LUZ DEL DOMINGO
Domingo, 27 de septiembre de 2015
VIGESIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
VIGESIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera
lectura: Números 11, 25-29
Salmo responsorial: Salmo 18
Segunda lectura: Santiago 5, 1-6
Salmo responsorial: Salmo 18
Segunda lectura: Santiago 5, 1-6
EVANGELIO
Marcos 9, 38-42. 44. 46-47
Marcos 9, 38-42. 44. 46-47
38Juan le dijo:
-Maestro, hemos visto a uno que echaba
demonios en tu nombre y hemos intentado impedírselo, porque no nos seguía.
39Pero Jesús le replicó:
-No se lo impidáis, pues nadie que actúa
con fuerza como si fuera yo mismo puede al momento renegar de mí. 40O
sea, que quien no está contra nosotros está a favor nuestro.
41Además, quien os dé a beber un vaso de
agua por razón de que sois del Mesías, no quedará sin recompensa, os lo
aseguro.
42Pero al que escandalice a uno de estos
pequeños que creen en mí, más le valdría que le encajaran en el cuello una
piedra de molino y lo arrojasen al mar.
43Si tu mano te pone en
peligro, córtatela; más te vale entrar manco en la vida que no ir con las dos
manos al quemadero, al fuego inextinguible. 45y si tu pie te
pone en peligro, córtatelo; más te vale entrar cojo en la vida que no con los
dos pies ser arrojado al quemadero. 47y si tu ojo te pone en
peligro, sácatelo; más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que no ser
arrojado con los dos ojos al quemadero.
COMENTARIOS
I
NEUTRALIDAD IMPOSIBLE
Ante la
liberación del hombre es imposible que alguien pueda permanecer neutral: o se
está a favor o se está en contra, y el que está a favor de la liberación del
hombre..., aunque no sea de «los nuestros», está con Jesús y con sus
seguidores.
POR O CONTRA LA LIBERACIÓN
A pesar
de que la tolerancia se considera un valor propio de las sociedades
democráticas, no parece que su contrario, la intolerancia, sea un mal
definitivamente extinguido; al contrario, de tanto en tanto vuelve a brotar
esta mala hierba que envenena la convivencia; y en este del siglo, por lo que
parece, pasa por una peligrosa fase de crecimiento. «Quien no es de los míos,
es mi enemigo», parece ser la consigna por la que se guían muchos. Característica
de los grupos más intolerantes ha sido siempre la utilización y manipulación
de los sentimientos religiosos del pueblo; por ello, no es de extrañar que
hayan usado muchas veces, sacándola de su contexto, la frase del evangelio
«quien no está conmigo, está contra mí; quien no recoge conmigo, desparrama»
(Mt 12,3; Lc 11,23). Pero, naturalmente, olvidando por completo esta otra frase
del evangelio de hoy: «... quien no está contra nosotros, está a favor
nuestro.»
Sin embargo,
y aunque puedan parecer contradictorias, el significado fundamental de las dos
frases es semejante: en relación con la liberación del hombre no es
posible mantenerse neutral: o se está a favor o se está en contra, y
si se está a favor, se está en el mismo lado que Jesús y los suyos.
En el
evangelio de Mateo, Jesús responde a los ataques de los fariseos, que lo acusan
de realizar su misión liberadora utilizando fuerzas contrarias a Dios. Pero en
realidad lo que a ellos les molesta es que el pueblo sea libre y que descubra
las grandes mentiras con las que ellos, los fariseos, lo han tenido engañado y
dominado; ésa es la causa de su oposición a la actividad liberadora de Jesús.
En este contexto, Jesús pronuncia esta frase: «Quien no está conmigo, está
contra mí.» Lo que significa: el que no está a favor de la liberación del
hombre está en contra de Jesús, porque está contra el bien del ser humano.
Mateo quiere
dejar claro que el que no esté a favor de la justicia, de la libertad, de la
dignidad, de la felicidad, en suma, de los hombres, no puede pretender estar
con Jesús y, por tanto, con Dios. Nadie puede considerarse cristiano si no se
compromete en favor de la liberación de los hombres y de los pueblos.
