que olvide esto se encuentra desarraigada y otros vendrán que le dirán quién es y conformarán su identidad, identidad falsa. Simone Weil nos indica en su libro Echar raíces que esto “quizás sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana… Un ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimientos de futuro. Participación natural, esto es, inducida automáticamente por el lugar, de nacimiento, la profesión, el entorno. El ser humano tiene necesidad de echar múltiples raíces, de recibir la totalidad de su vida moral, intelectual y espiritual en los medios de que forma parte naturalmente.”

Altar Mayor Dílar Pascua judía antes de salir de Egipto
Escultor: Cristian Castillo Prados


Para la filósofa francesa, el desarraigo se puede producir aun viviendo en el espacio donde siempre vivió su familia; para ella, un motivo de desarraigo es el dinero, que obliga a una atención constante; otro elemento de desarraigo es el que sufre el desempleado, que no se siente en casa, ni en sus viviendas, ni en los partidos, ni en los sindicatos ni en el mundo cultural; otro factor interno de desarraigo sería la instrucción educativa, que separa al educando de su entorno y tradición cultural, apunta Simone, que si bien al principio se produjo esa separación, tuvo la compensación de sumergir la educación en la cultura griega; más tarde también se despojó de ésta para reorientarse hacia una formación pragmática y técnica: “se suele creer que un pequeño campesino de hoy, alumno de la escuela primaria, sabe más que Pitágoras porque recita dócilmente que la tierra gira alrededor del sol. Pero, de hecho, ya no contempla las estrellas. El sol del que le habla en clase no tiene para él ninguna relación con el que ve. Se le arranca del universo que le circunda de la misma forma que se arranca a los pequeños polinesios de su pasado obligándoles a repetir: <<Nuestros antepasados los galos tenían el cabello rubio>> Lo que hoy llamamos instrucción de masas consiste en tomar esta cultura moderna elaborada en un ámbito así de cerrado, de viciado, de indiferente a la verdad, quitarle cuanto aún pueda contener de oro puro, operación denominada vulgarización y hornear el residuo tal cual en la memoria de los desgraciados que desean aprender, a la manera que se da alpiste a los pájaros.”. Para ella el desarraigado se lanza a desarraigar a los otros. 

Para la parisina Weil, una persona se arraiga en la medida que mantiene viva las tradiciones familiares y sociales heredadas de sus ancestros; como un pasado vivo; para ella, una de las causas de la caída de Francia en manos alemanas en el primer golpe y la resistencia de Inglaterra al terror hitleriano tiene que ver con el desarraigo en el que se encontraba el pueblo francés y el arraigo por el cultivo de sus tradiciones de Inglaterra. Por todo esto, en Dílar, debemos seguir, como lo hacemos, cultivando las tradiciones heredadas de nuestros antepasados; en estas tierras habéis recibido de vuestros padres la gran enseñanza, la más fundamental, que es el propio idioma, pues con él aprendisteis a llamarlos, con él pudieron verbalizarse las primeras oraciones a la virgen de las Nieves; a través de nuestro idioma, el español, recibimos constantemente una gran tradición cultural que nos liga, más allá de nuestro pueblo, a Grecia, a Roma, a la tradición bíblica y todo ello conjugado con la fe en Jesucristo, Hijo de Dios. Conservar las tradiciones como una  realidad viva es fundamental para construir nuestra identidad y, con ello, nuestra vida; así podremos decir con voz alta de dónde vengo y quién soy. 


Es tarea personal y social no caer en el nihilismo y evitar desarraigarnos.

Dílar

El Altar Mayor:


El altar históricamente, ha sido el espacio donde las religiones antiguas mataban a los animales, sacrificios ofrecidos a Dios; para nosotros, los cristianos, el Altar fue la Cruz en donde se crucificó a Cristo; sobre ella los romanos, instigados por el pueblo de Jesucristo, colocaron al Hijo de Dios para darle muerte; lo que estos hombres desconocían era que el Hombre estaba siendo ofrecido como sacrificio a Dios. El cuerpo clavado en la cruz, la sangre derramada sobre ella, al pie, la Madre y Juan; en ese momento en que se expira, se producía el encuentro terrible entre el amor y la muerte; la fuerza del amor de Jesucristo a Dios Padre, a la Madre, al Amigo; y la respuesta de amor con el que es correspondido se convierte en la trampa que da muerte a la muerte; la muerte, como la mayor expresión del mal, es vencida al ser mirada de frente por el amor incondicional e irrenunciable; éste es el motivo por el que los cristianos no hacemos sacrificios, éste está hecho y es insuperable, no usamos a los animales para contentar a Dios.

