LUZ DEL DOMINGO
Domingo, 13
de diciembre de 2015
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO C
Primera lectura: Sofonías 3, 14-18 a.
Salmo responsorial: Isaías 12, 2-6
Segunda lectura: Filipenses 4, 4-7
Salmo responsorial: Isaías 12, 2-6
Segunda lectura: Filipenses 4, 4-7
EVANGELIO Lucas 3, 10-18
"10Las multitudes le preguntaban:
-¿Qué tenemos que
hacer?
11Él les contestó:
-El que tenga dos
túnicas, que las comparta con el que no tiene, y el que tenga que comer, que
haga lo mismo.
12Llegaron también
recaudadores a bautizarse y le preguntaron:
-Maestro, ¿qué tenemos
que hacer? 13Él les
dijo:
-No exijáis más de lo
que tenéis establecido.
14lncluso soldados le
preguntaban:
-Y nosotros, ¿qué
tenemos que hacer?
Les dijo:
-No extorsionéis
dinero a nadie con amenazas; conformaos con vuestra paga.
15Mientras el pueblo
aguardaba y todos se preguntaban para sus adentros si acaso Juan era el
Mesías, 16declaró Juan dirigiéndose a todos:
-Yo os bautizo con
agua, pero llega el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para desatarle
la correa de las sandalias. Él os va a bautizar con Espíritu Santo y
fuego. 17Trae el bieldo en la mano para aventar su parva y
reunir el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará en un fuego
inextinguible."
COMENTARIOS
I
INVITACIÓN AL CAMBIO
Al oír la invitación al cambio total, al cambio de
vida y mente, quienes acudían a Juan Bautista se sentían interpelados:
«Entonces, ¿qué tenemos que hacer?», preguntaban al profeta (Lc 3,10ss).
El profeta no tenía pelos en la lengua; sus palabras
eran duras, provocativas, razonablemente hirientes. A sus interlocutores -un
gran gentío que iba a recibir su bautismo- les decía: « ¡Raza de víboras!
¿Quién os ha enseñado a vosotros a escapar del castigo inminente?» "Raza
de víboras", animales que matan a traición inyectando un veneno de muerte.
El comportamiento de aquel pueblo -en especial de sus dirigentes- no sólo no
fomentaba la vida, sino que ocasionaba la muerte de toda ilusión o esperanza de
cambio y bienestar.
Y ante la pregunta del pueblo, inquietado por el
mensaje de Juan, éste exponía a cada uno de los estamentos sociales
privilegiados su programa de acción: «El que tenga dos túnicas -símbolo de
riqueza-, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga de comer, que
haga lo mismo.» A los recaudadores -profesión en la que se lucraban con
excesivos y arbitrarios impuestos- decía: «No exijáis más de lo que tenéis
establecido», pues lo legalmente establecido era ya, de suyo, abusivo. A los
guardias -que tenían en su mano la fuerza y las armas- aconsejaba: «No hagáis
violencia a nadie, ni saquéis dinero; conformaos con vuestra paga.»
Era la voz de Juan una invitación a la justicia, a
compartir, a terminar con todo tipo de abusos y prácticas que, favoreciendo a
unos, hundían en la pobreza y en la miseria a otros.
Pero su voz no era del todo nueva ni original. No era
más que el eco de otras voces a las que el pueblo, por desgracia, se había
acostumbrado. Antes que él, ocho siglos antes, Isaías, otro profeta, con
palabras de inmensa actualidad, había gritado sin descanso contra todo tipo de
injusticia. Sus palabras parecen dirigidas a nosotros, ciudadanos del siglo
XX. «Buscad el derecho, enderezad al oprimido, defended al huérfano, proteged
a la viuda», decía (Is 1,17); y hoy seguiría: Dad trabajo a los parados,
integrad en la sociedad a los minusválidos, no marginéis a los enfermos de
SIDA, acabad con la droga y el alcoholismo, devolved la dignidad a los gitanos,
dad casa digna al pueblo, poned al alcance de todos la educación y la cultura.