«... QUIEN
NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS...«
La frase del
evangelio de Mateo elimina la posibilidad de que alguien intente justificar, en
nombre de la fe de Jesús, o en nombre del Padre Dios, la falta de compromiso en
favor de la liberación de los hombres. Con ella queda eliminada la posibilidad
de una aparente neutralidad que, en realidad, lo que manifiesta es que se
convive cómodamente con el sistema opresor establecido.
Marcos, por
su lado, tiene presente otro peligro: el de los que quieren aparecer como los
únicos liberadores, el de los que quieren monopolizar la tarea de la liberación
(«echar demonios»), el de los que identifican el amor al pueblo con su manera
de amar al pueblo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre
y hemos intentado impedírselo, porque no nos seguía.»
Si Mateo
tenía presentes a los enemigos de la liberación, Marcos intenta evitar el deseo
de protagonismo en las comunidades a las que se dirige; si Mateo quería evitar
la falta de compromiso, Marcos insiste desde otro punto de vista en la
necesidad de superar el exclusivismo nacionalista, religioso o de cualquier
otro tipo. Todos los que están trabajando por la liberación de la humanidad,
aunque no lo sepan, trabajan por la instauración del reino de Dios en la
tierra; todos los que luchan por un mundo más justo, están empujando al mundo
para que llegue a ser un mundo de hermanos. Y, por tanto, nadie debe pretender
que su modo de hacer las cosas es el único válido, que su amor al pueblo es el
único amor sincero, que su compromiso es el único coherente.
EL ESCÁNDALO
DE LOS PEQUEÑOS
Pero, al que
escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le
encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar.
Las dos
frases, en definitiva, se dirigen a aquellos que o porque no les interesa, o
porque quieren apuntarse todos los méritos, estorban o impiden el trabajo y el
compromiso de alguien por la liberación de los hombres. Este es el escándalo de
los pequeños.
Los
pequeños, en este evangelio, no son los niños; son los que han decidido ser
pequeños, esto es, los que han renunciado a dominar a los demás y han
sustituido en su vida el deseo de poder por el espíritu de servicio.
El escándalo es hacer tropezar a
alguien que lucha por la instauración del reino de Dios en este mundo; el
escándalo de los pequeños es aburrir, desanimar, cansar al que está
comprometido con la lucha por la liberación, hasta conseguir que abandone. O
simplemente intentarlo.
II
v.
37: "El que acoge a un chiquillo de éstos como si fuera a mí
mismo, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien acoge, sino al
que me ha enviado".
Cuando son
enviados (el que acoge, cf. 6,11), estos seguidores llevan
consigo la presencia de Jesús y del Padre.
En el centro del tríptico se encuentra la intervención
de Juan, uno de los Doce o nuevo Israel. Estos pretenden que el otro grupo de
seguidores se acomode a las categorías del judaísmo que ellos siguen
manteniendo.
v. 38: Juan
le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y hemos
intentado impedírselo, porque no nos seguía».
Juan, el
autoritario (3,17: «el Trueno»), habla en nombre del grupo, que comparte su
actitud (hemos intentado). Los Doce no toleran que ejerzan la
misión quienes no aceptan las categorías del judaísmo (no nos
seguía). Juan excluye todo seguimiento de Jesús que no incluya la
identificación con la ideología de los Doce.
Como «el
chiquillo», también el individuo anónimo representa a los seguidores no
israelitas, pero ahora en la actividad, que, fundada sobre el verdadero
seguimiento, es liberadora como la de Jesús (cf. 3,22s) y elimina los
fanatismos (demonios) que impiden la convivencia humana; los
discípulos, en cambio, por su falta de seguimiento, han fracasado (9,18.28).
vv.
39-40: Pero Jesús le replicó: «No se lo impidáis, pues nadie que actúa
con fuerza como si fuera yo mismo puede al momento renegar de mí. O
sea, que quien no está contra nosotros está a favor nuestro».
Jesús
reprueba el intento de impedir esa actividad. Quien libera afirmando su
conexión con él tiene una adhesión estable a su persona y es un aliado. De
hecho, posee una autoridad como la que Jesús mismo se proponía comunicar a los
Doce para expulsar a los demonios (3,14-15).
v.
41: «Además, quien os dé a beber un vaso de agua por razón de que
sois del Mesías, no quedará sin
recompensa, os lo aseguro».
