domingo, 22 de marzo de 2020

lecturas domingo IV de cuaresma comentario 22 de marzo de 2020

Oporto

HOY ES DOMINGO

Comentario:

1.-El evangelio nos presenta a un ciego de nacimiento que recobra la vista gracias a dos gestos simbólicos: uno protagonizado por Jesús (Jesus hizo barro con su saliva y lo puso sobre los ojos del ciego), otro fruto de un mandato de Jesús, pero realizado por el propio ciego (lávate en la piscina de Siloé).
1.1.- Jesús hizo barro con su saliva y lo depositó sobre los ojos del ciego: este gesto nos recuerda el texto de la creación del hombre (tierra y aliento de Dios).

1.2.- Jesús le ordena “ve y lávate en la piscina de Siloé”; aquí nos encontramos con dos elementos: primero hay un camino del hombre que conoce Dios y se lo indica (ve y lávate en Siloé, que significa enviado); en segundo lugar nos encontramos con la libertad de la persona, pues el ciego debe decidir seguir siendo ciego o ver. Dios actúa pero no elimina la libertad humana, tú decides sobre ti mismo.

2.-El ciego de nacimiento se dedicaba a mendigar para sobrevivir; vivir es una cosa y sobrevivir otra. Sobrevivir es arrastrar la vida, propio del que depende en lo fundamental de los demás, mendigar. Hay gente que mendiga para que alguien la quiera; otros mendigan el aplauso de los demás; otros mendigan ante su jefe para que éste reconozca su trabajo o para que le dé la seguridad psíquica que necesita. 

        Hay mucha gente que vive como los lagartos, toda la vida arrastrándose por el suelo, se deja pisar o violentar por otros y esto se convierte en una costumbre; pensemos en las mujeres maltratadas; pensemos en los pueblos, por ejemplo, cómo muchas personas se tienen que humillar, callar sus propias ideas por miedo a la reacción del  alcalde de turno y sus secuaces; secuaces que pueden ser el primo del alcalde, la suegra, el militante más fervoroso o aquél o aquellas que buscan, lamiendo botas, un puestecito un poco más destacado en el organigrama del pueblo de turno. Una vez estuve de cura en un pueblo pequeño donde las firmas para poder cobrar el paro agrario las ponían sólo dos hombres, ambos eran los dueños de un supermercado y concedían las firmas si comprabas en su supermercado y no si trabajabas o no en sus tierras; el resto del trabajo está en manos del alcalde. ¿Qué podía hacer la gente? Convertirse en ciegos, porque si dices que ves y dices lo que ves y dejas de mendigar las firmas o el trabajo, eres inmediatamente excluido; no sólo por el alcalde y los dueños de los supermercados, que estaban también metidos a políticos, sino por aquellos que, renunciando a su dignidad, se han vendido por un plato de lentejas; todos te apedrearán y te marginarán. Esto le pasa al Ciego del Evangelio, una vez liberado será interrogado y excluido, el grupo no acepta a una persona libre; pues el grupo ha renunciado a la libertad, se ha convertido en masa. ¿Pero esto no pasa también en la Universidad, en una Empresa, en la Iglesia? ¿Te apoya la Universidad si siendo un buen profesor, investigador, mantienes líneas de pensamiento discordantes con el ambiente político general; te premian con los premios del Estado si no te inclinas ante el jefe del departamento, rector o rectora, presidente de la junta de Andalucía, Catalana, Vasca….? ¿En la empresa igual? Por estas actitudes del grupo y del propio empresario se pierde mucha creatividad; creatividad que necesita la propia empresa para tener éxito. ¿En la Iglesia? ¡Cuántos oídos de obispos prefieren los halagos antes que la verdad! Y si un alcalde, un rector, un empresario, un obispo, un profesor, un cura prefiere halagos antes que la verdad es porque ellos mismos son ciegos y necesitan la luz; pero ocurre que muchos prefieren la oscuridad, la desean y temen luz. Pero no sólo ellos, el grupo convertido en masa y no en individuos libres, prefiere la oscuridad; así se retroalimenta el grupo, alimentan al líder, y el líder alimenta al grupo a seguir siendo solo polvo. La masa no resiste la libertad y mucho menos a una persona que sea libre. Y Dios sopló sobre el hombre hecho de barro, Jesús hizo barro con su saliva. Ahora entendemos que se prefiera a  Dios muerto que a Dios creando personas libres.