Era Isaías la voz defensora de todos los marginados de la tierra.
La culpa de aquella situación la tenían, según él, los
poderosos -«los montes y colinas de Israel»-, los jefes del pueblo en cuyas
manos estaba legislar y hacer cambiar al país; a éstos gritaba: «Vosotros
devastáis las viñas, tenéis en casa lo robado al pobre» (Is 2,14). Gracias a
esta práctica de pillaje y robo, sus mujeres podían convivir con el lujo y el
derroche (Is 3,16ss).
Actuales resultan las palabras
del profeta cuando se dirigen a latifundistas y terratenientes: « ¡ Ay de los que
añaden casas y casas, y juntan campos con campos hasta no dejar sitio y vivir
ellos solos en medio del país» (Is 5,18ss).
Al leer estos textos da la impresión de que el mundo
no ha cambiado desde entonces. Su lenguaje es actual y sus denuncias valederas.
Su objetivo era hacer renacer la vida, implantando la justicia en un mundo
sembrado de abusos sin fin...
II
UNA ALIANZA NUEVA Y UNIVERSAL
Esto es lo que anuncia Juan
Bautista: una alianza universal, una nueva manera de relacionarse con Dios,
basada en la libertad de los hombres y que empieza por transformar las
relaciones entre los hombres mismos, relaciones que deberán construirse sobre
el cimiento del respeto mutuo y la solidaridad.
SOLIDARIDAD Y HONRADEZ
Los tres grupos que allí se repartían el poder,
culpables de que la tierra de Israel se hubiera convertido en tierra de
opresión, encabezaban la presentación de Juan Bautista en el evangelio del
domingo pasado; en el de este domingo otros tres grupos de personas van a
servir para presentar a los que se interesan por la liberación que Juan
anuncia. Todos ellos son víctimas del sistema de poder dominante en Palestina y
en todo el imperio; por eso, porque son víctimas de la injusticia, se acercan
a Juan buscando la libertad que éste proclama. Pero ellos, que son parcialmente
responsables de su propia opresión, pues la aceptan sin rebelarse, son también
cómplices de la situación de quienes, con su colaboración, son aún más
marginados y explotados y sometidos a una mayor servidumbre; por eso deben empezar
por enmendarse.
Las multitudes le preguntaban:
-¿Qué tenemos que hacer?
El les contestó:
-El que tenga dos túnicas, que las comparta con el que
no tiene, y el que tenga qué comer, que haga lo mismo.
Las multitudes representan
al pueblo de Israel -hijos de Abraham, se llamaban a sí mismos, según las
frases inmediatamente anteriores del evangelio (Lc 3,8); ellos,
dominados por la ideología religiosa, manipulada por los sumos sacerdotes (Lc
3,2), marginan y desprecian a los que no pertenecen a su raza y a
su religión.
Llegaron también recaudadores... El les dijo:
-No exijáis más de lo que tenéis establecido.
Los recaudadores, marginados
en la sociedad israelita, utilizados por el poder y despreciados por la gente,
colaboraban con los opresores en la explotación del pueblo cobrando -como lo
hacían a gran escala los reyezuelos como Herodes, Filipo y Lisano (Lc 3,1)- los
impuestos para los romanos y, además, robando lo que podían para sí mismos.
Incluso unos soldados le preguntaban... Les
dijo:
-No extorsionéis dinero a nadie con amenazas;
conformaos con vuestra paga.
Y los soldados romanos, que recibían
órdenes directamente del gobernador, Pilato (Lc 3,1), pertenecientes a las
clases populares de Roma y que, quizá dominados por una ideología patriotera y
necesitados de un sueldo seguro, se dejaban matar y mataban lejos de los suyos,
aceptando ser instrumentos para la dominación de otros pueblos en favor del
imperio.
