viernes, 5 de octubre de 2018

El ciego correo entre Loja y Algarinejo



El Ciego de Algarinejo en Loja

Artículo publicado en la revista Los Ciegos en abril de 1918.
Autor del artículo: Ismael González de la Serna, pintor, natural de Guadix.
“La vida y los ciegos
El ciego guía de las nieves de Algarinejo
         Amigo Las Heras: le escribo desde Loja, donde hemos venido a tomar parte en un mitin de propaganda; este es un pueblo que sufre más que ningún otro las consecuencias de la política española y necesita de estos actos para salir de su inercia.
         Hemos hablado ante un puñado de pueblerinos, y después paseamos por el pueblo, curioseándolo. Recorriéndolo, nos ha sorprendido la llegada del correo de Algarinejo: un jinete admirable que se destacaba sobre el azul del cielo y los blancos de las casas, del camino y de las nieves; parecía una creación miguelangélica, trotando con su caballo, manejándolo con facilidad estupenda.
         Al detenernos, para verlo, alguien nos dijo que era ciego, y ante esta circunstancia, expuse mis deseos de conocerle. Hablé con él, me dijo que era ciego de nacimiento, y al expresarse pone tan gran emoción en sus palabras, que parece nos habla con el alma.
         Tiene un gran cariño a su caballo, y cuando piensa en que se le puede morir, sus palabras salen difíciles, su voz se empaña y el pecho se le oprime… Es la mayor desgracia que podía ocurrirle, y teme por él como nosotros podíamos temer por nuestra vista.


         Su caballo lo es todo. Con él ha atravesado estos montes formidables llenos de nieve y de sol, y con su caballo ha sentido las emociones del aire, de la velocidad y del paisaje. Nos lo explicó con una justeza y apreciación completamente exacta, y luego me habló de su amor y más que amor, pasión por las cosas de justicia.
         Al tratar de ellas su alma se ilumina y da alegría oírle, porque ve mucho más estas hondas cuestiones que cuantos están encargados de encauzarlas. Le pregunté por su cacique, y por toda contestación se echó a llorar, diciendo: ¡Yo quisiera ser más fuerte!
         Después le he hablado de los ciegos que por ahí conozco, le he recomendado algunas cosas de consuelo, y al despedirnos estrechó mis manos con la efusión y afecto de unos amigos de toda la vida…
         ¡Acaso lo fuésemos! porque juntos vivimos un momento de inquietud, y en el infortunio y en todas las grandes emociones, es donde más somos y mejor podemos conocernos.
         Este es el ciego que está encargado de llevar la correspondencia al pueblo -con sol o con nieve- cruza las veredas con su caballo, su fiel lazarillo. Salta por las trochas y pone en comunicación a este pueblo desgraciado con el resto del mundo.


         Puede faltarle su caballo y el pueblo será el ciego, y a pesar de ello, ¡Quién fuera más fuerte!
         Ahí le mando un dibujo que he hecho de este ciego por si cree interesante el publicarlo.
         El lunes saldré para esa, y espero volver a nuestros paseos nocturnos recordando a Ruben y Verlaine y evocando a Mozart a Beethoven, a Chopín y Schumann.
         Y sin otra cosa y rogándole me perdone el no haberle escrito hasta hoy, le saluda muy cordialmente su buen amigo
                                                         Ismael G. de la Serna”


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