sábado, 19 de marzo de 2016

El Gatopardo, estudio de la obra en torno al grupo de literatura parroquia Gójar.

EL GATOPARDO, IL GATTOPARDO



INFLUENCIA DEL CARÁCTER DE SU AUTOR, GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA, EN SU OBRA.


NOVELA PUBLICADA EN 1958, UN AÑO DESPUÉS DE SU FALLECIMIENTO. HABÍA SIDO RECHAZADA CON ANTERIORIDAD POR DOS GRANDES EDITORIALES DE ITALIA. DESGRACIADAMENTE, EL PRÍNCIPE DE LAMPEDUSA, NO PUDO SER CONSCIENTE DE SU ÉXITO.


SE CONSIDERA UN BEST SELLER ITALIANO QUE HA ACUÑADO EL TÉRMINO “LAMPEDUSIANO” O “GATOPARDESCO”.1


El autor de El Gatopardo, Giuseppe Tomasi, Príncipe di Lampedusa y duque de Palma de Montechiaro, refleja su carácter, su verdadero “yo”, en la obra. Si leemos su biografía nos encontramos ante un personaje solitario, culto, rodeado de libros, poco afable, soñador, conservador de objetos artísticos ya poco valorados, a veces inservibles, roídos por el tiempo, carcomidos quizá, esperando a ser expuestos en alguna vitrina chabacana y rocambolesca de la nueva emergente clase burguesa. Y, como su ancestral pariente, su bisabuelo, está inmerso en los grandes latifundios Sicilianos, posiblemente también como él observando, estudiando, indagando entre lentes y artilugios telescópicos, o literarios, la comprensión astral del Firmamento.

Es un personaje melancólico, amante del saber y del pensar; encarna a través del Príncipe Fabrizio Salina el evocador pasado grandioso que se va haciendo añicos en sus manos, que se desportilla como su excelsa vajilla decorada con las iniciales nobles que se han ido borrando con el tiempo. Igualmente, borda como nadie el estado patriarcal de la época, al hombre de tradiciones familiares, verticales, heredadas, atávicas, dibujando al temible “Pater familias”, donde nada se movía sin su consentimiento. La vida familiar, en su totalidad, como Rey Absoluto, como Rey Sol, no tiene otra interpretación; no se cuestiona. “Aquí solo mando yo” 2, “El que decide soy yo” 3, […] “autoritario, cierta rigidez moral” 4. En un anhelo de contrarrestar su taciturno carácter, Tomasi di Lampedusa, heredero de títulos nobiliarios; - fue su padre el Príncipe Giulio María Tomasi di Lampeddusa y su madre la Princesa Beatrice Mastrogiavanni Tasca di Cutò -, vuelca su ideal masculino en su propio bisabuelo, D. Giulio IV5, di Lampedusa y se inspira en él para crear al Príncipe de Salina: altivo, vitalista, mujeriego, cristiano, cazador, permisivo (a imagen y semejanza borbónica), hombre dominador y de carácter fuerte, despótico en ocasiones, magnánimo en otras, serio, responsable, que hace temblar el suelo bajo sus pasos, amo y señor de resentida servidumbre, padre de obedientes hijos, esposo de sumisa esposa, -la cual se muere, inadvertidamente, lentamente, entre infusiones de adormideras y valerianas, añorando el consuelo de escuchar, entre los rezos del Santo Rosario o de sus extemporáneos “Signos de la Cruz”, alguna lectura Mesiánica, de la nunca escrita, Parábola del Marido Pródigo -.

Para Giuseppe Tomasi di Lampedusa la pérdida prematura de su pequeña hermana Estefanía, las dos Guerras Mundiales, las consecuencias del desembarco de Garibaldi para la Unificación de Italia “il Risorgimento”, el derrocamiento borbónico de las Dos Sicilias, y, sin lugar a dudas, la decadencia del Antiguo Régimen con la pérdida de privilegios estamentales, y la merma del poder económico y social de la aristocracia, se traslucen en la novela a través del sentimiento fatalista de la muerte.

El declive social, aparejado y simbolizado con la muerte, se evidencia desde las primeras páginas del libro: un soldado es encontrado en el jardín de la Residencia Salina, acribillado días antes, agusanado, despidiendo un olor fétido y premonitorio de lo por venir. Sus heridas y la sangre derramada en la tierra van a simbolizar, al igual que los “camisas rojas”, el tono carmesí de la futura bandera tricolor.6

Después, aparecen las luchas de los ejércitos Garibaldinos contra las tropas Borbónicas, donde se muestran muertes incomprensibles, innecesarias de ambos frentes para poder acuñar y formular la frase en un contexto circular, “QUE TODO CAMBIE PARA QUE TODO SIGA IGUAL7 o por aquella otra, “TODO VOLVÍA AL ORDEN; AL DESORDEN HABITUAL”8.

La Caza, entretenimiento tradicional de la aristocracia, entendiéndose como deporte y no como alimento de supervivencia, sigue reflejando en toda la obra el sentido de la muerte. “[…] <Arguto> depositó a los pies del príncipe un animalito agonizante. Era un conejo: […] Horribles desgarraduras le habían lacerado el hocico y el pecho. Don Fabrizio sintió sobre sí la mirada de los grandes ojos negros […] que le contemplaban sin reproche, pero poseídos por un dolor atónito dirigido contra el orden de las cosas. […]” 9 Esos ojos, mientras era acariciado por D. Fabrizio parecían preguntarle: ¿Por qué?, — yo quería seguir viviendo, yo quería permanecer como estaba. Yo, como tú, no quería que nada cambiase —.