Ellos son,
con sus contradicciones a la espalda, los que responden a la predicación de
Juan, y a ellos se dirigen las primeras indicaciones sobre lo que hay que hacer
para prepararse a participar en el proceso de liberación que, según el anuncio
de Juan, está para comenzar. La respuesta de Juan a la pregunta «qué tenemos
que hacer» es semejante para todos ellos: hay que ser solidarios, hay que ser
honrados, no se debe aprovechar la injusticia establecida en beneficio propio;
los oprimidos deben dejar de ser ellos mismos opresores de sus hermanos. Este
podría ser el resumen de las respuestas del bautista. No les exige práctica
religiosa alguna; sus exigencias se refieren a la convivencia, al
reconocimiento de la dignidad y al respeto de los derechos de los demás:
compartir vestido y comida, no robar más a los que ya son robados, no extorsionar,
más aún, a los sometidos.
Puede parecer que Juan es poco exigente; pero su
misión no es iniciar el proceso de liberación, sino solamente preparar el
camino al liberador que llega.
UNA ALIANZA NUEVA Y UNIVERSAL
Yo os bautizo con agua, pero
llega el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para desatarle la correa
de las sandalias. El os va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.
Los que escuchan la predicación de Juan y se
acercan a él pertenecen a tres grupos hasta ahora incompatibles entre sí: judíos
de raza y religión; judíos de raza, marginados por motivos religiosos, y no
judíos; esta diversidad es signo de la universalidad de su llamada: la ya
próxima intervención liberadora de Dios no se va a limitar esta vez al pueblo
de Israel, sino que podrán beneficiarse de ella todos los hombres.
Este proceso de liberación incluye una nueva alianza
-esto es, un modo nuevo de relación- que Dios quiere establecer con los
hombres y que el evangelista expresa con una frase llena de simbolismo para la
cultura hebrea: «... llega el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para
desatarle la correa de las sandalias». Esta frase hace alusión a una costumbre
muy antigua, conocida como la ley del levirato, que regulaba
el derecho a contraer matrimonio en determinadas circunstancias; según dicha
ley, cuando ese derecho pasaba de un individuo a otro, el que lo adquiría
desataba la sandalia del que lo perdía (Rut 4,5-11); por otra parte, el
matrimonio había sido usado en la predicación y en los escritos de los profetas
como símbolo de las relaciones de amor de Dios -el esposo- con su pueblo -la
esposa-. Con esta frase Jesús es presentado como el nuevo Esposo, como el que
va a instaurar la nueva alianza, una relación de amor entre Dios y los hombres
que, acompañados por el mismo Dios y llenos de su Espíritu de amor, luchan por
conseguir su liberación integral a partir de la solidaridad y el respeto entre
los hombres mismos.
Es posible que seamos cristianos sin haberlo decidido
nunca de modo responsable. Ahora que nos preparamos para celebrar el nacimiento
de Jesús, el liberador, podríamos empezar, siguiendo las indicaciones de Juan
Bautista, viendo cómo andamos de solidaridad, de honradez, de espíritu universalista...,
de libertad personal y de compromiso con la liberación de todos los oprimidos.
III
El texto del profeta Sofonías nos habla de un
tiempo poco antes del reinado de Josías.
El país se hallaba sumido en la mayor miseria moral y
hacía tiempo se dejaba sentir la amenaza de Asiria. Sofonías, testigo de los
grandes pecados de Israel y del duro castigo con que Dios va a purificar a su
pueblo, preanuncia la restauración y redención que Dios va a obrar. A los
beneficiarios de ella los llama el “resto”. Con este “resto” creará Dios un
pueblo nuevo.
Al final de su libro Sofonías vislumbra algunas luces
de esperanza: el rey Josías se presenta como un gran reformador y Asiria parece
aflojar por el momento su cerco. Es la ocasión para anunciar días mejores para
Jerusalén e invitar a la alegría a través de una gran fiesta en la que todo
serán danzas, alegría y regocijo.