Antiguo Altar Dílar

La cruz ha sido convertida en la mesa del Altar, ahora, para continuar esa alianza de amor entre Dios y los hombres; alrededor de ella nos sentamos cada vez que celebramos la Eucaristía no para recordar un hecho histórico, sino para incorporarnos al acto de amor de Dios al hombre y de éste a Dios; pues este acto de amor es permanente; en cada Eucaristía, el tiempo se convierte a la vez en pasado, presente y futuro; en un punto, la eternidad. Si para otras experiencias de Dios se ha de sacrificar un cordero para luego comerlo y entrar en relación con Dios, para nosotros, el Cordero, que quita el pecado del mundo, se transforma en pan y el pan, en el Cuerpo de Cristo, que alimenta al pueblo que rodea la mesa del altar; toda la Eucaristía es un acto de amor. Nosotros, a veces, a lo largo de la vida, tenemos alguna experiencia, siempre relacionada con el amor, en la que parece que la eternidad se abre para nosotros; eso, en cada Eucaristía. Pero, además, no se trata sólo de una relación de amor entre un individuo y Dios; durante la celebración de la misa, nos obligamos a abrirnos en esa misma relación a los demás a los que reconocemos como diferentes y semejantes al mismo tiempo; nos reconocemos como hermanos.


Sólo se puede vivir la Eucaristía si me reconozco a mí mismo como un ser que es más que un cuerpo, que yo y los demás somos seres sagrados, pues también somos alma (templos del Espíritu Santo, dirá San Pablo) esto no es una metáfora. En nuestra época, percibimos el intento de reducir al ser humano a un cuerpo; el hombre sería sólo una máquina; pero basta sólo un poco de inteligencia y un poco de autoanálisis para saber que somos mucho más. Tendríamos que preguntarnos: ¿Quién está interesado en que yo crea y piense que sólo soy un mecano complejo? Renunciar a nuestra relación con Dios es como si un águila decidiese cortarse las alas para vivir lo que no es; pero además, le doy permiso a los demás para tratarme como a una máquina. 


Cuando celebramos la Eucaristía, alrededor del Altar, estamos superando el nihilismo al tiempo que nos estamos enraizando en nuestra tierra, en nuestra realidad. Hay muchas teorías para superar el nihilismo, pero son solo discursos; mientras que la celebración de la misa es un acto, inmanente y transcendente al mismo tiempo; cuando participo en la celebración eucarística me sumerjo en esa realidad de forma total; mis ojos contemplan la belleza y la profundidad de la liturgia, del templo, la historia del pueblo esculpida o pintada en sus paredes o respirada en su atmósfera. Heidegger, cuando iba a la iglesia de su pueblo, decía que estaba en un lugar sagrado, no sólo porque Dios estaba sino porque los actos humanos realizados allí lo habían sacralizado; en el templo del pueblo, durante generaciones, los antepasados se han bautizado, se han casado, se han enterrado, han orado en silencio, descansando como San Juan en el costado de Jesucristo; no hay acto de enraizamiento mayor que la conciencia de todos estos hechos; por el oído penetra la Palabra, la humana y la divina, la música, el silencio; con el tacto tocamos al otro en el momento de darle la paz, tocamos el pan eucarístico al comulgar; cada uno toca desde el primer momento su propio cuerpo al persignarnos en tres ocasiones; por el olfato penetra el incienso, el olor de las flores, el olor de los demás y todo el cuerpo detecta la atmósfera; pero no sólo el cuerpo sino  también toda el alma; comenzamos en nombre de Dios, no lo hacemos ni en nombre del Papa ni de ningún hombre por poderoso y admirable que sea; inmediatamente cada uno revisa su conciencia y pedimos perdón a Dios por el mal que hayamos hecho o el bien que hayamos dejado de hacer; escuchamos la palabra de Dios; pensamos, constatamos las necesidades personales y ajenas que, haciéndolas nuestras, pedimos a Dios que nos ayude a superarlas; sobre el altar ponemos el pan y el vino, narramos la historia de amor entre Dios y los hombres; nos deseamos la paz y entramos en comunión con Dios y en Él, con los demás y constantemente oramos y cantamos; constantemente estamos dirigiendo nuestra mirada a Dios, a los demás y al interior de uno mismo; efectivamente, esa parte profunda del alma que la psiquiatría llama inconsciente y María Zambrano entrañas también entra en juego; en la Eucaristía, todo el hombre, todo lo que soy y aquello que en mí se abre al futuro, al inmediato y al eterno, queda inmerso en la liturgia eucarística. En la misa, lo visible e invisible del hombre se encuentra con lo visible e invisible de Dios.