3.- “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.” Así termina la segunda lectura; para despertar necesitamos ver. ¿Qué es ver? Se nos dice en la primera lectura que ver es traspasar las apariencias para introducirnos en el alma de la persona, así ve Dios. Ver como Dios ve. Pero Dios ve amando y ver amando es contemplar. La mirada del que ve amando la descubrimos cuando hemos presenciado la escena de unos padres que, en silencio, miran a sus hijos, a veces cuando estos hijos juegan o duermen, o cuando una madre mira a su hijo y toma conciencia del amor que siente por él; otras veces, la escena es la de dos enamorados, sobran las palabras, la mirada es una mirada que alimenta, se retroalimentan; veíamos que en el grupo, convertido en masa retroalimenta su propia deshumanización, su pérdida de libertad, de dignidad, de pensamiento y acción personal. El que ve amando, contemplando, alimenta el alma del que recibe su mirada, alienta en el otro su libertad, su propia dignidad, su grandeza y sus posibilidades. ¿No es esto realmente lo que busca el que desea ser amado? Cuando la persona entra en relación con Dios lo que se produce es esto mismo. Dirá santa Teresa, hacer oración es tratar muchas veces con quien sabes que te quiere. Cuando hacemos oración sentimos que se nos ensancha el alma, sientes cómo las heridas se curan, notas cómo crece la libertad en ti; la oración requiere que yo, al ponerme ante Dios, no me juzgue ni me condene, la oración consiste en ponerte ante la mirada de Dios que nos mira amándonos y esta mirada nos hace ser más libres, más uno mismo, más consciente de uno mismo; la mirada del que te ama no te aniquila, como haría un violador, te reconstruye como hace Jesús en el evangelio con el ciego.

4.-Se trata de una tarea a lo largo de la vida; por ello, el salmo presenta a Dios como un Pastor que me alimenta (en verdes praderas) con amor, que me hace descansar, que me hace entrar en la paz (me hace recostar me conduce a fuentes tranquilas) estas fuentes están dentro y fuera de nosotros; se trata de un camino que es la misma vida personal, (me conduce por el sendero justo) hay que vivir y vivir es pasar momentos muy difíciles (aunque camine por cañadas oscuras nada temo) pero con la seguridad que nace del buen compañero que es Dios. Se trata de un proceso vital que me obliga a superar mis miedos, mis rencores, mis heridas, mi complejo de inferioridad o superioridad… (preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos), tengo que superar los juicios de los demás sobre mí mismo, pues estos juicios son mis enemigos, sobre todo si yo me los creo, la persona que tiene prejuicios sobre mí no es mi enemigo, es un pobre ciego, alguien inmaduro. Dios nos hace recuperar la dignidad y mi alma se ensancha (me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa); hay una decisión personal: seguir al Señor o al líder; el líder me convierte en masa, Dios me convierte en individuo capaz de entrar en relación pacífica conmigo mismo, en comunión con con mis amigos, con mi pareja, con mi familia, con mis compañeros de trabajo, con los miembros de la parroquia donde soy párroco, con los feligreses de la diócesis donde soy obispo, con los ciudadanos donde soy alcalde…. El problema es que, para entrar en comunión, necesitamos a otro tú que esté en este proceso de crecimiento personal, que conozca este mundo secreto y siempre deseado por los hombres libres y por los angustiados ciegos…

Dios nos mira amándonos y nos insta a tomar conciencia de este amor y entrar en relación de comunión con Él; si yo no entro en esa relación, Él me sigue mirando, amándome, y espera… Cuando una persona ha pegado este salto y ya mira a los demás como Dios nos mira, ve a los ciegos como personas llenas de posibilidades no realizadas y espera, no los destruye, entiende la ceguera de los demás, sus debilidades, sus miserias, pues él mismo ha sido un ciego….
José Antonio Espejo Zamora

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel.

       En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»

         Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»

       Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»

      Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»

       Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»

     Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» 

      Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»

       Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. 

      Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»

       Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

Palabra de Dios
Salmo

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar, 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia 
me acompañan todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

          En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»

Palabra de Dios


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan.


          En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»

         Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»

        Unos decían: «El mismo.»

         Otros decían: «No es él, pero se le parece.»

          Él respondía: «Soy yo.»

         Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

          Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»

         Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»

        Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»

         Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»

       Él contestó: «Que es un profeta.»

         Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»

        Y lo expulsaron. 

        Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»

       Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»

       Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»

       Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.


Palabra del Señor

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