La vejez y ocaso del Antiguo Régimen están representados también con la muerte de su mascota, su fiel perro alano Bendicó. Fue su inseparable amigo y compañero incondicional. Sus ojos vivarachos de siempre se habían ahora convertido en una mirada vítrea cuando el taxidermista, al disecarlo, le había colocado en las cuencas de los ojos, dos cuentas de frio cristal amarillo. El cambio al nuevo régimen que se estaba introduciendo en Italia está significado en el hecho de ser Bendicó -“de inmortalidad efímera”- arrojado por la nueva generación al cubo de la basura. “[…] Anneta –dijo-, este perro está todo apolillado y lleno de polvo. Llévatelo y tíralo” […] unos minutos después, lo que quedaba de Bendicó fue arrojado, […] mientras caía desde la ventana, recobró por un instante su forma… […] Luego todo se apaciguó en un montoncito de polvo lívido”10

En un alarde de no aceptar los cambios que están ocurriendo en Sicilia, el protagonista expresa: "Nosotros somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán hienas y chacales. Pero los leones, leopardos y ovejas seguiremos considerándonos como la sal de la tierra”.11

El Príncipe sólo se había podido aferrar, como a un clavo ardiente, al amor entre su sobrino Tancredi (nobleza) y de Angélica (burguesía), para no perder el último eslabón de su grandeza incomprendida por las nacientes tendencias, uniendo con un fuerte abrazo el símbolo de una nueva generación italiana, a ritmo de vals en los salones iluminados por arañas de cristal cortado, cristal veneciano o del multicolor Murano, elegante vestuario pasado de moda, impensable vanguardia del cambio imparable que, como la semilla, tiene que morir para renacer.

Para el Príncipe no todo se había desmoronado, aún cabía una nueva esperanza, un nuevo emblema, blanco azahar de la virginal juventud (el vestido blanco del baile) y del oro del gatopardo, gato leonado, sostenido y alzado sobre sus patas traseras. Pero, la realidad, era muy diferente. En el salón de baile había oro por todas partes […] oro gastado, pálido… […] 12.

Tomasi di Lampedusa contrajo matrimonio en 1932 con Alessandra Wolff Stomersee, llamada familiarmente Licy, de origen letón, y criada en San Petersburgo, a quien había conocido en Londres. Para ella fue su segundo matrimonio. Hija de una familia noble, su padre trabajó para el Zar Nicolás II como un alto funcionario. A Alessandra se le conoce como una célebre psicoanalista quien, después de la Segunda Guerra Mundial, presidió la Sociedad Psicoanalítica Italiana13

Esta mujer, de fuerte carácter y muy segura de sí misma, probablemente influyó en el carácter y temperamento de algunos de los personajes de la novela; esto se pone de relieve en varios capítulos de la obra. Analizando únicamente al Príncipe y a la Princesa, él es grande, majestuoso, enorme, inmenso, como una mole, fuerte, poderoso sobre los hombres y los edificios, gigante, hercúleo, titánico. La Princesa, en cambio, es menuda, frágil, de cabeza pequeña, de minúscula caja craneana, de cuerpo diminuto, cuya altura no le llegaba ni siquiera a su barbilla. (adjetivos descriptivos contextuales en esta obra).

Alessandra se encargó personalmente de la conservación de la obra de Giussepe junto a Gioacchino Lanza di Assaro, primo de Tomasi di Lampedusa que había sido adoptado por él en 1956.14

A su muerte, Licy fue enterrada al lado de su marido Tomasi di Lampedusa en el Cementerio de Capuchinos de Palermo. Existe una película donde se resaltan sus figuras: “El Manuscrito del Príncipe” (2000) y en un libro publicado bajo el nombre de “La Dama y el Leopardo” (2005)15

Otras obras del Autor son: Relatos: “La alegría y la Ley”, “La Sirena” y “Los gatitos ciegos”. Su autobiografía, “Recuerdos de la Infancia”, un ensayo: “Lecciones sobre Stendhal” y “Conversaciones Literarias” (Lecciones sobre literatura francesa).
En una ocasión Giuseppe Tomasi di Lampedusa expresó que debería ser obligatoria la escritura de las propias memorias como una contribución a la historia de los pueblos.

Por último, destacar de esta magnífica novela la sutileza y la riqueza del lenguaje, que ha dado lugar a estudios doctorales, filosóficos y filológicos, tanto en Italia, como en el resto del mundo.
Gójar, Granada, 6 de Marzo de 2016
María Teresa Golzarri Canales
Aula de Literatura

1 El gatopardismo, o el adjetivo lampedusiano , ha pasado a definir el cinismo con el que los partidarios del Antiguo Régimen se amoldaron al triunfo inevitable de la revolución, usándolo en su propio beneficio; posición acuñada en una frase lapidaria: Que todo cambie para que todo siga igual. https://es.wikipedia.org/wiki/Giuseppe_Tomasi_di_Lampedusa
2 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 95
3 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 168
4 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 47
5 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 7
6 Verde, el color de las llanuras de Lombardía, Blanco, la nieve de los Alpes, Rojo, los volcanes italianos y la sangre de los muertos. En un contexto cristiano Fe, Esperanza y Caridad. http://banderadeitalia.com
7 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 73 “Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.
8 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 43

9 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Págs. 170, 171
10 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 409
11 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 285
12 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 336
14 El Gatopardo. Alianza Editorial, S.A. Madrid 2013. Pág. 7

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