El nuevo altar mayor de la parroquia de Dílar:


Cuando me planteé sustituir el altar mayor por uno nuevo pensé que no quería un altar a la moda, esto es, una simple piedra, al estilo de las nuevas  construcciones de iglesias; y no lo quería así, pues esas construcciones reflejan por una parte el nihilismo, el templo está vacío, no es un hogar: por otra, son templos al estilo de las iglesias protestantes; ambos motivos chirrían en un templo católico; primero porque el templo católico es un reflejo de la bondad y de la belleza de la creación; ni el mundo ni el hombre son malos por naturaleza; el barroco es un amor a la vida, a todo lo creado, que está reflejando la belleza de Dios; por otra parte, cómo crear un templo vacío si en él se ora; esto es, si en el templo, de forma habitual, el hombre se encuentra consigo mismo, con Dios y con los otros y esto no como algo artificial sino como algo espontáneo y habitual; la oración entre nosotros no es un artificio, sino un hecho. Entonces pensé que la mesa del altar mayor debería estar sostenido por la Pascua, el paso de este mundo al otro de Jesucristo, un Calvario; por la Iglesia reunida para celebrar la eucaristía en cualquier época, no sólo como un encuentro entre los hombres, sino de estos con Dios, el icono de la Trinidad de Rublëv; pero Dios ha ido, en la historia, preparando, anticipando la Eucaristía, primeramente en el pueblo judío, que menos que, también, la pascua judía sostenga la mesa del Altar; por último, como he indicado anteriormente el Papa Benedicto, en su discurso en Ratisbona, dejó claro que el evangelio está ligado al pensamiento, a la cultura griega, la búsqueda de la verdad por parte del hombre con sus solos instrumentos a través de la razón y de la voluntad debería también sostener la mesa eucarística; pues nada más noble que el peregrinar en busca de Dios con los solos instrumentos humanos.

Una vez decidido lo que quería se lo propuse a Cristian Castillo Prados, como sabéis natural de Dílar, escultor y hermano mayor de la Hermandad de la Virgen de las Nieves; trabajo, que como podéis ver, ha realizado magistralmente.

Virgen de las Nieves Dílar

El material utilizado es madera de cedro, mármol, óleo, oro, arena. Sobre el mármol se insertan las reliquias de aquellos que vivieron el evangelio y se han convertido, por su santidad, en intercesores por nosotros.


El altar tiene cuatro laterales: el icono de Andréi Rubliov, la Trinidad, está esculpido en el frontal del altar, quedando en paralelo con el pueblo que celebra la eucaristía; el calvario, que mira al sagrario y éste mismo; los otros dos laterales que están en paralelo representan dos escenas históricas, la pascua judía celebrada en Egipto inmediatamente antes de salir camino de su liberación, y la otra representa una escena de un banquete griego, que podría ser el de Platón.


-El icono de la Trinidad de Andréi Rubliov; frontal del altar: el icono está inspirado en el relato del Génesis 18, 1-10,  conocida como la escena de Mambré; dicha escena ha sido interpretada como la presencia de la Santísima Trinidad.


En el icono, hay tres ángeles sentados: el del centro es Jesucristo; el de la derecha es el Espíritu Santo; y el de la izquierda es Dios Padre.


Cristo, sentado en el centro con túnica roja-granate, signo de la humanidad, del sufrimiento, y con manto azul propio de la divinidad. El árbol sobre su cabeza apela a la encina de Mambré, como aparece en el relato del Génesis, simbolizando tanto el árbol del bien y del mal como el árbol de la Cruz, el altar sobre el que fue crucificado Jesús; los dos dedos extendidos son metáfora de lo humano y lo divino; su cabeza se inclina hacia el Padre.


