martes, 11 de septiembre de 2018

el neoclasicismo contra el barroco Granada teatro calle pasión algarinejo





       Año 1801, Algarinejo, sobre la prohibición de los pasos de Semana Santa.

        “En la ciudad de Granada, el 8 de marzo de 1801, ante mí, el Secretario de Cámara por S.E. para esta justificación, compareció D. Antonio Jurado, natural de la villa de Algarinejo, vecino de esta ciudad y profesor en ella del noble arte de pintura, de quien recibí juramento, que hizo por Dios y una cruz, bajo el cual ofreció decir verdad y siendo preguntado al tenor del auto que antecede, dijo:
 <<Que con motivo de ser natural de la Villa de Algarinejo, como va expresado, ha presenciado allí, en diferentes años, las procesiones de Semana Santa, y el paso que llaman de Jesús en el Jueves Santo por la tarde; éste se practicaba saliendo revestido un sacerdote con túnica morada de seda, cabellera suelta y máscara o rostro, que figuraba a Jesucristo; a éste acompañaban doce hombres, significando los doce apóstoles, también vestidos con sus túnicas de damasco morado y cabellera suelta, cuya comitiva, a las tres de la tarde, entraban en la plaza, acompañados del cura y demás eclesiásticos, y en ella se separaban los tres dichos apóstoles, a quienes el que figuraba a Jesús les indicaba por señas siguieran a un hombre que iba con un cántaro de agua, y que donde entrase pidiesen licencia para celebrar la cena con sus discípulos; llegaba en efecto el hombre del  cántaro a uno de los cinco tablados que se ponen en la plaza; detrás de él, los tres apóstoles comisionados que volvían inmediatamente a encontrarse con el paso de Jesús, se incorporaban todos y se conducían a dicho tablado, donde se sentaban Jesús en medio y los apóstoles a los lados en dos escaños; se hacía el lavatorio poniéndose Jesús su toalla terciada, descalzándose los apóstoles, a quienes hacía la ceremonia de lavar los pies con la advertencia de que cuando llegaba al que figuraba de apóstol san Pedro, éste se resistía, y hacía mil ademanes y mojigangas hasta que por último se dejaba lavar; acabado esto, se sentaba el Jesús en su silla bajo de un dosel, se presentaba una mesa muy adornada y en ella una gran torta de pan de bizcocho hecha doce partes y también su cáliz; hacía la ceremonia de consagrar así la torta como el cáliz para lo que ejecutaba varias gesticulaciones y movimientos elevando la cabeza al cielo, levantando la torta y el cáliz en ademán de consagrarlos y después iba dando a cada uno de los apóstoles su pedazo de torta que para recibirla dejaban sus asientos, se hincaban de rodillas ante Jesús y la tomaban alzándola en el bolsillo, y también hacían la ceremonia de beber del cáliz; concluido esto también ha presenciado el declarante que el que hace en dicho paso de Jesús va a despedirse de su madre para padecer y a este fin sacan en sus andas de la iglesia a la Virgen de los Dolores, la tienen en la plaza, bajo su palio, y el dicho sacerdote que figura a Jesús abraza a la sagrada imagen, a la cual le hacen manifestar señales de sentimiento moviendo la cabeza y brazos por medio de una máquina a tornillos y se despide Jesús y se va al huerto con su acompañamiento de los doce apóstoles, que es otro de los cinco tablados dispuestos con ramajes o romero; se pone a orar, se duermen los discípulos, los despierta tres veces, y al fin se le aparece un ángel, que lo hace un muchacho de 8 ó 10 años, y le echa una embajada, como vulgarmente dicen en Algarinejo, y en este acto le quitan a Jesús la carátula y le ponen otra sudada de sangre; entre tanto el que hace de Judas pasa a otro de los tablados donde están los judíos y fariseos a hacer su venta, la que ejecutan por medio de señas, y en seguida viene acompañado de los fariseos y soldados al tablado del huerto haciendo con ellos mil figuras y señas ridículas; llega Judas y abraza a su Maestro y le da el ósculo, caen en tierra los soldados, corta san Pedro la oreja a Malco, después de lo cual se sigue el prendimiento de Jesús, que lo hacen atándolo con unas cuerdas tocando un tamboril y una destemplada bocina de madera de más de tres varas de largo que llevan entre dos hombres; huyen, a esto, los apóstoles echando a correr; y a ello se sigue una grande algarada y gritería y Judas huye también desesperado, tirando por alto la bolsa y haciendo otros ademanes y ridiculeces; llevan a Jesús preso con gran tropel a casa de Pilatos que está en uno de los dichos tablados y luego lo llevan a Caifás y Herodes figurando ridículamente los sucesos de la Sagrada Pasión como son el rasgar sus vestiduras el pontífice, darle la bofetada; lo vuelven a Pilatos, lo manda azotar, y en este estado le quitan la túnica de seda morada y se queda con otra túnica interior de muselina o lienzo muy fino que tiene figuradas las heridas de los azotes y chorreando sangre toda la espalda, de suerte que parece que está en cueros, lo amarran a una columna de madera y hacen el ademán de azotarlo dos sayones con unas cadenas de paja hasta que fingen estar ya rendidos y se ponen otros, hasta que cortan las cuerdas y cae desplomado; después de esto sientan a Jesús en un banquillo, le ponen una muceta encarnada, su caña y corona de espinas y dan vueltas alrededor de él quitándole la caña de la mano y dándole golpes en la cabeza con ella, y en el mismo tablado ponen un arco de romero, y lo asoman enseñándolo Pilatos al pueblo. Concluido esto, le ponen la túnica exterior morada, clama el pueblo por que le crucifiquen y Pilatos se lava las manos, para lo que ponen su gran bandeja de plata con sus toallas y con toda su autoridad; echa un pregón en voz alta uno de los fariseos diciendo que manda Poncio Pilato que a Jesucristo lo crucifiquen y que vaya con la cruz a cuestas hasta el calvario se lo conducen a la iglesia con la cruz a  cuestas y es concluido el paso que llaman de Jesús, todos los personajes que componen este paso llevan las caras cubiertas con su máscara, y así lo ha visto el testigo en diferentes ocasiones, no pudiendo menos de manifestar según los interiores sentimientos de su conciencia que en esta imitación a lo vivo de la pasión hay mil ridiculeces que excitan más la diversión que no la devoción cristiana y que cuanto ha dicho es la verdad en cargo de su juramento, que se halla en la edad de cuarenta y cuatro años, y lo firmó, de que yo, el infrascripto secretario de Cámara de S.E, doy fe.
Firmas; Antonio Jurado; Antonio Muñoz Poctón, secretario.”
Archivo diocesano granada caja 222 F


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