El Ciego de Algarinejo en Loja
Artículo publicado en la revista Los
Ciegos en abril de 1918.
Autor del artículo: Ismael González
de la Serna, pintor, natural de Guadix.
“La vida y los ciegos
El ciego guía de las nieves de
Algarinejo
Amigo
Las Heras: le escribo desde Loja, donde hemos venido a tomar parte en un mitin
de propaganda; este es un pueblo que sufre más que ningún otro las
consecuencias de la política española y necesita de estos actos para salir de
su inercia.
Hemos
hablado ante un puñado de pueblerinos, y después paseamos por el pueblo,
curioseándolo. Recorriéndolo, nos ha sorprendido la llegada del correo de
Algarinejo: un jinete admirable que se destacaba sobre el azul del cielo y los
blancos de las casas, del camino y de las nieves; parecía una creación
miguelangélica, trotando con su caballo, manejándolo con facilidad estupenda.
Al
detenernos, para verlo, alguien nos dijo que era ciego, y ante esta circunstancia,
expuse mis deseos de conocerle. Hablé con él, me dijo que era ciego de
nacimiento, y al expresarse pone tan gran emoción en sus palabras, que parece
nos habla con el alma.
Tiene
un gran cariño a su caballo, y cuando piensa en que se le puede morir, sus
palabras salen difíciles, su voz se empaña y el pecho se le oprime… Es la mayor
desgracia que podía ocurrirle, y teme por él como nosotros podíamos temer por
nuestra vista.
Su
caballo lo es todo. Con él ha atravesado estos montes formidables llenos de
nieve y de sol, y con su caballo ha sentido las emociones del aire, de la
velocidad y del paisaje. Nos lo explicó con una justeza y apreciación completamente
exacta, y luego me habló de su amor y más que amor, pasión por las cosas de
justicia.
Al
tratar de ellas su alma se ilumina y da alegría oírle, porque ve mucho más
estas hondas cuestiones que cuantos están encargados de encauzarlas. Le pregunté
por su cacique, y por toda contestación se echó a llorar, diciendo: ¡Yo quisiera
ser más fuerte!
Después
le he hablado de los ciegos que por ahí conozco, le he recomendado algunas
cosas de consuelo, y al despedirnos estrechó mis manos con la efusión y afecto
de unos amigos de toda la vida…
¡Acaso
lo fuésemos! porque juntos vivimos un momento de inquietud, y en el infortunio
y en todas las grandes emociones, es donde más somos y mejor podemos
conocernos.
Este
es el ciego que está encargado de llevar la correspondencia al pueblo -con sol
o con nieve- cruza las veredas con su caballo, su fiel lazarillo. Salta por las
trochas y pone en comunicación a este pueblo desgraciado con el resto del
mundo.
Puede
faltarle su caballo y el pueblo será el ciego, y a pesar de ello, ¡Quién fuera
más fuerte!
Ahí
le mando un dibujo que he hecho de este ciego por si cree interesante el publicarlo.
El
lunes saldré para esa, y espero volver a nuestros paseos nocturnos recordando a
Ruben y Verlaine y evocando a Mozart a Beethoven, a Chopín y Schumann.
Y
sin otra cosa y rogándole me perdone el no haberle escrito hasta hoy, le saluda
muy cordialmente su buen amigo
Ismael
G. de la Serna”
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