El Padre, sentado a la izquierda con color azul, sostiene un báculo, símbolo de autoridad; sobre su cabeza hay una casa, la morada de Dios; casa que en la escultura del altar, el escultor, Cristián, ha sustituido por la ermita de la Virgen de las Nieves, patrona de Dílar.


El Espíritu Santo está sentado a la derecha; sobre su túnica azul lleva el símbolo de la divinidad, un manto del color verde de la hierba en primavera; son las hojas nuevas que renueva el Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo. Sobre él hay una montaña, lugar de encuentro con Dios, (en la escultura ha sido sustituida por el pico del Veleta); su manto toca la mesa y comunica la santidad de Dios: “Santificar estos dones con la efusión del Espíritu Santo”. También el Espíritu Santo se inclina hacia el Padre, esta sumergido en la Contemplación del Misterio; su brazo tendido hacia el mundo muestra el movimiento descendente de Pentecostés.


Los tres están rodeando una mesa sobre la que hay una copa con un cordero, símbolos de la eucaristía; entre los tres, queda un espacio abierto para otro comensal; ese otro comensal somos nosotros que quedamos incorporados a la comida al celebrar la Eucaristía.


En el icono hay dos elementos imperceptibles, un círculo que simboliza la armonía celestial y un triángulo.


-El Calvario: se representa a Jesucristo en el momento de expirar, a su madre María y al apóstol san Juan. El escultor lo ha realizado en estilo barroco; todo el Calvario mira al sagrario.


-La cena judía, justo antes de abandonar Egipto camino de la liberación: el escultor ha realizado la escultura buscando reflejar  tanto el estilo egipcio como al pueblo judío dispuesto a conquistar su libertad guiado por Moisés, con las jambas de la puerta en rojo como signo de protección de Dios.


-El banquete griego: Carlos García Gual, en su libro Simposios y banquetes griegos; diálogos de amor, vino, literatura, sintetiza el banquete griego, como “un festejo colectivo donde se refleja una cultura de amistad. En la franca y jovial comunicación del grupo de convidados, se expresa un afán hedonista con una exaltación desinhibida del diálogo animado por la camaradería.”


Uno de los diálogos de Platón lleva el título de El Banquete; en él abordará el tema del Amor. Antonio Gómez Robledo, en su libro Platón, los seis grandes temas de su filosofía, nos dirá que en “estos banquetes (…) no se trata, desde luego, de una reunión cualquiera a la que cada cual va comer por comer. Estas comidas en común eran un acto reglamentario, impuesto por el legislador tanto en Atenas como sobre todo en Esparta, con el fin de estrechar la convivencia política.”


Los banquetes griegos, como otros aspectos de la cultura helénica, están prefigurando, anticipando de alguna manera lo que en el cristianismo encontramos como una superación tanto del banquete griego como de la pascua judía, de tal manera que en nuestra eucaristía encontramos tanto lo griego como lo judío.


Quisiera que, en esta eucaristía en que se va a consagrar el nuevo altar mayor, recordásemos a un antiguo párroco de Dílar, don Francisco Delgado Conde, que murió en enero de 1912. Por el pueblo han pasado muchos y muy buenos sacerdotes; ¿por qué ofrecer la eucaristía por este sacerdote? Pues porque seguramente fue el que, de todos, con más fuerza reclama justicia.


Walter Benjamín, pensador alemán, utiliza un cuadro de Paul Klee,  Angelus Novus, para hacernos caer en la cuenta de las ruinas en que van quedando tras de nosotros con el paso del tiempo, con el progreso. El cuadro representa a un ángel que se gira hacia el pasado, tiene las alas desplegadas y los ojos sorprendidos; él es arrastrado hacia el futuro por el viento huracanado del progreso, no puede detenerse y, al girarse hacia el pasado, queda horrorizado al descubrir las ruinas que van quedando atrás; estas ruinas son más que restos arqueológicos: se trata de las injusticias, las muertes injustas, sufridas por nuestros antepasados, por los hombres. Para Benjamín, el pasado siempre está en el presente; para esto toma el concepto judío del tiempo; al igual que indiqué al principio, en la celebración eucarística, sobre el Altar, se une pasado, presente y futuro; Walter siempre va a ir rescatando pequeños fragmentos del pasado, como recogiendo las ruinas vencidas por el tiempo. Recoger un fragmento de la vidas vencidas por la injusticia para reparar tal sufrimiento; hagamos nosotros lo mismo recordando, esta tarde, a Francisco Delgado Conde y a Luis López-Dóriga.


