Signatura:
Periódico La Política, sábado 4 de junio de 1887
“La
Comisaría Regia:
De Alhama nos dirigen la siguiente
carta, que con gusto insertamos, por la justicia que entendemos asiste a su
autor, y porque es una prueba más de los cargos que, a nombre de queridos
amigos nuestros, hemos formulado y están y quedarán en pie contra la Comisaría
Regia que con tan poco tino ha procedido en el desempeño de su delicado
cometido.
<<Sr. Director de La Política.
Muy
señor mío y de mi especial consideración: cuando a raíz de los terremotos de
1884 acudían a visitar las ruinas de Alhama multitud de comisiones de España y
del extranjero, todas las miradas se fijaban en los restos de la fachada de una
casa principal que existió en el callejón de Molinos; asentada aquella sobre el
tajo que bordea la ciudad, desapareció en su mayor parte la inolvidable noche
del 25 de diciembre, y hasta hace poco tiempo, todos hemos podido ver en el
olivar que hay a su espalda, las inmensas moles de piedra que la arrastraron en
su caída.
El ministro de la Gobernación en aquella
época, Excmo. Sr. D. Francisco Romero Robledo, que acompañaba a S. M. el rey D.
Alfonso XII en su peregrinación a los pueblos destruidos, manifestó delante de
muchas personas y a la vista de los pequeños vestigios que aún quedaban de la
casa de que hablamos: <<el dueño de esta casa, si vive, es acreedor a una
gran indemnización>>. Esto mismo decían todas las comisiones que
vinieron, y de idéntico modo lo manifestaban los vecinos de Alhama, sin
distinción de clases, asegurando en todos tonos que su convecino D. José
Branchat Gómez era sin disputa el que había sufrido más perdidas con los terremotos,
pues a más de la casa mencionada y en la cual vivía, había perdido otra en la
misma calle, otra en la calle Llana, otra en el huerto de San Diego, y
finalmente, grandes desperfectos en la casa cortijo del Navazo, en este término
municipal.
Hecha solicitud por el interesado a la
Comisaría Regia, para que lo declararan acreedor a indemnización, ordenó
aquella a sus dependientes justipreciaran las cinco fincas antas nombradas, lo
que tuvo efecto dándoles de valor más de once mil pesetas, según de público se
dijo.
Hace un año, poco más o menos don José
Branchat fue llamado por la Secretaría del Ayuntamiento, y se le hizo saber que
la Comisaría Regia había ordenado se le indemnizase por la casa huerto de San
Diego, completamente destruida y que se componía antes de los terremotos de
ocho o nueve habitaciones o dependencias con alto y bajo, la cantidad de 1.280
reales, y por los desperfectos sufridos en la casa cortijo del Navazo, 240
reales, haciendo caso omiso de las otras tres casas destruidas.
La equivocación en las dependencias de
la Comisaría Regia, y no a otra cosa, atribuimos esta resolución de la misma; y
en tal sentido, recurrí nuevamente al excelentísimo señor Comisario Regio,
suplicándole, por medio de solicitud, se justipreciaran las fincas y se me
indemnizara en justicia, pues con 380 reales que aquel día me entregaron como
cuarta parte de ambos indemnizaciones, no había ni para principiar a abrir los
cimientos para la obra de una de las fincas; buena prueba de ello era el haber
gastado hacía poco tiempo cerca de seis mil reales en arreglar os desperfectos
que ocasionaron los terremotos en la casa-cortijo del Navazo, obra que hizo el
maestro D. Manuel Guerrero Castillo.
Al poco tiempo, y como accediendo a mi
solicitud, se presentó en la casa-cortijo del Navazo, donde habito a la sazón,
el Sr. D. Francisco Letté, delegado facultativo de la de la Comisaría Regia, el
que justipreció los daños y desperfectos causados por los terremotos en la
mencionada casa-cortijo de San Diego, de la que informó hallarse completamente
destruida, y por consiguiente, sujeta a toda la mayor indemnización que marca
la ley ofreciéndome dicho Sr. Letté, en presencia de mis criados y del
dependiente del Municipio que acompañaba a dicho señor, que hablaría con su
padrino el señor Comisario y le manifestaría la injusticia tan notoria que por
falta de pericia en los tasadores se había cometido conmigo.
Esperando siempre un resultad bueno y
justo, como me aseguró D. Francisco Letté, dejando transcurrir los meses y los
días, y hago con fecha 6 de mayo nueva solicitud al señor Comisario Regio,
suplicando o que se me indemnizara con arreglo a lo justipreciado por el
delegado facultativo, o que se tasaran nuevamente las fincas, y con su
resultado se me indemnizase en justicia.
