EL
GATOPARDO, IL GATTOPARDO
INFLUENCIA
DEL CARÁCTER DE SU AUTOR, GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA, EN SU OBRA.
NOVELA
PUBLICADA EN 1958, UN AÑO DESPUÉS DE SU FALLECIMIENTO. HABÍA SIDO
RECHAZADA CON ANTERIORIDAD POR DOS GRANDES EDITORIALES DE ITALIA.
DESGRACIADAMENTE, EL PRÍNCIPE DE LAMPEDUSA, NO PUDO SER CONSCIENTE
DE SU ÉXITO.
SE
CONSIDERA UN BEST
SELLER
ITALIANO QUE HA ACUÑADO EL TÉRMINO “LAMPEDUSIANO” O
“GATOPARDESCO”.1
El
autor de El Gatopardo, Giuseppe Tomasi, Príncipe di Lampedusa y
duque de Palma de Montechiaro, refleja su carácter, su verdadero
“yo”, en la obra. Si leemos su biografía nos encontramos ante un
personaje solitario, culto, rodeado de libros, poco afable, soñador,
conservador de objetos artísticos ya poco valorados, a veces
inservibles, roídos por el tiempo, carcomidos quizá, esperando a
ser expuestos en alguna vitrina chabacana y rocambolesca de la nueva
emergente clase burguesa. Y, como su ancestral pariente, su
bisabuelo, está inmerso en los grandes latifundios Sicilianos,
posiblemente también como él observando, estudiando, indagando
entre lentes y artilugios telescópicos, o literarios, la comprensión
astral del Firmamento.
Es
un personaje melancólico, amante del saber y del pensar; encarna a
través del Príncipe Fabrizio Salina el evocador pasado grandioso
que se va haciendo añicos en sus manos, que se desportilla como su
excelsa vajilla decorada con las iniciales nobles que se han ido
borrando con el tiempo. Igualmente, borda como nadie el estado
patriarcal de la época, al hombre de tradiciones familiares,
verticales, heredadas, atávicas, dibujando al temible “Pater
familias”, donde nada se movía sin su consentimiento. La vida
familiar, en su totalidad, como Rey Absoluto, como Rey Sol, no tiene
otra interpretación; no se cuestiona. “Aquí
solo mando yo” 2,
“El que decide soy yo” 3,
[…] “autoritario, cierta rigidez moral” 4.
En
un anhelo de contrarrestar su taciturno carácter, Tomasi di
Lampedusa, heredero de títulos nobiliarios; - fue su padre el
Príncipe Giulio María Tomasi di Lampeddusa y su madre la Princesa
Beatrice Mastrogiavanni Tasca di Cutò -, vuelca su ideal masculino
en su propio bisabuelo, D. Giulio IV5,
di Lampedusa y se inspira en él para crear al Príncipe de Salina:
altivo, vitalista, mujeriego, cristiano, cazador, permisivo (a imagen
y semejanza borbónica), hombre dominador y de carácter fuerte,
despótico en ocasiones, magnánimo en otras, serio, responsable, que
hace temblar el suelo bajo sus pasos, amo y señor de resentida
servidumbre, padre de obedientes hijos, esposo de sumisa esposa, -la
cual se muere, inadvertidamente, lentamente, entre infusiones de
adormideras y valerianas, añorando el consuelo de escuchar, entre
los rezos del Santo Rosario o de sus extemporáneos “Signos de la
Cruz”, alguna lectura Mesiánica, de la nunca escrita, Parábola
del Marido Pródigo -.
Para
Giuseppe Tomasi di Lampedusa la pérdida prematura de su pequeña
hermana Estefanía, las dos Guerras Mundiales, las consecuencias del
desembarco de Garibaldi para la Unificación de Italia “il
Risorgimento”,
el derrocamiento borbónico de las Dos Sicilias, y, sin lugar a
dudas, la decadencia del Antiguo Régimen con la pérdida de
privilegios estamentales, y la merma del poder económico y social de
la aristocracia, se traslucen en la novela a través del sentimiento
fatalista de la muerte.
El
declive social, aparejado y simbolizado con la muerte,
se evidencia desde las primeras páginas del libro: un soldado es
encontrado en el jardín de la Residencia Salina, acribillado días
antes, agusanado, despidiendo un olor fétido y premonitorio de lo
por venir. Sus heridas y la sangre derramada en la tierra van a
simbolizar, al igual que los “camisas rojas”, el tono carmesí de
la futura bandera tricolor.6
Después,
aparecen las luchas de los ejércitos Garibaldinos contra las tropas
Borbónicas, donde se muestran muertes incomprensibles, innecesarias
de ambos frentes para poder acuñar y formular la frase en un
contexto circular, “QUE
TODO CAMBIE PARA QUE TODO SIGA IGUAL”7
o
por aquella otra, “TODO VOLVÍA AL ORDEN; AL DESORDEN HABITUAL”8.
La
Caza, entretenimiento tradicional de la aristocracia, entendiéndose
como
deporte
y
no como alimento de supervivencia, sigue reflejando en toda la obra
el sentido de la muerte. “[…]
<Arguto> depositó a los pies del príncipe un animalito
agonizante. Era un conejo: […] Horribles desgarraduras le habían
lacerado el hocico y el pecho. Don Fabrizio sintió sobre sí la
mirada de los grandes ojos negros […] que le contemplaban sin
reproche, pero poseídos por un dolor atónito dirigido contra el
orden de las cosas. […]” 9
Esos ojos, mientras era acariciado por D. Fabrizio parecían
preguntarle: ¿Por qué?, — yo quería seguir viviendo, yo quería
permanecer como estaba. Yo, como tú, no quería que nada cambiase —.