Si los Doce,
en la misión, reflejan la figura de Jesús Mesías, llevarán también ellos la
presencia de Jesús y del Padre, que será la recompensa del que los
acoge (cf. 9,37).
Estas dos
perícopas son complementarias: La del «chiquillo» (9, 33b-37) muestra lo que
significa «estar con Jesús» (3,14), es decir, identificarse con él,
renunciando a la ambición de preeminencia y adoptando su actitud de servicio;
el grupo de seguidores no israelitas lo cumple, pero los Doce no. La segunda
pericopa, la del que expulsa demonios (9,38-41), ejemplifica la misión
liberadora (3,14-15) que realiza el grupo no israelita, mientras los Doce
fracasan en ella: al seguir apegados a las categorías del judaísmo, no «están
con Jesús» y no tienen alternativa que proponer.
El intento
del grupo de los Doce de impedir la misión de los que no se atienen a sus
categorías refleja, sin duda, conflictos pertenecientes a la época de Marcos.
Se hace patente la polémica de este evangelista contra los círculos cristianos
judaizantes.
v.
42 «Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en
mí, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo
arrojasen al mar».
Aviso de
Jesús: peor que morir es hacer daño a los pequeños (opuesto a
«más grande», 9,34), a los que no tienen ambición de honor o preeminencia y
adoptan una actitud de servicio (9,35), condición del verdadero seguimiento. Se
trata, como antes, de los seguidores no israelitas (uno de estos
pequeños 9,37: «uno de estos chiquillos»). El escándalo existe
cuando hay en la comunidad quienes pretenden ser más grandes, ser servidos en
lugar de servir (10,45), poniéndose por encima de otros como superiores a
ellos. Esta ambición pondría en peligro la adhesión de «los pequeños» a Jesús.
Sigue la
polémica de Mc contra los que pretenden deformar el mensaje de Jesús
introduciendo modos de actuar frecuentes en el judaísmo.
vv.
43-47 «Si tu mano te pone en peligro, córtatela; más te vale
entrar manco en la vida que no ir con las dos manos al quemadero, al fuego
inextinguible. Y si tu pie te pone en peligro, córtatelo; más
te vale entrar cojo en la vida que no con los dos pies ser arrojado al
quemadero. Y si tu ojo te pone en peligro, sácatelo; mas te vale entrar tuerto
en el Reino de Dios que no ser arrojado con los dos ojos al quemadero, donde su
gusano no muere y el fuego no se apaga».
Hay que
hacer opciones, por dolorosas que sean, pues son opciones entre el éxito y el
fracaso de la existencia: toda actividad (simbolizada por la
mano), conducta (el pie) o aspiración (el
ojo), que busca prestigio y superioridad, está viciada y hay que
suprimirla, pues pone en peligro la fidelidad al mensaje y
bloquea el desarrollo personal.
Las imágenes
que usa Jesús son fuertes: hay que extirpar todo lo que en uno mismo se oponga
al mensaje y cause daño a los que quieren ser fieles a él. Sólo esta decisión
lleva a la vida, la opción contraria lleva a la muerte. «La vida» (43.45) está
en paralelo con «el reino de Dios» (47); se trata, por tanto, de asegurar la
plenitud de vida tanto en el mundo presente como en el futuro.
La expresión «el gusano que
no muere y el fuego que no se apaga» está tomada de un texto
profético (Is 66,24) que se refiere a cadáveres que se queman, no a vivos que
sufren; la yuxtaposición de gusanos y fuego, que serían incompatibles,
relativiza las imágenes. No se describe con ellas un tormento eterno, sino una
destrucción total.
III
Clave de comprensión para las
lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza
en nombre de Dios».
En medio de las tradiciones del
pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el
relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo.
La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión
de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido
parte del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora
bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características
implicaba la tarea de estos personajes.
El capítulo 11 del libro de los
Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración
se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo
maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más
que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de
abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en
que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto?
El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero
también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una
libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones,
sacrificios, esfuerzos.
El relato causa admiración porque
Yavé monta en cólera... Es un recurso literario para introducir la preocupación
de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La
solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del
pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa
manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación
de muchos y no sólo de Moisés.
