Año 1801, Algarinejo, sobre la
prohibición de los pasos de Semana Santa.
“En la ciudad de Granada, el 8 de
marzo de 1801, ante mí, el Secretario de Cámara por S.E. para esta
justificación, compareció D. Antonio Jurado, natural de la villa de Algarinejo,
vecino de esta ciudad y profesor en ella del noble arte de pintura, de quien
recibí juramento, que hizo por Dios y una cruz, bajo el cual ofreció decir
verdad y siendo preguntado al tenor del auto que antecede, dijo:
<<Que con motivo de ser natural de la
Villa de Algarinejo, como va expresado, ha presenciado allí, en diferentes años,
las procesiones de Semana Santa, y el paso que llaman de Jesús en el Jueves
Santo por la tarde; éste se practicaba saliendo revestido un sacerdote con
túnica morada de seda, cabellera suelta y máscara o rostro, que figuraba a Jesucristo;
a éste acompañaban doce hombres, significando los doce apóstoles, también
vestidos con sus túnicas de damasco morado y cabellera suelta, cuya comitiva, a
las tres de la tarde, entraban en la plaza, acompañados del cura y demás
eclesiásticos, y en ella se separaban los tres dichos apóstoles, a quienes el
que figuraba a Jesús les indicaba por señas siguieran a un hombre que iba con
un cántaro de agua, y que donde entrase pidiesen licencia para celebrar la cena
con sus discípulos; llegaba en efecto el hombre del cántaro a uno de los cinco tablados que se
ponen en la plaza; detrás de él, los tres apóstoles comisionados que volvían
inmediatamente a encontrarse con el paso de Jesús, se incorporaban todos y se
conducían a dicho tablado, donde se sentaban Jesús en medio y los apóstoles a
los lados en dos escaños; se hacía el lavatorio poniéndose Jesús su toalla
terciada, descalzándose los apóstoles, a quienes hacía la ceremonia de lavar
los pies con la advertencia de que cuando llegaba al que figuraba de apóstol
san Pedro, éste se resistía, y hacía mil ademanes y mojigangas hasta que por
último se dejaba lavar; acabado esto, se sentaba el Jesús en su silla bajo de
un dosel, se presentaba una mesa muy adornada y en ella una gran torta de pan
de bizcocho hecha doce partes y también su cáliz; hacía la ceremonia de
consagrar así la torta como el cáliz para lo que ejecutaba varias
gesticulaciones y movimientos elevando la cabeza al cielo, levantando la torta
y el cáliz en ademán de consagrarlos y después iba dando a cada uno de los
apóstoles su pedazo de torta que para recibirla dejaban sus asientos, se hincaban
de rodillas ante Jesús y la tomaban alzándola en el bolsillo, y también hacían
la ceremonia de beber del cáliz; concluido esto también ha presenciado el
declarante que el que hace en dicho paso de Jesús va a despedirse de su madre
para padecer y a este fin sacan en sus andas de la iglesia a la Virgen de los
Dolores, la tienen en la plaza, bajo su palio, y el dicho sacerdote que figura
a Jesús abraza a la sagrada imagen, a la cual le hacen manifestar señales de
sentimiento moviendo la cabeza y brazos por medio de una máquina a tornillos y
se despide Jesús y se va al huerto con su acompañamiento de los doce apóstoles,
que es otro de los cinco tablados dispuestos con ramajes o romero; se pone a
orar, se duermen los discípulos, los despierta tres veces, y al fin se le
aparece un ángel, que lo hace un muchacho de 8 ó 10 años, y le echa una
embajada, como vulgarmente dicen en Algarinejo, y en este acto le quitan a
Jesús la carátula y le ponen otra sudada de sangre; entre tanto el que hace de
Judas pasa a otro de los tablados donde están los judíos y fariseos a hacer su
venta, la que ejecutan por medio de señas, y en seguida viene acompañado de los
fariseos y soldados al tablado del huerto haciendo con ellos mil figuras y
señas ridículas; llega Judas y abraza a su Maestro y le da el ósculo, caen en
tierra los soldados, corta san Pedro la oreja a Malco, después de lo cual se
sigue el prendimiento de Jesús, que lo hacen atándolo con unas cuerdas tocando
un tamboril y una destemplada bocina de madera de más de tres varas de largo
que llevan entre dos hombres; huyen, a esto, los apóstoles echando a correr; y
a ello se sigue una grande algarada y gritería y Judas huye también desesperado,
tirando por alto la bolsa y haciendo otros ademanes y ridiculeces; llevan a
Jesús preso con gran tropel a casa de Pilatos que está en uno de los dichos
tablados y luego lo llevan a Caifás y Herodes figurando ridículamente los
sucesos de la Sagrada Pasión como son el rasgar sus vestiduras el pontífice,
darle la bofetada; lo vuelven a Pilatos, lo manda azotar, y en este estado le
quitan la túnica de seda morada y se queda con otra túnica interior de muselina
o lienzo muy fino que tiene figuradas las heridas de los azotes y chorreando
sangre toda la espalda, de suerte que parece que está en cueros, lo amarran a
una columna de madera y hacen el ademán de azotarlo dos sayones con unas
cadenas de paja hasta que fingen estar ya rendidos y se ponen otros, hasta que
cortan las cuerdas y cae desplomado; después de esto sientan a Jesús en un
banquillo, le ponen una muceta encarnada, su caña y corona de espinas y dan
vueltas alrededor de él quitándole la caña de la mano y dándole golpes en la
cabeza con ella, y en el mismo tablado ponen un arco de romero, y lo asoman
enseñándolo Pilatos al pueblo. Concluido esto, le ponen la túnica exterior
morada, clama el pueblo por que le crucifiquen y Pilatos se lava las manos,
para lo que ponen su gran bandeja de plata con sus toallas y con toda su
autoridad; echa un pregón en voz alta uno de los fariseos diciendo que manda
Poncio Pilato que a Jesucristo lo crucifiquen y que vaya con la cruz a cuestas
hasta el calvario se lo conducen a la iglesia con la cruz a cuestas y es concluido el paso que llaman de
Jesús, todos los personajes que componen este paso llevan las caras cubiertas
con su máscara, y así lo ha visto el testigo en diferentes ocasiones, no
pudiendo menos de manifestar según los interiores sentimientos de su conciencia
que en esta imitación a lo vivo de la pasión hay mil ridiculeces que excitan
más la diversión que no la devoción cristiana y que cuanto ha dicho es la
verdad en cargo de su juramento, que se halla en la edad de cuarenta y cuatro
años, y lo firmó, de que yo, el infrascripto secretario de Cámara de S.E, doy
fe.
Firmas; Antonio Jurado; Antonio Muñoz
Poctón, secretario.”
Archivo diocesano granada caja 222 F
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