Francisco Delgado Conde, nació en Iznájar sus padres en Loja, y prácticamente toda su vida estuvo de sacerdote en Dílar, desde finales del XIX hasta su muerte; él hará posible, entre otras cosas, la publicación del libro sobre la Virgen de las Nieves en 1899; llegado a la vejez, con 65 años, se presentó a las oposiciones para ir de párroco a Granada o a Loja; tras fracasar en su intento, escribió una carta en la prensa denunciando cómo el desarrollo de las oposiciones fue fraudulento y la cosa llegó a tal punto que él fue en septiembre de 1911 a Madrid a denunciar al arzobispo ante el tribunal de la Rota; el propio obispo escribirá que Francisco fue a denunciarlo pero que el presidente del tribunal lo convenció para que no lo hiciese y así consta en los documentos escritos por el propio obispo; en octubre de ese mismo año, desamparado y sólo, testará dejando sus bienes a la familia de Dílar que lo había cuidado. La injusticia consiste en el desdén y la falta de comprensión con la que el obispo lo trató y ver cómo en este mundo ni aquellos que deben realizar justicia, los tribunales, ante alguien poderoso, hacen que ésta retroceda y el débil quede solo, viviendo lo injusto. Para comprender lo que este hombre sufrió hay que meterse en su alma; un hombre da su vida por un pueblo y por la iglesia y al final el eclesiástico que debe encarnar a Jesucristo, el obispo, decide ser un hombre injusto. Al mismo tiempo, el tal obispo, José Meseguer y Costa, está potenciando a su sobrino, también sacerdote, costeándole los estudios en Alemania, Londres, etc…; hay refranes que predicen el futuro y uno de ellos es:  Dios no se queda con nada de nadie, esto es, la justicia que los hombres no hacen, la realizará Él. Al morir el obispo, su sobrino, Luis López-Doriga y Meseguer, después de ocupar puestos importantes en la diócesis como director de La Gaceta del Sur, lo que hoy es el Ideal, cayó en desgracia ante el nuevo obispo; aun así fue nombrado Deán de la Catedral de Granada; con la llegada de la II República, el obispo es sustituido por otro; López-Doriga es elegido como diputado por un partido de centro-izquierda y, por votar a favor del divorcio en caso de matrimonios casados civilmente, es excomulgado y, tras la guerra murió en el exilio mexicano; antes el Papa Pio XII le levantó la excomunión. Al final, el sobrino del obispo injusto terminó con la misma cruz con la que cargó Francisco Delgado Conde. Ahora bien, esa cruz es la misma con la que cargó Jesucristo, el cual fue despreciado por su propio pueblo; así, ambos sacerdotes se encontraron en la cruz de la injusticia.


Para concluir, recordemos las palabras de Simone Weil en su libro Intuiciones precristianas: “Platón comprendió que la justicia real y perfecta debe carecer de prestigio. La ausencia de prestigio, y no el sufrimiento, constituye la esencia misma de la Pasión. Las palabras de Isaías <<hombre de dolores, experto en enfermedades>>. Resulta que sólo el buen ladrón (de la pasión de Cristo) vio la justicia tal como la concebía Platón, reconociéndola perfecta y desnuda a través de la apariencia de un criminal.”

Vuestro párroco: José Antonio Espejo Zamora



Esquema General de la celebración del Sacramento de la Confirmación

1.-Monición entrada.

2.-Procesión y canto de entrada.

3.-Saludo del arzobispo.

4.-Aspersión agua bendita. Canto.

5.-Se canta el gloria.

6.-Oración colecta.

7.-1ª Lectura. // 8.-Salmo. // 9.-2ª lectura. // 10.-Canto.

11.-Proclamación del Evangelio.

12.-Presentación de los confirmandos.

13.-Homilía del arzobispo.

14.-Renovación de las promesas bautismales.

15.-Monición a la imposición de las manos.

