martes, 9 de febrero de 2021

Huétor Tájar 1888 emigración

José Antonio Espejo Zamora


Emigración - Huétor Tájar

1888

En 1888, José Guerrero Jiménez, maestro de niños de Huétor, tras observar la dinámica económica y social de Huétor, escandalizado y sorprendido por lo que veía, decidió levantar acta de tal situación y publicarla el 27 de noviembre de 1888 en El Defensor de Granada. José Guerrero había llegado de maestro a Huétor Tájar desde el pueblo de Peligros, donde había desarrollado con anterioridad su labor docente.




Parroquia Santa Isabel Huétor Tájar

Transcripción del artículo de José Guerrero Jiménez:

Los emigrantes de Huétor Tájar


Antecedentes


La villa de Huétor Tájar, distante 35 kilómetros de la capital, tiene 2.333 habitantes, según el último censo, y pertenece al partido judicial de Loja.


Su alegre cielo, su extensa vega poblada de árboles frutales y surcada por el Genil en toda la longitud le dan agradable aspecto y hacen suponer, al contemplarla, la existencia de un pueblo feliz y rico.


Mas la experiencia de muchos años nos hace ver que nada más lejos de la realidad. Las inundaciones de 1881 y siguientes trasformaron parte de la Vega, dañándola notablemente en todo. Los frutales van desapareciendo y enormes peces de lima señalan los sitios que ocuparon sus fértiles huertas.


Huétor Tájar sucumbe agobiado por los onerosos tributos que son comunes a otros pueblos como territorial, industrial, consumos, cédulas y demás impuestos y por los censos, décimas, etc., que abona a la excelentísima señora condesa de Teba, gravamen que pesa sobre todas las fincas rústicas y urbanas.

Foto tomada del Portfolio finales del s. XIX


Ningún gobierno, ningún diputado ni senador, ni aun la casa solariega se han cuidado de mejorar su condición ni han tenido influencia bastante para que, por el Estado o la provincia, se haga un puente sobre el Genil que facilite el paso del pueblo a la vega, que ponga en comunicación la estación de la vía férrea con la carretera de Bailén a Málaga; si los vecinos quieren cultivar sus tierras de regadío, si necesitan traer los frutos, se ven precisados a utilizar una especie de barca, que nos hace recordar el paso de los ríos en África, o a establecer una empalizada o puente provisional de madera para facilitar su paso.


Cortijo situado en la carretera entre Huétor y Villanueva
frente al polígono industrial y al cementerio (portfolio finales s. XIX).
El cortijo recibe el nombre de la Viña ya que los propietarios venían de La Viña jurisdicción de Algarinejo.


Inútil es que se dirijan a buscar el paso en épocas lluviosas por el secano. El arroyo de Milanos se lo negaría; Villanueva Mesía utiliza igual barca o empalizada; y más allá, Cacín, con un puente destruido hace más de 20 años (carretera de Bailén a Málaga), brindaría al osado que se atreviese a vadearlo segura muerte, que han hallado ya trece infelices en sus aguas sin que se cuide de ello el Estado ni la provincia que tan esquilmados tienen a estos pueblos con exhorbitantes tributos.


Después de tan punible abandono, con tan decaída agricultura, con la falta de trabajo inherente a ello, ¿cómo no han de hallarse en la miseria pueblos como Huétor Tájar? ¿Cómo no han de pensar en emigrar a otros países hombres que ven a todas horas el aterrador fantasma del hambre llamando a sus míseros hogares? ¿Qué lenitivo han hallado a su precaria situación en siete años que llevan de incesante clamoreo?


La Comisión inspectora del censo de población, en su reciente visita a este pueblo, porque extrañaba la disminución de almas, tuvo ocasión de comprobar nuestro aserto. Todos los años hay muchas personas que marchan a la República Argentina o al Brasil en busca de lo que su patria les niega.


La emigración actual


Hace unos meses próximamente se presentó en Huétor Tájar un sujeto que dijo llamarse D. Jacinto Tamayo Valverde y ser Administrador general del Sr. D. José Alvar Pereira, Conde del distrito de Cantagallos (Cantagalo, Estado de Río de Janeiro) en el Brasil. Traía encargo de llevarse emigrados con la precisa condición de que constituyeran familias, para que su permanencia en aquel terreno fuese más duradera que la de expediciones de otros países que habían huido. Provisto Sr. Tamayo de una carta de recomendación que le había entregado  Fructuoso Alva Ortega, que se fue a Buenos Aires el verano de 1886 y después de mucho andar, se ha colocado con este señor, le fue cosa fácil hacer buena propaganda y apuntar numerosas familias, fijándose la partida después de muchas vicisitudes para el día 21 del corriente, con objeto de embarcar en Málaga el 25 ó 26.

Nazareno Huétor Tájar


El 20 se dijo en esta iglesia parroquial solemne misa a Ntro. P. Jesús para que se dignase proteger a los emigrantes. Después obsequió el Sr. Tamayo a estos y a las autoridades y amigos con un banquete de despedida y al día siguiente, a las cuatro de la mañana, se efectuó la marcha. ¡Pero qué despedida! Apenas el primero de los cinco carros que los conducían movió el eje de sus ruedas, se levantó imponente y conmovedora gritería; los ayes de dolor se escuchaban a larga distancia y fue escena imposible de describir la que presenciamos en el trayecto que media entre el pueblo y la Venta Nueva, donde se dieron el último adiós unos sesenta emigrantes y sus padres, hermanos, hijos y amigos que les veían partir tal vez para siempre. Baste decir que ha habido hijos que dejan a sus padres sexagenarios y enfermos, padres que no han podido llevar a sus hijos por estar sujetos al alistamiento y cosas por el estilo.


Cuando se presencian escenas de dolor como la que nos ocupa y que desgarran las entrañas, ¡qué de reflexiones se agolpan a nuestra mente!,¡qué tristes comentarios nos sugiere la imaginación!


Partieron, sí, unas sesenta personas de todos sexos y edades, que agobiadas por la miseria, cediendo a halagüeñas promesas y faltos de recursos, van al Brasil a regar con el sudor de su frente aquellos ingratos terrenos en que tal vez se abra su tumba; marcharon a aquel clima abrasador acariciando doradas ilusiones para olvidar su pena y mitigar su sufrimiento y quiera Dios que en su desengaño no encuentren otros mayores y más horribles.


Otra Emigración


Se anuncia la próxima venida de otro encargado de llevar nueva expedición que se hace ascender a centenares de familias y que saldrán de Huétor y pueblos inmediatos dentro de pocos meses.


Y entretanto ¿qué hace el Gobierno? ¿Qué medidas toma para atajar el mal quien puede y debe evitarlo? Lo ignoramos, pero todo hace suponer que seguirá la agricultura, la industria y el comercio por la resbaladiza pendiente que marcha hasta que llegue al insondable abismo.


Por lo que a Huétor Tájar representa, si pronto no se ataja el mal proporcionando trabajo a los jornaleros y ayudando en lo posible al pobre labrador que no puede soportar tanto gravamen como pesa sobre él, es seguro que dentro de pocos años será completa. La ruina de este desdichado pueblo. 


José Guerrero.”

 

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