No se esperó mucho tiempo la superior
resolución; a los cuatro días el señor Alcalde de Alhama me dirige un oficio
cuya parte dispositiva dice así: <<El Excmo, señor comisario regio, en
comunicación de ayer, dice a esta Alcaldía: Sírvase V.S. notificar a D. José
Branchat y Gómez, de esa vecindad, que no procede se le otorguen nuevos
auxilios, por haber recibido ya de la Comisaría regia por las fincas que posee
más de tres mil pesetas, no sólo en vales para la reparación de algunas, sino
en una casa del Hoyo del Egido. Y lo participo, etc.>>
No son necesarios grandes esfuerzos de
imaginación para probar la marcha anómala de la Comisaría Regia en este asunto;
el sencillo relato de él, las vicisitudes y peripecias por que ha atravesado,
llevan al ánimo de cualquiera el triste convencimiento de que dicha Comisaría
no está a la altura de su misión, y por consiguiente no llena por completo los
altos fines a que está llamada.
Tasase las fincas casa cortijo del
Navazo, y casa huerto de San Diego, la primera en 240 reales, de los que el
interesado ha percibido 60 reales o sea la cuarta parte; y la segunda en 1.280
reales, de los que entregaron al interesado 320 reales. Si la Comisaría Regia
tenía bastante confianza en la rectitud, probidad y competencia de los peritos
que hicieron esta tasación; si la Comisaría Regia sabía a ciencia cierta que
esta tasación era justa y legal, ¿por qué accedió a la solicitud del
interesado, mandado al Delegado Facultativo D. Francisco Letté a que
justipreciara nuevamente esas dos fincas? ¿Por qué, entonces como ahora, al
pedir el interesado limosna a la caridad no se le dio con la puerta en las
narices?
Tenemos, pues, que el propietario don
José Branchat y Gómez ha recibido de la Comisaría Regia, por una sola ve, la
cantidad de 380 reales; de ellos 60 por la casa cortijo del Navazo, y 320
reales por la casa huerto de San Diego, completamente destruida, y las ocho o
nueve habitaciones con alto y bajo de que constaba en el suelo: acerca de la
primera, el maestro de obras D, Manuel Guerrero Castillo podrá decir cuantas
cantidades de a 60 reales habrá importado medio arreglarla para que no se
viniera toda abajo: con respecto a la segunda, allí está de la misma manera que
quedó en la noche del 25 de diciembre de 1884, y allí estará para feliz recordación,
pues con 320 reales, bien sabe la Comisaría Regia que muy poco puede hacerse;
es decir, ni aun una casita suiza,
siquiera sea de poco ámbito.
Pero, para que la Comisaría Regia sea
anómala en todo, tenemos que al mismo D. José Branchat Gómez le correspondió
como recompensa de tres casas destruidas que valían mas de 10.000 pesetas, una
en el Hoyo del Egido, de la cual debiera estar en posesión desde 1º de marzo,
día en que bajo la presidencia del señor Juez de Instrucción y en presencia del
Ayuntamiento en pleno, entregaron todas las llaves a los nuevos propietarios.
Pero por más gestiones que ha practicado
el interesado, nada ha podido conseguir, y ve con profunda indignación que su
nueva casa se encuentra habitada por dependientes de la Comisaría Regia, que
muy bien pudieran vivir en cualquier posada o fonda de Alhama, en donde
estarían mejor alojados, y de ese modo el propietario podría o vivir su casa, o
aprovecharse de sus alquileres, que es muy justo.
Todo va bien, perfectamente bien, ¡feliz
nación!, dicen en Madrid altos empleados después de un opíparo banquete; y
todos los días vienen las columnas de la Gaceta llenas con los nombres de las
fincas embargadas a los propietarios por que no pueden pagar las contribuciones
y demás impuestos. Todo va bien, perfectamente bien, dirán los empleados de la
Comisaría Regia, que hasta el pasado abril han cobrado por sus sueldos cerca de
millón y medio; y en Alhama todos los vecinos se quejan, todos murmuran,
porque, con muy raras excepciones, leas han ocurrido lo que a D. José Branchat
y Gómez, que habiendo perdido por completo cinco fincas que valían algunos
miles de duros, ha recibido, si quieren dársela, una casita suiza con mucho ámbito en el Hoyo del Egido, y 380 reales en
dinero.
Aprovecho esta ocasión para ofrecerme de
V. a su más atento amigo s.s.q.b.s.m.
José
Branchat Gómez.”
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