16.-El arzobispo invita a orar.

17.-Imposición de las manos.

18.-Monición a la crismación.

19.-Se acercan los confirmandos al vicario y son crismados.

20.-Se cantan las letanías de los Santos.

21.-Colocación de las reliquias.

22.-Oración de dedicación del Altar.

23.-Unción del Altar.

24.-Incensación del Altar.

25.-Revestimiento e iluminación del Altar.

26.-Comienza el ofertorio….



Orden del Ritual de la Confirmación dentro de la Misa


1.-Monición entrada.

Hermanos: Nos hemos reunidos para celebrar la Confirmación de algunos miembros de nuestra comunidad de bautizados. La Confirmación es uno de los tres Sacramentos de la iniciación cristiana. El arzobispo, preside esta asamblea, en la cual el Espíritu Santo, que ya habita en el corazón de los bautizados, se les infundirá con mayor plenitud, a fin de hacerlos madurar y crecer como cristianos. Renovemos nuestra fe en la presencia del Espíritu del Señor en medio de su asamblea, y dispongámonos a recibir, tanto los que se han de confirmar como los que ya lo estamos, una nueva efusión de sus dones.

2.-Procesión y canto de entrada.

3.-Saludo del arzobispo:

Arzobispo: El Señor esté con vosotros.

           Todos: y con tu espíritu.

4.-Aspersión agua bendita.

5.-El  gloria.

6.-Oración colecta:

Te pedimos, Dios de poder y misericordia,

que envíes tu Espíritu Santo,

para que, haciendo morada en nosotros, 

nos convierta en templos de su gloria.

Por nuestro señor Jesucristo.

7.-1ª Lectura.

8.-Salmo.

9.-2ª lectura.

10.-Canto:

11.-Proclamación del Evangelio.


12.-Presentación de los confirmandos:

(El párroco presenta a los candidatos para la Confirmación)

Se llama a cada candidato por su nombre, y éste se levanta.


Señor Arzobispo:

Estos confirmandos fueron bautizados un día con la promesa de que serían educados en la fe y de que recibirían, un día, por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo que los incorporase más plenamente a Cristo y a la Iglesia por la plenitud de SUS DONES. Ese fue el compromiso de sus padres y padrinos en el día del bautismo. Y éste día ha llegado. Como responsable(s) de la acción catequética en esta comunidad parroquial, tengo el honor de decir a la comunidad reunida, y al señor arzobispo que estos confirmandos han recibido la catequesis adecuada a su edad.

13.-Homilía del arzobispo.

14.-Renovación de los compromisos bautismales 

De pie ante el arzobispo, los candidatos renuevan sus compromisos bautismales:

O/V: ¿Renunciáis a Satanás y a todas sus obras y seducciones?

R: Sí, renuncio.

O/V: ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?

 R: Sí, creo. 

O/V: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? 

R:/ Sí, creo. 

O/V: Creéis en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy os será comunicado de un modo singular por el sacramento de la Confirmación, como fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés?

R: Sí, creo.

O/V: ¿Creéis en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

  R: Sí, creo.

  O/V: ¡Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro!


15.- Imposición de manos

15.1: Monición a la imposición de manos:

El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presencia muy especial del Espíritu Santo. Los Obispos, sus continuadores, transmiten desde entonces el Espíritu Santo como un don por medio del Sacramento de la Confirmación, que ahora se va a comenzar con la imposición de manos del señor arzobispo. La imposición de manos es uno de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y en la liturgia para indicar la transmisión de un poder, o de una fuerza, o de unos derechos.

16.-El obispo invita a orar:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso

 y pidámosle que derrame el Espíritu Santo

 sobre estos hijos de adopción

que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo, 

para que los fortalezca con la abundancia de sus dones,

los consagre con su unción espiritual

y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo.

-Todos oramos en silencio unos instantes.

17.-Imposición de las manos:

Dios todopoderoso,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,

a estos siervos tuyos

y los libraste del pecado,

escucha nuestra oración y envía sobre ellos 

el Espíritu Santo Defensor;

llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia,

de espíritu de consejo y de fortaleza,

de espíritu de ciencia y de piedad,

y cólmalos del espíritu de tu santo temor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.