La
vejez y ocaso del Antiguo Régimen están representados también con
la muerte de su mascota, su fiel perro alano Bendicó. Fue su
inseparable amigo y compañero incondicional.
Sus
ojos vivarachos de siempre se habían ahora convertido en una mirada
vítrea cuando el taxidermista, al disecarlo,
le
había colocado en las cuencas de los ojos, dos cuentas de frio
cristal amarillo. El cambio al nuevo régimen que se estaba
introduciendo en Italia está significado en el hecho de ser Bendicó
-“de inmortalidad efímera”- arrojado por la nueva generación
al cubo de la basura. “[…]
Anneta –dijo-, este perro está todo apolillado y lleno de polvo.
Llévatelo y tíralo” […] unos minutos después, lo que quedaba
de Bendicó fue arrojado, […] mientras caía desde la ventana,
recobró por un instante su forma… […] Luego todo se apaciguó
en un montoncito de polvo lívido”10
En
un alarde de no aceptar los cambios que están ocurriendo en Sicilia,
el protagonista expresa: "Nosotros
somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán
hienas y chacales. Pero los leones, leopardos y ovejas seguiremos
considerándonos como la sal de la tierra”.11
El
Príncipe sólo se había podido aferrar, como a un clavo ardiente,
al amor entre su sobrino Tancredi (nobleza) y de Angélica
(burguesía), para no perder el último eslabón de su grandeza
incomprendida por las nacientes tendencias, uniendo con un fuerte
abrazo el símbolo de una nueva generación italiana, a ritmo de vals
en los salones iluminados por arañas de cristal cortado, cristal
veneciano o del multicolor Murano, elegante vestuario pasado de moda,
impensable vanguardia del cambio imparable
que,
como la semilla, tiene que morir para renacer.
Para
el Príncipe no todo se había desmoronado, aún cabía una nueva
esperanza, un nuevo emblema, blanco azahar de la virginal juventud
(el vestido blanco del baile) y del oro del gatopardo, gato leonado,
sostenido y alzado sobre sus patas traseras. Pero, la realidad, era
muy diferente. En
el salón de baile había oro por todas partes […] oro gastado,
pálido… […] 12.
Tomasi
di Lampedusa contrajo matrimonio en 1932 con Alessandra Wolff
Stomersee, llamada familiarmente Licy, de origen letón, y criada en
San Petersburgo, a quien había conocido en Londres. Para ella fue su
segundo matrimonio. Hija de una familia noble, su padre trabajó para
el Zar Nicolás II como un alto funcionario. A Alessandra se le
conoce como una célebre psicoanalista quien, después de la Segunda
Guerra Mundial, presidió la Sociedad Psicoanalítica Italiana13
Esta
mujer, de fuerte carácter y muy segura de sí misma, probablemente
influyó en el carácter y temperamento de algunos de los personajes
de la novela; esto se pone de relieve en varios capítulos de la
obra. Analizando únicamente al Príncipe y a la Princesa, él es
grande, majestuoso, enorme, inmenso, como una mole, fuerte, poderoso
sobre los hombres y los edificios, gigante, hercúleo, titánico. La
Princesa, en cambio, es menuda, frágil, de cabeza pequeña, de
minúscula
caja craneana, de cuerpo diminuto, cuya altura no le llegaba ni
siquiera a su barbilla. (adjetivos descriptivos contextuales en esta
obra).
Alessandra
se encargó personalmente de la conservación de la obra de Giussepe
junto a Gioacchino Lanza di Assaro, primo de Tomasi di Lampedusa que
había sido adoptado por él en 1956.14
A
su muerte, Licy fue enterrada al lado de su marido Tomasi di
Lampedusa en el Cementerio de Capuchinos de Palermo. Existe una
película donde se resaltan sus figuras: “El Manuscrito del
Príncipe” (2000) y en un libro publicado bajo el nombre de “La
Dama y el Leopardo” (2005)15
Otras
obras del Autor son: Relatos: “La alegría y la Ley”, “La
Sirena” y “Los gatitos ciegos”. Su autobiografía, “Recuerdos
de la Infancia”, un ensayo: “Lecciones sobre Stendhal” y
“Conversaciones Literarias” (Lecciones sobre literatura
francesa).
En
una ocasión Giuseppe Tomasi di Lampedusa expresó que debería ser
obligatoria la escritura de las propias memorias como una
contribución a la historia de los pueblos.
Por
último, destacar de esta magnífica novela la sutileza y la riqueza
del lenguaje, que ha dado lugar a estudios doctorales, filosóficos y
filológicos, tanto en Italia, como en el resto del mundo.
Gójar,
Granada, 6 de Marzo de 2016
María
Teresa Golzarri Canales
Aula
de Literatura
1
El gatopardismo, o el adjetivo lampedusiano , ha pasado a definir el
cinismo con el que los partidarios del Antiguo Régimen se amoldaron
al triunfo inevitable de la revolución, usándolo en su propio
beneficio; posición acuñada en una frase lapidaria: Que
todo cambie para que todo siga igual.
https://es.wikipedia.org/wiki/Giuseppe_Tomasi_di_Lampedusa
2
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 95
3
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 168
4
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 47
5
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 7
6
Verde, el color de las llanuras de Lombardía, Blanco, la nieve de
los Alpes, Rojo, los volcanes italianos y la sangre de los muertos.
En un contexto cristiano Fe, Esperanza y Caridad.
http://banderadeitalia.com
7
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 73 “Si
queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.
8
El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 43
9
El
Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Págs. 170, 171
10
El
Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 409
11
El
Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 285
12
El
Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 336
14
El
Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 7
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