miércoles, 21 de octubre de 2015

señora de mí misma, carta de una novia de Alhama la mujer en el siglo XVIII - XIX

SEÑORA DE MÍ MISMA

ALHAMA 1801


 Autora de la carta: María Manuela Zamora.
Año: 1801.
Dirigida a un pretendiente: Francisco Ramos.

“Sr. D. Francisco Ramos

Muy señor mío, siento tener que manifestar mis ingenuos sentimientos acerca de sus solicitudes: ¡cuántas desazones he sufrido desde que usted comenzó a hacérmelas!; ahora que me conceptuaba exenta de ellas veo que me he equivocado, a mi pesar, pero como ni mi ánimo ni mi carácter puede ser otro que el de tratar las cosas con verdad e ingenuidad, me veo forzada a tener que poner la pluma en este negocio para, por este medio, desengañar a vuestra meced y darle las justas y debidas gracias de la memoria, que de mí  ha hecho el alto concepto en que me ha tenido, y tiene. No pienso que sea capaz este hecho, que hago, de hacerme caer de su gente honrada, en cuya clase contemplo a vuestra merced. Su (…) y demás y si otra cosa hiciese, sí podría acarrearme los mayores disgustos. En esta inteligencia, debo manifestarle a V.m. que la comisión de mi tío no fue el ajustar capitulación (de matrimonio), ni ésta se la pude dar yo por ser como soy señora de mí misma para hacerlo en el caso que me acordase, y que, por consiguiente, no me hallo obligada a pasar ni estar por ninguna cosa de cuantas haya hecho como ejecutadas sin mi conocimiento; que yo me he mirado, y remirado en ello, y que por ningún concepto me acomoda, ni con capitulación ni sin ella; que no es regular que por mi causa se deshaga una casa, que junta, y con la ayuda de vuestra merced puede hacer los mayores progresos en fortuna y en una palabra que estoy firmemente resuelta a cortar de un todo este negocio antes que llegue a formalizarse nada. Bajo este supuesto otras señoras de mucho y aún más mérito que el mío hay en el pueblo; más ricas que yo, que mi caudal es nada; éstas pueden acomodar a vuestra merced más, y le suplico que si es cierto que me tiene alguna estimación no se empeñe en perturbar mi felicidad, que la encuentro en el centro de mi casa y al lado de una tía (Agustina Zamora) que me acompaña y rodeada de mi familia, que me sirven con anhelo y de otra forma no puedo ser feliz; siento tener que manifestar a vuestra merced esto, pero me precisa desengañarle, que no puede tener efecto lo que solicita.





         Yo estoy sumamente agradecida a los favores que le merezco, relativos al concepto que de mí ha formado; puede vuestra merced así creerlo; siempre lo diré pero también que no puede ser lo que vuestra merced quiere porque no lo permiten las circunstancias, y no ser gusto mío, y no siéndolo, no me he de exponer a vivir  tal  vida que Dios me dé en guerra sin haber necesidad de ello y así, por último favor que se ha de servir dispensarme, será el que sobre el particular no inste ni se moleste; en otra cosa puede mandar a su servidora”.


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