El espíritu que se dona a todas
estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de
profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar
al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender
lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su
esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un
desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es
necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de
promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así,
«catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta
«autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del
encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.
Ese parece ser el caso de Eldad y
Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo
estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se
encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la
tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera
positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por
eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado
muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una
gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en
definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el
pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la
tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso
justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la
necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada
para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo
«oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo
«instituido», la defensa de «los derechos de Dios».
En la misma línea, nos presenta el
evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los
discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el
mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la
exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a
Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no
se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo
hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es
sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí»
(v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de
construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no
tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de
pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos
para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a
cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los
mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y
otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha
sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a
germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a
Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a
la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la
frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo...».
Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor,
unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad
absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)
El diálogo de Jesús con sus
discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su
evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones,
pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás
aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino»,
«estar o no estar en el proceso...», y en fin otras talanqueras que
pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de
la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos»
de Dios.
Pues bien, cuando se cae en el
extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en
definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la
consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en
la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le
preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas
empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que
él propone.
Con todo, a través de los siglos,
los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos
creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en
entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes
empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto,
nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a
muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los
estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se
cuenten por millares.
Si logramos tomar conciencia de que
Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento
nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino
simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las
múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo
espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de
los nuestros», sino mejor... ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que
tan bien están luchando por construir aquí el Reino!
Para la revisión de vida
Reviso mis actitudes respecto
al trabajo de los demás (personas y grupos) y me confronto con la reacción de
Josué (primera lectura) y con la de Santiago y Juan (evangelio). Enumero las
semejanzas y diferencias y me trazo un propósito práctico de vida.
Para la reunión de grupo
Una idea que surge a partir de las
lecturas de este domingo es la validez que tienen para la construcción del
reino muchos aportes: ideas, obras, trabajos, de hombres y mujeres que no
necesariamente son cristianos, pero que están comprometidos en la lucha por la
justicia y la paz. Tratemos de indagar un poco sobre esas personas o
instituciones y compartamos qué dicen, qué hacen, y al mismo tiempo tratemos de
establecer cuáles son las críticas y de qué forma son rechazados por nuestra
religión oficial. Sentemos posiciones.
Para la oración de los fieles
Oremos por los responsables de la
dirección y guía de nuestras iglesias para que su responsabilidad como
animadores se traduzca en la acogida amorosa y fraterna de todos aquellos que
buscan hacer el bien a los demás... roguemos.
Por los dirigentes de nuestra
sociedad, para que sus tareas estén cada día más en la línea del evangelio, más
empeñados en la construcción de la justicia y la paz... roguemos.
Por todos aquellos que desde
su realidad como creyentes están trabajando por el bien, la justicia y la paz
para que sus esfuerzos se vean cada día más enriquecidos por el espíritu
profético que Dios dona a todas y todos... roguemos.
Por nosotros y nosotras para
que sepamos ver en todos los que hacen el bien aquella presencia de Jesús
Resucitado que en todas y todos actúa... roguemos.
Oración comunitaria
Dios Padre que en todos y en
todo te manifiestas; abre nuestros corazones y nuestras mentes para comprender
mejor lo que desde siempre nos estás comunicando, incluso a través de aquellos
que te conocen por otros caminos y con otros lenguajes que los nuestros;
arranca de nosotros toda tentación de exclusivismo y mantennos dispuestos a
ayudar y a dejarnos ayudar en la construcción colectiva de tu Reino. Nosotros
te lo pedimos inspirados en Jesús, transparencia tuya. Amén.
Estos comentarios están tomados de diversos libros, editados por
Ediciones El Almendro de Córdoba, a saber:
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
- Jesús Peláez: La otra lectura de los Evangelios, I y II. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Rafael García Avilés: Llamados a ser libres. No la ley, sino el hombre. Ciclo A,B,C. Ediciones El Almendro, Córdoba.
- Juan Mateos y Fernando Camacho: Marcos. Texto y comentario. Ediciones El Almendro.
- Juan. Texto y comentario. Ediciones El Almendro. Más información sobre estos libros en www.elalmendro.org
- El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Ediciones Cristiandad, Madrid.
Acompaña siempre otro comentario tomado de la Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica: Diario bíblico
bueno
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