Israel rebosa gozo porque el Señor ha cancelado todas
sus deudas o el castigo de sus pecados (la cautividad). El Señor establece su
trono en Sión. Con Rey tan poderoso y Padre tan misericordioso nada tiene que
temer nunca más (v.14-15). Ahora ya no es Israel el que se goza en el Señor; es
el mismo Señor quien se goza con su nuevo pueblo. Es como el “esposo” que se
goza en la “esposa”. Muchas veces en los profetas la “Alianza” es presentada
como “Desposorio”: “Yahvé, tu Dios, está en medio de ti; exulta de gozo por ti
y se complace en ti; te ama y se alegra con júbilo; hace fiesta por ti”
(v.16-17).
Los textos de la liturgia de hoy nos invitan a la
alegría. Ese es el modo de esperar al Señor: la auténtica alegría del pueblo de
Dios es Cristo, el Mesías largo tiempo esperado. A los filipenses Pablo les
recomienda: “Alegraos siempre en el señor. Otra vez os digo, alegraos”.
El pasaje de Lucas nos habla del testimonio de Juan
Bautista, el precursor. Su predicación impresiona al pueblo, la gente se acerca
para preguntarle: “¿Qué debemos hacer?” (v.10), es una prueba de que han
comprendido el mensaje, perciben que el bautismo de Juan exige un
comportamiento. La respuesta llega enseguida: compartan lo que tengan: vestido,
comida, etc. (vv. 10-11).
No se pregunta lo que hay que pensar, ni siquiera lo
que hay que creer. El Evangelio pretende que el oyente de la Palabra de Dios se
convierta, es decir, que su conducta y su comportamiento estén de acuerdo con
la justicia que exige el Reino. La buena noticia entraña una exigencia nítida:
los que tienen bienes o poder deben compartirlos con los que no tienen nada o
son más débiles. Gracias a esta conversión, los pobres y menesterosos son
iguales a los otros. En realidad, los pobres no preguntan, sino que están en
“expectación”.
El “¿qué debemos hacer?” lo deberían preguntar quienes
tienen el dinero, la cultura, el poder... porque la exigencia básica, según la
Biblia, es compartir.
Servicio Bíblico Latinoamericano
La conversión es un cambio de conducta más que un
cambio de ideas; es la transformación de una situación vieja en una situación
nueva. Convertirse es actuar de manera evangélica. El evangelio nos invita a
una “conversión al futuro” que se despliega en el Reino. No es mirar y volverse
atrás. El futuro (que es Dios y su reinado) es la meta de la llamada a la
conversión.
La tentación para no convertirse es quedarse en una
búsqueda permanente o contentarse con preguntar sin escuchar respuestas
verdaderas. Según el Bautista, la conversión exige “aventar la parva” (saber
seleccionar o elegir), “reunir el trigo” (ir a lo más importante y no quedarse
en las ramas) y “quemar la paja” (echar por la borda lo inservible o lo que nos
inmoviliza); acoger la Buena Nueva de la venida del Señor requiere esa
conversión. Con nuestros gestos discernimos lo que nos acerca de aquello que
nos aleja de la llegada del Señor. Este día Dios discernirá entre el trigo y la
paja que haya en nuestra conducta.
Este domingo se denominó tradicionalmente domingo
“gaudete”, o de alegría. Por dos veces nos dice Pablo que estemos alegres,
alegres por la venida del Señor, por la celebración próxima de la Navidad, por
mantener la esperanza, por situarnos en proceso de conversión y por compartir
con los hermanos la cena del Señor.
En la Biblia, la alegría acompaña todo cumplimiento de
las promesas de Dios. Esta vez el gozo será particularmente profundo: “El Señor
está cerca” (Flp 4,5). Toda petición a Dios debe estar apoyada en la acción de
gracias (v. 6). La práctica de la justicia y la vivencia de la alegría nos
llevarán a la paz auténtica, al Shalom (vida, integridad) de Dios.
¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que muchos nos
podemos formular hoy. La respuesta de Juan Bautista no es teoría vacía. Es a través
de gestos y acciones concretas de justicia, respeto, solidaridad, y coherencia
cristiana, como demostramos nuestra voluntad de paz, vamos construyendo un
tejido social más digno de hijos de Dios, vamos conquistando los cambios
radicales y profundos que nuestra vida y nuestra sociedad necesitan. Pero para
eso, es necesario purificar el corazón, dejarnos invadir por el Espíritu de
Dios, liberarnos de las ataduras del egoísmo y el acomodamiento, no temer al
cambio y disponernos con alegría, con esperanza y entusiasmo a contribuir en la
construcción de un futuro no remoto más humano, que sea verdadera expresión del
Reino de Dios que Jesús nos trae, y así poder exclamar con alegría: ¡venga a
nosotros tu Reino, Señor!
Para la revisión de vida
Buen tiempo, éste de adviento, para hacerse la
pregunta que se hacía la gente al escuchar a Juan: "y nosotros, ¿qué
debemos hacer?". Pregunta de conversión que también yo debo hacerme. A la
luz de este evangelio, ¿qué respuesta creo que me daría el radical profeta
Juan?, ¿qué debo hacer?
Para la reunión de grupo
- En la próxima Navidad volvemos a recibir la alegría
y el alborozo del nacimiento de Cristo. Pero, preguntémonos: ¿se ven por algún
sitio, en nuestro mundo, en nuestra patria, en nuestra sociedad los signos de la
llegada Reinado de Dios? ¿Es Navidad en el mundo? ¿Dónde nace Jesús? ¿Qué
significa realmente ser navidad? ¿Les llega a los pobres la salud, la vida, el
empleo, la justicia... las Buenas Noticias? ¿Qué podemos hacer para que esta
navidad nazca efectivamente Jesús a nuestro alrededor?
- ¿Es la Navidad una celebración muy “occidental”
además de cristiana? ¿La celebra también en nuestra región algún grupo étnico o
religioso diferente del nuestro? ¿Sería coherente con el sentido cristiano de
la Navidad el acercarnos y establecer contacto, diálogo, conocimiento mutuo,
posible colaboración?
Para la oración de los fieles
- Para que en este adviento sigamos alimentando
nuestra esperanza, chequeándola, profundizándola y compartiéndola, roguemos al
Señor
- Por todos los que en estos días cercanos a la
navidad se sienten tristes o nostálgicos, lejos de sus familias, en soledad...
para que la potencia de su amor supere todas esas distancias y les haga
sentirse en comunión universal...
- Para que nos preparemos a la celebración de la
navidad con realismo tratando de hacer que "efectivamente nazca
Jesús" a nuestro alrededor...
- Para que la lejanía en que hoy día se ubica la
utopía que todos los soñadores buscamos, no nos conduzca a la resignación o al
fatalismo, sino que quede superada en la constancia, en la fe sin
claudicaciones, en la resistencia y el esfuerzo por acercar una y otra vez la
utopía del Reino...
- Para que en estas vísperas de navidad la austeridad
de Juan Bautista, el precursor, nos recuerde que la sobriedad en el gasto
motivada por el deseo de compartir con los más necesitados, es para los pobres
una buena noticia que anuncia la efectividad del nacimiento de Jesús...
Oración comunitaria
Oh Dios y Padre-Madre de todos los seres humanos: al
acercarse las entrañables fiestas de la Navidad te pedimos que hagas aflorar en
nuestras vidas lo mejor de nuestro propio corazón, para que podamos compartir
con los hermanos que nos rodean tu ternura, tu mismo amor, del que nos has hecho
partícipes. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro. A Ti
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Estos comentarios están
tomados de diversos libros, editados por Ediciones El Almendro de Córdoba, a
saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba. - Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba. - Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. - Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org - El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid. Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico |
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