18.-Monición a la crismación:

 Hemos llegado al momento culminante de la celebración. El obispo les impondrá la mano y los marcará con la cruz gloriosa de Cristo para significar que son propiedad del Señor. Los ungirá con óleo perfumado. Ser crismado es lo mismo que ser Cristo, ser Mesías, ser ungido. Y ser Mesías y Cristo comporta la misma misión que el Señor: dar testimonio de la verdad y ser por 10 el buen olor de las buenas obras, fermento de santidad en el mundo.


-CANTO


19.-Se acercan los confirmandos al arzobispo y son crismados.

-Cada candidato va ante el arzobispo.

  -El padrino coloca su mano derecha sobre el hombro del candidato y dice el nombre del candidato al obispo. 

-El obispo moja su pulgar derecho en el crisma, y con él, hace la señal de la Cruz sobre la frente del candidato.

-Obispo: [Nombre], recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo. 

-Candidato: Amén. 

-Obispo: La paz esté contigo.

  -Candidato: Y con tu espíritu. 

20.-Se Cantan las letanía de los Santos:

(La oración de los fieles se sustituye por las letanías a los santos)

Obispo: 

Que nuestras Plegarias, queridos hermanos, suban a Dios Padre todopoderoso, por Jesucristo, el único Mediador, al cual se hallan asociados todos los santos como partícipes de su pasión y comensales del banquete del reino celestial. Pongámonos de rodillas.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros.

San Miguel. Ruega por nosotros.

Santos Ángeles de Dios. Rogad por nosotros.

San José. Ruega por nosotros.

Santos Pedro y Pablo. Rogad por nosotros.

San Andrés. Ruega por nosotros.

San Juan. Ruega por nosotros.

Santa María Magdalena. Ruega por nosotros.

San Esteban. Ruega por nosotros.

San Ignacio de Antioquía. Ruega por nosotros.

San Lorenzo. Ruega por nosotros.

San Sebastián. Ruega por nosotros.

Santas Perpetua y Felicidad. Rogad por nosotros.

Santa Inés. Ruega por nosotros.

San Gregorio. Ruega por nosotros.

San Agustín. Ruega por nosotros.

San Atanasio. Ruega por nosotros.

San Basilio. Ruega por nosotros.

San Martín. Ruega por nosotros.

San Benito. Ruega por nosotros.

Santos Francisco y Domingo. Rogad por nosotros.

San Francisco Javier. Ruega por nosotros.

San Juan María Vianney. Ruega por nosotros.

Santa Catalina de Siena. Ruega por nosotros.

Santa Teresa de Jesús. Ruega por nosotros.

Santos y Santas de Dios. Rogad por nosotros.


Muéstrate propicio. Líbranos Señor.

De todo mal. Líbranos Señor.

De todo pecado. Líbranos Señor.

De la muerte eterna. Líbranos Señor.

Por tu encarnación. Líbranos Señor.

Por tu muerte y resurrección. Líbranos Señor.

Por el envío del Espíritu Santo. Líbranos Señor.


Nosotros que somos pecadores. Te rogamos, óyenos.

Para que gobiernes y conserves

    a tu santa Iglesia. Te rogamos, óyenos.

Para que asistas al Papa

    y a todos los miembros del clero

    en tu servicio santo. Te rogamos, óyenos.

Para que concedas la paz y concordia

     a todos los pueblos de la tierra. Te rogamos, óyenos.

Para que nos fortalezcas y asistas

     en tu servicio santo. Te Rogamos, óyenos.        

Para que consagres este altar. Te rogamos, óyenos.

Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos.


Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.


El obispo de pie con las manos extendidas, dice:

Te pedimos, Señor, 

que, por la intercesión de la bienaventurada Virgen de las Nieves

 y de todos los santos, 

aceptes nuestras súplicas, 

para que en este altar se realicen

Los grandes misterios de la salvación;

que aquí tu pueblo te ofrezca el sacrificio de tu Hijo,

Te manifieste sus deseos y súplicas

Y aumente su amor y fe.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.


CANTO


21.-Se colocan las reliquias.

-Entran en procesión los costaleros portando las reliquias. El obispo las toma y las coloca sobre el altar.


22.-Oración  de dedicación del Altar.

El obispo de pie y sin mitra, junto al altar, dice en voz alta y con las manos extendidas:


Te alabamos, Señor, te bendecimos,

porque en tu inefable designio de amor

determinaste que, superadas las diversas figuras

que en otro tiempo prefiguraban el altar definitivo, 

fuese el mismo Cristo quien les diese cumplimiento.


Noé, segundo origen de la raza humana,

calmadas las aguas del diluvio,

 construyó un altar y te ofreció un sacrificio

que tú, Padre, aceptaste como un calmante aroma,

renovando la alianza de amor con los hombres.


Abrahán, nuestro padre en la fe,

sometiéndose de corazón a tu mandato,

levantó un altar,

porque, en aras de tu voluntad,

no te negó a su hijo amado.


También Moisés, mediador de la Ley antigua,

erigió un altar y lo roció con la sangre del cordero

como signo profético que anunciaba el ara de la Cruz.


Todo ello, Cristo, con su Misterio Pascual,

hizo que pasara de signo a realidad plena;

Él, en efecto, sacerdote y víctima,

subió al árbol de la Cruz

y se ofreció a ti, Padre, como oblación pura, 

para borrar los pecados de todo el mundo

y establecer la nueva y eterna alianza.


Por eso, Señor, te rogamos

que derrames sobre este altar,

construido en el lugar de tu asamblea santa,

la plenitud de tu bendición celestial,

para que sea un ara dedicada para siempre al sacrificio de Cristo 

y sea también la mesa del Señor,

donde tu pueblo se alimente en el convite sagrado.


Esta piedra, pulimentada por el trabajo humano,

sea para nosotros signo de Cristo,

de cuyo lado, traspasado en la cruz,

brotó sangre y agua,

inicio de los sacramentos de la Iglesia.

Sea la mesa del banquete gozoso, a la que acudamos llenos de alegría,

obedientes a la invitación de Cristo, tu hijo;

y en ella,

descargando en ti nuestras preocupaciones e inquietudes,

hallemos un renovado vigor para reemprender nuestro camino.


Sea el lugar de la íntima comunión y paz contigo,

donde, nutridos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo

e imbuidos de su Espíritu,

crezcamos siempre en tu amor.


Sea fuente de comunión y de concordia

para todos los que formamos tu Iglesia Santa;

fuente a la que tus hijos acudan hermanados

para beber en ella el espíritu de mutua caridad.


Se el centro de nuestra alabanza y acción de gracias,

hasta que lleguemos jubilosos a la mansión eterna,

donde te ofreceremos el sacrificio de la alabanza perenne,

unidos a Cristo, el Sumo Sacerdote y Altar Vivo.


Él, que vive y reina contigo

en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

Por los siglos de los siglos.


Todos: Amén.


23.-Unción del Altar.


El obispo ante el Altar dice:


El Señor santifique con su poder

este altar que vamos a ungir,

para que exprese con una señal visible

el misterio de Cristo

que se ofreció al Padre por la vida del mundo.


CANTO


Mientras se canta el obispo derrama el Crisma sobre el centro del Altar así como en los cuatro ángulos, a continuación el obispo unge sobre toda la mesa del Altar el Crisma.


24.-Incensación del Altar.


(sobre el altar se coloca un bracero, el obispo derrama sobre el fuego incienso)

Obispo: 

Suba, Señor, nuestra oración

Como incienso en tu presencia, 

Y, así como esta casa se llena de suave olor,

Que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.


CANTO

El obispo vuelve a la sede, es incensado y un ministro inciensa al pueblo, mientras se canta.


25.-Revestimiento e iluminación del Altar.


-Se seca el altar; se reviste con el mantel, flores y velas.

-El obispo le da a uno de los ministros una vela encendida y en voz alta dice:

La luz de Cristo ilumine la mesa del altar

y, con ella, brillen los comensales de la cena del Señor.


Canto del ofertorio


                          

Liturgia Eucarística

Ofertorio:

Obispo: Orad para que este sacrificio sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Vicario: Oración sobre las ofrendas.

Plegaria Eucarística

Prefacio:

-Obispo: El Señor esté con vosotros.

-Todos: y con tu espíritu.

-Obispo: Levantemos el corazón.

  -Todos: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

-Obispo: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. 

-Todos: Es justo y necesario.

-Continua el arzobispo con el prefacio

-Santo.

Culmina la plegaria Eucarística.

Oración del Padrenuestro.


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